CARTA
A UN SENADOR
Mucha gente buena ‒tal vez la mejor
que habite hoy en esta sociedad‒ inunda las redes sociales pidiéndonos que le
escribamos alguna epístola a los senadores para convencerlos de que voten en
contra del aborto. Otros más, incluso, nos encomiendan rezar por uno o varios
de esos senadores. Nos apena desde el fondo del alma esta noble y confiada
aunque recurrente confusión en la que están inmersos. La democracia no es la
solución; es el problema. La lucha no es para revertir medias sanciones o
cuatro votos robados. Es contra los demonios desatados y sueltos. La historia y
la teología nos enseñan que en esa batalla sólo son efectivas dos armas: la
Cruz y la Espada. Entonces, he aquí lo que diría nuestra carta, si creyéramos en
la conveniencia de remitirla:
Senador:
No sé si usted sabe que su autoridad es nula e ilegítima,
como lo es la de todos sus pares y superiores, encaramados donde están mediante
la tómbola nefanda de la democracia. El poder del que medra, por suculentos
beneficios que le acarree, es nulo y completamente írrito, pues se sostiene en
la mentira malévola del sufragio universal.
No sé si usted sabe que existe un Quinto Mandamiento,
inabolible y perenne como los restantes, cuyo enunciado dice así: “No matarás al inocente” (Éxodo, 23, 7).
Violarlo a sabiendas y sin experimentar culpa o arrepentimiento alguno, lo
convierte en un pecador contumaz, cuyo destino último es el infierno. ¿Se ríe, senador?
¿Qué infantilismo el mío, verdad? Me tiene sin cuidado la orgía de su boca.
Carcajadas como las suyas pueblan de gritos horrísonos los círculos del averno.
No sé si usted sabe que hay una clase de pecados que no se
perdonan. Son aquellos que hacen injuria al Espíritu Santo, cerrando la mente y
el corazón a su influjo (San Lucas, 12, 10). Los aborteros de toda laya
–promotores, ejecutores, promulgadores‒ pueden ser tales precisamente porque
ultrajan al Paráclito. ¿Le hace gracia, verdad, senador? “¡Estos anacrónicos
medievalistas!”. Cante nomás victoria. “De
Dios nadie se burla” (Gálatas, 6, 7). Ya no el abismo en el que no cree
sino esta tierra que pisa, está repleta de infelices de su laya. Ya no los
aquerónticos espacios ante los cuales se encoge de hombros con cinismo, le
aguardan tras su muerte; sino esta misma atmósfera de filicidio horrendo en la
que tendrá que respirar cada día, hasta que el hoyo se lo trague.
No sé si usted sabe que vote lo que votare, la ley positiva
injusta clama al cielo, y se hace añicos frente al poder irrefragable de la Ley
Divina. ¡Sí, parásito enlodado del régimen, boñiga democrática, deyección de la
mitad más uno! ¡Sí, macrista, peronista, radical o cómo se llame su tribu de
hampones! La Revolución no prevalecerá sobre la Revelación, y el plebiscito de
los mártires no se registra en el tablero trucado del Congreso sino en los
campos victoriosos de la Vida Eterna. En esos campos no llegan las intrigas rentadas,
ni los zorongos verdes, ni las maquinaciones torvas a cambio de una treintena
de monedas.
No sé si usted sabe que a pesar del nefastísimo Bergoglio y
del haz de capados que aquí le sirven de Conferencia Episcopal, todavía
quedamos católicos que sabemos y constatamos sobradamente cómo la Masonería y
el Judaísmo están de modo activo detrás del crimen del aborto. No, senador;
esta vez no podrán usar el sofisma de la reductio
ad Hitlerum, ni llamarnos conspirativistas. A la vista están los muchos
Daniel Lipovetsky o Carlos Roma, para probar hasta la náusea lo que se mueren
de miedo de decir Francisco y sus obispos: masones y judíos, por odio a Cristo,
están detrás y por delante de esta campaña genocida. Conspiran, complotan, traman
secretas conjuras que al final salen patéticamente a la luz. Fechoría tan
turbia, eso sí, no sería posible sin la anuencia de los supuestos miembros de
la Iglesia, políticamente correctísimos, que pueblan el parlamento y conviven
en manso maridaje con los Herodes, Caifás y Pilatos. Para ellos nuestro repudio
es aún mayor. Mayor será asimismo para ellos la postrimera arcada divina que el
Señor tiene reservada a los tibios (Apocalipsis, 3, 16).
