lunes, 28 de junio de 2010

Un fruto más de la perversión kirchnerista

LA UNIÓN DEPRAVADA

Aunque por los repetidos golpes la desolación ya nos es familiar, día a día los sucesos van agotando el bagaje de interjecciones. Como es sabido, una señora de sugerente apelativo, ex titular del INADI, acompañada por un español audaz y ambiguo —basta verlo en la fotografía que oportunamente le tomaron— expuso, a mediados de mayo de 2008, en el Senado de la República Argentina su proyecto de ley para consagrar el matrimonio entre degenerados (aclaración pertinente: conforme al lenguaje ineludible, degenerar significa dejar de corresponder una persona o cosa a su primera y natural condición).

De cualquier modo, que un libertino o una libertina o que cualquiera presente un proyecto de semejante naturaleza ya no sorprende. Esto pertenece al Plan Antidiscriminatorio de Néstor Kirchner, sancionado por Decreto N° 1086/ 05; en plena vigencia y ejecución. Lo que sí pudo sorprender en su hora fue que no se lo impugnara, denunciando enérgicamente su malicia, por ser un monumento (400 páginas) de iniquidad y persecución a la religión católica.

En ocasión de este proyecto de nupcias homosexuales, produjo gran desconcierto un artículo publicado por el influyente matutino “La Nación” (del 23 de mayo de 2008). Casi podría decirse que su título lo dice todo: “La Iglesia se opone, pero no se siente sorprendida”. ¿Vale decir que lo esperaba, conforme al Decreto 1086? La crónica se refiere a las manifestaciones del Padre Alberto Bochatey, vicepresidente del Instituto para la Familia de la Universidad Católica Argentina. Y dice que —según Bochatey— el acento, en este caso, está en el respeto por la dignidad y la libertad de la persona homosexual…

La curiosidad del enjuague empuja a seguir leyendo, para comprobar una gran aflicción del catedrático de la UCA. Porque en éste y otros casos similares —consigna el comentario— él y otros cristianos se sienten discriminados: “Nos descalifican porque dicen que nuestros argumentos surgen de la fe y no de la razón, y esto es altamente discriminatorio y anticívico, y habla de un desconocimiento de nuestro nivel académico”.

Aparte de la condolencia por tanto amor propio herido, habría que agradecer al académico su tácita pero tajante confesión del espíritu vigente en la UCA, libre en lo posible de cualquier preeminencia dogmática. Coherentemente, no hace mucho el decano de su Facultad de Filosofía había menospreciado las certezas absolutas (“La Nación”, 28 de octubre de 2006).

Felizmente se oyeron otras manifestaciones católicas. La Corporación de Abogados Católicos con su habitual precisión y firmeza, repudió categóricamente el proyecto, afirmando que con esa iniciativa el Gobierno añade “un ingrediente de vital importancia, en la obra demoledora de los valores morales en los que se asienta la sociedad argentina”.

Y recordó que “el matrimonio es una institución de orden natural que existe grabada en la mente y en el corazón de los hombres, por lo que es propia de la persona humana. Dios los creó varón y mujer, «para que se hicieran una sola carne», y les dijo «creced y multiplicaos». Éste es el origen del matrimonio y de la familia, y no el remedo que se pretende introducir, en desprecio de estas instituciones fundamentales que a la sociedad le interesa proteger”.

Igualmente levantaba el ánimo la clarividencia de Notivida. El 6 de mayo ya advertía sobre avances homosexuales íntimamente relacionados —como un anticipo— con la presente iniciativa de la INADI. Referíase a una modificación de la Ley Antidiscriminatoria —proyectada en consonancia con el Decreto 1086/05— por la cual se presumirá discriminatoria toda disposición de carácter público o privado que depare un trato “desigualitario”. En el Código Penal, título 1 de los Delitos Contra las Personas, se incorporaría un capítulo sobre Discriminación, para penalizar con prisión, entre otros, al que “alentare o incitare” la discriminación por “orientación sexual”.

Es fácil advertir las consecuencias de tan vagas expresiones en una ley penal. Y demás está decir que al modificarse así la Ley Antidiscriminatoria, simultánea y automáticamente se convalidan todos los reclamos del lobby gay, incluido el “matrimonio” y la adopción. En otras palabras —podríamos concluir— se está consolidando el amenazante dominio homosexual.

Frente a todas estas cosas, resuenan las palabras de San Pablo, que parecen un terrible cuadro de nuestra época: “Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentan sus propios cuerpos… Por eso los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contrario a la naturaleza. E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos…” (I Romanos, 1, 24 ss.).

Casimiro Conasco

1 comentario:

Víctor dijo...

La claridad de sus palabrasme hace reflexionar sobre la triste situación de la Argentina, pero me insita, al mismo tiempo, a pensar en una solución, la cual veo un tanto lejana, pero concretable, y puede expresarce en un grito de ¡Viva Cristo Rey!.
¡Dios nos libre del error!