viernes, 8 de junio de 2007

Malvinas: la segunda guerra justa

EL TRISTE APOYO
DE CHILE
A GRAN BRETAÑA


El miércoles 31 de agosto de 2005, a las 23:00, hora local, la televisión chilena emitió un programa denominado “Informe Especial”, en el cual se presentó un video que daba a conocer un “pacto secreto”, entre Chile e Inglaterra, destinado a lograr la derrota argentina en la guerra por la recuperación de las islas Malvinas, en 1982.

Verdaderamente fue insólita la difusión de ese video, de una hora de duración, a casi 24 años del conflicto, sin ningún motivo aparente que lo justificara.

Lo cierto es que en tal video, el General Matthei, Comandante de la Fuerza Aérea chilena en 1982, haciendo gala de una inescrupulosa ironía, declara con pelos y señales las componendas de ese pacto, violando todos los tratados suscriptos y aceptando en recompensa material bélico y prebendas de toda clase de manos de los ingleses.

Tiene incluso la osadía de sentirse muy orgulloso de su resolución, asumiendo que la volvería a adoptar, dando como excusa que, de baber ganado la guerra la Argentina, hubiera elegido a su país como próximo blanco, en recuperación de lo que evidentemente él mismo considera arrebatado a nuestro territorio. Además, agrega graciosamente, que a él “le pagan para hacer eso”.

También Thatcher se ufanó en su momento del horrendo crimen del hundimiento del Belgrano, el 2 de mayo de 1982, agradeciendo ante el mundo la colaboración chilena. No es de extrañar entonces la relación amistosa entre personajes de tan manifiesta indignidad.

Lo que afirma dicho General no es novedad para los argentinos. Nada de lo que con tanto desparpajo comunican las autoridades militares del momento nos era desconocido, pero lo que resulta verdaderamente aberrante es que vomiten ante el mundo, entre burlas y desprecios, la traición a un pueblo, al cual le deben su libertad, ganada gracias a la valentía, la grandeza y el desinterés del General San Martín, ejemplo de rectitud y honor.

Durante la hora de duración del video se llegó a exponer, por boca de un oficial inglés, cómo se mataba a bayoneta a prisioneros argentinos, dando detalles macabros que, sean falsos o veraces, son absolutamente imposibles de tolerar, pues parece increíble haber realizado estas confesiones vergonzosas jugando con las vidas humanas.

Parece increible, repetimos, que hayan osado proclamar esa aviesa traición, sabiendo que Argentina tiene 649 muertos, cientos de ex combatientes suicidados, miles de veteranos portando sus heridas, y una enorme cantidad de familiares que continúan de luto. Cobardes y vendidos los muestra el video, como asimismo a algunos argentinos que aparecen dando sus testimonios, en acción repugnante para cualquier compatriota con un mínimo de honor y respeto.

El gobierno chileno dice separarse del tema, pero en rigor de verdad no lo ha condenado. El gobierno argentino, en plena campaña electoral, no admite distraerse en cosas que no le traen rating. El canciller Bielsa pone su cuidada barba en remojo, no sea que se le escape su kandidatura. Pilatos siglo XXI.

Pero en contra de tanta maldad y de tantas falacias, le queda a la Argentina el honor de haber luchado valientemente, limpiamente, contra el poder de las primeras potencias del mundo y contra la peor de las armas: la traición. Valga la satisfacción de que, al final del video, un alto oficial inglés declara que sin la ayuda de Chile no habrían ganado la guerra.

Malvinas tiene sus muertos enterrados en Darwin. Pero nosotros, los que somos parte viva de la guerra, despreciamos al traidor, al Judas, al vecino ladino, que empuñó la espada infame del deshonor, para ensuciar la gloria y la justicia de una causa noble.
María Delicia Rearte de Giachino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Antonio Caponetto gusto en saludarle. Realmente me he interesado por el tema de la participación en Chile durante la Guerra en Malvinas. ¿Sería mucho pedirle si usted puede brindarme algunos escritos o investigaciones sobre ese tema? También me gustaría ver ese video del que habla la mamá del gran Capitán de Fragata Pedro Giacchino. Un saludo y gran abrazo.