miércoles, 27 de julio de 2011

Parlamentarias

PORTELA Y EL PARLAMENTO INSENSATO
  
  
Desde hace un tiempo vienen hablando de la regulación de los seguros privados de salud.
  
Como siempre, el asunto tiene que ver menos con proteger a la gente, que con el control de la caja.
  
Como la plata que está en juego es muy grande, el patrón del país, (Moyano) le echó el ojo y los K otro tanto, ambos en definitiva quieren acceder a esos fondos, y pelean  contra el otro grupo que son los dueños de esas empresas.
  
Guerra entre mafias que le dicen, y nadie ignora que esas guerras suceden cuando la guita en juego es mucha.
  
Por cierto que es necesaria cierta regulación y control, pero más necesario y anterior a eso, es el desarrollo de un plan nacional de salud, que no existe.
  
De cualquier modo, sacar a los empresarios, para que se hagan cargo los gordos de la CGT o los K, sería repetir la experiencia, más bien trágica de la AFJP, corregida y aumentada.
  
Deliberadamente dejamos al margen por ahora analizar el desamparo en que se encuentra el cuidado de la salud, para no extendernos en algo complejo, técnico y dilatado, y centrarnos en la actitud de un legislador de la UCR que vota a favor de un dictamen del oficialismo al que considera espantoso. Una de dos, o está infinitamente trastornado, o de alguna manera le pagaron por el voto.
  
En efecto, días pasados, el Vicepresidente de la Comisión de Salud del Congreso, el diputado Agustín Portela (UCR) “decidió acompañar” con su voto un despacho de comisión.
  
La noticia no iría más allá  de agregarnos una zozobra más, o de la percepción de una próxima y nueva indignidad, como suele suceder siempre que a los honorables se les ocurre aprobar otra ley.
  
Lo curioso, en este caso, es que después de votar —y ni siquiera vale la pena detenerse en qué cosa se votaba— el mismo Portela declaró que el proyecto  que había apoyado, era un “proyecto insensato”.
  
Algunos  medios, se refieren a lo dicho por el diputado como si se tratara de la mayor rareza: ¿Cómo es esto? a sabiendas, decidió ¡a favor de lo insensato!  Tal vez la respuesta justa sería que lo votaron, precisamente por estar desquiciado. Esa es la razón, lo eligieron por su irracionalidad; irracionalidad de la que el Congreso ya ha dado pruebas más que contundentes.
  
En realidad, la declaración de Portela es la pintura más estricta, real, exacta y fiel de lo que representa el parlamento. Así como el mal tiende a la nada, el Congreso tiende a demoler lo poco que queda en pie del país.  Portela, en todo caso, puso las palabras. Ni siquiera les cabría a estos sujetos como él aquello de no saben lo que hacen; lo saben bien, y lo dicen fuerte.
  
Hay quienes sostienen que el Congreso sería algo así como un conjunto de personas que, a la hora de legislar, no le hacen asco a nada, y que sin vergüenza, sin piedad, ni consideraciones  de ningún tipo, pueden votar no sólo en contra de lo que alguna vez pensaron  o creyeron, sino en contra de toda la nación y de toda su gente.
  
En la Argentina del modelo kirchnerista, lo asombroso, lo extraordinario, la noticia inesperada sería que el Congreso actuara sensatamente. Lo verdaderamente insólito sería que se ocuparan del bien común y que dieran señales de amor a la patria.
  
Sospechamos que no sucederá. Sospechamos que mientras dure la fiesta y puedan usar a destajo la plata del Estado, seguirán votando insensatamente, como hasta ahora, y que además nos lo dirán, como hace el diputado. Con la misma franqueza, los integrantes de la pos partidocracia inspirados en el modelo K que tanto ha enriquecido (a los K), parecería que, con igual fin y análogo fervor, se unieron para formar una gran sociedad de negocios legislativos.
  
Consideran que llegó el momento de terminar con las fingidas diferencias ideológicas, “mi límite” es Fulano o “mi límite” es Mengano, basta de simulación, y de maniobras personales e improvisadas de resultado incierto, van por algo más corporativo y redituable: ¿Nuestro límite? ¿Cuánto hay?
  
Asociación organizada de acuerdo a un esquema multifuncional, de modo que por ejemplo para solicitar “acompañamiento” de cualquiera, sean radicales, solanistas, capitalistas, socialistas, transexuales, liberales, kirchneristas, todas y todos, etc. etc, habrá que darse una vuelta por la empresa  “articuladora” unificada y… arreglar.
  
Es la  imagen del Congreso en manos de la gitanería pos partidocracia. La amenazante imagen de un lugar controlado y manejado, articulado, por legisladores que no son ni siquiera ideólogos, sino apenas mercaderes. Y para el mercader, ya se sabe, el bien común es un territorio exótico y lejano.
  
Miguel De Lorenzo
  

No hay comentarios.: