miércoles, 30 de septiembre de 2009

Justamente


LA INQUIETANTE
JUSTICIA CRIOLLA

Desde hace ya demasiados años, no resulta fácil encontrar razones con las que avalar el desempeño de la justicia en el país.

Partiendo de la Corte Suprema y para abajo, han logrado el raro prodigio de un casi unánime descrédito público. Territorio de intereses personales y de grupo, de las conocidas y de las inéditas formas de la corrupción, de juicios perdidos en el tiempo, alejados tanto del derecho como del sentido común, han hecho de la justicia una burocracia deleznable, cuando no un medio de persecución política. En esta oportunidad es la juez Argibay, la misma que “…no sabe como devolver” unos cientos de miles de dólares que cobró indebidamente del estado nacional, quien mientras lo piensa, se ocupa del aborto.

Y por cierto que la juez tiene derecho de expresar sus opiniones, aunque como miembro de la corte tiene, antes, el deber de estudiar y reflexionar prudentemente acerca de las cuestiones a las que va a referirse. Como veremos los dichos de Argibay no respaldan esa posibilidad.

“Un feto no puede vivir sin la madre, no es independiente hasta que nace. Recién cuando nace puede ser considerado persona desde el punto de vista jurídico”, argumentó.

Leemos perplejos que desde la corte suprema un juez repudia la constitución y los tratados internacionales que expresamente afirman que es persona, desde el momento de la concepción.

Por otra parte de entre las cosas absolutamente dependientes de este mundo, un recién nacido es la primera de ellas; alguien debería contárselo a Argibay…

Veamos otro punto: “…no es la misma vida antes del nacimiento que después…”

La jueza avanza sobre terreno muy resbaladizo y como no puede hacer pie, patina y afirma que no es la “misma” vida. ¿Es que Argibay descubrió algunos subtipos de vida humana? No hay vidas intermedias o casi vidas. Hay vida o no la hay y ella debería saberlo. El agua no cambia adentro o fuera de un vaso, se trata de la misma agua. Como no puede ser sino la misma persona viva, este adentro o afuera de la panza materna. Ni siquiera la ideología más radical, puede cambiar un dato de la realidad.

Volviendo al ejemplo del agua, aunque no conozcamos en profundidad las leyes que dicen que el agua es H2O, sabemos que necesariamente el agua es H2O. Esa necesidad es condicionada, en cuanto no es necesario que el agua exista, pero si existe, así como la conocemos, solo podrá tener esas características físico químicas y ninguna otra.

Pero el agua posee además propiedades metafísicas aún más definitorias, en efecto sabemos por el principio de no contradicción que una cosa, el agua en este caso, no puede ser y no ser al mismo tiempo.

Pero vayamos a otra cuestión central, desde el punto de vista de la ciencia y a la luz de los más recientes avances de la investigación se puede afirmar que la vida comienza en el momento de la concepción.

La penetración del espermatozoide en el oocito marca el inicio de la existencia de un nuevo ser humano. El núcleo masculino sufre profundas modificaciones bioquímicas y estructurales incluyendo la descondensación de la cromatina que hace posible la transmisión de los genes paternos. Se suceden las demás fases de la mitosis y al final el citoplasma se divide y el cigoto da vida a los primeros dos blastómeros.

La activación del genoma embrional es probablemente un proceso gradual. En el embrión unicelular humano, en este primerísimo estadio ya son activos siete genes; otros se expresan en el paso de la fase de cigoto a la de dos células.

Debemos destacar que el proceso está plenamente orientado en el tiempo en una “dirección definida” de progresiva diferenciación y adquisición de complejidad y de ninguna manera puede retroceder a fases ya recorridas.

En las primeras fases del desarrollo, el nuevo ser adquiere “autonomía” en el proceso de duplicación del material genético. También hay “continuidad” en las acciones así como “gradualidad” en cuanto se pasa de una fase menos, a otra más diferenciada. Naturalmente hay “coordinación”, esto es mecanismos que regulan en un conjunto unitario, el proceso de desarrollo.

Cada una de estas propiedades, dirección definida, autonomía, continuidad, gradualidad y coordinación, están evidenciando en su minuciosa complejidad organizativa y funcional que bien podríamos considerar al cigoto ya como un “organismo monocelular primordial.”

Sobre la base de esta muy sumaria información científica, acerca de la realidad del embrión humano y a fin de extraer indicaciones éticas sustentadas en esa realidad, se puede afirmar que, el embrión humano en la fase de preimplantación, es un ser de la especie humana, un ser individual, un ser que posee en si la finalidad de desarrollarse únicamente como persona humana, y a la vez la capacidad intrínseca de realizar ese desarrollo.

Pero aún hay algo más, el Dr., Edgardo Carosella estudiando en Francia el papel de la molécula HLA ( human leucocyte antigen) en la inmunidad celular, demostró la existencia de un subtipo denominado HLA-G que aparece pocos días después que un espermatozoide fecunda el óvulo, y que actúa como un importante inhibidor de la respuesta inmunitaria alogenética. Vale decir que la HLA-G es un antígeno de los llamados de tolerancia, que se pone en funcionamiento rápidamente y lo hace para impedir que las células inmunitarias de la madre, reaccionen contra los tejidos fetales y los destruyan.

Más allá de los tecnicismos, desde el comienzo mismo del proceso, el cuerpo de la madre necesita y muy rápidamente, expresar (activar) esta molécula HLA-G para proteger a esas pocas células embrionarias que tiene en su vientre, ¿de quien y porqué necesita protegerlas? Claramente de sus propias defensas, y tiene que hacerlo aún antes de la implantación ya que los sistemas defensivos maternos no las reconocen como propias dado que también inmulógicamente tienen características substancialmente diferentes a las de la madre.

La evidencia científica demuestra entonces, también a través de la actividad de la molécula HLA-G, la presencia de un nuevo ser humano y termina de descalabrar el remachado, el ficticio argumento abortista que: “la madre hace con su cuerpo lo que le parezca”. Ninguna mujer emocionalmente equilibrada ha pedido nuca una intervención quirúrgica “porque hace con su cuerpo lo que le parece” ni mucho menos puede disponer de la vida de otro, que además es su hijo, por la misma razón, ni por ninguna otra, dado que lo que vive y crece adentro suyo, según nos informa la ciencia biomédica, no es una añadidura de su cuerpo, sino una nueva persona humana.

Miguel De Lorenzo

martes, 29 de septiembre de 2009

Festividad de San Miguel Arcángel


DEFIÉNDENOS EN LA BATALLA


A San Miguel el primero,
como adalid y vocero
de la gloria,
para celebrar el día
de la suprema alegría
y la solemne victoria.

Por su extendida tutela
que sobre nosotros vela,
San Miguel
paz en la tierra y el cielo,
alegría, luz, consuelo
triunfa y triunfamos en él.

Adán de San Víctor
(Secuencia de San Miguel, fragmento)

lunes, 28 de septiembre de 2009

domingo, 27 de septiembre de 2009

Sermón de misericordia


HOMILÍA SOBRE
EL PERDÓN

Muchas palabras de vida eterna brotaron de los labios de Cristo en los días de su vida apostólica; pero así como el sacerdote, al llegar al momento culminante de la Misa, se recoge y calla, Jesús, al llegar “su hora”, al comenzar su pasión, entra también en el santuario íntimo de su alma y sella sus labios con un silencio que es una de las notas más impresionantes de su inmolación. Un hombre que sufre calumnias y martirio injusto sin quejarse ni defenderse, es incomparablemente heroico, con un heroísmo desconcertante para sus enemigos.

Y si Jesús, sobre todo en sus últimos momentos, parece romper este silencio, no es así en realidad, ya que no habla para disculparse ni defenderse, sino porque así cumple su papel sacerdotal que en aquellos momentos de manera tan solemne desempeña.

Mientras lo crucifican, a pesar del tormento atroz, Jesús calla; cuando lo elevan en lo alto de la cruz y se levanta al mismo tiempo un gran clamor en el cual se mezclan las blasfemias, los sarcasmos, las imprecaciones, Jesús calla… Pero de pronto, sus labios se abren y dejan caer sobre aquel mar desbordado de todas las pasiones humanas la palabra del perdón universal. ¡Qué revelación del corazón de Cristo! Cuando todo respira odio y furor contra Jesús, ¡Él sólo respira amor, misericordia y perdón!

Aprendamos a conocerlo: si cuando nadie lo solicitaba Él ofrecía su perdón, ¿podrá negarlo cuando postrados a sus plantas lo imploramos?

El arrepentimiento no tiene ni puede tener otro eco en el corazón de Cristo sino el perdón; o mejor dicho, el arrepentimiento no es en realidad sino la respuesta del hombre al perdón de Dios que se adelanta para provocarlo con delicadeza infinita.

Pater! No lo llama Dios, sino Padre, porque esta sola palabra ya justifica el perdón: ¿qué cosa hay más digna de un corazón paternal, sino perdonar? El odio se venga, la justicia castiga, sólo el amor perdona.

Dimitte. Jesús era Dios y como tal podía decir: “Yo los perdono”, como en realidad lo dijo sobre tantos pecadores que se acercaron de Él en los años de su vida pública, pero tales palabras hubieran revelado su grandeza en los momentos de la gran humillación, y por eso prefiere humildemente implorar un perdón que Él como Dios podía conceder.

