lunes, 31 de agosto de 2009

Monólogo nacional


MIRANDO PASAR
LOS HECHOS


BASUREO

En la fecha patria, la Presidenta volátil ¡se pasó! como dicen los muchachos. Con un desparpajo que hace retumbar la indignación, en Puerto Iguazú osó convocar a los argentinos para una “nueva gesta profundizando el camino”. “Venimos a construir una manera diferente de hacer política a través de millones (sic) de puestos de trabajo; a través de miles y miles (sic) de empresas que se han creado; a través de la devolución de los derechos jubilatorios a millones (sic) de argentinos que habían perdido el derecho a tener un aumento o una jubilación o una pensión…”

Además, con un descaro paroxístico, criticó las prácticas clientelistas que siguen “a pesar de la mejora en los índices (sic) de empleo”. Nunca jamás habrán oído semejante cuchufleta los miserables castigados por el Régimen. Esto recuerda la audacia del juvenil Jefe de Gabinete, cuando hace poco se jactaba —¡de su paso por la ANSeS!— en un programa televisivo —DDT— curiosamente facilitado.


Este desprecio a los pobres jubilados, clama justicia. Pero precisamente, es en la Justicia donde claudican los derechos más obvios y elementales de la pobre gente. Juicios innecesarios —casos ya resueltos en situaciones similares— forzados intencionalmente a producir, con los vericuetos curiales y el congelamiento de los años, el superávit insultante que se utiliza para proveer a la Kaja y otras yerbas inicuas.

Como remate de semejante sevicia han puesto a repartir los fondos jubilatorios (a cualquiera, menos para los jubilados), a un adolescente que no hace más que sonreír feliz, luciendo su cuidadosa cabellera. Salvo en el Soviet, jamás pueblo alguno ha sufrido tamaña humillación, aquí para colmo, a manos de advenedizos adueñados hasta de la historia. Un país destruido material, moral e institucionalmente, con millones de habitantes condenados a la miseria. Mientras la pareja irreal ostenta turbias riquezas, inconmensurables y crecientes. Y la grácil marioneta del tirano viaja por el mundo con nutridas comitivas, se aloja en los mejores y costosos hoteles… luciendo primorosos modelos y relumbrantes alhajas, cambiados varias veces por día. Para terminar anunciando la llegada del Tren Bala o la visita de Tutankamón. Nunca a tantos basureó tanto tan poca vergüenza…

EL ROBO DEL SIGLO

Ciertamente llama la atención de todo el mundo, el increíble encumbramiento de un sujeto hasta hace unos años prácticamente desconocido. Hay que recordar que en horas, después de asumir la Presidencia revoleando toscamente el bastón de mando, se puso en el bolsillo a las Fuerzas Armadas y a todos los poderes públicos nacionales o provinciales. Resucitó el tema de la guerra revolucionaria para apresar a los combatientes contra el marxismo. Encumbró a feroces terroristas y se jactó en Monterrey, ante todos los Presidentes americanos, de llevarse al extranjero —como patrimonio propio— los dólares archimillonarios de Santa Cruz. (Recientemente por televisión, en el programa “DDT” recalcaban que se han esfumado ¡quinientos millones de dólares!). Una sustracción que en cualquier país con mínima justicia, hubiera bastado para recluirlo para siempre donde corresponde.

CRISTIANISMO NO ECLESIÁSTICO

Ya se ha insistido y cabe volver sobre ello, que los frutos de la tiranía tienen su expresión más patética en el crecimiento colosal de las Villas de Emergencia o Villas Miseria. Al respecto corresponde recordar la controversia entre quienes denunciaban las usurpaciones y los focos de marginalidad, frente a los que predican un genérico derecho de los desposeídos para asentarse dónde y cómo quieran. A lo cual se sumó una tercera visión —de índole espiritual— que rescata y encomia valores de la “Cultura Villera”, llegando a exageraciones inauditas.

Así, no hace mucho se oyeron palabras muy inquietantes desde el seno mismo de la Arquidiócesis de Buenos Aires, cuando su Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, concluyó que “La cultura villera no es otra cosa que la rica cultura popular de nuestros pueblos latinoamericanos”… Es el cristianismo popular que nace de la primera evangelización; el pueblo siempre lo vivió como propio, con autonomía y siempre desde su vida de cada día. Es un cristianismo no eclesiástico, ni tampoco secularista, sino con auténticos valores evangélicos (AICA, 25 de julio de 2007).

Sin descartar el espejismo de un encariñamiento explicable, aparte del sesgo herético la afirmación viene a resultar contradictoria, pues es desde todo punto de vista innegable, que la miseria —arraigada en hacinamientos infrahumanos— es un ámbito impropio para el mejoramiento de las facultades físicas y morales del individuo y la sociedad. Vale decir, que constituye lo opuesto a un benéfico foco de cultura.

En cuanto al “cristianismo no eclesiástico”, el deslizamiento formulado en este caso por clérigos católicos, no precisa ningún comentario. Salvo la sorpresa de que semejante afirmación no haya merecido de la autoridad eclesiástica ningún reparo. Toda la tortuosa declaración de estos jóvenes sacerdotes, evidentemente mal formados, pésimamente vestidos y desubicados con su mimetismo, se publicó sin retaceos en la agencia católica AICA. Cumple reflexionar que al margen de las elevadas miras pastorales, hay lugares y menesteres que requieren una madurez y preparación especialísimas.

Como suele ocurrir con los grandes errores que se escurren a cobijo de la confusión espiritual, tarde o temprano los acontecimientos mismos se encargan de contenerlos. Una amenaza criminal contra la vida del líder de los sacerdotes aludidos, vino a patentizar lo obvio: el ámbito facilita ante todo la impunidad delictiva. Y demuestra que la herida social de los asentamientos miserables, por encima de la inocencia de quienes lo padecen, representa un verdadero crimen contra la humanidad. Peor aún en un país rico y extensísimo.

ANTECEDENTE TUMORAL

Para comprender las raíces de la tremenda situación de país, es oportuno recordar la influencia ideológica de Raúl Alfonsín, prácticamente canonizado en estos días. Sirven a ello, las noticias y comentarios contenidos en el repositorio de la Revista “Cabildo”. En cierto discurso del 1º de Mayo ante el Congreso, el ex Presidente manifestaba la profundidad de su odio a la tradición y su confianza en el dogma de la mutación, de la modernización, de la renovación cultural (“Democratización de la Cultura”… como diría Fidel Castro). Por entonces, personificaba al “enemigo” con palabras que valen como una radiografía visceral… y honran a sus opositores. Dijo ante el Congreso: “A lo largo de este siglo otra ideología reduccionista convocó también a los desalentados y generó corrientes de acción y pensamiento que siempre fueron marginales, pero que influyeron y colaboraron en los procesos concretos. Se trata del nacionalismo…” “Derivaciones extremas de estas corrientes condujeron a recrear recurrentemente escenarios catastróficos, espíritus de cruzada, exaltaciones místicas… El nacionalismo oligárquico, autoritario y elitista contribuyó a instaurar en el país la peor y más incontenible forma de violencia. Manifestación desordenada y siempre restauradora de un pasado mítico, perdido, niega y resiste hoy el avance de la democracia y la modernización con la misma ceguera con que resistió y frustró hace cincuenta años similar curso histórico de una sociedad emergente”.

Añadía el padre de la Democracia, que si bien los proyectos del nacionalismo “resultaron impracticables, se debe reconocer que sus discursos y sus prácticas penetraron hondamente en nuestra vida política trascendiendo sus reductos. Persiste, en efecto —siguió— una valoración residual que impregna aún determinadas percepciones iracundas de la presente transición y opera ante cada encrucijada como activador de cualquier tentación involutiva. Es allí donde radica su peligro”.

Finalmente, Raúl Alfonsín prometió en Alta Gracia —ya utilizando sin ambages los modales y el lenguaje de la Internacional Socialista— que “vamos a aplastar para siempre a los nazis existentes en la República” (cfr. “La Nación”, 11 de abril de 1988). Como se puede ver, nada, absolutamente nada, ha cambiado en la Revolución que culmina en nuestros días.

Juan Esteban Olmedo

domingo, 30 de agosto de 2009

San Agustín y el amor


DOCTRINA
SOBRE EL AMOR


EL MANDATO DEL AMOR

“Se nos ha dirigido la palabra de Dios para exhortarnos, y es la Sagrada Escritura la que dice: Recibid la enseñanza en la casa de la enseñanza. La enseñanza (disciplina) se deriva de aprender (discere). La casa de la enseñanza es la Iglesia de Cristo. ¿Qué es lo que aquí se aprende o por qué se aprende? ¿Quiénes son los que aprenden y quiénes les enseñan? Se aprende a vivir bien. Se aprende a vivir bien para llegar a vivir siempre. Los que aprenden son los cristianos; el que enseña, Cristo. Por lo tanto, en primer lugar veremos qué sea el vivir bien; después cuál es el premio de la vida buena; en tercer lugar, quiénes son los verdaderos cristianos, y en cuarto lugar, quién es el verdadero maestro” (cfr. O.C., 1: 668).

