sábado, 8 de agosto de 2009

Poesía que promete


EL PEQUEÑO
JUAN MANUEL


Aquella patria antigua de ibérica prestancia,
con su roldana de agua o su barril de mosto,
con el fuego en las calles, aquel doce de agosto,
probó que conservaba su evangélica infancia.

Era la patria henchida de imperial gravidez,
los hijos bien nacidos de las flechas y el yugo,
el fruto de Castilla, su lagar, su mendrugo,
retoños de heroísmo florecido en niñez.

Pequeños se veían prestando algún servicio,
tal vez como artilleros, con los bravos Miñones,
acarreando en sus ponchos las balas de cañones,
dispuestos como adultos al final sacrificio.

Cartuchos de fusiles o piezas de metralla,
tinajas para el agua, para la sangre vendas.
Todo lo tributaron en alegres ofrendas,
sus voces y sus risas fueron casco y muralla.

En las tropas menudas como espuelas de fletes
se destaca un chiquillo de acciones valerosas.
Lo llaman por su nombre, es Juan Manuel de Rosas,
carga un viejo mortero para los Migueletes.

En el hogar paterno vio las primeras lanzas,
tercerolas y sables le suenan familiares,
hay épicas memorias que recorren sus lares
de antepasadas huellas o bravías andanzas.

Ahora pesa este hierro para sus trece años,
esta boca de fuego, maciza portañola.
Ahora estrena su raza criolla y española
que no admite invasores ni extranjeros engaños.

Tiene porte de mando, siendo apenas muchacho,
en su mirada rubia hay azules añejos,
oye como repiques que le llegan de lejos,
de San Miguel del Monte, Tonelero o Quebracho.

Liniers cantó el elogio de su conducta recia,
diciéndole a sus padres, con fundado prestigio:
su bravura fue digna de la causa en litigio
(Nadie dirá lo mismo sobre Ernesto Celesia).

Cuentan que usó ese día chaleco colorado,
que inauguró divisa: soberanía o muerte.
Una cosa es segura, les advirtió su suerte.
Mañana tendrá lista la Vuelta de Obligado.

Antonio Caponnetto

3 comentarios:

Fernando José dijo...

Hermosos y sentidos versos que nos recuerdan que hubo hombres como es necesario, aún siendo niños, y causas nobles ajenas totalmente al cotidiano trapicheo democrático.

En síntesis, una vida mas digna para vivir. Que no es una utopía imposible y nuestra Patria antaño la conoció. Todavía nos queda intacta la esperanza a los que poseemos la capacidad para emocionarnos con las bellas y certeras palabras de poesías como ésta.

CHESTERTON dijo...

Antonio, ¡un Albatros!

Baudelaire

Anónimo dijo...

Hermosa y sentida poesía, que cumple aquello de:
"Que el mensaje esté al servicio de lo poético, y no la poesía al servicio del mensaje".
Me gustó: "Aquella patria antigua..."
Neroli