jueves, 10 de septiembre de 2009

Editorial del Nº 83


LA DISCORDIA,
ESA PELIGROSA ESTRATEGIA

Si hemos de creerle a la mitología, cierta deidad causó la discordia, arrojando una manzana para la más bella, cuya posesión disputó con egomanía furiosa una de las presuntas destinatarias del objeto frutal. Y si hemos de creerle a los registradores de extrañísimas sectas, hacia fines de los años cincuenta del siglo XX, un yanqui alucinado, Greg Hill, fundó la religión del Discordianismo con el propósito de dar batalla a la armonía y el orden.

No necesitará el lector mayores detalles para advertir que estamos evocando la realidad argentina. Porque el kirchnerismo es, entre otras tantas degeneraciones, una técnica del conflicto permanente, una manía por la desavenencia, una ruinosa obsesión por el resentimiento, un culto fatídico por la disensión rencorosa y las querellas vengativas.

Contrastando con su impiedad manifiesta y su ateísmo práctico, tiene la dupla siniestra que al gobierno encarna, la devoción por la ira de los necios que condena la Escritura (Proverbios, 27, 4), hasta hacer del odio una fe subvertida y canallesca. Porque bien enseñaron los Padres que cuando la ira repentina se convierte en odio duradero, el alma se vuelve homicida, y despojándose de la caridad se mata a sí misma y asesina al prójimo. Se entiende que los llamados intelectuales K hayan salido en defensa de un odiador profesional del oficialismo, para más señas atocinado delincuente piquetero.

Lo grave de esta discordia, retratada a grandes rasgos, es que la misma no consiste solamente en el vicio privado o en el morbo psicológico individual de Néstor y Cristina, patológica yunta de pobres diablos nativos. Lo verdaderamente grave es que la desunión y la atomización de la comunidad argentina, la disensión exasperante y el quiebre de la paz social, es su programa y su táctica para asegurarse la permanencia en el poder. Como es grave que para el logro de tamaño fin cuente el Estado con esbirros impunes, adiestrados para vulnerar a la ciudadanía e impedir agresivamente cualquier expresión de repudio al modelo.

¡Cuidado con minimizar esta violencia de los mercenarios! Están bien pagos, y son a su vez los sórdidos garantes del latrocinio de sus mandantes. Ya se los vio en acción, arrollando y amenazando, bajo la tutela cómplice del Poder Judicial, garante de los desmadres del Poder Ejecutivo.

La discordia, el garrote y el odio son hoy las instituciones malignas en la estrategia política de los Kirchner. Les molesta el catolicismo, la historia verdadera, las guerras justas de la patria, el orden natural, el federalismo, el señorío de la palabra libre y veraz, las tradiciones nacionales, los soldados que enfrentaron al marxismo, el trabajo rural, y sobre todo la realidad. Porque lo real —lo real en ellos, inmundos ricachones, y en el prójimo convertido en objeto de sus múltiples saqueos— no concuerda en absoluto con el discurso ideológico que gustan repetir.

¿Puede una nación vivir sin concordia? Va de suyo que no, y a la respuesta de Aristóteles nos remitimos cuando en la Ética Nicomaquea enseña que sin esa amistad política, la ciudad se desarticula y los comunes intereses se desmoronan. Pero tampoco cabe el engaño de aquellos ilusos, que creen que a los causantes de tantísimo daño planificado puede pedírseles alguna contribución a la paz, algún aporte a la reconciliación o algún gesto magnánimo. Estamos obligados a combatir las causas y los causantes de la discordia odiosa y virulenta, sin fomentar la unidad de los opuestos, de la que saldría mayor espanto y ruina enorme.

No acabarán los Kirchner como Dorrego, según la comparanza inaudita y ofensiva que enarboló dos veces la bruja. Nadie fusilará sus carnes quirúrgicas, destino final de la gusanería como toda materia humana. Terminarán como ya acabaron, aunque se nieguen a verlo: objetos del desprecio entero de los argentinos decentes, corridos de la historia a fuerza de denuestos, escupitajos y patadones en el traste, rumbo a alguna jaula, que es el modo en que suelen abandonar el escenario los peores payasos, mientras el público celebra. El tiempo prueba que la discordia suele arrasar de este modo a quienes no quieren ser sus solucionadores sino sus estrategas.

En lo que a nosotros concierne —y si fuera cierto lo que muchos prevén sobre la posibilidad de un enfrentamiento civil provocado por esta gentuza— Dios nos conceda el don de resistir sin desmayos.

Antonio Caponnetto

6 comentarios:

Fernando José dijo...

Excelente editorial, revela la técnica del conflicto permanente y el cultivo del odio desarrollada por los Kirchner.

En total acuerdo con lo de la jaula ¡Pero que vengan pronto las rejas! ¡Están haciendo tierra arrasada con el país!