QUÉ ES EL VIVIR BIEN

1) Palabra breve y clara

“¿Qué buen vivir es el que aquí se aprende? Muchos son los preceptos de la ley en los cuales la vida buena está contenida, imperada y enseñada. Muchos son los preceptos, innumerables; ¿quién sería capaz de contar las páginas que los compendian y cuánto más difícil será contarlos a ellos mismos? Sin embargo, Dios, para que nadie tenga excusa en el día del juicio y privar de ella a los que pretendieran disculparse, o por no haber tenido tiempo de leer, o por no saber, o por no poder entender fácilmente, quiso, como está escrito, resumir y abreviar la palabra en la tierra, conforme a aquello del profeta: Verbum enim consummans et brevians faciet Dominus super terra (Is. 10, 23).

Dios quiso que esta palabra fuese resumida y breve y nada oscura. Breve, para que haya tiempo de leerla, y clara, para que nadie diga que no ha podido entenderla. Las Sagradas Escrituras son un gran tesoro contenedor de muchos y muy admirables preceptos, como alhajas abundantes, hermosas joyas y grandes vasos de metal precioso. Pero ¿quién es capaz de poder escrutar ese tesoro, de usarlo y de llegar a todo lo que contiene? Cuando el Señor expuso en su Evangelio una parábola sobre esto, dijo: «El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo». Y, por si alguno dijera ser incapaz de escrutar este tesoro, añadió inmediatamente otra comparación: «Es semejante también el reino de los cielos a un mercader que busca preciosas perlas y, hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra» (Mt. 13, 44-46). Si tienes pereza de buscar un tesoro, no la tengas de buscar una sola perla que se encuentra a flor de tierra” (cfr. O.C., 2: 668).

¿Y cuál es esa palabra resumida y abreviada? “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Amarás al prójimo como a ti mismo. De estos dos preceptos pende toda la Ley y los Profetas” (Mt. 22, 37).

2) La enseñanza de Dios en la Iglesia

“He aquí lo que se aprende en esta casa de enseñanza: amar a Dios y amar al prójimo. A Dios, como a Dios, y al prójimo, como a ti. No puede encontrarse nadie igual a Dios para poderte decir: «Ama a Dios como amas a ese otro». En cambio, en cuanto al prójimo, se ha encontrado una regla que te sirve, porque se ha encontrado alguien igual a tu prójimo, a saber, tú mismo. ¿Quieres saber cómo has de amar al prójimo? Mírate a ti mismo, y del mismo modo que te amas a ti ámalo a él. No hay modo de equivocarse” (cfr. O.C., 3: 670).

QUIÉN ES EL PRÓJIMO

“He de enseñarte muy cuidadosamente cómo has de amarte a ti mismo, porque después habrás de amar en la misma forma a muchos prójimos. Tú eres un solo hombre; tus prójimos son muchos. No debes entender como prójimo a tu hermano, tu pariente o afín. Prójimo del hombre son todos los hombres. Suelen llamarse prójimos los padres, los hijos, los suegros y los yernos; pero no hay nada tan prójimo de un hombre como otro nombre. Y si quisiéramos decir que sólo son prójimos los que han nacido de los mismos padres, entonces piensa en Adán y Eva, y todos seremos hermanos; y si todos somos hermanos en cuanto hombres, mucho más lo seremos en cuanto cristianos. En cuanto hombres hemos tenido un solo padre, que fue Adán, y una madre, que fue Eva; en cuanto cristianos tenemos un solo Padre, que es Dios, y una sola Madre, que es la Iglesia” (cfr. O.C., 3: 671).

EL VERDADERO AMOR DE UNO MISMO

1) El que ama la iniquidad, odia su vida

Es necesario examinar cómo nos amamos a nosotros mismos, puesto que debemos amar al prójimo en la misma forma.

“Si te preguntara si te amas a ti o no, indiscutiblemente que me contestarías que sí, que te amas. ¿Quién es el que se odia a sí mismo? ¿Conque dices que quién se odia a sí mismo? Luego no amas la iniquidad si te amas a ti, porque el que ama la iniquidad, y no soy yo quien lo dice, sino el Salmo, odia su vida (Sal. 10, 6). Luego, si amas la iniquidad, oye lo que te dice la Verdad, y no así como a oscuras, sino muy claramente, te odias a ti mismo. Y cuanto más dices que te amas, más te odias, porque el que ama la iniquidad odia su vida.

“Hombre, ¿cómo es que te pierdes a ti mismo? Pues, si te amas a ti en tal forma que te acarreas la perdición, a buen seguro que perderás también a los que amas como a ti mismo. No quiero, pues, que ames a nadie; perece tú solo. O corrige tu amor o aléjate de todos” (cfr. O.C., 4: 671).

2) “Ama bien a tu prójimo, y basta”

“Me dirás: «Amo al prójimo como a mí mismo». Lo oigo, desde luego, lo oigo. Quieres embriagarte con él, porque lo amas como a ti mismo, y dices: «Pasémoslo bien hoy y bebamos lo que podamos…» Hombre humano eres, mejor diría, hombre bestia, puesto que amas lo que aman ellas. Dios hizo a las bestias con el rostro inclinado a la tierra, buscando en ella su pasto; a ti te erigió sobre el suelo con dos pies. Quiso ver tu cara desde arriba. No vaya, pues, en desacuerdo tu corazón y tu rostro. Es más, oye la verdad y óbrala; en la Iglesia oyes decir: «Arriba los corazones»; no mientas, pues, en esta casa de la enseñanza. Cuando lo oigas, contesta y haz que tu respuesta sea verdadera. Ámate a ti y ama al prójimo como a ti mismo. ¿Qué otra cosa es tener el corazón hacia arriba sino lo que antes he dicho: Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu entendimiento? Y, siendo dos preceptos, ¿no bastaría con decir sólo uno? Sí, bastaría con uno si lo entendieras bien. Porque en otra ocasión la Sagrada Escritura nos habla por medio del Apóstol: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo. El amor no obra el mal del prójimo, pues el amor es el cumplimiento de la ley (Rom. 13,9-10). No parece que hable en absoluto sobre el amor de Dios, sino que dice que el amor del prójimo es suficiente para cumplir la ley. Cualquier otro mandamiento está recapitulado en esas palabras y se cumple con ellas. ¿Con cuáles? Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ahí tienes un solo precepto.

“Ya habéis visto cómo se ha reducido todo, y, sin embargo, seguimos siendo perezosos. Eran dos los mandamientos y han quedado reducidos a uno solo. Ama a tu prójimo y basta. Pero ámalo como te amas a ti mismo, no como cuando te odias a ti mismo” (cfr. O.C., 5: 672).

LA VERDADERA FELICIDAD DEL HOMBRE

“Cuando quieras saber cómo has de amarte a ti mismo, escucha: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu entendimiento». Del mismo modo que el hombre no ha podido hacerse a sí mismo, tampoco puede hacerse feliz. Hizo al hombre algo que no es hombre, y algo que también no lo es le ha de hacer feliz. Entonces el hombre, viendo que él no puede ser feliz por sí mismo, se equivoca y ama otras cosas que le den esa felicidad. Ama todo lo que juzga puede hacerlo feliz.

“¿Qué es lo que os parece que ama y lo que cree que le dará la felicidad? El oro, la plata, las posesiones; en una palabra, el dinero, porque todo lo que poseen los hombres en la tierra y todo aquello de que son señores se reduce a dinero…

“Luego lo que amas, ¡oh hombre!, es el dinero, y el dinero es lo que crees que te hará feliz, y por eso lo amas mucho. ¿Sí? Pues entonces, si amabas al prójimo como a ti mismo, divide con él tu dinero. Andabas discutiendo lo que eras; ya apareció, ya lo has visto y ya te has podido entender; no estás dispuesto a dividir con el prójimo tu dinero”.

San Agustín

sábado, 29 de agosto de 2009

Económicas


LA CRISIS NACIONAL Y GLOBAL

APRENDER A DISTINGUIR

Resulta obvio: el título que encabeza esta nota gira en torno a una circunstancia que involucra a todos, o más bien a casi todos los países del orbe. Las opiniones de “economistas académicos” y las de los que no lo son, difieren tanto en aspectos fundamentales como en aquellos que no revisten siquiera entidad secundaria. No acuerdan entre ellos, ni siquiera los tributarios de unas mismas escuelas: no podría esperarse entonces que surja un mínimo acuerdo al menos entre las figuras más autorizadas. Por lo tanto, en su conjunto, han dicho todo o casi todo lo que con alguna seriedad o careciendo absolutamente de ella pueda haberse dicho.

En lo que respecta al segundo conjunto, denominado también por Paúl Krugman el de los “economistas convencionales”: (periodistas, políticos, empresarios, mercaderes, y hasta ideólogos indoctos de esos que no toleran verse excluidos del convite) ,vale decir todos los que tengan acceso a los medios de difusión (acceso que no comporta haber adquirido derecho alguno) algo han dicho y es de esperar que sigan diciendo. Por ello no tiene sentido.

Quedan pendientes por cierto algunos aspectos que no tienen importancia menor, como:
1) Profundidad y extensión territorial del fenómeno; y
2) el tiempo durante el cual se prolongará este fenómeno indeseado y el que demandará recuperar niveles de actividad, empleo e ingresos satisfactorios.


