UN
DECÁLOGO DE RAZONES ANTE LA INTENCIÓN DEL GOBIERNO DEL PSOE DE EXHUMAR LOS
RESTOS DEL GENERALÍSIMO FRANCISCO FRANCO DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
1. El 20 de noviembre de 1975,
falleció Francisco Franco Bahamonde en una residencia sanitaria de la
Seguridad Social creada por él. Todos los españoles que tienen memoria de
ese momento pueden confirmar que la muerte del Generalísimo Franco se produjo
en medio del dolor, el reconocimiento y la gratitud de la mayoría de los
españoles hacia quien había hecho posible la época de paz y desarrollo más prolongada
que había disfrutado nuestra patria a lo largo de los siglos.
Todos los gobiernos de las naciones
de nuestro entorno trasladaron al Gobierno español mensajes de condolencia y
reconocimiento a quien había regido los destinos de la patria durante cuarenta
años. En la Asamblea de la ONU se guardó un minuto de silencio por el
fallecimiento del Jefe del Estado Español y el 22 de Noviembre de 1975, y ante
el arca de la sinagoga de Nueva York, el rabino de la misma hizo una rogativa
especial por el alma del Caudillo “…por haber tenido piedad de los judíos…”
Cabe recordar aquí la carta que al
finalizar la IIGM, el entonces Presidente del Congreso Mundial judío,
Maurice L. Perlzweig, dirigió a Franco en la que literalmente le decía que “los
judíos son una raza poseedora de gran memoria y no han de olvidar fácilmente la
oportunidad que se ha brindado a miles de sus hermanos para salvar su existencia”.
Así, al fallecimiento del Generalísimo, el Editorial de la revista The American
Sephardi, publicada por la Universidad de Yeshiva (EE.UU.), publicó lo
siguiente: “ el Generalísimo Franco falleció el 20 de noviembre de 1975. Al
margen de cómo le juzgará la historia, lo que sí es seguro que en la historia
judía ocupará un puesto especial”.
2. Francisco Franco no dispuso en su
testamento nada respecto al lugar de su enterramiento ni dio instrucción alguna
a su entorno familiar, consciente de que no le correspondía a él tomar dicha
decisión, por la significación de su persona como servidor público y evitando
así cualquier clase de hipotecas a su sucesor, el Rey Juan Carlos I.
Francisco Franco fue enterrado en la
parte posterior del altar mayor de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de
los Caídos, siguiendo así la tradición secular del derecho de Patronato, privilegio
que la Iglesia concedía en el Código Canónico entonces vigente, a los
fundadores de un lugar sagrado.
Nadie entonces, ni dentro ni fuera
de España, cuestionó que el Jefe del Estado recibiera sepultura en el lugar que
había sido erigido como monumento a la reconciliación en su deseo de que
reposaran, bajo los brazos de la mayor cruz del mundo, los españoles caídos en
la contienda civil, con independencia de su credo o ideología.
3. Pasaron los años, España se
acostó aturdida y se levantó socialista y en 1986, el gobierno del PSOE hizo
una impecable declaración institucional en el cincuentenario del inicio de la
guerra: “un Gobierno ecuánime no puede renunciar a la historia de su
pueblo, aunque no le guste, ni mucho menos asumirla de manera mezquina y
rencorosa. Este Gobierno, por tanto, recuerda asimismo, con respeto a quienes,
desde posiciones distintas a las de la España democrática, lucharon por una
sociedad diferente a la que también muchos sacrificaron su propia existencia.”
(..) “para que nunca más, por ninguna razón, por ninguna causa vuelva el
espectro de la guerra civil y el odio a recorrer nuestro país, a ensombrecer
nuestra conciencia y a destruir nuestra libertad.”
España se encontraba ya
reconciliada, miraba hacia un futuro prometedor y los españoles no estaban
dispuestos a resucitar los odios que habían hecho correr ríos de sangre entre
hermanos.
4. Tuvieron que pasar más de treinta
años para que el espectro del odio volviera de la mano de un PSOE que decidió
rescatar el lado más siniestro de su biografía. Rodríguez Zapatero, ante el
silencio cómplice y atolondrado de una derecha acomplejada y ayuna de
referentes, aprobó una infame ley que pretendía reescribir la historia desde el
Boletín Oficial del Estado, dividir de nuevo a los españoles en buenos y malos
y borrar cualquier rastro de las realizaciones de cuarenta años de la historia
de España, sobre los que para siempre habría de pesar la losa de una estúpida y
anacrónica condena, todo ello sobre la base de legitimar como “legalidad
republicana constituida” al proceso revolucionario que estuvo a punto de
convertir España en el segundo país en el mundo en abrazar el comunismo
soviético.
La izquierda, bajo la falsa y
grosera excusa de dar digna sepultura a aquellos caídos que yacieran en las
“cunetas” (noble pretensión que cualquier bien nacido debe compartir, sin
olvidar que en ellas hay caídos de los dos bandos, y que por supuesto esta
Fundación apoya), se apresuró a tratar de ganar en el parlamento la guerra
que había provocado en los años 30 al no conseguir su objetivo revolucionario y
que perdió en el campo de batalla, entretanto los descendientes de los
vencedores permanecieron impasibles mientras se echaba un manto de estiércol
sobre las tumbas de sus padres y abuelos, condenados públicamente como si
fueran vulgares criminales.
