viernes, 19 de octubre de 2007

“...y la gran farsa de echar los votos”


LA VERGÜENZA ES VOTAR


“El sufragio universal es la mentira universal” (Beato Pío IX)

El diario dominical trae una nota gráfica que vale por un tratado sobre la situación de la República. Ante esa magistral fotografía (“La Nación”, 1º de julio de 2007, pág. 14) hay que sacarse sin más el sombrero. La imagen capta la escena en que el poderoso líder de la C.G.T., mate en mano, seguramente acaba de proferir su conocida broma sobre las trágicas carencias del servicio energético: “¡Debido al crecimiento económico que vive el país!”

Como una parodia de “El entierro del conde Orgaz”, a sus espaldas lo celebran varias caras de circunstancias, entre asombradas y festivas. Pero más llamativa es otra figura vestida de negro que acompaña al acaudalado gremialista en primera fila. Verdaderamente un semblante de expresiones complejas. La risa dispuesta a explotar, llega a asomarse, pero en leve encogimiento es contenida hacia adentro, bajando la mirada. Lo único que faltó al gesto era taparse la boca, como lo está por hacer detrás de él uno de los participantes. No era para menos: pocas veces se habrá visto una manifestación más clara de conexión de los intereses clasistas, como la personificada por el opulento obrero de marras.

Pero sin duda el matiz más curioso del caso, conforme a la aclaración al pie de la fotografía, es que la persona de negro resulta ser Su Eminencia el Cardenal Primado, quien —si se observa bien— ostenta su dignidad episcopal y de príncipe de la Iglesia con una manchita blanca en el cuello. Admirable gesto de humildad para muchos, que revoluciona todas las costumbres y echa por tierra a tantas figuras señeras de hábito talar —Santos incluso— perpetuadas por el pincel.

La escena del comentario se captó como se sabe, en la jornada social de Mar del Plata. Ocasión en que el Cardenal Bergoglio tuvo expresiones que han producido gran perplejidad, por su expresa condena de la abstención en las recientes votaciones. De manera que para quienes en conciencia se encuentran ante dos males evidentes ¿es “una vergüenza” no elegir? Entre los 816.000 vecinos aludidos por la fustigación cardenalicia, hay quienes recuerdan que ninguno de los candidatos tenían plataformas claras —todo lo contrario— sobre el tema del aborto. De uno, oficialista y acompañado por el campeón del aborto, ya se sabe su política como destructor de la educación pública. Y el otro ya ha manifestado al respecto su “posición flexible” en ciertas situaciones abortivas: está todo dicho, y basta como índice de tantas otras cosas.

La sorpresa aumenta porque en la reunión el Cardenal pidió “plataformas claras” para las elecciones y condenó el aborto. Para mayor desconcierto, Su Eminencia advirtió que la queja no construye si no se convierte en lucha; aunque en vísperas de las primeras elecciones había dicho que “peleando no ganamos nada”, lo cual recogió “La Nación” como un voto por la paz (3 de junio de 2007).

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