Illis. Con esta palabra general —“a ellos”—, Jesús envuelve discretamente a los que hubiera podido llamar mis verdugos, mis enemigos, los ingratos. Con ella también Jesús nos comprende, traspasando los límites del momento actual, a todos los que hemos tenido la desgracia de ofenderlo… ¡Qué consolador es pensar que en aquellos momentos solemnes, Jesús envolvió todo nuestro pasado doloroso con el manto regio de su misericordia y de su perdón!

Non enim sciunt. La bondad no sólo perdona, sino disculpa y es siempre indulgente. La bondad de Jesús supo disculpar a sus mismos verdugos y justificar su perdón. Así es como se perdona sin humillar, sin lastimar al culpable.

Esta misma disculpa vale en cierto sentido para todo pecador; porque la verdad, si conociéramos a fondo lo que es el pecado, ¿llegaríamos alguna vez a la locura de cometerlo? Pero al mismo tiempo nos hace ver que la gravedad de los pecados crece con las luces y conocimientos con que Dios nos ha favorecido. ¡Cuántas veces los pecados, al parecer menos graves, de las almas piadosas tendrán mayor malicia y gravedad ante los ojos divinos, que los crímenes de las pobres almas extraviadas que nunca han oído hablar de Dios!

Quid faciunt. Lo que aquellos hombres hacían era el más grande crimen que han visto los siglos, algo verdaderamente inaudito: ¡crucificar a Dios! Todo pecado grave es un reflejo de ese mismo crimen, porque también en cierto sentido es un deicidio. Jesús, sin embargo, discretamente, sólo lo designa con estas dos palabras “quid faciunt – lo que hacen”… La delicadeza del Corazón de Cristo tiene a las veces refinamientos que asombran…

La bondad de un alma se mide por su magnanimidad en perdonar. La venganza, el rencor, degradan siempre y envilecen, y revelan a un alma egoísta, mezquina y ruin.
Cuando Dios formó el corazón del hombre, ha dicho alguien, lo primero que puso en él fue la bondad. Así debió ser, como que lo hizo a su imagen y semejanza, y Dios es la bondad misma. Desgraciadamente ese fondo desaparece con frecuencia bajo el cúmulo de nuestras miserias personales, y por eso nos cuesta tanto perdonar; desembaracémonos de ellas y pongamos a descubierto ese fondo de bondad que Dios puso en nuestra alma como huella de su mano y reflejo de su corazón: entonces el perdón nos será fácil.

Pero, ¿cómo lograrlo? He aquí el secreto. La bondad es como la suavidad, la blandura del alma, y el alma se suaviza y se ablanda y pierde su egoísta dureza en la escuela del dolor. Quien sólo ha vivido en el placer es naturalmente duro; quien ha aprendido a sufrir, en la misma medida ha adquirido la ciencia de la bondad, de la indulgencia y del perdón. De ese perdón cristiano que no lastima, porque más que concederlo, lo implora de Dios; que lo justifica, porque busca siempre lo que atenúa y disculpa.

Cuando nos injurien los hombres no adoptemos otra actitud que la que corresponde a un discípulo de Cristo: sepamos callar. Y si abrimos nuestros labios, que sea como el Divino Crucificado para elevarnos hasta esa altura desde donde se vence al odio con el amor y se contesta a la injuria con el perdón…

Padre Arturo Vargas Meza

viernes, 25 de septiembre de 2009

Arriba España


CARLOS V,
EMPERADOR ROMANO
Y DE LAS INDIAS


El 21 de setiembre se cumplieron 451 años del tránsito hacia Dios de Carlos V, luego de cincuenta y ocho años recorriendo los caminos terrenales.

Con la muerte de Carlos de Habsburgo se cerraba una de las vidas estelares que para asombro del mundo han pasado por la rueda de las edades. “Carlos, por la Divina Clemencia, Emperador siempre Augusto, Rey de Alemania, de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalém, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Lombardía de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Atenas, Duque de Brabante, Borgoña y Milán, Conde Flandes y del Tirol”. Nombre y jerarquías que conservan su valor aún en presencia de la muerte.

Y decimos “en presencia de la muerte” porque ella da plenitud al sentido de la vida. Durante su transitar, fue el César Imperator emblema de la Verdad, en lo eterno e inmutable que ésta posee y, en la Fe superior que exige culto, sacrificio y abnegación sin límites. Puso en todos sus actos luminosidad y rango haciendo legítimo el vivir para el servicio del Sacro Imperio Católico Romano “donde no se ponía el Sol”.

Voluntariamente y por seguir a Cristo abdicó coronas y tronos para elegir el lugar en el que rendiría las cuentas más esenciales de su existencia. Su retiro lo cumplió en el monasterio jerónimo de Yuste, en la región extremeña, lugar en el que, al decir de Rafael García Serrano, “habían nacido los héroes” y de donde partieron para darle al mundo el milagro americano con su hermosa e imprevista dimensión.

Allí murió en 1558 quien consolidó en España la Unidad política de los Reyes Católicos, para lo cual tuvo que desbrozar el camino cerrado por la oposición de los Comuneros, demagogos pequeños burgueses, que como muy bien escribiera Ximénez de Sandoval “querían administración y no Imperio, querían un Rey y no un César… mientras el Águila del Habsburgo bebía cielos altísimos horizonte adelante…”

Había explotado por entonces la anarquía del apóstata Martín Lutero, merced a la cual se diseminarían todos los males que llegan a nuestros días “con la cristiandad subrogada y secularizada”. Anhela la paz pero se le imponen cuatro guerras con Francia por el maquiavelismo de su Rey Francisco I, quien conspira con los luteranos e intenta una alianza con los Turcos para destruir al Sacro Imperio Romano y a su César.

La victoria le va a permitir a Carlos V dar una pública muestra de su espíritu católico al perdonar a Francisco I, su prisionero luego de la batalla de Pavía dejando de lado la posibilidad de desmembrar al Reino Galo. Moderado en la victoria, desprecia al imperialismo en el sentido avaro que le damos en el mundo de hoy.

Combate y vence a los príncipes protestantes, y en Mulhberg restaña las heridas que ha provocado el liberalismo luterano pariendo entre horrores la demencia comunista de Juan de Leyden y sus anabaptistas. Su firme espada defiende a la Cristiandad de los turcos del Sultán Solimán, que sitiando Viena amenazan a toda Europa.

No es un conquistador, pero ataca Túnez y Argel para eliminar a los piratas sarracenos de Barbarroja y así posibilitar la vida de los cristianos que habitan en las costas del Mediterráneo.

El Águila Bicéfala ostentada en el acero de su escudo marcaba sus objetivos: Misión y Cruzada. Para ello preparó la reconquista de Bizancio y de los Santos Lugares. No pudo llevar adelante la empresa porque Europa tomaba el camino centrífugo de las Monarquías regionales y Carlos defendía una “sociedad corporizada contra el enemigo a la vez religioso y político”.

El César profundamente creyente no podía imaginar el Imperio sin el cimiento de la Fe Católica. A este respecto señala el doctor Florencio Hubeñák, en el estudio titulado “Roma: El Mito Político” (Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1997) “…la experiencia más acabada del pensamiento imperial español tuvo lugar con el Emperador Carlos V. Éste, en un contexto providencialista y mesiánico que retomaba la misión evangelizadora y expansionista de Roma se encargó de «resucitar una ideología que no estaba muerta…» y aconsejado por sus consejeros europeos —especialmente el italiano Mercurino Gattinara— asiduo lector de «De monarchia» de Dante intentó una vez más —con espíritu de Cruzada— la unificación político religiosa del mundo según le correspondía por su función imperial”.

Restauración real de la Cristiandad como Obstáculo. He aquí la gloriosa característica de la historia de Carlos V: luchar contra la desintegración para posibilitar la continuidad del ideal histórico del Sacro Imperio que no podía ser otro que el de la subordinación ministerial del Estado a los fines de la Iglesia Católica.

La concordia del Sacerdocio y el Imperio realizada en los momentos más gloriosos de nuestra Civilización, donde se fundieron los elementos griegos romanos y germánicos con la revelación cristiana alma inspiradora e informadora. Independencia y Unión de ambas potestades expuestas en la enseñanza de los Vicarios de Cristo. Bonifacio VIII con la Bula “Unam Sanctam” y León XIII en las Encíclicas “Immortale Dei” y “Libertas”.

“Por sus frutos los conoceréis”, y ellos justifican el accionar profético de Carlos V de Europa. Con su abdicación y muerte se disipaba la clara visión política de la Unidad de Roma aeterna y el origen Sagrado del Poder, el que como le sentenció Jesús a Pilatos “es dado desde lo alto”. Se removió el Obstáculo y avanzó el secularismo modernista pese a todo resistido hasta 1916 cuando en pleno “suicidio de Europa” fallecía Francisco José de Habsburgo, Emperador de Austria Hungría, última expresión del Sacro Imperio.