Sin duda que no pueden distraer la atención de nadie las disimilitudes existentes entre los llamados países desarrollados y los denominados emergentes. Gobernantes y empresarios deben aprender a distinguir estas diversidades, tanto como todas aquellas que tengan su origen en las diferentes y múltiples estructuras. Ahora bien, las incógnitas a resolver escapan de las manos de los economistas: es más tarea de adivinos, ajenos a las disciplinas científicas. No es lo nuestro.

BANDIDOS CON PODER

Pero, sí debemos ocuparnos de lo que ocurre dentro de nuestras fronteras.

Aquí son muchos y grandes los desaciertos en los que han incurrido los que hoy ejercen un poder que nadie les dio, y que lo han tomado en una suerte de golpe comando más propio de bandas de delincuentes desorganizadas y carentes de todo parámetro ético; persiguen la posesión del botín que tienen al alcance de la mano por única disposición del soberano que presume de tribuno republicano. De ética pública no se atisba el más mínimo rastro, se la busque por donde se quiera. En síntesis, los gobernantes son bandidos movidos únicamente por el afán de dinero y de poder. Poder que han ejercido en todo ámbito sin recato, freno o estilo.

El ex presidente, dueño del poder real, no se ha privado de exceso alguno y no hay sector de la economía que no haya destruido. Es tal el desaguisado que ha provocado en todos los ámbitos que ni él mismo, si tuviera algún día la dignidad y la voluntad de arreglarlo no sabría por dónde empezar ni cómo hacerlo. Este es el resultado de haber saqueado el patrimonio nacional y despojado a los habitantes de sus bienes. Quedaron a salvo los amigos de la pareja gobernante que pudieron, asociados a ellos, acumular ingentes fortunas.

Dejo en claro que no intento atribuirles los daños ocasionados por un fenómeno tan indeseado como incontrolable cual es el de la sequía que asuela aún a nuestra tierra. Sí les imputo en cambio haber destrozado lo mejor de la actividad agropecuaria, saqueado las arcas públicas y aquellas que tenían por fin sostener entidades de bien público destinadas en particular a mantener y solventar necesidades de los sectores más carenciados. Es también grave la responsabilidad que les cabe por haber consentido el despojo de industrias y recursos naturales asociados con empresarios que hasta ayer ostentaban caras adornadas con forzadas sonrisas de apariencias angelicales; esta es otra variante de las bandas de bandidos a las que ya aludimos.

LAS UBRES MÁS SUCIAS

Este panorama descripto es del dominio público. Nadie lo ignora ni el menos avisado. Callan muchos por temor a perder la innumerable cantidad de planes que se cuentan entre los mecanismos más corruptores de las virtudes de un pueblo; planes trabajar, jefes y jefas de hogar y otros muchos que al menos desalientan la virtud del trabajo honesto y forzado. Paralelamente proliferan bandas de menores analfabetos en las letras pero abocados a graduarse en el comercio de armas, tráfico y consumo de drogas y siga el muestrario.

Pero todo tiene su razón de ser: El jefe máximo de la banda se encuentra frente a unas elecciones que de perderlas implicarían su muerte política; es así que a caballo de uno de los más perversos sistemas políticos que ha conocido el hombre —la democracia liberal alumbrada por la masonería y alimentada por el sufragio universal que es la leche que mana de las ubres más sucias de la historia— no se ha detenido frente a las maniobras y artilugios con fines electoralistas que se le podrían haber ocurrido. No puedo negarle al hombre que imaginación tiene; tanta como desprecio a los gobernados y a las instituciones.

Va de suyo que el cuadro se enmarca en el desprecio absoluto al bien común, que tanto significa y que se supone que él y su banda ignoran. Si lo supieran no tendríamos derecho a salir en defensa de los desprotegidos, como lo hicimos párrafos arriba. Si lo supieran tampoco tendríamos derecho a proclamar, como raíz única de nuestra identidad la defensa de nuestra tradición hispano-católica.

Alejandro Vera Barros

viernes, 28 de agosto de 2009

El racismo del que no se habla


EL ESTADO AGRESOR
DE ISRAEL


A las penurias que está padeciendo la humanidad, ahora se le agrega la imposición ineludible del “sentimiento único”. Un avance del imperio mundial sobre los espíritus, paradójicamente en plena exaltación liberal del racionalismo. Tal cual como en el mundo infeliz de las viejas novelas futuristas, donde se afirmaba la contradicción (el maligno Big Brother nos ama; la guerra es paz) y borraban la noticia inconveniente cambiando el periódico de ayer.

En la reciente Cumbre de la ONU contra el Racismo, se produjo un gran escándalo por las acusaciones del presidente de Irán al Estado de Israel. Los representantes de la Unión Europea abandonaron el recinto, al que tampoco habían concurrido aliados de los israelíes, como Estados Unidos, Alemania, Holanda, Italia y Polonia. Y grupos de manifestantes, disfrazados, perturbaron el discurso. El presente comentario sólo se propone situar los hechos en el razonable quicio. Por de pronto, no es la primera vez que se dicen cosas fuertes en reuniones internacionales, donde incluso a veces se han registrado insólitas actitudes violentas, incluyendo zapatazos. Conforme a noticias firmes que tienen estado público, quedaba claro que en la referida situación lo cuestionado fue expresión del mandatario de un país a punto de sufrir agresiones del ofendido.

Pero hay más y es algo desproporcionado, que no se compadece con la conducta observada en cosas mucho más graves. Se trata pues de un revuelo teñido de hipocresía, parcialidad y obsecuencia, que no se compadece con el silencio o la absoluta inoperancia de la ONU, frente a agravios infinitamente más importantes. Como las blasfemias sacrílegas propaladas por la televisión israelí contra los más sagrado de la Religión Católica; el inhumano arrasamiento de Gaza y el Líbano, o las confesas torturas de Estados Unidos. Por ejemplo, la asfixia simulada de prisioneros de Al-Qaeda en 266 ocasiones (cfr. “La Nación”, 21 de abril de 2009).


AMENAZANTE ETNOCRACIA

Es obvio que los calificativos lanzados por el presidente de Irán a Israel, se inscriben en las tensas relaciones de ambos países. Con los inmediatos antecedentes del cercamiento de pueblos, privándolos, como en Gaza, de alimentos y remedios con mortandad de mujeres, ancianos y niños. Las fuentes de agua cegadas en el Líbano… los bombardeos de poblaciones indefensas, los asesinatos selectivos. Hubo, es cierto por parte de Irán, una dura acusación de racismo en la Cumbre referida. Pero sobre el particular, vienen al caso las conclusiones esclarecedoras del distinguido profesor de la Universidad de Tel Aviv, Shlomo Sand, consignadas en un reciente artículo del diario “La Nación”. El catedrático judío, con gran libertad de espíritu, percibe en Israel una visión que califica de “monolítica y etnonacional”; lo que lleva a convertirlo en un pueblo circunscripto, vuelto sobre sí mismo. Esto hace del actual Israel un Estado étnico, de rasgos liberales, pero etnocracia al fin, que discrimina un cuarto de la población civil del país. El mito de la “nación eterna” le impide a Israel crear un concepto de ciudadanía moderna, porque continúa encasillado como el Estado de los judíos (y no sólo de los que allí viven, sino de los del mundo entero). (“Historia oficial y espíritu crítico”, “La Nación”, del 8 de abril de 2009).

Hay algo especialmente humillante para nosotros, que Israel agraviada reaccione a su manera, no es cosa que pueda espantar ni sorprender. Sí extraña y avergüenza que la DAIA haya obligado al Gobierno nacional a dar explicaciones, por la actitud de la delegación nacional que no abandonó la Conferencia. Lo cual dio pie para que las autoridades se disculparan… jactándose nada menos que de haber expulsado de nuestro país al Obispo Richard Williamson, por antisemita. ¿Cómo? ¿No era que la versión oficial había sido que se le pedía su egreso del pais por no tener en reglas los documentos inmigratorios y los vinculados a sus actividades profesionales?

Casimiro Conasco

miércoles, 26 de agosto de 2009

Actualidad


¿EXISTE TODAVÍA
LA LEALTAD?


Es curioso que “lealtad” sea una de las palabras más repetidas en la boca de nuestros políticos, y más en estos tiempos: “lealtad peronista”, “lealtad partidaria”, etc. Los psicólogos tienen su explicación, pero lo cierto es que es una paradoja: una virtud declamada y al mismo tiempo grotescamente despreciada. Veamos el carnaval de las candidaturas con que nos agobian los diarios.

Si se declama tanto, ¿será que aún queda algo de aprecio por la misma…? La realidad parece mostrar otra cosa. La lealtad no sólo no existe como realidad en el ámbito político, es algo en extinción en todos los ámbitos: en el laboral, en el religioso, en el educativo… Parecería hoy reducida a la caricatura del “amor a la camiseta”, con toda la “profundidad” que ello denota. Es más común la fidelidad a la “azul y oro” que la matrimonial, por de pronto es más estimada socialmente; entonces, ¿qué podemos esperar de la lealtad política?

