PARA EL TIEMPO
DE ADVIENTO
Del seno de tu Padre sempiterno,
Y que naciste para bien del mundo
Al declinar el curso de los tiempos:
Alumbra nuestros pechos con tu brillo,
Y con las llamas de tu amor incéndialos,
Para vaciarlos de lo transitorio,
Para llenarlos del afán del cielo;
Para que cuando el Juez que ha de juzgarnos
Condene al fuego eterno a los perversos
Y llame al cielo, con su voz amiga,
A los que buenos y piadosos fueron,
No nos perdamos en el torbellino
Devorador del infernal incendio,
Sino que, viendo a Cristo cara a cara,
Compartamos su gozo duradero.
Gloria sin fin al Padre soberano,
Y al Hijo que ha nacido de su seno,
Y al Espíritu Santo que los une
Y que es el verdadero Dios con ellos.
Francisco Luis Bernárdez
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