A través de Carlos V “Cesárea Católica Real Majestad”, Roma, precedida por la Cruz y la Espada, llegó a nuestra Hispanoamérica. Ella, por Real Cédula de 1519, fue declarada “Reyno de Indias”, “con promesa y juramento que siempre permanecieran unidas para su mayor perpetuidad y firmeza…”

He aquí el por qué somos Cristiano América, y nuestra cultura la del “Cuerpo Místico”. Alma de nuestro ser que hizo que nuestras Ciudades y Universidades hayan nacido alrededor del centro que es la Iglesia. Santa Madre que también impregnó “de contenido espiritual y religioso la civilización rural”. “Mundo —como lo expresa Antonio Caponnetto en un reciente alegato— de significados tradicionales, ritos aldeanos y ciclos litúrgicos, con distancias medidas por los vergeles y el tiempo por las puestas de sol; con ese cristianismo empírico y rubicundo de fervores marianos e impetraciones celestes, y ese horizonte campesino bordado de cruces y de enseñas patrias…”

En los días que corren valoramos como nunca la grandiosa acción religiosa y política del César Carlos de Habsburgo, su comprensión humana con notable sutileza en la Leyes de Indias y su carácter teológico que prevalece sobre cualquier aspecto económico.

Han pasado centurias y continúa brillando lo que expresara en momentos de entregar el símbolo de los poderes a su hijo Don Felipe II: “Y señaladamente cuanto al Gobierno de las Indias es muy necesario que tengáis solicitud y cuidado de saber y entender cómo pasan las cosas allá, y de asegurarlas por el servicio de Dios y porque tengáis obediencia que es razón con la cual dichas Indias sean gobernadas en justicia y se tornen a poblar y renacer”.

El Imperio de Carlos V —dice Menéndez Pidal— es “la última gran construcción histórica que aspira a tener un sentido de totalidad; es la más audaz y ambiciosa, la más conciente y efectiva, apoyada sobre los dos hemisferios del planeta y, como la coetánea cúpula de Miguel Ángel, lanzada a una altura nunca alcanzada ni antes ni después. El reinado de este Emperador euro americano queda aislado, inimitable…”

En este especial aniversario nos ha movido un objetivo: que la figura del Emperador Carlos V estuviera en Internet con su vibrante grandeza. Dios quiera que lo hayamos conseguido.

Luis Alfredo Andregnette Capurro

jueves, 24 de septiembre de 2009

El caso del Dr. Alfredo Solari


“CABILDO”:
PIEDRA DE ESCÁNDALO


En la primera semana de julio, se supo que el Dr. Alfredo Solari, Profesor en la Facultad de Derecho de la UBA de Garantías Constitucionales, había sido denunciado ante el Decano de dicha casa de estudios, Atilio Alterini, por su posición favorable al desempeño de las Fuerzas Armadas contra el terrorismo, por su carácter de abogado defensor de Ricardo Miguel Cavallo y, en general, por su actitud fundadamente crítica de la llamada política de derechos humanos implementada por el gobierno kirchnerista, a la que el catedrático juzga crasamente violatoria de la verdad histórica y del derecho positivo vigente.

La denuncia contra el destacado docente —de aquilatada trayectoria— fue presentada por un vulgar agitador estudiantil, un tal Gianella; amplificada súbitamente por el amarillismo oficialista de “Página/ 12”, y convertida en pedido de juicio académico por el precitado Alterini, en nota elevada al Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires.

Hasta aquí, no pasaría la noticia de una prueba más de la maldad insolente —para decirlo discepolianamente— si no se agregara el para nosotros significativo dato de que entre las “acusaciones” capitales contra el Dr. Solari aparece su condiciòn de colaborador de “Cabildo”. Así lo estampa explícitamente Gustavo Veiga, el 6 de julio pasado, en su regüeldo biliar volcado sobre “Página/12”; y así lo repiten unos cartelones tan mendaces cuanto sucios, colocados en la misma sede universitaria por NBINVESTIGA.

Al menos tres aclaraciones se imponen. La una es para decir que el Dr. Alfredo Solari no es ni colaborador ni columnista de “Cabildo”, ni hombre de pensamiento católico nacionalista; y que tal como se lo he escrito a él mismo el pasado 7 de julio, “jamás nos hemos conocido personalmente, ni hemos sido presentados ni participado en ninguna común acción. Con algunos probables puntos coincidentes, la verdad es que nuestras perspectivas politico-filosóficas difieren. Ahora bien; ¿de dónde puede brotar este equívoco, amén de la malicia de quienes lo traman? Repasando la colección de “Cabildo”, me encuentro con el nº 70, de diciembre de 2007. Allí, en la página 26, aparece una nota de mi autoría sobre «La detención del Comisario Luis Patti», en la cual, in fine, sostengo: «transcribimos a continuación una nota que hizo circular al respecto el Dr. Alfredo Solari»; y a renglón seguido copio —tomándolo de uno de los tantísimos sitios de internet por los que circuló— el fragmento de un artículo de su autoría. Va de suyo, para quien quiera entender rectamente, que esta aparición en “Cabildo”, como la de tantos otros autores citados o transcriptos en diferentes números, no lo convierte a Usted en colaborador de la revista que dirijo”.

La caballeresca respuesta del Dr. Solari tal vez haga posible, paradójicamente, que alguna vez podamos conocernos y concurrir —a pesar de nuestras diferentes cosmovisiones y criterios— en colaboraciones recíprocas a favor del bien común. Dejo asentada esta gratitud a los imbéciles persecutores.

Tenemos por segunda aclaración la siguiente. Que escribir en “Cabildo” se haya convertido en piedra de escándalo y signo de contradicción; que signifique la señal de obligada contrariedad para todo el abanico de los depravados; que a su sola mención se retuerzan de odio los enemigos de Dios y la Patria, y que esto venga sucediendo con relativa frecuencia en los úlimos años —junto con amenazas y marginaciones— es un orgullo legítimo del que queremos dejar expresa constancia con austera firmeza. Solos, sin medios, ni poderes, ni finanzas ni recursos materiales de ninguna índole. Solos y despreciando sistemáticamente cualquier inserción regiminosa o convalidación del sistema, quienes formamos “Cabildo” hemos sido colocados, junto a los buenos patriotas, en la primera línea de fuego. Dejo asentada esta segunda gratitud a los persecutores.

La tercera aclaración, sin duda la más importante, pues es la que ocupa la centralidad de esta nota, la hará el mismo Dr. Solari. Transcribimos a continuación un fragmento de lo que él mismo tituló acertadamente:

RESPUESTA A UNA
PERSECUCIÓN FACCIOSA


Confesado el “crimen” que se me imputa (que no es nuevo, y que los servicios de inteligencia conocen —aunque más no sea por las intervenciones clandestinas de mis líneas telefónicas—), véase ahora el verdadero significado del ataque.

No es al abogado al que se ataca, sino al defensor de militares que ejerce esta noble profesión, militares que en el deleznable concepto de los agresores, no deberían tener defensores públicos. No es al defensor al que en última instancia se ataca, sino a sus defendidos, desconociéndoseles la inviolabilidad de la garantía de defensa en juicio que aquel infatigablemente sostiene.

Tampoco es al profesor al que se embiste, que en el caso es algo contingente y anecdótico. Lo que verdaderamente se ataca, lo que se quiere suprimir, es la libertad de pensamiento, de expresión, y de cátedra. Lo que se quiere imponer es el pensamiento único, hegemónico, y totalitario. Lo que se termina haciendo es creando el delito de opinión [...]

El ataque al defensor para producir su silencio en el aula universitaria, por ende, significa, en lo inmediato, callar una campana de resonancia pública que advierte sobre la persecución política a las FFA y a las FFSS; y en lo mediato, afectar la inviolabilidad de la garantía de la defensa de los perseguidos.

No es al profesor al que se ataca, sino al defensor que denuncia públicamente en un ámbito de verdad, reflexión y crítica como el universitario. Y la mejor prueba de que la maniobra de silenciamiento funciona, es el lamentable callar de mis colegas docentes —salvo alguna que otra honrosa excepción, cuyos nombres reservo para no involucrarlos—, incluso (y para peor) los constitucionalistas.

Sin embargo, como señalara Pierre Nora (“La Nación”, 15-3-2006 - http://www.lanacion.com. ar/nota.asp?nota_id=788817): “Si cada hecho histórico se vuelve intocable tras haber sido declarado por ley genocidio o crimen contra la humanidad, se está condenando a muerte la investigación histórica y, por ende, cristalizando la historia de una nación”.

Con todo y ser ello grave, más aún lo es el ataque a la libertad de pensamiento, y sus corolarios, las libertades de su difusión, de expresión, y de cátedra.

Tales libertades se hallan expresamente consagradas, no sólo en nuestra constitución (desde 1852 en el art. 14, y desde 1860 en el art. 32), sino en las declaraciones de derechos (DADDH art. IV, DUDU art.19), y los tratados de jerarquía constitucional (PSJCR art.13, PIDCyP art.19). Esta última norma es de la mayor trascendencia para advertir sin lugar a dudas que el juicio académico al que se me pretende someter, es una persecución política, ya que la misma dispone: “1) NADIE PODRÁ SER MOLESTADO A CAUSA DE SUS OPINIONES”. “2) Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”. [...]

Hoy se ataca al defensor y al docente, pero si la prensa guarda silencio, mañana se atacará a la prensa. La república socialista marxista de Chávez es la mejor demostración del riesgo que corren las libertades cuando se callan ó se ocultan —por miedo o conveniencia, y se es cómplice por omisión—, los ataques de facciones fanáticas enemigas de la libertad, de la tolerancia, de la disidencia, de las minorías, y del estado de derecho. Cuba es el espejo, Venezuela la prognosis.