En la conciencia cauterizada del argentino medio la falta de lealtad ni siquiera se contempla como pecado, es una realidad más que parece que deberíamos aceptar con los tiempos que han cambiado. No se guardan lealtades que antes eran obligantes.

Siempre me impresionó, por ejemplo, leer que de Louis de Wohl, sin dudas gran autor hagiográfico, se señale en la nota biográfica de sus libros que siendo alemán de nacionalidad trabajó como espía inglés durante la Segunda Guerra. ¡Es como exhibir que le metía los cuernos a su mujer o que mató de disgusto a sus padres! Y ojo que me molestaría lo mismo si siendo inglés hubiese espiado para Alemania.

Me consta que sus libros le han hecho bien a mucha gente… pero hay algo no me cierra. El Cid, a pesar de que su rey, Alfonso, era un pelandrún, como diría mi suegra, siguió guardando su palabra y su fidelidad… no se pasó al enemigo; altri tempi.

Parecería que todo se transforma en un objeto descartable: si soy jefe, a fulanito lo uso mientras me sea útil, después lo saco y si te he visto no me acuerdo; si soy un subalterno, lo mismo. ¿Lealtad a quien bien me sirvió?

Melancólico, creyendo “como a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor”, releo un asombroso fragmento del Tratado del Espíritu Santo de San Basilio Magno. Lo comparto:

“Miremos este cuadro: De los dos lados, terrible, la flota se lanza contra la adversaria; después, en el brillo de una implacable cólera, se lanzan unos contra otros y comienza la batalla. Imagina, si quieres que una violenta tempestad dispersa las naves, que una densa obscuridad caída de las nubes se entretiene, tapando la vista hasta el punto de hacer imposible toda distinción entre amigos y enemigos, porque en la confusión general no se reconocen los pabellones. Añadamos a este cuadro, para darle aún más animación, un mar turbado que se hunde e inflama, cayendo de las nubes violentas cataratas y una terrible agitación de olas levantadas por marejadas enormes. Y he aquí que de todas partes, los vientos se ponen a soplar en la misma dirección. Para la flota entera es la colisión. Entre aquellos que están en la línea de batalla, unos traicionan y se pasan al enemigo en el curso del combate, otros son obligados, todo a la vez, a avanzar contra el asaltante y a masacrarse entre sí bajo el golpe de la revuelta que suscitan el rechazo de la autoridad y el deseo de cada uno de ser el amo. (…) Ya no se oye la voz del comandante, ni la del piloto, es un desorden y una confusión terrible, porque el exceso de desgracias, trayendo la desesperación de sobrevivir, suprime todo temor de cometer faltas. Añade a esto una extraordinaria, una loca pasión por la gloria, tanta y tan buena que el navío tiene a bien irse a fondo, mientras la tripulación continúa disputándose el primer lugar.

“Y ahora, pasa de la imagen al mal que es su modelo (…) ¿La tormenta de la Iglesia no es más salvaje que el tumulto del mar? Todo límite puesto por los Padres se encuentra desplazado, todo fundamento, todo lo que servía de muralla a los dogmas de la Fe está quebrantado, todo lo que se levantaba sobre las bases podridas es trastornado, la menor sacudida los derriba. Nos lanzamos unos sobre otros y nos tiramos unos a otros. Si el enemigo no ha sido el primero en alcanzaros, de vuestro auxiliar viene la herida. Y si herido quedas tirado, tu camarada de combate te pisará al pasar. No estamos unidos más que en la medida en que probamos un odio común. Una vez pasado el enemigo, nos miramos unos a otros como enemigos…”

Hasta aquí el gran Basilio.

No estamos unidos más que en la medida en que probamos un odio común.

¡Esto está escrito en el siglo IV! ¡El siglo de los doctores de la Iglesia, el siglo de oro de la Patrística! ¿Qué nos quedará a nosotros?

Sería demasiado fácil imaginar y criticar a los “compañeros”, a los “correligionarios” o a cualquier otro bicho pululante; sería demasiado fácil si no fuese algo que nos duele también en carne propia. Si alguna vez nos emocionamos escuchando que “yo tenía un camarada”, hoy deberíamos llorar porque muchos de los camaradas que alguna vez tuvimos, aquellos que llenaban las plazas los 20 de noviembre o los 2 de abril, no murieron heroicamente, sino defeccionaron acomodándose a los tiempos. Y algo peor, ni siquiera fue por una “desenfrenada pasión por la gloria”, la más de las veces, la causa fue una rastrera ambición económica, o de poder, o de algo aún más infame. Y, si es posible, algo todavía más execrable, probablemente ni se dieron cuenta de que hacían algo malo, porque los hombres sabemos encontrarnos excusas con facilidad.

Ni por asomo me voy a detener en la poca hidalguía de Lugo pidiendo exámenes ADN, no vale la pena; menos aún me preocupan los excesos de Mr. K., o el encumbramiento de Guevara, Nacha; hay ejemplos más cercanos y dolorosos que nos cuestionan como Judas: “¿seré yo Señor?” ¿Seré el próximo? Si acaso no estamos en la lista de los “desleales” a Nuestro Señor, a su Iglesia, a la Patria, a nuestra familia, a nuestros maestros, a nuestros amigos, es simplemente porque nos sostuvo Su mano. Si no, sería imposible: la lealtad hoy es una Gracia “sobrenatural”.

¿Nos queda simplemente llorar el bien perdido? Sí, lloremos, no queda otra opción si es que lo único que nos une es el odio al adversario común. Ni esas lágrimas, ni el odio (por más justificados que sean) son capaces de hacer algo más.

Una vez que pase el enemigo, nos miraremos unos a otros como enemigos No sabemos si pasarán estos enemigos, si se recambiarán, cambiarán sus caras, o si se quedarán hasta el fin. No lo sabemos.

Nuestra historia reciente nos enseña esto: las divisiones que sufrimos sistemáticamente en nuestras filas, aquellas que nos han destrozado, aniquilado, no hablan de otra cosa que de falta de verdadera caridad. “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo de Pedro…” seguimos repitiendo sin recordar lo principal: “¿Por ventura Pablo ha sido crucificado por vosotros?” Y también es “lo principal” que el ser del Crucificado nos debe unir sustancialmente más que lo que nos desunen las diferencias que puede llegar a haber entre nosotros; muchas de ellas lícitas, dentro de lo opinable.

La falta de unión que exhibimos durante los últimos 50 ó 60 años no es otra cosa que una terrible “falta de lealtad a nuestro Rey”. “Ya no se oye la voz del comandante… el exceso de desgracias, trayendo la desesperación de sobrevivir, suprime todo temor de cometer faltas”. Y esa carencia de todo temor de cometer faltas es el supremo pecado que esteriliza los aciertos parciales que pudiésemos llegar a conseguir: la soberbia.

Conclusiones:

1. Que Dios nos ayude… porque los de afuera ya nos han devorado. Radio Colonia promociona su cobertura de las próximas elecciones diciendo algo así: “Mentiras, fraude, corrupción y más mentiras; Ud. necesita saber la verdad sobre las elecciones en Argentina, escuche Radio Colonia”.

2. No perdamos la Esperanza, porque la victoria final es del Señor de los Ejércitos, también y mejor conocido como el Buen Pastor.

Franco Ricoveri

martes, 25 de agosto de 2009

Internacionales


MALOS MODALES

LARRIQUETA SE CONFIESA

El Sr. Daniel Larriqueta ha escrito dos libros correlativos: “La Argentina Renegada” y “La Argentina Imperial”, de amena lectura y sólida base documental, que tratan de la colonización española y portuguesa de nuestro continente.

Lamento sinceramente encontrarme en una posición diametralmente opuesta con sus concepciones políticas. En efecto, el autor, que se desempeñara como funcionario durante el alfonsinismo, se declara liberal y demócrata (“me parece imposible un patriotismo al margen de la democracia”, dice). Refiriéndose a la cultura que surgió en Buenos Aires debido a su apertura al Atlántico y al Occidente y la recepción de la Ilustración —de la cual precisa que “el pensamiento católico es su enemigo”— dice que “me asusta que bajemos las banderas de su pensamiento liberal, transgresor, insumiso frente a la sombra amenazante del conservadurismo tucumanés que acampa en los suburbios y predican los censores, con o sin mitra”. Sin embargo, en otra parte reconoce lealmente que “El retoño indiano más esplendente era, sin duda, la Iglesia. Contra toda polémica allí estaba su inmenso desarrollo para testimoniar el sentido espiritual de la fundación hispana del Nuevo Mundo”.

Es bueno tener en cuenta estas palabras que permiten refutar a aquellos que reniegan de nuestros orígenes hispano-católicos. Más aún, aportan datos muy interesantes para ilustrar a quienes de la conquista sólo registran los excesos de algunos de los conquistadores. Rescatemos dos de esos datos:

1) el hecho de que los Reyes Católicos firmaron, el 20 de junio de 1495 una Real Cédula por la cual “declaraban libres a los hombres del Nuevo Mundo“, es decir, decidieron no trasladar la tradición esclavista, dando así a “los nativos del Nuevo Mundo la jerarquía de vasallos libres de la Corona de Castilla”, y

2) el hecho de que Juan de Matienzo, oidor de la Audiencia de Charcas, el 28 de noviembre de 1567 escribe al Rey, remitiendo su “Gobierno del Perú”, exponiendo sus ideas, entre ellas “la construcción de una justicia que amparase por igual los derechos de los españoles y los indígenas”.

