lunes, 8 de diciembre de 2008

Ave María Purísima


DIOS TE SALVE, MARÍA

Con todo el cariño y devoción con que un hijo se dirige a su madre, te saludamos, María, pidiéndote que en estos momentos tan difíciles que vive nuestra Patria ayudes a su pueblo y a sus gobernantes.

Ni en la tierra, ni en los cielos, ha habido ni habrá una pura criatura más excelsa que Tú. Al mismo Dios le fue necesario tu Sí para enviarnos al Redentor.

Desde que Colón pisó estas tierras, tu nombre fue invocado en todo lugar de Hispanoamérica y en tus preferencias uniste al indio y al evangelizador español. Por eso Guadalupe, por eso Luján.

Liniers te convocó para expulsar al invasor y, como testimonio, a tus pies se guardan sus pendones en la Basílica de Santo Domingo.

Belgrano y San Martín te ofrecieron sus triunfos y te nombraron su Capitana. Nuestros soldados defendieron nuestra libertad y nuestros derechos luciéndote en sus pechos con el escapulario del Carmen o el Rosario con que te invocaban. Así en Salta, en Maipú o en las Malvinas.

Ayer, la adhesión argentina a la definición del Dogma de tu Inmaculada Concepción y su consagración como Nación a tu Divino Corazón. Hoy, tus procesiones y fiestas. Toda una tradición mariana.

Nuestra Constitución reconoce como propia la religión de tu Hijo e indica que el Presidente de la República deberá profesarla y promoverla entre los indios, para su conversión.

No hay pueblo, no hay lugar en toda la extensión de nuestro territorio, desde los Andes hasta las playas atlánticas, donde tu Santo Nombre no sea venerado.

No permitas, por eso, que a nuestra Patria lleguen la blasfemia y el odio hacia Ti escondidos en la cínica invocación de tu nombre. Por todo esto, para que nos enseñes tu paciencia y tu fortaleza, no nos cansaremos de invocarte y rogarte que nos protejas, que nos cobijes bajo tu manto de Madre, que te acuerdes de esta Patria que es Tuya:

DIOS TE SALVE, MARÍA.

Nota: Publicado en diciembre de 1985, segunda época, año X, nº 95.

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