Podrán continuar atacándome, podrán intentar exonerarme de la cátedra, podrán tirarme otro petardo para intentar amedrentarme —como ya lo hicieron hace un año al salir de los tribunales federales de Av. Comodoro Py—, pero esos actos cobardes no me harán cambiar ni de opinión ni de conducta.

A mis defendidos les digo: continuaré como hasta ahora bregando para que se restablezcan las garantías del estado de derecho, y cese la inconstitucional persecución política disfrazada de actos judiciales válidos con la que se lleva adelante el intento de aniquilación de las Fuerzas Armadas.

A los que no comparten mis ideas, pero no incurren en innobles vilipendios, mis respetos.

A los que comparten mis ideas, pero callan por miedo consintiendo por omisión, que mañana recuperen el coraje y la voluntad de no silenciar la verdad.

A mis alumnos les digo —con José Manuel Estrada—: “Porque os debo la lección del ejemplo, que gana a todas en elocuencia, prefiero que dejéis de ser discípulos de un hombre a que sigáis siendo discípulos de un cobarde”.

Dr. Alfredo Solari

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Aclaración


THE WANDERER

El 21 de septiembre, en un blog denominado The Wanderer —cuya existencia conocíamos, mas no su actual perdurabilidad en la red— se publica una nota titulada “Del Laico Infiel al Sacerdote Fiel”.

Se sostiene en la misma —con una mezcla de extraña susceptibilidad y de preocupante manía persecutoria— que en el blog de Cabildo “se había publicado” una nota firmada por “Un Sacerdote Fiel”, en la cual, “de alguna manera, se contestaban” los “últimos posts acerca de la salvación y de la gracia” publicados en The Wanderer durante el mes de agosto. Dándose a solas por aludido, el susodicho Laico Infiel ensaya una respuesta, seguida de algunos comentarios de eventuales visitadores del blog.

Al respecto deseo aclarar lo siguiente:

1) La nota “La herejía sobrenatural”, firmada por “Un sacerdote fiel” y transcripta en nuestro blog el domingo 13 de septiembre, fue escrita y publicada en el año 2003 (cfr. “Fides”, Boletín Dominical del Priorato San Pío X, nº 574, Buenos Aires, 5 de noviembre de 2003, pág. 1); esto es, cuatro años antes de que existiera el blog The Wanderer, y seis años previos a la publicación de sus notas sobre “la salvación y la gracia”. Mal podría haber sido redactada para refutar un escrito aún inexistente.

2) Dicha nota del “Sacerdote Fiel” —cualquiera sea el juicio que merezca— no contiene la menor alusión a ninguna otra publicada o por publicarse. Asociarla a una conjetural refutación eufemística de posteos cuya circulación nos es redondamente desconocida, es ingresar en el terreno del desconcierto absoluto.

3) No es costumbre de “Cabildo” polemizar en forma anónima con escritores anónimos, ni mucho menos valerse de subterfugios. En lo que a mí respecta, creo que nadie podría acusarme de tal cosa.

Antonio Caponnetto
Buenos Aires, 23 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

Será Justicia


GOBIERNAN LADRONES

“Los malos príncipes y reyes perversos
obran contra la voluntad del Señor
que quiere un reino justo.
Cometen sus tropelías unas veces
solapadamente y otras con violencia.
Otras veces, despojan a sus súbditos
estableciendo leyes sólo
con vistas al lucro.
Tener dos pesas es algo que el Señor
abomina: la balanza dolosa no es buena.
Quien compra dignidades vomitará
las riquezas que devoró y de su vientre
se las arrancará Dios”.

Santo Tomás de Aquino:

“Los mandamientos comentados”,

QUE SE HAGA JUSTICIA

domingo, 20 de septiembre de 2009

Parábola del Último Lugar


LOS ÚLTIMOS LUGARES

El Evangelio de este domingo tiene dos perícopas: la Curación del Hidrópico y la parábola del Último Lugar. Pero puede unificarse con el nombre del Almuerzo en Casa del Príncipe (…)

Estaba lleno de doctores allí, y “lo estaban éstos acechando”, según nos dice el Evangelio. Jesucristo se descalzó las sandalias, dio el beso de paz al dueño de casa, hizo el gesto de lavarse los pies como era de ritual, introdujo a San Pedro, el cual hizo igual, y se dirigió modestamente al último lugar, donde se reclinó. El príncipe lo fue a buscar y lo colocó en el segundo lugar, después de él. Y San Pedro, que se había colocado tranquilamente en el segundo lugar, tuvo que bajar un tramo.

“Y he aquí que se puso delante de Él un hombre hidrópico”; no de San Pedro. Era uno de los doctorones que era hidrópico, que le va a hacer; y no por eso sabía menos; lo que no sabía era la lotería que le iba a tocar ese día. Se ve que le dijo o le pidió algo a Jesucristo, porque el Evangelio dice: “Y Jesús, vuelto…” Pero no le respondió a él, sino a “los doctores de la ley y los fariseos” que lo observaban con curiosidad. “¿Es lícito curar en día sábado?”, les preguntó.

Callaron como muertos. ¿Qué podían decir? ¿Sí? ¿No? No podían decir nada. Jesús “habiendo tocado al hidrópico”, dice el Evangelio, es decir, lo sujetó; y lo curó. Habrá sido de ver el espectáculo del enorme vientre y el enorme cuerpo desinflándose a toda prisa. “Y lo despidió”; lo mandó a su casa para que la comida pudiera continuar, probablemente: “Dirigiéndose después a ellos”, otra vez —a sus ocultos pensamientos, porque ellos callaban—, dijo Jesús:

“¿Quién de vosotros, si un asno o su buey cae en algún pozo o pantano, no lo sacará luego, aunque sea día sábado?” Y continuaron callando. ¿Qué iban a responder? “Y no sabían qué responder a esto”.

Con demasiada cortesía los trató Cristo. Yo les hubiese dicho: “Con sus ceremonias, con sus escrúpulos y con su ley del sábado, todos ustedes son unos perfectos chanchos”. Eso es lo que estuvo por decir San Pedro; pero se contuvo al pensar que estaba en casa ajena.

Y encima los obsequió con una linda parábola, que San Pedro retuvo de memoria, dirigida in æternum a los buscadores de Buenos Puestos:

“Cuando fueres convidado a bodas, no te pongas en el primer puesto; no sea que haya alguno más copetudo, y el dueño de la casa te diga: «Amigo, por favor, déjale ese lugar al señor diputado», y comiences con sonrojo a bajar hasta el último lugar… («Zas —dijo San Pedro— esto va por mí»). Mas cuando fueres convidado, siéntate en el último lugar; y puede que cuando llegue el dueño, te vaya a buscar y te diga: «Pero amigo, siéntese aquí a mi lado», con lo cual quedarás bien ante todos los comensales: porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”. (“Tiene razón”, dijo San Pedro).

Esta ley del Último Lugar parece un chiste pero tiene mucha miga: la cual entendió la Iglesia Primitiva y la Iglesia Medioeval, y es menester que la entienda también la Iglesia de los Tiempos Modernos; que como son modernos, creen que son los primeros de todos; y en realidad son los últimos. De esta ley, han salido muchas cosas buenas.

¿Qué debe hacer un hombre cuando no lo ponen en su lugar? se pregunta Aristóteles en su “Ética a Nicómaco”. O mejor dicho: ¿qué debe hacer cuando no lo ponen en el primer lugar al Hombre Magnánimo? que Aristóteles creía que era él mismo.

Ese es un caso que pasa muchísimo, y más cuando las sociedades están desordenadas, o como se dice exactamente, subvertidas. Justamente ésa es la gran señal de una sociedad subvertida; y por tanto en camino de decadencia: la gente fuera de su lugar; el que debe mandar obedece, el que debe obedecer manda; el que puede enseñar no enseña, el charlatán y el simulador enseñan; el que debe aconsejar no es oído; el botarate y el sofisticado charlan, gritan, enredan, atruenan y no dejan escuchar nada ni hablar a ninguno; el necio campa por sus respetos y el sabio es acorralado y silenciado; los mediocres engreídos hacen grandes planes y voltean casas que después no pueden reconstruir, la prudencia se va al diablo y la petulancia crece como sorgo de Alepo; “mucha música y poca lógica hay en este país”, decía mi tío el Cura.

En suma, ustedes conocerán alguna familia donde pase esto; por ahí se pueden imaginar lo que pasará en un Estado. “La confusión de las personas siempre fue el principio del mal de las ciudades”, dijo el Dante. Éste era el problema que preocupaba a Aristóteles.

Aristóteles respondió: “Cuando al Magnánimo le niegan el primer lugar, debe quedarse en el lugar donde está y luchar por el primer lugar. Debe indignarse, no por mor de sí mismo, sino por el desorden, la fealdad y los daños que resultan al bien común de no estar él en su lugar. Debe luchar con indignación y fortaleza”.

Jesucristo en vez dijo: “Cuando te niegan tu propio lugar, vete al último lugar. Mejor dicho, vete de entrada al último lugar, es más sencillo”. ¡Es una paradoja! ¡No es nada sencillo!

El Cristianismo nació al mundo en el seno del Imperio Romano, una sociedad en decadencia, subvertida. Allí la virtud no estaba en el primer lugar sino el vicio: ni la modestia, ni el saber, ni la capacidad, ni la honradez, ni el heroísmo, ni la magnanimidad. Para subir había que ser canalla; y la virtud era una especie de castigo de sí misma. ¿Qué hicieron los primeros cristianos? Se fueron al último lugar, al desierto; los que no fueron a parar primero a los leones del Coliseo. No se les ocurrió fundar un partido democristiano y hacerse elegir Emperadores.