En fin, lo que deseaba evidenciar mediante estos breves ejemplos, era nuestro origen católico, de donde surge una legislación que tiene en cuenta la dignidad creatural del hombre. Todo ello gracias a la Iglesia, que tiene hoy que enfrentar reiterados ataques, progresivamente más virulentos, no sólo en nuestra Patria, sino en todo el mundo.

TOYNBEE DEPONE

Buena prueba de esto son los grandes carteles que han aparecido en los buses de Londres con la inscripción “There´s probably no God, now stop worrying and enjoy life”; esto es, probablemente Dios no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida; y luego en España, tal como se puede ver leer en la nota que Aníbal D´Angelo Rodríguez publicara en el nº 80 de “Cabildo”.

De alguna manera esto me trajo a la memoria unas meditaciones de José Ortega y Gasset, de un curso dictado entre 1948 y ´49, luego publicadas en 1960 como “Una Interpretación de la Historia Universal”, examen de la obra de Arnold Toynbee. Allí nos dice Ortega que: “en las primeras páginas de su libro, sin darnos tiempo al primer respiro, Toynbee nos arroja a la cara su odio personalísimo a la idea de nación, y su fe bastante vaga en no sabemos qué cosa llamada a sustituirla […] Esas no son good manners, Mr Toynbee, esas no son buenas maneras”.

Algo parecido sucede con la inscripción de marras, que además de insolente, no es tan nueva ni tan progre. Personalmente la escuché hace algo menos de medio siglo. Pero infinitamente más importante es el hecho de que un judío de Alejandría, entre el 50 y el 30 AC, advirtiendo sobre el deslumbramiento que podía ejercer la cultura brillante del ambiente —una especie de Ilustración de su tiempo— y la seducción del paganismo, hablando como quien negara toda Trascendencia, escribió en Sabiduría 2, 6: “Venga, entonces, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la juventud”, para luego refutarlo en 2,21: “Así razonan ellos pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido”.

Toynbee fue director del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA); reitero que ésta es, en definitiva, la sociedad secreta ideada por Cecil Rhodes, quien ordenó en su testamento: “establecer un fondo para el establecimiento, fomento y desarrollo de una sociedad secreta, cuyo verdadero fin y objetivo será la extensión del poder británico sobre todo el mundo”, y cuyas filiales son el Council on Foreing Relations (CFR) en Estados Unidos y el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (CARI).

HUXLEY SE DROGA

Recordemos que uno de los principios del Imperio Británico es la Estrategia sin Tiempo, de desgaste —la Estrategia Fabiana— así llamada por el general romano Fabio Concuctator, quien la empleó para vencer a Aníbal. Propone su empleo la Sociedad Fabiana de Londres, a la que perteneció Aldous Huxley. Él mismo, como se recordará, fue discípulo de Toynbee, oficial de Inteligencia de Churchill durante la Segunda Guerra Mundial, participante de un proyecto en California y luego en Harvard para experimentar con marihuana, peyote y Ácido Lisérgico, cofundador del Instituto Esalen de California (1962), fundador de sectas adoradoras de la diosa Isis, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussetts, encargado fundamentalmente del estudio de la manipulación de la conducta individual y social, -y un etc. muy largo.

ADORNO ENLOQUECE

Director de la Escuela de Investigación Social de Franckfurt, filial de la Sociedad Fabiana, fue Theodor Adorno, musicólogo y agente del MI 6, autor de “El Hombre Autoritario”, al que define como todo aquel que considere que la vida debe regirse por principios metafísicos como la verdad, la razón, la moralidad, o Dios, y de “Introducción a la Sociología de la Música”, en donde teoriza sobre las ventajas del rock. Visitó Estados Unidos en 1939 para introducir un programa radial en la Universidad de Princeton (ésta, junto con Harvard, Yale y Columbia forman la base de la infiltración cultural británica en Estados Unidos), principio de transformación de la radio en medio de subcultura.

DEBIÓ TRABAJARSE ANTES

Claro está, no es tan sencillo no encontrar algún tipo de resistencia a todo esto. Carlos Camean Ariza, por ejemplo, (cfr. “Cristo Hoy”, 23/29 de agosto), ante la aplicación de la “educación sexual desde las salas de 4 años hasta el nivel terciario”, y ante la pregunta de “que deberían hacer los padres en desacuerdo con tales medidas”, respondió: “que debió trabajarse antes”. Acerca de qué buscan los sectores poderosos de los adolescentes y jóvenes, agregó: “sencillamente corromperlos. Un pueblo corrompido es más fácil de manejar. Y si lo logran desde la niñez tienen asegurado el éxito”. “Estos sectores no sólo son concientes, sino que [tienen] una actitud lamentablemente planeada y diseñada para que los padres y la Iglesia pierdan autoridad sobre los chicos”; “lo que tenemos que hacer es preguntarnos qué nos está pasando que no podemos influir en la sociedad y en los políticos”.

Sólo podría contestar que estos ataques a la Religión y a la Educación son claros ejemplos de la Guerra Política Cultural y de la Estrategia sin Tiempo, cumpliendo las clásicas misiones de desinformación, diversión, saturación de consignas, fragmentación social, para llegar a la adaptación gradual al deterioro moral progresivo y apatía ciudadana, plan diseñado por el Standford Research Institute, también parte de la red Tavistock de Estados Unidos, y que rige entre nosotros desde la instalación del Proyecto Democracia de las Naciones Unidas (aceptar las condiciones del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional Internacional, Organización Mundial de Comercio, etc.), cuyos dirigentes curiosamente no son elegidos democráticamente, sino por Imperialismo Internacional del Dinero, y ejercen su acción totalitaria sobre todo el mundo.

Para evitar esto no debemos hacer el juego a estos individuos y sus agentes locales. Debemos volver a nuestros orígenes hispano católicos, y recordar que en los Proverbios Salomónicos 11, 29, se lee: “El que perturba su propia casa heredará viento y el necio será esclavo del sabio”. Clarito, ¿no?

Luis Antonio Leyro

lunes, 24 de agosto de 2009

Poesía que promete

EL ÁNGEL

Que el hombre no sea indigno del Ángel
cuya espada lo guarda
desde que lo engendró aquel Amor
que mueve el sol y las estrellas
hasta el Último Día en que retumbe
el trueno en la trompeta.

Que no lo arrastre a rojos lupanares
ni a los palacios que erigió la soberbia
ni a las tabernas insensatas.

Que no se rebaje a la súplica
ni al oprobio del llanto
ni a la fabulosa esperanza
ni a las pequeñas magias del miedo
ni al simulacro del histrión;
el Otro lo mira.

Que recuerde que nunca estará solo.

En el público día o en la sombra
el incesante espejo lo atestigua;
que no macule su cristal una lágrima.

Señor,
que al cabo de mis días en la Tierra
yo no deshonre al Ángel.

Jorge Luis Borges

(tomado de su libro “La cifra”,
Buenos Aires, 1981)

domingo, 23 de agosto de 2009

Homilía sobre la Divina Providencia


LA CONFIANZA
EN LA PROVIDENCIA


La voluntad del hombre es por extremo suspicaz, de suerte que por regla general sólo se fía de sí mismo y teme siempre, por lo que atañe a sí propio, del poder y de la voluntad de otro. Lo que se posee de más precioso, fortuna, honor, reputación, salud, la vida misma, jamás se deposita en manos de otro, a menos de tener una gran confianza en él. Para el ejercicio de la caridad y del santo abandono, es, pues, necesaria una plena confianza en Dios.

La sabiduría del hombre es muy limitada en sus horizontes; su voluntad es débil, mudable y sujeta a mil desfallecimientos y, por consiguiente, en vez de tener confianza en nuestras propias luces y de desconfiar de todos, incluso de Dios, debiéramos suplicarle, importunarle para que se haga su voluntad y no la nuestra, porque su voluntad es buena, buena en sí misma, benéfica para nosotros, buena como lo es Dios y forzosamente benéfica.


¿Quién es aquel que vela sobre nosotros con amor y que dispone de nosotros por su Providencia? Es el Dios bueno. Es bueno de manera tal, que es la bondad por esencia y la caridad misma, y, en este sentido, “nadie es bueno sino Dios”. Santos ha habido que han participado maravillosamente de esta bondad divina, y, sin embargo, los mejores de entre los hombres no han tenido sino un riachuelo, un arroyo o a lo más un río de bondad, mientras que Dios es el océano de bondad, una bondad inagotable y sin límites. Después que haya derramado sobre nosotros beneficios casi innumerables, no hemos de suponerle ni fatigado por su expansión ni empobrecido por sus dones; quédale aún bondad hasta lo infinito para poder gastarla. A decir verdad, cuanto más da, más se enriquece, pues consigue ser mejor conocido, amado y servido, al menos por los corazones nobles. Es bueno para todos: “hace brillar su sol sobre los buenos y los malos, hace caer la lluvia sobre los justos y los pecadores” (Profeta Miqueas). No se cansa de ser bueno, y a la multitud de nuestras faltas opone “la multitud de sus misericordias” para conquistarnos a fuerza de bondades. Es necesario que castigue, porque es infinitamente justo como es infinitamente bueno; mas, “en su misma vida no olvida la misericordia” (Profeta Habacuc).