5. La verdadera “memoria histórica”
acabó venciendo a Zapatero, que vio frustrado su enconado intento de cerrar el
valle de los Caídos ante la resistencia numantina de miles de fieles con su
presencia y oración y, tras dejar España sumida en una crisis que se empeñaba
en negar, entregó el poder a una derecha medrosa que dejó las cosas como
estaban porque “lo único importante” era la economía. Mariano Rajoy, que con su
natural indolencia decidió dejar intacto el proyecto de ingeniería social de
Zapatero, dio paso a Pedro Sánchez, un discípulo de Zapatero que ha llegado al
poder de forma tan accidentada como su predecesor, y que quiere culminar la
obra de su maestro echando más carnaza a la extrema izquierda y los
separatistas. Sabedor de la precariedad de sus apoyos parlamentarios, quiere
aprovechar las alfombras para pagarse con dinero público una campaña de imagen
y de paso, ofrecerles en bandeja a los profesionales del odio su presa más
codiciada: el cadáver del Caudillo, con el objetivo de escenificar una postrera
humillación, no ya a Francisco Franco, sino también a la a la media España que,
en defensa de sus ideales, osó retar y vencer al comunismo. Son muchos los
españoles que consideran que la exhumación de Francisco Franco supondría una
descalificación de un largo periodo de la historia de España, la modernización
de esta, la creación de nuestra extensa clase media y, por supuesto, la
restauración de la monarquía.
6. No lo van a tener fácil. Al menos,
no con la ley en la mano. En un Estado de derecho el poder está sometido al
imperio de la ley y esta es clara al exigir la autorización de la familia para
llevar a cabo una exhumación salvo que concurran razones sanitarias
excepcionales. Una vez que la familia de Francisco Franco se ha pronunciado de
forma unánime, clara y terminante en contra de cualquier exhumación y de la
utilización política de los restos mortales del Generalísimo, sólo podría
cumplir el gobierno su macabro propósito violentando la ley y la voluntad de
sus familiares.
7. La Iglesia también tiene algo que
decir en este asunto. No sólo por tratarse Franco de un Caballero de
la Suprema Orden de Cristo -condecoración reservada a jefes de estado
católicos que se hayan distinguido con méritos especialísimos hacia la Iglesia
y la religión católica- sino porque al estar el sepulcro del Caudillo en lugar
sagrado y por tanto inviolable, concretamente en el interior de una Basílica
Pontificia, la jerarquía eclesiástica ha dejado bien claro, una y otra vez que
sólo autorizaría la exhumación si así lo solicita la familia y no se entendería
que mantuviese una actitud tibia ante una pretensión cuya finalidad es la de
reabrir las heridas que se cerraron hace décadas y que en definitiva es el primer
paso para terminar con la Cruz más grande del mundo y con el centro de oración
y reconciliación que constituye el Valle de los Caídos. Convertir el conjunto
del Valle en una especie de “parque temático” supondría a la postre la
desacralización del mismo.
8. Cabe preguntarse, por otro lado,
qué imagen queremos dar al mundo de este país cuando una mayoría parlamentaria
formada por partidos extremistas de todo tipo tiene como prioridad abrir
tumbas, vilipendiar a los muertos y reescribir hechos de hace más de ochenta
años. Remover las tumbas de los muertos es una línea roja que ningún gobierno
civilizado ha traspasado hasta ahora y que seguramente se volvería como un
bumerang contra el gobierno que diese un paso semejante, al más puro estilo de
los talibanes afganos.
9. Consecuentemente, la FNFF,
desde la admiración por la obra del mejor estadista que ha tenido España se
opone de forma rotunda a la exhumación y traslado de los restos mortales de
Francisco Franco y considera que deben permanecer en su actual ubicación por
respeto a la historia y también al futuro. Cualquier acción de
reconciliación en el Valle de los Caídos debe pasar por sumar y nunca por
restar, reforzando así el espíritu de concordia y reconciliación que dio luz al
colosal proyecto de su construcción. Coincidimos con Luis Suarez, de la Real
Academia de la historia, cuando afirma que el Valle de los Caídos se construyó
para que fuera un mausoleo para las víctimas de ambos bandos al amparo y la sombra
de la cruz. Y desde esta convicción anunciamos que cualquier intento de
violentar la legalidad será oportunamente denunciada ante los Tribunales de
justicia pues nadie puede pisotear el estado de derecho. No estamos sin
embargo ante una mera maniobra política sino ante una coyuntura histórica de
enorme responsabilidad moral en la que está en juego nuestra dignidad y nuestro
prestigio como nación milenaria que debe asumir su historia, con sus luces y
con sus sombras sin tratar de pervertir las mayorías parlamentarias para
cambiar o borrar el relato del pasado enfrentando de nuevo a los españoles como
hace 80 años.
10. Dejen a los muertos descansar
en paz, empezando por Francisco Franco y siguiendo por el resto de los caídos
de las dos Españas, respeten la historia, dejen su estudio a los historiadores
y miremos de una vez y para siempre al futuro dejando que todos los españoles
puedan honrar a sus muertos allá donde quiera que se encuentren.
Comunicado de la Fundación Nacional Francisco Franco
ante la
posible exhumación de
los restos mortales de Francisco Franco
3 comentarios:
Y la Iglesia de España, no se da por aludida... Deja ejecutar la venganza de los rojos sin mover un dedo o decir una palabra para defender el Valle...
Puede ser que Pablo Casado elegido recientemente como presidente del PP haga algo; el hombre es católico y está comprometido con los valores de la vida, la familia y las libertades, en oposición a la izquierda.
Germán Rossi
Este desenlace, y estas mezquinas y cobardes conclusiones de unos y otros se veía venir a mil leguas. Lo dicho en otras ocasiones : Temen más a los hombres, o por mejor decir, a las LOGIAS de las que son esclavos, que a Dios.
Si Franco y José Antonio murieron en gracia de Dios, que espero y deseo que sí, poco les importa lo que haga el gobierno actual, que sólo obedece a la “voz de su amo”, con esos sus restos mortales que creyeron en la resurrección de la carne.
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