“En el Imperio no se puede vivir moralmente. En medio de la civilización no se puede vivir civilizadamente. El ambiente está tan apestado, la sociedad está tan descoyuntada, los valores están tan subvertidos, que ni dentro de tu casa te dejan vivir con honradez. Pero yo tengo que vivir con honradez para salvar mi alma: mi alma y la vida eterna, eso es lo que importa. ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y por qué cambio cambiará el hombre con ventaja su vida? Si tu ojo te es escándalo, sácalo y échalo de ti; mejor es entrar tuerto en el Reino de los cielos que con los dos ojos ser arrojado a la región del fuego sempiterno. Por lo tanto, vivan ustedes como quieran, yo voy a vivir con honradez. Ahí queda eso. Me voy. ¿Adónde? Al desierto. A la barbarie. Quédense ustedes con la civilización: se las dejo”. Allí nació la orden de los Ermitaños Urbanos y también la de los Inurbanos: Todas las órdenes religiosas.

Los desiertos de los confines del Imperio, el último lugar del Imperio, se empezaron a poblar de ermitaños, hartos de la civilización podrida, patricios, matronas nobles, sabios, altos jefes militares, doncellas delicadas; y nació el ideal monacal, que viene de monachus = solitario. Con su ejemplo, y después con su palabra, y también con su acción, fueron la levadura única y biológica que transformó el Imperio putrefacto en la Cristiandad Europea.

Si quieren saber cómo se verificó esa increíble transformación, lean la “Vida de Santa Melania”, de Georges Goyau, o simplemente cualquier vida de San Jerónimo, o “Europa y la Fe”, del gran ensayista Hilaire Belloc.

R.P. Leonardo Castellani, S.J.
(Tomado de su libro “El Evangelio de Jesucristo”)

sábado, 19 de septiembre de 2009

In memoriam


RECORDANDO
A
VÍCTOR
EDUARDO
ORDÓÑEZ


La muerte del entrañable “Gordo” Ordóñez nos sorprendió el 19 de septiembre de 2005. He aquí algunos testimonios de quienes bien lo conocieron y admiraron. Es difícil acostumbrarnos a su ausencia. Lo tenemos presente cada día, y en su nombre —como él lo hubiera querido— continuaremos la batalla hasta el final.

UN VALEDOR EN EL CIELO

Eduardo era muy culto e inteligente, bondadosamente sabio y sabiamente bondadoso. Esto último le permitía incurrir en santas iras cuando defendía Dios-Patria-Hogar contra Demonio-Mundo-Carne y sus derivados Democracia-Globalización-Poder-Dinero. Contra éstos libraba combates mes tras mes con un teclado desde su inexpugnable fortaleza hogareña y a través de nuestro imprescindible Cabildo y de sus artesanales pliegos de Otrosí, título resabio de sus largos y exitosos años de ejercicio de la abogacía.

Cuando éramos muy jóvenes (1960) solíamos discutir, él defendiendo a la revista Ulises y yo a De Este Tiempo, en forma afectuosa y risueña, pues reconocíamos los valores compartidos que ambas tenían y que hoy sostiene Cabildo, de la cual fue Jefe de Redacción hasta el instante de su muerte.

Esos jóvenes de antaño y abuelos hogaño hemos tenido el privilegio de ser invitados a la mesa de sus hijos María José y Marcelo Breide Obeid que les dieron (por ahora) siete nietos, uno de los muchos motivos de orgullo y solaz de Teresita y él. También nos encontrábamos en cuanto acto o conferencia nacionalista había o en los Diálogos entre Escritores que él había organizado para nuestro querido y muy activo Instituto Hugo Wast.

Extrañaremos todos su afable e iluminadora presencia chestertoniana, al igual que sus reseñas y comentarios de la insoportable realidad asfixiante en las páginas de Cabildo y Otrosí.


No lo tendremos aquí en esta Patria que tanto amó, sirvió y defendió, convertida en patio de Monipodio y estercolero irrespirable hasta que vuelva a reír la primavera (¿será ésta que él no llegó a ver?) pero podemos contar con él en el Cielo que ganó por su conducta y militancia, para abogar desde allí por su familia y sus Camaradas como defensor incansable de las causas justas. Camarada Víctor Eduardo Ordóñez: ¡PRESENTE!


Adolfo M. Muschietti Molina

AMIGO ENTRAÑABLE

Hemos recibido la noticia del fallecimiento de Víctor Eduardo con enorme tristeza. Sabes cuánto le queríamos y los gratísimos recuerdos que tenemos de nuestras estancias en Buenos Aires. Era un amigo entrañable, que no sólo comulgaba en ideales sino en actitudes.

Le encomendamos de todo corazón y también pedimos que él nos encomiende para seguir en este combate tan difícil. El próximo 29 de septiembre, festividad de San Miguel Arcángel, es el patrono de Fuerza Nueva y comenzamos el curso con una Misa, que será aplicada por el eterno descanso de su alma. Recibe nuestro pésame más sentido junto a nuestro abrazo.


Blas Piñar y Sra.

INFATIGABLE CAMARADA

Ha muerto un viejo y buen amigo. En 1972 trabajamos juntos en EUDEBA y allí pude calibrar la seriedad y la constancia del trabajo de Eduardo Ordóñez, en un país en el que tales prendas no son comunes. Durante años cambiamos informaciones y comentarios sobre todo por teléfono, porque vivíamos muy alejados: él en San Isidro y yo en Bella Vista. Para el que conoce el gran Buenos Aires sabe que eso cae mucho más lejos que la Capital y Mendoza, pongo por caso.

Pero telefónica o presencial, la nuestra fue una muy estrecha amistad que ahora echaré de menos cada uno de los días en que su ausencia física agigante su presencia espiritual. Adiós, hasta pronto, querido Camarada.


Aníbal D’Angelo Rodríguez

jueves, 17 de septiembre de 2009

Testigo de cargo


¿DE DÓNDE VIENE TODO ESTO?

ACTO PRIMERO

En la Revolución Francesa los jacobinos eran la izquierda, caracterizada por proponerse profundizar la Revolución, es decir distanciarse categóricamente del “antiguo régimen” y de la Iglesia. Protagonizan el primer caso moderno del terrorismo de Estado, practicando una extrema violencia, asesinando inocentes y creando terror en la población, que no se anima a reaccionar. Con excepción de los católicos de La Vendée que son objeto del primer genocidio de la Historia.

Frente a ellos la derecha revolucionaria quiere también el cambio, pero a un ritmo más lento. Superada la antinomia por la aparición de Napoleón, la herencia jacobina quedará, en el siglo XIX, en manos del socialismo, que añade ahora una preocupación central por la situación de la nueva clase de obreros creado por la Revolución Industrial. En verdad, los intelectuales de izquierda encontraron así una tropa capaz de hacerles la revolución a la que ellos —por su escaso número— no podían aspirar.

El marxismo es la forma final del socialismo. Pretende ser un socialismo “científico”, es decir, que sus propuestas no serían recomendaciones “utópicas” (como las de los socialismos anteriores) sino anticipo de lo que va necesariamente a suceder, revelado por la aplicación del método científico al estudio de la sociedad. Y lo que revela ese método según el marxismo se puede resumir en tres puntos.

Uno, habrá cada vez menos ricos que serán cada vez más ricos y cada vez más pobres que serán cada vez más pobres.

Dos, esa polarización de la sociedad desembocará necesariamente en una revolución, la última y decisiva. Esa revolución se hará a través de las huelgas que cada vez serán más intensas y duraderas hasta desembocar en la huelga revolucionaria.

Tres, de la revolución surgirá, tras un período de transición, una sociedad sin conflictos, ya que al desaparecer la propiedad privada de los medios de producción desaparecerán las clases y con ellas (y su lucha) la fuente de los conflictos.

Ya a fines del siglo XIX era evidente que no se estaban cumpliendo las predicciones de Marx pues la sociedad, lejos de polarizarse, producía una extensa clase media. De esa comprobación van a surgir dos actitudes:

Unos optarán por mantener el esquema ideológico de Marx con sus tres puntos pero renunciando al choque violento entre explotadores y explotados, reemplazándolo por la lucha política tal como se realiza en los Estados constitucionales de Derecho que por entonces surgían y se afianzaban en todo Occidente. Ese es el camino de la socialdemocracia.

Otros optarán por explicar el error de Marx y buscar otra justificación y otros métodos para la revolución. Enseguida los veremos, en el segundo acto de este drama. Recordemos esa primera línea “civilizada”, europea y evolucionista (es decir no revolucionaria) que se prolonga hasta nuestros días, pues estos tres actos que veremos no son sucesivos, sino acumulativos.

SEGUNDO ACTO

A principios del siglo XX comienza el segundo acto. Su iniciador es Vladimiro Ulianov, conocido por Lenín. Explica que la polarización social que Marx predijo no sucedió porque las potencias europeas —explotando a sus colonias— obtuvieron los fondos para “sobornar” a sus clases proletarias aumentando sus salarios y evitando de ese modo que los pobres fueran cada vez más pobres.