Este Dios tan bueno es “nuestro Padre que está en los cielos”. Como estima tanto este título de Dios bueno y nos recuerda hasta la saciedad sus misericordias, por lo mismo le gusta proclamarse nuestro Padre. Siendo El tan grande y tan santo y nosotros tan pequeños y pecadores, hubiéramos tenido miedo de Él; para ganarse nuestra confianza y nuestro afecto, no cesa de recordarnos en los libros santos, que Él es nuestro Padre y el Dios de las misericordias. “De Él deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra” (San Pablo) y ninguno es padre como nuestro Padre de los cielos. Él es Padre por abnegación, madre por la ternura. En la tierra nada hay comparable al corazón de una madre por el olvido de sí, el afecto profundo, la misericordia incansable; nada inspira tanta confianza y abandono. Y, sin embargo, Dios sobrepasa infinitamente para nosotros a la mejor de las madres. “¿Puede una madre olvidar a su hijo, y no apiadarse del fruto de sus entrañas?, pues aunque se olvidara, yo no me olvidaré de vosotros” (Isaías). El que ha amado al mundo hasta el extremo de darle su Hijo unigénito, ¿qué nos podrá negar? Sabe mejor que nosotros lo que necesitamos para el cuerpo y para el alma; quiere ser rogado, tan sólo nos echará en cara el no haber suplicado bastante, y no dará una piedra a su hijo que le pide pan. Si es preciso que se muestre severo para impedir que corramos a nuestra perdición, su corazón es quien arma su brazo; cuenta los golpes y en cuanto lo juzgue oportuno, enjugará nuestras lágrimas y derramará el bálsamo sobre la herida. Creamos en el amor de Dios para con nosotros y no dudemos jamás del corazón de nuestro Padre.

Es nuestro Redentor, que vela sobre nosotros; es más que un hermano, más que un amigo incomparable, es el médico de nuestras almas, nuestro Salvador por voluntad propia. Ha venido a “salvar el mundo de sus pecados”, curar las dolencias espirituales, traernos “la vida y una vida más abundante”, “encender sobre la tierra el fuego del cielo”. Salvarnos, he aquí su misión; salir bien en esta misión, he aquí su gloria y su dicha. ¿Podrá Él no sentir interés por nosotros? Su vida de trabajos y humillaciones, su cuerpo surcado de heridas, su alma llena de dolor, el calvario y el altar, todo nos muestra que ha hecho por nosotros locuras de amor. ¡Nos ha adquirido a tan alto precio! ¿Cómo no le hemos de ser queridos? ¿En quién pudiéramos tener confianza, si no en este dulce Salvador, sin el cual estaríamos perdidos? Por otra parte, ¿no es Él el Esposo de nuestras almas? Abnegado, tierno y misericordioso para con cada una, ama con marcada dilección a aquellas que todo lo han dejado por adherirse sólo a Él. Tiene sus delicias en verlas cerca de su tabernáculo y vivir con ellas en la más dulce intimidad.


Cuando os hallareis en la aflicción —dice el Padre de la Colombière—, considerad que el autor de ella es Aquel mismo que ha querido pasar toda su vida en los dolores, para con ellos poder preservarnos de los eternos; Aquel cuyo ángel está siempre a nuestro lado vigilando por orden suya sobre todos nuestros caminos; Aquel que ruega sin cesar sobre nuestros altares y se sacrifica mil veces al día en favor nuestro; Aquel que viene a nosotros con tanta bondad en el sacramento de la Eucaristía; Aquel para quien no existe otro placer que unirse a nosotros.


— Pero me hiere cruelmente, deja caer su pesada mano sobre mí.


— ¿Qué podéis temer de una mano agujereada, que se dejó atar a la cruz por nosotros?


— Me parece andar por un camino erizado de espinas.


— Pero si no hay otro para ir al cielo, ¿preferirías perecer siempre antes que sufrir durante unos momentos? ¿No es éste el mismo camino que Él ha seguido antes de vosotros y por vosotros? ¿Podréis encontrar una espina que Él no haya enrojecido con su sangre?


— Me ofrece un cáliz lleno de amargura.


— Sí, pero recordad que es vuestro Redentor quien os lo presenta. Amándoos como os ama, ¿podría resolverse a trataros con rigor, si no hubiera para ello una utilidad extraordinaria o una urgente necesidad?


Siendo como es bueno y santo, no obra sobre nosotros sino con los fines más nobles y beneficiosos. Su objeto es y será indefectiblemente uno: la gloria de Dios. “El Señor ha hecho todas las cosas para sí mismo”, nos dice la Escritura, y no hemos de lamentarnos por esto, pues esta gloria no es otra cosa que la alegría de darnos la eterna felicidad. Teniendo el universo por fin la glorificación de Dios mediante la beatificación de la criatura racional, síguese que en un plan secundario el fin de todas las cosas, al menos sobre la tierra, es la Iglesia Católica, pues ella es la madre de la Salvación. Todas las cosas terrestres, todas, hasta las persecuciones, están hechas o permitidas por Dios para el mayor bien de la Iglesia. Y en la misma Iglesia, todo está ordenado con miras al bien de los elegidos, ya que la gloria de Dios aquí abajo se identifica con la salvación eterna del hombre, de lo cual hemos de concluir que en un tercer plano, el término invariable de las evoluciones y revoluciones de aquí abajo, no es otro que la llegada de los elegidos a su eterno destino; tanto es así, que tal vez nos sea dado ver en el cielo países enteros, removidos por la salvación de un grupo de elegidos. ¿No es cosa loable ver a Dios gobernar al mundo con el único fin de hacer seres felices y regocijarse en ellos?

La voluntad de Dios es, por tanto, la santificación de las almas. No existe un solo segundo en que, en un punto cualquiera del universo, se le pueda sorprender ocupado en otra cosa. He aquí la razón de todos estos acontecimientos grandes y pequeños que agitan en diversos sentidos las naciones, las familias, la vida privada. He aquí por qué Dios me quiere hoy enfermo, contradicho, humillado, olvidado, por qué me proporciona este encuentro feliz, me ofrece esta dificultad, me hace chocar contra esta piedra y me entrega a esta tentación.

Todos estos procedimientos los determina su amor, su deseo de mi mayor bien. ¿Con qué confianza y docilidad no debiéramos dejarnos hacer y corresponder si comprendiéramos mejor sus misericordiosos caminos? Tanto más, cuanto que sin cesar pone al servicio de su paternal bondad un poder infinito, una sabiduría intachable. Conoce, en efecto, el fin particular de cada alma, el grado de gloria a que la destina en el cielo, la medida de santidad que la tiene preparada. Para llegar al término y a la perfección sabe qué caminos ha de seguir, por cuáles pruebas ha de atravesar, qué humillaciones ha de sufrir.


En estos mil acontecimientos de que estará formada la trama de su existencia, la Providencia es la que tiene el hilo y lo dirige todo al fin propuesto. Del lado de Dios que lo dispone nada viene que no sea luz, sabiduría, gracia, amor y salvación. Porque siendo infinitamente poderoso, puede todo cuanto quiere. Él es el dueño, tiene en su poder la vida y la muerte, conduce a las puertas del sepulcro y saca de él. Hay en nosotros sombras y claridades, tiempo de paz y tiempo de aflicción; hay bienes y males; todo viene de Él, no hay absolutamente nada de que su Voluntad no sea dueña soberana. Hace todo según su libre consejo, y si una vez ha decretado salvar a Israel, nadie hay que pueda oponerse a su voluntad, nadie que pueda hacerle variar sus designios; contra el Señor no hay sabiduría, ni prudencia, ni profundidad de consejos.


Bien es verdad que dispone de los seres racionales respetando su libre albedrío. Pueden, pues, oponer su voluntad a la suya, y parece que la tienen en jaque. Mas en realidad, la resistencia de unos y la obediencia de otros le son conocidas desde toda la eternidad, y las tuvo en cuenta al determinar sus planes; halla en los recursos infinitos de su omnipotente Sabiduría la mayor facilidad para cambiar los obstáculos en medios, a fin de hacer servir a nuestro bien las maquinaciones que el infierno y los hombres traman para perdernos. “Lo que yo he resuelto —dice el Señor en Isaías— permanecerá estable, mi voluntad se cumplirá en todas las cosas”. Obrad como queráis, es necesario que la voluntad de Dios se ejecute; os dejará obrar según vuestro libre albedrío, reservándose el dar a cada uno según sus obras; mas todos los medios que podáis emplear para eludir sus designios, Él sabrá hacerlos servir para el cumplimiento de estos mismos.

Entonces, ¿qué podemos temer?, ¿qué no debemos esperar siendo hijos de un Padre tan rico en bondad para amarnos y en voluntad para salvarnos, tan sabio para disponer los medios convenientes a este fin y tan moderado para aplicarlos, tan bueno para querer, tan perspicaz para ordenar, tan prudente para ejecutar?


