LA PENÚLTIMA COMPRA K
“El mal vive de mil formas, ocupa la cúspide del poder… brota del abismo”
Reinhold Schneider
Reinhold Schneider
El universo K se deshace, y hay señales indicadoras de que la tarea de demolición de ese edificio de mentiras se realiza desde adentro.
Hasta el advenimiento del conflicto con el campo, K fue amo y señor de un país en el que pocos se oponían a sus designios.
El horizonte K parecía no reconocer límites, al amparo de un ciclo de crecimiento económico tanto internacional, como local gracias a la increíble soja, el estado K tuvo recursos insospechados.
El respaldo político lo buscó en el mesianismo ideológico del progresismo revolucionario. A cambio de su apoyo el montonerismo y sus beneficiarios, encontraron a su disposición, poder, dinero y medios de comunicación casi ilimitados.
Como todo absolutismo que se precie, necesitó confrontar y lo hizo todo el tiempo. Hubo demonios interiores a montones, las fuerzas armadas, la iglesia, la prensa independiente, el campo etc. y también exteriores que gozaron del privilegio de la abominación K.
El kirchnerismo llegaba para romper con el pasado, a reescribir la historia, a tomar venganza, a fomentar odios, todo esto era, según K, necesario para crear un país nuevo, ya que nada que valiese la pena había sucedido desde 1810.
A estas presunciones, características del totalitarismo, las llamaron “el modelo”.
En la década del cincuenta desde la U.R.S.S., a la disposición amenazante y persecutoria del estado hacia “los otros” se la llamaba “el campo socialista” respondía a una idea central, la dominación despótica de un país usando el terror.
Estrangulado y perseguido el campo por el desaforado K, “el modelo” que era puro cuento, termina en eso, en nada, y comienza a salir de la escena política argentina dejando ruinas.
Entre los últimos intentos de resistencia, y en defensa del “modelo” han aparecido extraños personajes convocados por K.
Dentro de esa recolección de apologistas y defensores prepagos, recientemente incorporó la variante de los llamados “intelectuales K”.
Estos cultos K llegan, en general, desde una destrucción, el neo marxismo, agonía más bien trágica que ahora tomó con no poco cinismo, el paradójico subtítulo de “progresismo”.
Pero son así, y hay que entenderlos, como se quedaban de a pie declamando en el vacío, y ya nadie los descifraba ni los entendía, agarraron el último tren, el esquivo destino hizo que les tocara el que llevaba los deshechos, el tren K.
Por ahí les arrimaron ciertos cargos públicos, tal vez para hacerles la vida más dulce, pero hay que decir en su defensa, que tienen por delante tareas peliagudas.
La primera sería algo así como la custodia del pensamiento K. El encargo absurdo por donde se lo mire, los obliga a adular a un espacio vacío. Sus contratantes nos recuerdan a esos reyes de Israel del Antiguo Testamento que buscaban profetas que tan solo dijeran lo que ellos querían oír.
Claro, son conchabos para intelectuales de alquiler. Ya lo hicieron entre tantos Aragón en Francia y Brecht en Alemania escribiendo lo que Moscú les dictaba y necesitaba difundir. Sabían que mentían y falseaban la realidad, pero, había fama y buen sueldo por medio…
El último documento de Carta Abierta no difiere de una payada, ni ideas ni proyectos, ni principios comprensibles, apenas palabras que repiten abusivamente la misma precariedad. Así, sobre la pobreza: “…Nos compete, nos atraviesa. Por eso podemos decir: no nos escandaliza. El escándalo es gesto espectacular y ademán avieso. El rostro de los pobres se vuelve superficie de inscripción de llamados evangélicos, sacralidades disponibles, obsceno plano televisivo y objeto de malversación política. Nos atañen tanto las vidas dañadas por la miseria como su circulación en un imaginario que las despoja de creación, potencia y libertad”.
Densa articulación de gansadas para cubrir lo que en seis años no fueron capaces de solucionar, apenas de agravar.
Como no pueden responder, divagan fiero, sobre si escándalo es la palabra adecuada. De todos modos, en este punto y como lo dicen con todas las letras, los entendimos bien: “no los escandaliza la pobreza”. Está claro, los intelectuales de carta abierta no se escandalizan fácilmente, ni siquiera ante la riqueza K.
No hay duda que tan solo encerrados en su ideología, aislados de la gente, pueden pensar que ese lenguaje tiene algún significado para el hombre común. ¡Ya les pasó lo mismo en los setenta muchachos! Nadie sabe de qué están hablando…
Mal que les pese, sus papeles no son más que accesorios y provisionales, comparsas k que regresarán a su libresco mundo cuando a K se le ocurra.
Mientras tanto sonríen delante de la corrupción —la más grande que haya memoria— de la miseria, de la destrucción de las instituciones, de la droga, de la inseguridad, del fin de la república.
En estos días hemos visto una foto de la presidente abriendo una canilla en Quilmes, dicen que se trata de una canilla con suficiente entidad como para requerir la presencia y el favor presidencial, pues bien en esa ceremonia, no exenta de grandeza y humedad, Cristina Fernández dijo que “los pobres son los que no piden nada y lo dan todo”.
Por favor, que alguien le avise rápido a la presidente que los pobres piden.
Claro que piden y a los gritos, todo el tiempo y con toda justicia. Piden trabajo digno y trato de hombres libres. Háganle saber, que ahí esta la raíz del escándalo, en no escuchar ese pedido o mucho peor, en ignorar que los pobres necesitan y porque necesitan lo esencial, piden, aunque la presidente no lo sepa.
En cuanto a la segunda parte de la frase, “y lo dan todo”, sería bueno que le informen que no lo han dado, se lo quitaron.
Ésta es la verdad, casi siempre desde el estado, a los pobres, —sospecho que para facilitar el enriquecimiento de los gobernantes— les han quitado todo.
Miguel De Lorenzo
3 comentarios:
En pocas letras ESPECTACULAR¡¡¡ Guillermo
Muy bueno señor Lorenzo.
Excelente Editorial.
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