Si esto es así —dijo— el conflicto se traslada de Europa al resto del mundo explotado por Europa y la huelga revolucionaria se transforma en guerra revolucionaria. Porque en el mundo explotado apenas hay proletariado (casi no hay industria) y la huelga aquí no sirve. Se abre, pues, una batalla crucial en una guerra distinta, una guerra del campesinado —allí donde se den las condiciones— o una guerrilla urbana terrorista —allí donde las circunstancias lo aconsejen.

Así fue la historia de la guerra del siglo XX que comenzó en Rusia, en 1917, y se extendió después al mundo entero, de Vietnam a Cuba y de la China a la Argentina. Los guerrilleros que la hicieron cosecharon a veces éxitos (creación de Estados “revolucionarios” desde los que se ayudaba a los revolucionarios de otros países) y a veces fracasos (derrotas militares).

A fines de la década de los ochenta se derrumbó el primero de esos Estados, la Unión Soviética, que volvió a ser Rusia. Como piezas de dominó cayeron también otros Estados de esa clase; unos pocos variaron el sistema económico, aunque mantuvieron la dictadura del Partido Comunista (China, Vietnam) y un par de ellos (Cuba, Corea del Norte) intentan todavía remontar sus sucesivos fracasos.

Tras medio siglo (o más) de aplicación del sistema que terminaría los conflictos, no han conseguido ni siquiera alimentar a su población. Pero eso si: con misiles intercontinentales (Corea) o con miles de médicos (Cuba).

Sorpresivamente, al iniciarse el siglo XXI, surgió en América Latina una repetición del camino revolucionario, pero tratando de utilizar ahora, para construir poder, las estructuras democráticas. La retórica es la de los Estados “proletarios” del siglo XX y también el objetivo final: la reducción o eliminación de la propiedad privada de los medios de producción. Solo que —por ahora— no se hace uso de la violencia, sino de las elecciones.

De todos estos hechos surge una segunda línea de izquierdistas: los nostálgicos de los desaparecidos Estados revolucionarios “clásicos” y los partidarios de los nuevos Estados revolucionarios “democráticos”. (Hay que poner esta palabra con comillas porque los socialistas del siglo XXI utilizan instrumentalmente a la democracia pero su retórica y sus antecedentes muestran que la abandonarán en el primer conflicto profundo entre sus objetivos económico-sociales y las formas democráticas).

TERCER ACTO

En las décadas segunda y tercera del siglo XX un italiano llamado Antonio Gramsci, comunista preso en las cárceles del fascismo, escribió una obra profusa y compleja en la que corrigió a Marx por segunda vez.

La tesis de Gramsci puede resumirse así:

Uno, la verdadera batalla no es entre proletarios y burgueses dueños de los medios de producción. Eso fue una etapa que está terminando. La verdadera batalla no es económica ni social: es cultural.

Dos: la antinomia decisiva no es entre proletarios y burgueses, sino entre inmanencia y trascendencia. El mundo de los dioses con que se nos ha dominado por milenios o el mundo del hombre solo y triunfante.

Tres, en esa batalla la tropa son los intelectuales, no los proletarios. Son ellos los que derribarán la ciudadela de los dioses y edificarán el mundo del hombre por fin liberado de sus ataduras.

Para explicar por qué los intelectuales marxistas “blanquean” su papel de conductores de la guerra cultural hace falta una disgresión: en la primera etapa el protagonista según Marx era el proletario europeo explotado. Al cambiar su suerte, en la Europa rica, perdió sus caracteres de clase expoliada. Como residuo, quedó la social democracia, partido mayoritario o muy extendido en buena parte de Europa.

En la segunda etapa el protagonista fue el revolucionario, el luchador obrero, campesino o intelectual que hizo la revolución.

Como residuo quedaron los centenares de grupúsculos comunistas, trotskistas, maoístas, etcétera, más los nuevos grupos del socialismo del siglo XXI.

Pero ¿qué había pasado, entre tanto, en las sociedades. En las “desarrolladas”, en las “semidesarrolladas” como la Argentina y aún en las subdesarrolladas, aunque menos.

Una transformación en la que nadie había pensado. El surgimiento de centenares de oficios que no son ni de proletarios, ni de campesinos ni de la pequeña burguesía típica de las grandes ciudades (empleados). Esos oficios tienen algo en común: no implican casi nada de actividad física sino mental y el uso de la palabra como principal instrumento. Periodistas, comentaristas, pensadores que se expresan en los medios, profesionales como psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas, artistas de la palabra: escritores e intérpretes de sus palabras en teatro, cine y televisión, docentes (en un sistema de enseñanza que ha crecido exponencialmente), personas que trabajan en muchos de los oficios surgidos de la computación. No son obreros, no son campesinos, viven de las palabras y obtienen de ellas una cuota de poder. En su mayoría desarrollan tareas que o no existían hace un siglo o eran muy minoritarias. Los economistas describen este fenómeno hablando del crecimiento del sector terciario (servicios) de la economía que pronto supera —en personas ocupadas— a los sectores primario (extractivo) y secundario: transformador o industrial.

Dicho de otra forma: millones de personas usan cada día la palabra como su medio de vida: la transmiten, la expresan, la combinan, la pronuncian para otros, la usan, la corrompen y la falsifican. Como se comprenderá, el tipo humano resultante es muy distinto del proletario, del campesino y hasta de la pequeña minoría intelectual que ha habido siempre en todas las sociedades.

Su familiaridad con la palabra les da la impresión de que saben o pueden saber, que entienden mejor que nadie lo que pasa. La palabra funda oficios prestigiosos, en los que algunos ganan mucho dinero y los que no, al menos no sufren las cargas físicas que otros oficios imponen. Los dos grupos más grandes y poderosos son los periodistas (en muy amplio sentido) y los docentes. De una u otra manera ambos educan a las gentes, transmitiéndoles eso que ellos saben.

Estos “hombres de la palabra” constituyen la tercera capa de las clases dirigentes de nuestro tiempo: la primera son los políticos y los pensadores social demócratas (no sólo los que llevan ese nombre sino los que lo son con otro nombre, como los radicales en nuestro país). La segunda son los revolucionarios sobrevivientes y los intelectuales extremistas, con poca importancia política por ahora (salvo en los países en los que se experimenta el socialismo del siglo XXI).

Estos hombres le han arrebatado su oficio a los clérigos: suministran conceptos, ideas, valores a una sociedad que en ancha medida se ha desinteresado de la palabra de Dios pero no puede vivir sin orientaciones.

Las tres capas se identifican políticamente como de izquierda y culturalmente como progresistas. El progresismo proporciona los argumentos que el izquierdismo convierte en leyes: matrimonios homosexuales, aborto, eutanasia, educación sexual. Esas son las vías de penetración en la sociedad que de esa manera se cuartea y derrumba.

Porque la sociedad tradicional enseñaba que la familia es la célula básica de la sociedad, una Institución sobre la que se edificaba todo un orden social. Pero hoy ¿se puede construir una sociedad sobre el divorcio cada vez más fácil, sobre el aborto como un “derecho”, sobre el “matrimonio” de homosexuales? Los valores del progresismo: el hombre triunfante sobre los dioses, sirven para formar una sociedad de individualistas patológicos, es decir una sociedad que en el largo plazo es inviable.

TODOS UNIDOS TRIUNFAREMOS

El objetivo final es la inmanencia, el mundo sin Dios, el hombre sin ataduras. El camino es la libertad absoluta y la igualdad completa. A las que se oponen, la represión y la discriminación, los pecados sin expiación.

Día 2 de julio del año del Señor de 2009. Se reúne la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En debate un proyecto declarando un día de septiembre como el Día de la Prevención del Embarazo Adolescente No Planificado. Eufemismo para justificar la entrega, a adolescentes de todos los géneros, de la Píldora del Día Después, el aborto cuando ésta falle y cuantos objetivos modernos y progresistas pueda Usted imaginar.

Un chusco hubiera dicho que para prevenir el embarazo adolescente lo mejor sería enseñar a las dichas adolescentes a mantener las piernas cerradas. Pero eso era antes, en épocas de la represión y la discriminación. Ahora les damos clases de Educación Sexual enseñándoles diversas formas de abrirlas. Y sin culpas ni preocupaciones pues si hay consecuencias la “ciencia” las salvará con la farmacia (la píldora) o el quirófano (el aborto). Y todo a cargo del Estado. Un mundo feliz.

Bueno, volvamos a la Legislatura porteña. Sin debate, se aprueba el proyecto por unanimidad. Ni un voto en contra, ni una voz objetando. Votan desde luego la Coalición Cívica, el Frente para la Victoria y diversos partidos cuyos nombren son toda una definición: Igualdad social, Autonomía con Igualdad, Encuentro Progresista, Nueva Izquierda. Sin sorpresas ni deserciones. Pero vota también disciplinadamente y en bloque la Propuesta Republicana, PRO para los amigos, el partido “de derecha” cuya más conspicua representante es la renguita Michetti, sedicente cristiana y supuesta objetora del aborto.

Aquí tenemos una novedad… que no es tal. Mientras la izquierda ha tenido en Europa desde hace más de un siglo un Partido vertebral: el socialismo, la derecha continental no ha gozado de esa ventaja. Sólo en Gran Bretaña los Tories y en Estados Unidos los republicanos han representado una derecha pragmática y no siempre coherente pero por o menos presente.