Dom Vital Lehodey, O.S.B.
(tomado de su libro “El Santo Abandono”)

viernes, 21 de agosto de 2009

¿Qué es y qué hace la «Cienciología»?


UN EXPERTO RESPONDE

Declaraciones del padre Manuel Guerra Gómez

MADRID, domingo, 3 octubre 2004 (ZENIT.org).- «Una psicotécnica que ha sido convertida en religión, pero una religión en la que no hay fe y no se ora»: así describe Manuel Guerra Gómez --autor del «Diccionario enciclopédico de las sectas» (Ed. Biblioteca de Autores Cristianos)-- la «Iglesia de la Cienciología», que en septiembre pasado inauguró en la capital española su nueva sede.

Profesor emérito en Historia de las Religiones de la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos), Guerra declaró a la agencia Veritas que en los «templos» de la «Cienciología» «no se entra a orar a Dios, sino a hacer la auditación, a ver las técnicas y a ponerse de acuerdo sus miembros para organizar actividades".

Con palabras de la propia «Iglesia de la Cienciología», «es una religión que no requiere fe ni creencia. No es algo qué creer, sino algo qué hacer; es por lo tanto una filosofía religiosa aplicada. Por medio de la mente tienen confianza en uno mismo y se convierten en "superhombres"», apunta.

«La Cienciología --prosigue-- cree que, desarrollando las fuerzas o potencialidades ocultas de la mente humana, el hombre conseguirá salvarse a sí mismo».

«Curiosamente, usan términos cristianos vaciados de su sentido» --destaca--, tales como «iglesia», «jerarquía eclesiástica», «capellán» o «feligrés».

De acuerdo con Guerra, los «cienciólogos» «tienen ritos de matrimonio, funerarios, de imposición del nombre, reuniones semanales celebradas en domingo, etc. Suelen ir vestidos de clergyman, y en las ceremonias usan una especie de sotana un poco más corta, con una especie de pectoral. Eso desorienta a la gente y hace que parezca más próximo al cristianismo, pero no lo es».

Cuando se entra en la «Cienciología» «realizan el .auditing., o sea, una especie de entrevista en la cual el "auditor (oyente)" asesora al que recibe la auditación por medio del diálogo y sobre todo del aparato E-Metro. Como todo queda grabado, luego se puede volver contra ti si en una crisis quieres dejar el grupo», alerta el experto en sectas.

Además «se reciben una serie de cursos numerosos y cada vez más caros. Un francés, ante la enorme presión económica por su deuda, se suicidó --recuerda--. Su esposa, Nelly Vic, acusó en 1996 a Jean J.Mazieer, líder de la .Cienciología. en Lyon, quien fue condenado a 18 meses de cárcel».

Para Guerra, la «Cienciología» es secta porque «secta es un grupo autónomo, no cristiano, fanáticamente proselitista, exaltador del esfuerzo personal y que espera un cambio maravilloso de la Humanidad o del individuo».

«En el caso de la .Cienciología., este cambio maravilloso del individuo es que pasa del hombre al superhombre. Además, lo adornan con un aspecto casi místico, porque el hombre no se compone sólo de cuerpo y alma, sino de cuerpo, mente y .thetan., que es el cuerpo energético, etérico o astral. Sus ejercicios consisten en separar ese supuesto "cuerpo energético o astral" del físico"», explica.

Entre los elementos que la hacen «incompatible con la fe católica», señala que los seguidores de la «Cienciología» creen en la reencarnación de las almas y que «el alma se va purificando a base de esfuerzo personal». Aclara igualmente que el dios en el que creen «no influye ni en la vida de los hombres ni en la historia de los pueblos».

Sobre las razones por las que tiene tanto poder de atracción en actores estadounidenses, indica que «estos actores están muy estresados, y la .Iglesia de la Cienciología., por medio de la dianética, igual que otros métodos de potencialidad humana, hace que esas personas tengan confianza en sí mismas. Además, tiene una eficacia inmediata y ningún compromiso humano moral, porque como el dios en el que creen no interviene ni en la vida ni en la historia, pueden tener el código moral que ellos quieran», aclara.

Dicho «código moral» tiene 21 preceptos, entre ellos «sé moderado», «no asesines» y «trata de no hacer a otros lo que no quieres que te hagan a ti», prosigue.

Se trata asimismo de un credo «utilitarista, pragmático, cuyo lema es que lo que no es útil para uno, no sirve». «En esto influye mucho el pragmatismo chino, ya que L. Ronald Hubbart, el fundador, conoció el budismo cuando estuvo en China», recalca Guerra.

Éste también informó de que la Iglesia de la «Cienciología» ha sido prohibida en Alemania, en Francia y en Grecia: «En Alemania este rechazo comenzó con un boicot a la película "Misión Imposible", cuyos beneficios de taquilla pasaban en parte a sus fondos. El gobierno alemán, en un informe de 1996, la calificaba como muy peligrosa y con tendencia totalitaria. En 1993 el gobierno de los Estados Unidos le reconoció los mismos derechos y situación jurídica que las Iglesias y confesiones tradicionales».

miércoles, 19 de agosto de 2009

Obituarios


BENEDETTI:
PLUMÍFERO TERRORISTA

La muerte, hace pocos meses, del escribidor terrorista Mario Orlando Hamlet Ardí Brenno Benedetti Farugia, nos ha permitido aquilatar que la fuerza más importante y eficiente de la desinformación es la difusión en masa de ideas y juicios.

No tiene importancia que ellas y ellos sean burdos o un grosero producto de la dialéctica sofisticada. Todo desaparece alegremente en esta era de la multiplicación por la repetición. Sea cierto o falso, las masas “soberanas” aceptan lo que se reitera sin tasa ni medida por lo medios de comunicación, que responden a intereses inconfesables emanados de salones denominados “Pasos Perdidos” o de los más profundos dameros carbonarios.

Por cierto que al redactar esto no estamos mostrando lo inédito. Deseamos señalar lo paradojal. El fenómeno se está dando como nunca en la historia de sociedades que se jactan de racionalistas pero con una enorme gama de neurosis y complejos.

Las ideas “prefabricadas” aprovechan la tendencia humana al menor esfuerzo y hacen injerir intelectualmente al “hombre masa” lo que no analiza. Van cesando las funciones intelectivas y así como en las fisiológicas provoca atrofia. Queda en evidencia cuando la necesidad obliga a un esfuerzo. El intelecto resulta incapaz de llevarlo a buen término. El martilleo intelectual hace estragos. Pronto no habrá ser humano capaz de resistir el estado de animalidad e idiotez a que nos lleva el asaeteo relampagueante de periódicos, revistas, radio, cine y TV, coincidiendo el zurdaje y “la derechona” como decía gráficamente José Antonio.

Hace más de un siglo Charles Maurras escribía: “Así pues, si la mentira liberal se difunde en toda la tierra, el anarquismo y la democracia universal difunden la Panbootie anunciada por Renán y emergen en la época actual los bárbaros de las profundidades que predijo Macaulay, entonces el hombre podrá desaparecer como ente humano, tal como desparecerán la configuración del francés del griego o del latino”.

Lo políticamente correcto está en el aporte decisivo de Gramsci vuelto código de operaciones por el neo-marxi-leninismo. Ello implica que en estas sociedades no será posible la toma del poder político sin manejar el poder cultural.

Los lectores comprenderán que no puedo ampliar más esta importante cuestión digna de un estudio solamente a ella dedicado. Por ello voy a limitarme a invitarlos a una simple prueba a mano de cualquiera.

Tomemos los periódicos posteriores al 17 de mayo fecha de la muerte del “genio” que nos ocupa y veremos que por los medios nacionales e internacionales se desparramó una avalancha de laudatorios juicios no sólo sobre los escritos, sino también respecto a su postura ideológica ante la vida. Un aluvión inundó Montevideo de lacrimógenos recordatorios. Nadie recordaba tanta mediocre poesía leída en programas de radio y televisión.

Lamentablemente mal parido en esta bendita tierra (14 de setiembre de 1920) que mereció mejor suerte, pues vio alumbrar a grandes como Acevedo Díaz, Herrera y Reissig, Zorrilla de San Martín, Reyles, Roxlo, Juana de Ibarbourou…

El veinteañero “poeta” comenzó su “camino literario” en la década del ´40 con un estruendoso fracaso titulado “La Víspera Indeleble”. En 1956 publicó “uno de su títulos más reconocidos”: “Poemas de Oficina”.
Allí encontramos el titulado “Oh”, cuya emotividad burocrática damos traslado al lector: “Jefe usted está aburrido / aburrido de veras / hace veinticinco años que sabe sus asientos, que comprueba los saldos y revuelve el café”. Insuperable descripción del tedio solamente captable por un ser con sensibilidad superior. Por eso muy suelto de cuerpo declaró a un diario porteño: “Cuando escribo un poema generalmente pongo mucho sentimiento en el cuerpo. No sólo en los poemas de amor”.