Con respecto a la pena de fusilamiento me permito consignar que si se estableciera la pena de muerte en el Código Penal, ella podría alcanzar a los Kirchner por delitos anteriores a su sanción, de comprobarse los mismos y estar comprendidos dentro del tipo penal, ya que la Corte Suprema de Justicia ha derogado el principio de irretroactividad de la Ley Penal durante la campaña de persecución de soldados y policías argentinos.

Igualmente, en el caso de sancionarse la pena de muerte, no parece apropiado el fusilamiento, que tiene un tinte militar y cierta honorabilidad, para ser aplicado en el caso de vulgares delincuentes. Para éstos, históricamente, se utilizó el garrote vil o la horca. En el Derecho Penal Internacional vigente se observan penas privativas de la vida a través del paso de corriente electrica (silla eléctrica), del paso del gas (Cámara de gas) o la inyección de sustancias químicas, habría que evaluar la conveniencia de cada una de ellas y compararlas con nuestros antecedentes históricos desde el Fuero Juzgo en adelante.
Fernando José Ares

Anónimo dijo...

Esto no es solamente marxismo, es "cheguevarismo" con una técnica de foquismo dialéctico confrontativo, en que no se confía ni en los más allegados al "líder". El día que los nacionalistas tengamos humildad y aceptemos los errores, y que somos pecadores víctimas del Pecado Original que a todos nos afectan, ese día podremos resurgir. Mientras tanto, seguiremos atomizados. El Gobierno no necesita dividir a los que ya estamos divididos... porque no nos unimos en La Verdad
Emilio

Anónimo dijo...

Gracias Emilio: lo que acabas de decir es ademas de un lugar común, una simple excusa para seguir divididos, en casita y sin transpirar la camiseta. Retorica nada mas para justificar el inmovilismo.
El editorial impecable y la revista que ya la lei toda, esta buenisima especialmente la nota de D'angelo.
Marcelo

Anónimo dijo...

Marcelo, no hay prédica de inmovilismo alguno. El Combate más difícil que tenemos los nacionalistas es contra la propia soberbia. ¿Es eso inmovilismo? ¿Predicar la Virtud es inmovilismo? No, muy por el contrario. Y la otra cosa que nos falta, es un solo Pastor a quien poder responder con claridad. Pero sin humildad... "¿quién aceptaría seguir a otro, sea autoridad civil o espiritual? La división está instalada hace mucho. Todos los nacionalistas exigen que los sigan, pero nadie quiere seguir a nadie ¿No es eso atomización? Traducido: soberbia, falta de humildad. Sobre todo, cuando a quien hay que seguir es a Jesucristo. La soberbia es un impedimento grave. No desmovilizo, solamente indico el principio, por dónde hay que comenzar... Se da más crédito a una descalificación o a falsos chusmeríos (sobre todo por falsos y a veces hasta injuriantes, sin prueba alguna), antes que a la causa común. Y cuando la "causa común" es la propia... no habrá gran diferencia con cualquier ideología política de las que pululan en el supermercado electoral. Y se confunde la "causa propia" con el Bien Común... ¿No es eso atomización? Cuando la mayoría de los argentinos es normal (y sin hacer referencia a una cuestión de números tampoco), permitimos que los dirigentes sean anormales, pero no hablo solamente de autoridades en el gobierno, sino que es un mal que afecta a toda la dirigencia completa en el sistema. El Católico Nacionalista desprecia todas las ideologías, porque sigue la Doctrina Positiva. Espero haber sido suficientemente claro
Emilio

Anónimo dijo...

Emilio, el problema lo presentas abstracto, el pecado de soberbia va a existir y ha existido siempre,lo mismo la falta de humildad, salvo que pidamos vivir una comunidad de angeles.
Como no va a ser asi, no vamos a vivir nunca en una comunidad de angeles por que somos hombres pecadores, habrá que tener capacidad de discernir, entre quien hace las cosas por el Bien Comun y quien por su propia causa como la llamas vos.
Si esperamos que el nacionalismo se convierta en una comunidad de angeles, te aseguro que nunca nos vamos a organizar, por consiguiente no le vamos a hacer ni cosquillas al Regimen, y la Argentina va a desaparecer como practicamente ha desaparecido ya, mientras nosotros seguimos esperando. Ergo, el discurso tuyo en la practica, se presenta inmobilista. Atentamente
Marcelo

Anónimo dijo...

Solamente como respuesta le dejo un link reciente:

http://diariopregon.blogspot.com/2009/09/jordan-bruno-genta-el-filosofo-y-la.html

Texto que me da la razón. "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?" Lo primero, entonces, es salvar el alma practicando las virtudes y buscando la santidad. El resto, vendrá por añadidura...

Es más difícil esto que hacer un movimiento bobo que irá al fracaso porque un conjunto de soberbios cree que alcanzando el poder podrá solucionar todo como por arte de magia. Es más, sería más de lo mismo pero con otro formato, sea cual fuere el régimen que pretendieran implantar

Emilio