En el resto de Europa no hay ningún grupo que ostente una carrera tan larga como la de republicanos y Tories. ¿La razón? Muy clara: en la Europa católica ha habido en verdad dos derechas: la religiosa (desde que León XIII autorizó los Partidos católicos) y la liberal. Han coincidido en algunos lugares y tiempos (en el seno de un solo Partido o como grupos diversos pero aliados) y han divergido en otros lugares y tiempos. Es que suele olvidarse que los objetivos finales de la derecha liberal son iguales (salvo en matices) a los de la izquierda. Las diferencias residen más bien en modos y tiempos. Y sobre todo en el talante más conservador que revolucionario del hombre de derechas. Lo que ha acercado la derecha liberal a los grupos católicos es la cuestión de la propiedad privada o la imprudencia verbal de la izquierda, debida al vínculo más emocional que político de la social democracia con los revolucionarios. (Con esto se señala que toda la izquierda admira en secreto a los revolucionarios aunque diga no compartir sus métodos. Por eso toda la izquierda votó aberraciones como la anulación legislativa de la Ley de Punto Final).

El voto unánime de la Legislatura es una clara advertencia de lo que está sucediendo ante nuestros ojos (pero de lo que no todos toman conciencia):

Primero: las diversas “capas” geológicas de la izquierda han unificado su lenguaje bajo la denominación de “progresistas”.

Segundo: la derecha liberal se ha rendido con armas y bagajes a ese lenguaje y desea mimetizarse cada vez más para que nadie recuerde sus adscripciones y cercanías a la derecha católica y a las “tiranías” (¡tan diversas!) de Franco, de Pinochet y de Videla.

Tercero: No existe hoy, en ninguna parte del mundo, una expresión política de la cosmovisión católica con alguna posibilidad de actuar eficazmente en política. No lo decimos como una acusación a los pequeños grupos que luchan en condiciones casi imposibles sino como una dolorosa toma de conciencia de la situación.

No existe en el mundo otra cosmovisión capaz de enfrentar a la progresista más que la católica. Pero la batalla en el interior de la Iglesia le hace imposible presentar una alternativa política coherente. (No necesito decir que no creo que sea la Iglesia jerárquica la que tiene que llenar ese vacío sino los laicos católicos.

Coincido en que la formación de partidos no es la única vía para hacer política, pero lo cierto es que hoy los enemigos jurados de la Iglesia ocupan la totalidad del panorama político y eso es un hecho grave que merece al menos reflexión. La votación en la Legislatura Porteña debería llamarnos a esa reflexión.

INFORME SOBRE CIEGOS

Te ruego, lector amigo, que releas lo que digo más arriba sobre esos “hombres de la palabra” que tejen, cada día, la tela del traje del Emperador, es decir las palabras que constituyen la ideología del progresismo. ¿Recuerdas lo que dije sobre los periodistas? Bueno, ahora tolle, lege.

En “Clarín” del 10 de julio aparece una “carta de lector” referida a la reciente muerte del dibujante Andrés Cascioli. El remitente dice que no lo conoció, como no conoció a John Lennon ni al Che Guevara pero que todos ellos “fueron parte indisoluble de mi adolescencia, teñida de sueños e ideales en búsqueda de un mundo mejor”.

Este entusiasta lector cree que Cascioli y los otros como Cascioli que publicaron en pleno Proceso la revista “Humor”, “representaron un huracán de aire libertario en medio de tanta basura, censuras, bajezas, traiciones, destierros y muerte”. Es más, cree que leer la revista mencionada “fue la posibilidad de encontrarnos con una verdad ignorada por el cínico poder dictatorial”. Lo cierto es que al pobre lector “le es muy difícil expresar la sensación que le producía las notas y tiras de…” y sigue un inventario de los zurdos y zurdas que colaboraron en “Humor”. Termina ensalzando de nuevo a quien “clarificó mis días juveniles”.

Fácil recurso, lamentar que un ciego se muestre agradecido con el otro ciego que lo guió hacia el abismo. Es verdad, pero esta verdad deja afuera otra cuestión. Porque lo cierto es que este lector encontró en Cascioli y en “Humor” el mensaje que ningún otro le pudo hacer llegar. ¿Oiría algo distinto en su Colegio? Bajo el Proceso, la mayoría de los docentes calló su ideología progresista sin renunciar a ella, pero muy pocos fueron capaces de dar otro mensaje, de enseñar otros caminos.

Uno se siente inclinado a comprender, aunque no a aprobar a los pobres ciegos que tropiezan con otros no videntes que dicen saber el camino. Así funciona el sistema de los hombres de la palabra que hacen de gurúes de este siglo sin luces.

TRANSFERENCIAS

Según un prolijo aviso aparecido en “Clarín” del 10 de julio de 2009, el INADI, de larga fama, abre un concurso “de transferencias”. Primero, nos dice el objeto de tales transferencias. Son “para la asistencia técnica a organizaciones de la sociedad civil que luchan contra la discriminación”.

Bien. Luego nos informa qué se transfiere y a quién. Se transfieren “fondos de asistencia técnica” y se los transfiere a “proyectos de intervención y/o sensibilización”.

Bien. ¿Proyectos en qué temas? “de diversidad y no discriminación”.

Bien. Hasta aquí clarísimo: no se entiende una jota. Yo soy tan retrógrado, reaccionario y anticuado que no tengo la menor idea de qué me está hablando el INADI: ¿habrá que hacer un cursillo previo de neoparla? Los temas a tratar parecen interesantes, sea lo que fuere que hagan con ellos: “las propuestas ganadoras deberán abarcar, ente otras, las siguientes temáticas: género, diversidad sexual, diversidad religiosa” y otras varias diversidades. Hay una muy buena: “adultos y adultas mayores”, pero esa delicada concesión al bello sexo (si se me permite este troglodítico lenguaje) no se repite en “migrantes y refugiados/as” ¿cómo? y las “migrantas”? También me gustan mucho los “afrodescendientes” pero, digo yo ¿y los asiáticodescendientes? ¿entrarán?

Pero volvamos a nuestro tema. Lo único que me queda claro es que “se otorgará la suma de hasta diez mil pesos” a cada una de las propuestas ganadoras. Eso ya me gusta y/o sensibiliza más. Pero como no sé qué demonios tengo que hacer para ganarme esa suma, empezaré yo por un concurso previo en el que pueden participar mis lectores a fin de aclararme y/o explicarme en lenguaje llano y apto para ancianos reaccionarios:

1) Qué cosa se entiende aquí por transferencia;

2) Qué cosa es un fondo de asistencia técnica;

3) Qué cosa es un proyecto de intervención y/o sensibilización;

4) Quienes serán los jurados de este concurso y si se aceptan recomendaciones de personas del gobierno. En su caso, qué porcentaje pretenden estos de lo que se gane. Risum teneatis. Contén tu risa, amigo lector. ¿Ves cómo trabajan los hombres de la palabra? Repartirán premios de diez mil pesos a unos cuantos que entren en la lógica de su lenguaje. Y este uno entre millones de premios, de concursos y de certámenes que forman la tupida red con la que se intenta cambiar el sentido común de la gente común.

DISCURSO PERIMIDO

El discurso del progresismo tiene tres fuentes principales: el marxismo, el cientificismo y la neoparla de los medios de difusión.

El cientificismo es simple abuso de la ciencia, la pretensión de hacerle decir cosas que están fuera de su alcance.

El lenguaje de los medios de difusión es la burda simplificación de todos los tópicos revolucionarios con el común denominador del disfrute rápido y sin problemas de conciencia. Que cada uno procure el máximo de placer con el mínimo de responsabilidad.

¿Y el marxismo? Es placentero ver cómo esta parte del discurso progre termina de desmoronarse. ¿Ha visto Usted, amigo lector, esos castillos de arena que los chicos construyen en la playa y que luego, al atardecer, la marea alta barre?

En “Clarín” del 12 de julio nos encontramos con un artículo titulado “Los exhibicionistas de ideas arcaicas” firmado nada menos que por mi viejo conocido don Fernando Savater. Se refiere al marxismo y afirma que la literatura marxista del siglo XX —Lenín, Mao, Garaudy, Althusser, Marta Harnecker, Lukacs— “resultan hoy inimaginables como posible relectura. Son incompatibles con las mínimas pautas de ecología intelectual”. Y agrega estas palabras con las que coincido —¡quién me lo hubiera dicho!— plenamente: “Están escritos en una lengua artificial, pretenciosa y mortecina en la que es imposible decir nada digno de interés o cercano a cualquier forma de verdad. Incluso parecería, si no fuese por su intrínseco aburrimiento, que son una especie de parodia intelectual con toques inesperadamente humorísticos”.

Es cierto que —como no podía dejar de hacer— don Savater enseguida se bandea. Y funda su rechazo del marxismo primero en que se trata de “ideas arcaicas” y segundo en su irracionalidad producto de un cierto “milenarismo religioso” que impregnaría al marxismo. Y toma esto último como pretexto para darle una buena sacudida a las creencias religiosas “que no se pueden refutar intelectualmente (puesto que) no fueron adoptadas por razones inteligibles sino que responden a sentimientos…”

Bueno ¿y qué tal si le hacemos ver a don Savater que su progresismo, que le hace rechazar ideas por ser viejas es un pensamiento mucho más arcaico que el marxismo? Y que si bien tiene razón en identificar la religiosidad falsificada que hay en el marxismo, el problema proviene de fundar una supuesta visión “científica” sobre bases religiosas. En todo caso, el articulejo muestra lo acertado que estuvo Chesterton al decir que no valía la pena refutar las herejías… porque se refutaban entre ellas.