Y prosiguió “inasequible al desaliento” con páginas que con “mensaje y lugares comunes supo mover los resortes más sensibles de la gente”. Al suplemento “Ñ” de “Clarín” expresó: “Nunca pensé en escribir literatura complicada, aunque la pudiera disfrutar. Uno hace lo que le sale. Y lo que más me salía a mí —como poeta sobre todo— era una cosa más sencilla”. Un ejemplo claro fue “Vivir Adrede” del año 2007 donde estampa profundos aforismos con juego de palabras.

Vayan algunos ejemplos. “Mi economía es lo contrario de la econotuya”, “El hormigón no es una hormiga gigante”, “Los médicos cubanos han curado tantas cataratas que deberían ocuparse de las del Niágara”.

Sus aportes con letras gramscianas llegaron al pentagrama para que las interpretaran partisanos como Los Olimareños, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Eduardo Darnauchans, Joan Manuel Serrat y Clotilde, la candidata de KK que lleva por alias Nacha Guevara.


Se ha dicho que Benedetti, nueva constelación del Parnaso, “es un escritor para la superficialidad y los aficionados a los lugares comunes” además “sospechoso de excesiva complacencia de sentimentalismo y de simplismo…” Ello seguramente le valió el recibir el VIIº Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana y, en el año 2002, el XIXº Premio Internacional Menéndez y Pelayo, dotado con cuarenta y ocho mil euros.

No se puede leer a Benedetti separado de su ideología marxista leninista. En la novela “El Cumpleaños de Juan Ángel” hace un alegato apoyando la lucha armada y terrorista.

De la misma manera, en “Pedro y el Capitán”, un drama teatral de muy escasos valores literarios, plantea la relación existente entre un militante de izquierda preso y su torturador. Fue una representación propagandística que recorrió quince países recibiendo el Premio Amnistía Internacional y galardonada como la mejor obra extranjera en México.

Un párrafo aparte demandaría enunciar su producción explícitamemnte blasfema, como el “poema” El Paraíso contenido en su libro “Cotidianas”. De allí la perplejidad sumada al dolor que ha causado en los buenos católicos tantos desatinados homenajes que le fueron prodigados por hombres de Iglesia.

En el año 1976 fue designado funcionario rentado del Partido Comunista de Cuba dirigiendo el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas. Ello le significó ser lanzado a la fama y los honores en América y el mundo siniestro. Desde entonces se apoderó de su cerebro una obsecuencia canina al Tirano habanero. Justificó todas y cada una de las acciones dispuestas por el Comité Central bolchevique.

Contra los disidentes como Heriberto Padilla fue implacable. Benedetti se enfrentó a Vargas Llosa, Jean Paul Sartre y Alberto Moravia señalando al eurocomunismo gramsciano que “entre la Revolución y la Literatura la prioridad es la Revolución. Matar es un agrio deber revolucionario”.

Paralelamente en Montevideo fundaba el Movimiento 26 de Marzo que actuaba como fachada legal del Movimiento Tupamaro que tenía a su cargo la lucha terrorista. El Movimento era la vía para hacerle llegar las consignas al general Líber Seregni y recibirlas de éste. Cubrieron todo el territorio uruguayo de Comités de Apoyo Tupamaro (CAT) por Barrios o Unidad Económica o Profesional, que permitieron un trabajo que desembocaría en poderoso Movimiento de masas instrumento del Alzamiento General Revolucionario. De ese momento es el estudio que Mario Benedetti titulara “Hemos Decidido Ayudar a la Historia” (diciembre de 1971). Pero el accionar de las Fuerzas Armadas encabezadas por el Presidente Bordaberry destrozaron la agresión.

De los que Dostoievski acertadamente llamó “Los Endemoniados” sólo quedó el polvo que levantaron al huir cobardemente. Entre ellos estaba el pequeño hombrecillo de sonrisa hipócrita bajo un payasesco bigote cepillo que dejando abandonada a su madre y mujer buscaba que su pellejo quedara intacto. Sólo volvería por los perversos caminos del demoliberalismo…

Dios le haya perdonado tanta ruindad.

Luis Alfredo Andregnette Capurro

martes, 18 de agosto de 2009

De pluma ajena


TESTIMONIO DE UNA
EX ADEPTA A LA
CIENCIOLOGÍA


Francesca: “Me di cuenta de la nada
con la que habia llenado mi vida”

—Ex adepta del grupo destructivo Cienciología,
fundado por Ronald Hubbard. Milan, 7 abril 09— (ZENIT.org)


“Conocí Cienciología en los años ochenta en Milán. Tenía treinta años y estaba separada y con un hijo. Trabajaba pero estaba insatisfecha e inquieta. Aparte del matrimonio, mi vida me parecía un fracaso. Un día me encontré entre las manos una hoja publicitaria que invitaba a «conocerse a sí mismo». Fui a hacer un test con 200 preguntas. Al final, me dijeron que era inestable e infeliz porque no podía expresar todo mi potencial”.

Así comienza la aventura de diez años que pasó Francesca en Cienciología. Un grupo que en algunos países del mundo disfruta del reconocimiento como nueva religión y de la exención de impuestos. Con el mismo colaboran personajes como John Travolta. La ha revelado ahora al diario italiano “Avvenire”.

Francesca ha salido hace tiempo de Cienciología. Cuenta con serenidad la experiencia:

“Tras veinte lecciones sobre «anatomía de la mente humana» se me acercaron personas que me contaron cómo la Cienciología había cambiado sus vidas mejorándolas y me invitaron a hacer más cursos. Aprendí que era un «tethan», un ser actuante y consciente pero a causa de mis «aberraciones» (es decir los traumas de mi vida) estaba atrapada en un cuerpo y había perdido conciencia.

“Mi existencia estaba constituida por una cadena interminable de vidas precedentes, en las que había seguido perdiendo conciencia. Ahora, sin embargo, gracias a Cienciología, podía salir de esta espiral para alcanzar la libertad total. Esta perspectiva de libertad, de dominio sobre la realidad, me fascinó. Además, practicar Cienciología no era abrazar ciegamente una creencia sino seguir un método científico probado por muchos con éxito. Este no ser una fe sino una ciencia me daba seguridad”.

A Francesca le dijeron que el mejoramiento le vendría través de una serie de grados en el Puente o Camino hacia la felicidad. Cada grado es un nuevo curso y nuevos dineros que hay que pagar a la organización. “Hay una técnica para todo y un costo para cada técnica, costo que sube a medida que se avanza por el Puente»”.

Tras algunos meses, Francesca decide que esto es lo más importante de su vida, abandona el trabajo y confía su hijo a una pariente. Entra en la organización de la Cienciología donde la hacen trabajar 12 ó 15 horas al día por muy poco dinero. No se preocupa porque tiene el dinero de la liquidación y además, piensa “dentro de poco seré tan capaz y libre que podré hacer lo que quiera”.

Pero las cosas no van como había pensado. Cuando llega a la condición de “claro” (un nivel de conciencia y libertad capaz de hacer a la persona autónoma) experimenta una gran alegría que le dura poco: “me parecía en realidad estar exactamente como en el punto de partida. Yo me decía que en los niveles superiores resolvería mis problemas pero siempre se va adelante y el Puente no acaba nunca”.

En aquel momento debía ir a Copenhague para pasar el nivel OT3, llamado el “muro de fuego”. “Trabajé muchísimo para lograr mi nivel OT3 aunque cada vez más me parecía ciencia ficción y no ciencia. Pero estaba ha habituada a pensar poco y a fiarme totalmente de los escritos de Hubbard. Volví a casa y no olvidaré aquel viaje porque empecé a tener perturbaciones mentales que antes no había tenido nunca: sentido de asfixia, pánico, incapacidad de mantener el control de mi conciencia. Luego he sabido que otros tuvieron perturbaciones semejantes al acabar el OT3”.

Al llegar a Italia, se sentía cada vez más fuera de la realidad: “creía que habría sido libre y en cambio me encontraba incapaz de resolver las cosas más banales de mi vida cotidiana. Mientras tanto, tras cinco años, el dinero de la liquidación se había acabado y yo no podía hacerme cargo de mi hijo. Decidí salir pero no fue fácil. Me hicieron acusaciones de todo tipo, intentos de hacerme confesar cosas que no había hecho, la amenaza (para mí gravísima) de no poder practicar nunca más la Cienciología por toda la eternidad (por tanto me negaban la vida eterna). Me dijeron incluso que usarían todo lo que dije en las sesiones de «auditing» (una especie de confesión ante un rudimentario detector de mentiras llamado «E-meter») sería publicado. Mientras tanto, me llamaban por teléfono muy amables diciéndome que yo era tan estupenda que justamente ahora no podía abandonar. Me fui durante algún tiempo a un lugar escondido porque me sentía acosada”.

La conclusión de Francesca es elocuente: “Se entra en Cienciología para autorrealizarse y uno se convierte en completamente dependiente de esta «ciencia». Para entrar en la organización avanzada, yo había firmado un contrato de dos mil millones de años: estaba completamente fuera de la realidad. La noche en que cumplí cuarenta años, me di cuenta de la nada con la que había llenado mi vida. ¿Y mi hijo, y mi trabajo? Con un terror mezclado con alegría, comprendí que tenía que comenzar todo desde el principio”.