miércoles, 4 de marzo de 2009

Cultura de la vida


CUESTIONES DE
SEXO Y SESO


Como lo que hoy se denomina cultura llega a todos lados —y por eso hay que andar con cuidado— parece importante tomar los recaudos necesarios para fortalecer esa forma mentis, ese manojo de criterios básicos que esquemáticamente podríamos llamar realista. No digamos arquitectónica, teológica o jerárquica, sino al menos rústicamente ordenada, discretamente memoriosa y moderadamente lógica. Todo esto ya garantizaría un mejor y más dócil acceso a la realidad.

Así como una sana gnoseología podría resultar la clave de distinción para entender la naturaleza humana; algo así como la llave codificada para acceder al principio espiritual del alma, también la recta comprensión de la sexualidad es —en cierta manera— la variable estratégica para entender al hombre total, al hombre íntegro. Sin reduccionismos ni mutilaciones.

En efecto, de una mala definición de la sexualidad se seguirán demás errores antropológicos y, en consecuencia, morales. Sea en torno a la corporeidad, al genuino amor, a la fidelidad, a la familia o a la paternidad, por nombrar algunos. De ahí también lo perentorio que resulta definir bien esta importante noción. Porque la sexualidad subvertida es sólo un jalón más de la subversión cultural.

Entonces, es preciso entender las nuevas leyes y reglamentaciones de educación sexual a la luz de las ideologías en general. Y se entienden las ideologías dominantes sólo a través del prisma de la eterna lucha entre el poder de la luz y el poder de las tinieblas.

Vayan aquí algunas pocas consideraciones —no por sencillas menos olvidadas— que no vendría mal tener en cuenta ante la avalancha totalitaria de criterios educativos en materia sexual:

1) Se acusa, con insistencia llamativa, de haber descuidado la educación sexual. De haberla convertido en un tabú, en primer lugar por culpa de la Iglesia Católica. Pero se suele confundir el sentido del tabú con el sentido del pudor. Recordemos que el pudor se da en tres ámbitos: la vivienda, la vestimenta y el lenguaje. La intimidad debe quedar resguardada en estas tres dimensiones. No todo se puede decir o ver sin distinción de tiempo, lugar o circunstancia. Decir algo en una clase, que justifique una sensualidad mórbida, un desorden glandular o una curiosidad malsana, o dar más información de la prudentemente necesaria a determinada edad, no es una batalla al tabú: es un atropello al pudor. Que no instale el baño en la terraza de mi casa o en la vidriera de mi negocio no quiere decir que con actitud timorata haga de mis necesidades vitales un tema tabú. Sólo significa que mi presentación en sociedad la realizo con el rostro.

2) Tal como lo avizoró el Padre Castellani, el liberalismo levanta monumentos a las causas y cadalsos a las consecuencias. Porque el liberalismo es como un monstruo disfrazado de cordero. Su estrategia es muy parecida a la que usa el diablo para tentarnos. En consecuencia, si se predica y se promueve el liberalismo, que después no se lamente el inevitable desenlace. Si se institucionaliza el pecado que no se pida como fruto una vida virtuosa. Si se promueve el desparpajo, que no se mendigue la decencia. Si se le concede lo más alto del rating a la impudicia, que no se acuda a las cámaras ocultas para denunciar la perversión.

3) Está muy bien que se eduque con sentido preventivo. Dicen que Don Bosco lo hacía. Pero esto consiste en preparar el alma para situaciones que —aún en potencia— no se han hecho actuales, visibles, operantes. Prevenir no es pergeñar cosas que no existen. Tampoco es presuponer una sexualización de la conducta a una edad tan temprana que cualquier criterio psicoevolutivo desecharía.
Menos todavía consiste en genitalizar absolutamente todo en el niño, cayendo en una monopolización sexológica de cuanta conducta o comentario manifieste, en contra del más elemental sentido común. Todo esto está muy cerca del delirio erotomaníaco. Reclamemos el derecho a que nos crean que si hablamos de órgano, también estamos refiriéndonos a un instrumento musical. Y si aludimos al acto, estamos pensando en el del 25 de mayo.

4) No se deben aceptar separaciones donde no las hay. “Podés elegir, es tu cuerpo”, nos dicen. Error. No tenemos un cuerpo como quien tiene una moto y dispone de ella instrumentalmente. Somos nuestro cuerpo. Mi cuerpo soy yo. Somos un cuerpo habitado por un alma espiritual.
Y ese ser que se llama creatura está vocado a una vida virtuosa para ver después a Dios cara a cara. No existe el cuerpo si no es habitado por el alma. Como la tradicional broma de los chicos de golpear al compañero y defenderse arguyendo: “no fui yo, fue mi mano”, es ridículo establecer esta separación. Sin embargo, de igual manera se autonomizan los órganos sexuales, y se los clausura y encasilla en los parámetros de placer-displacer. Y al separar lo que nunca debió autonomizarse se los personaliza, llegando a situaciones por demás representativas como las exitosas obras teatrales Diálogos del pene o de la vagina, con sus correspondientes públicos afines a tamaña locura. Es curioso. Se separa lo que tiene una sola identidad y se une lo que tiene sustancialmente dos realidades. Para abortar es mi decisión y es mi vida. Para fornicar no soy yo, es mi cuerpo y son las necesidades de mis instintos.

5) La sexualidad no es un invento de este gobierno ni del ministro de salud. Es recomendable no acercarse al tema empapado de snobismo. La Iglesia ha enseñado mucho y bien al respecto. No caigamos en una versión barata de la amnesia del descubridor, de la que hablaba Pitirim Sorokin. Las leyes positivas se han separado tanto de las leyes eternas que llegan casi al ridículo. “A partir de mañana, por decreto de necesidad y urgencia, la erección se adelantará dos años”, podría ser la nueva norma para EGB 3 y Polimodal. Cualquier educador sano sabe el tiempo de la sexualidad en la tarea formativa de la persona total.

6) Sólo se entiende bien la sexualidad desde la persona. Y sólo se entiende la persona desde Dios. Es preciso insertar la realidad sexual en el compromiso de ser virtuoso. Y el compromiso de ser virtuoso en el destino final de la Mesa Celestial. El placer está regulado por la templanza y por criterios de prudencia, no por las enfermedades de transmisión sexual ni por el rendimiento escolar. El placer sin virtud no es materia de promoción curricular.

7) Finalmente y a modo de anexo, un comentario epistemológico: la tan popular sexología no existe. Salvo que se la enseñe en las horas de química o zoología. ¿Qué es? ¿Una descripción de cómo funciona el pene o de qué modo se realiza el apareamiento? Entonces que se dé en Biología, y con reservas. ¿Un recetario sobre obtención de placer? Que se dé en Ética. Mal nacida como está, difícilmente se adapte a alguna de las dos. No tiene absolutamente ningún fuero propio que reclamar —mucho menos de índole educativo—. Es preciso y urgente llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan, y a lo puerco, puerco.

Jordán Abud

1 comentario:

CCQ dijo...

Muy bueno.

Disculpen que los moleste con una pregunta marginal pero me interesa. Dice en el artículo que "Tal como lo avizoró el Padre Castellani, el liberalismo levanta monumentos a las causas y cadalsos a las consecuencias." Esa frase es originalmente de un discurso parlamentario de Vázquez de Mella. ¿En qué lugar dice Castellani es frase?

¡Muchas gracias!

Esteban T.