LA PICARESCA EN EL CINE

No, no se trata de que estén por filmar una nueva versión del Lazarillo o por hacer una serie con el Guzmán de Alfarache. Picaresca, sí. Española, también. Pero de otra clase.

El diario zurdo madrileño, “El País”, informa en su edición del 21 de mayo pasado, sobre la situación del cine en la península. Veamos algunos datos: se filmaron 173 filmes, de los cuales 46 no se estrenaron y 24 reunieron menos de cien espectadores.. O sea que 70 sobre 173 (algo más del 40%) han fracasado de una u otra manera. Hasta el momento en que se escribió el artículo.

Pero leyendo nos enteramos de bastantes cosas más: que ese porcentaje es, en 2008, sólo un poco más elevado que en el común de los años anteriores. Que todas las películas reciben subvenciones copiosas del gobierno central, de los gobiernos autonómicos, de la televisión (por ley). Que el promedio de la subvención (muy fácil de obtener) es de 780.000 euros (es decir unos cuatro millones de pesos). Que el cine norteamericano produce el triple de películas que el español pero la población norteamericana es siete veces mayor que la española.

Bien. ¿Quién gobierna en España casi desde la transición? El PSOE y el PP, el partido socialista obrero y el partido popular de derechas. Ambos prototípicos de la clase dirigente que hemos descripto más arriba.

Estas trampitas, esta picaresca, son también prototípicas de esa clase. Subsidian, con el dinero de los contribuyentes, a todos los amiguetes intelectuales. Se premian entre sí, se nombran (en los puestos culturales del Estado) los unos a los otros. Atiborran las Academias, las publicaciones, los suplementos intelectuales de los diarios. Una red tupida e inmensa que crea los prestigios y destruye la fama de los enemigos o —mejor aún— los hunde en el silencio.

Esta sí que es picaresca española. Y olé.

REBOTES

Mi amigo, el Director de esta impar revista me comunica un mail que le enviara un tal Cangiano, en el que luce una nota sin firma. En esa nota se critica una notícula de mi autoría aparecida en el número de marzo-abril de “Cabildo”. No contesto anónimos, aunque comiencen con un homenaje a mi talento, pero voy a concederle el beneficio de la duda al señor Cangiano y voy a suponer que es el autor de la nota.

Veamos.

Mi notícula es una crítica a un texto de la Secretaría de Derechos Humanos en la que sintetiza la historia de la guerra contrarrevolucionaria de esta manera: “El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas realizaron un golpe de Estado usurpando el poder e instalando, a partir de ese momento, el Terrorismo de Estado en la Argentina, metodología precisa y sistemática, producto de un plan político para la región, que estaba inmersa en procesos de luchas populares de liberación y reivindicaciones sociales en nuestro país”.

Comentando este texto, sostuve que era una versión para “lobotomizados o desinteresados”, pues olvidaba el pequeño detalle de que los jóvenes idealistas reprimidos por los militares “asesinaban, torturaban, secuestraban y ponían bombas”.

El Señor Cangiano (supongamos que sea él) me pregunta en qué desmiente la versión que yo cuento a la de la Secretaría de Derechos Humanos y por qué no complementar ambas versiones ya que el “que los «subversivos» (yo no uso ese término; es de Cangiano, con comillas y todo) hayan eventualmente (sic) asesinado, torturado, etc. no indica que las Fuerzas Armadas no hayan usurpado el poder e implantado el terrorismo de Estado”.

Con mucho gusto le explicaré al Señor Cangiano lo que me pregunta.

Él —y la Secretaría de Derechos Humanos— saben de buena tinta que hubo un plan para la región de reprimir a los jóvenes idealistas. Supongo que se refieren, ambos, al Plan Cóndor pero también a algo mucho más siniestro: un plan imperialista urdido por los Estados Unidos para sofocar esas “luchas populares” y esas “reivindicaciones sociales”. Para aceptar esto hay que pasar por dos pequeños obstáculos. El primero es que entre 1977 y 1980 gobernó los Estados Unidos Jimmy Carter, un presidente de izquierda que puso todos los palos posibles —Patricia Derian incluida— en las ruedas del Proceso. Pero claro que Cangiano tiene una versión del asunto inspirada mitad por Vladimiro Ulianov (a) Lenín y mitad por las películas de la serie Bourne. Los malos son “la C.I.A. y el Pentágono” que trabajan por su cuenta a espaldas del Presidente y el Senado. Pero ese obstáculo es lo de menos. El otro, ya más gordito, es que los militares del Proceso no fueron ni los primeros ni los únicos en reprimir a los jóvenes idealistas con terrorismo de Estado y todo. ¿Esa metodología precisa y sistemática” fue también la del gobierno constitucional peronista?

¿Se acuerda el Señor Cangiano de la represión legal de los primeros guerrilleros durante el gobierno de Illia?

¿Recuerda la represión legal, sin terrorismo de Estado, que hizo el gobierno de facto pero legalista de Lanusse?

¿Recuerda la amnistía de 1973 y cómo los terroristas “volvieron a matar”?

¿Recuerda lo que pasó en el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón y su señora esposa?

Los militares “usurparon el poder” como lo habían hecho otras cinco veces en el siglo, pero no “implantaron el Terrorismo de Estado”. Ya estaba implantado dos años antes. No hicieron más que continuarlo, si uno quiere usar una expresión inventada casualmente por los creadores del Estado terrorista. Uno lamenta ciertos métodos del Proceso pero a la luz de lo que pasó tras la actuación escrupulosamente legal de Lanusse se siente tentado a comprenderlos si bien no a justificarlos.

Vamos a ser breves. La versión real, simplificada en pocas líneas, de lo que pasó en la Argentina es ésta. A principios del siglo XX Lenín corrigió la versión marxista de la lucha por el poder para el proletariado. En lugar de la huelga revolucionaria, había que emprender la guerra revolucionaria.

En cumplimiento de esta consigna, desde 1917 hasta 1991 en todos los continentes se desató esa guerra en cuyo desarrollo los revolucionarios asesinaron a cien millones de personas. Esa guerra llegó a la Argentina entre 1965 y 1979 y fue enfrentada por gobiernos civiles y militares, constitucionales y de facto.

Tanto en algunos gobiernos civiles como en el último gobierno militar se utilizaron métodos ilegales de represión, cuya descripción es para la izquierda la de “terrorismo de Estado” y para las personas sensatas un “exceso en la legítima defensa”.

Esto aclarado, confieso no tener ya paciencia para responder las tonterías que el Señor Cangiano dice en la segunda parte de su nota. Es la versión zurda según la cual:

1) Lo que había en los setenta eran “luchas populares de liberación” y “reivindicaciones sociales en nuestro país” (¿Reivindicaciones sociales contra el gobierno constitucional peronista? ¿En serio?).

2) Los militares “mataron y murieron… para que ocurriera lo que efectivamente ocurrió, para que fuéramos lo que somos, un país arrodillado ante el imperialismo, inmerso en la degradación económica y moral, con millones de compatriotas subalimentados y regenteado por (la) partidocracia…”

Insisto en que no creo que valga la pena refutar estas afirmaciones. Son la versión zurda del conspiracionismo, una especie de enfermedad senil del izquierdismo.

Según ella Videla, Martínez de Hoz, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Kirchner. Son todos parte de ese plan siniestro elaborado en la C.I.A. y el Pentágono.

Es que la zurda, sin un programa político desde que se cayó el socialismo real, se refugia en esta clase de simplificaciones que pretenden explicar todo y no explican nada. Con ellas tranquiliza su alma y duerme mejor: “todos, todos manejados por el imperialismo”. Solamente ellos, los grupúsculos residuales de la izquierda violenta, están libres del pecado. Los guerrilleros urbanos y rurales habrán “eventualmente” asesinado, pero su lucha era justa.

Bien. Si el señor Cangiano quiere tranquilizar su alma creyendo estas cosas, allá él. Puedo explicarle algunas cosas pero no puedo rehacer su concepción del mundo. Que le haga provecho.

ADDENDA

Mr. Cangiano bien podría argumentar aquí: “Pero usted no quiere aceptar a conspiración imperialista de los Estados Unidos pero adhiere a otra versión conspiracionista: la de la guerra revolucionaria”.

Pare el carro, Herr Cangiano. La conspiración que Ud. aduce es una interpretación de complejos fenómenos de política internacional pero nunca sus protagonistas declararon su voluntad de actuar de esa manera y con esos objetivos.

Yo no niego que entre los datos a considerar haya una cierta voluntad imperialista de los Estados Unidos. Se trata de un imperialismo muy especial, como de nación que fue colonia, pero imperialismo al fin. Lo que rechazo es la simplificación al uso hoy entre los zurdos según la cual todo se explica por esa voluntad.

Ahora bien, Monsieur Cangiano, la “conspiración” llamada guerra revolucionaria ha sido descrita, propiciada, ensalzada y recomendada en miles de documentos de los propios “conspiradores”.

Y esto no es una interpretación, sino la descripción de un hecho que solamente la ignorancia de la historia o la voluntad de ocultar permite omitir.

Aníbal D’Ángelo Rodríguez