Vote lo que se le antoje, criminal de paz. Aunque “todos sí (al homicidio de niños por nacer) yo y los míos no” (I Macabeos, 2, 19-22). Yo y los míos no le concedemos
licitud alguna a la democracia, no la refrendamos ni convalidamos ni avalamos.
La señalamos con el dedo acusador con que se señala a los degenerados para
alertar a los honestos. Nos importa tres belines su perorata en los escaños
legislativos. No nos representa ni nos interpreta ni nos expresa.
No sé si usted sabe, senador, que existió un guerrero
indoblegable en la romanitas clásica,
llamado Coriolano. Beethoven le dedicó una Obertura (Op. 62), y Shakespeare, en
su obra homónima, recogió sus filosas y veraces palabras que hago propias, pues
iban dirigidas, precisamente, hacia los corruptos miembros del Senado de su
época: “¡Oh Dios! Vosotros, insensatos e
imprudentes senadores, habéis concedido vuestros votos a la Hidra, el pueblo,
el monstruo de mil cabezas; sin ser vosotros más que el cuerno y el ruido del
monstruo […]. En cuanto a la
muchedumbre veleidosa y hedionda, yo no adulo […]. A mí dadme la guerra; es mejor que esta paz, que es una verdadera
apoplejía, una letargia; insípida, sorda, soñolienta, insensible; engendradora
de hijos bastardos”. De modo que no le escribo para suplicarle que cambie
su voto, o que lo mezcle en la quiniela electoral modificándole alguna jota. Le
escribo para advertirle que está en guerra con el Orden Sobrenatural; y que esa
batalla ya tiene un Vencedor. El mismo que ustedes han desterrado de la
política y de sus miserables vidas.
Por último, no sé si usted sabe, senador, que a los
católicos se nos enseña que la oración debe ser segura, recta, ordenada, devota
y humilde. Porque según predica San Juan Damasceno, la plegaria es “la petición a Dios de las cosas que nos
convienen y son decorosas” (Expositio
fidei, 68). He aquí entonces que elevo en la ocasión este rezo, que
contiene el Salterio: “¿De veras, jueces, administráis justicia, juzgáis
según derecho a los hombres? ¡No! Conscientemente cometéis injusticias, abrís
camino a la violencia en el país. Los criminales […], los
embaucadores […] están envenenados
con veneno de víbora, sordos como el áspid que se tapa el oído para no oír la
voz de los encantadores, del mago experto en el encanto. Oh Dios, rompe los dientes
de su boca, a estos leones, rómpeles las muelas; que se disuelvan como agua
derramada, que se sequen como hierba que se pisa; pasen como la babosa que se
deshace en baba, como el abortado que nunca vio la luz. Antes que vuestras
ollas sientan la llama de la zarza, sea verde o quemada, las barra el huracán.
El justo se alegrará […]. La gente
dirá: «Sí, hay premio para el justo. Sí, hay un Dios que hace justicia en la
tierra»” (Salmo 58, 2-12).
Si nada de esto sabía, Senador, ahora ya lo
sabe. Vivan ustedes en Cartago, en Moloch y en Sodoma. Nosotros nacimos y
queremos vivir y morir en La Argentina.
No lo saludo atentamente, ni espero que se
encuentre usted bien al recibir la presente.
Ciudad de la Santísima Trinidad, junio 21,
2018.
Antonio Caponnetto
9 comentarios:
Con alguno de los hermanos Caponnetto, o un Cosme BV, o alguno de los de justicia y concordia- Hardy o Solanet- o gente como ellos como presidentes la democracia sería posible. Si la mayoría de la población estaría adherida a la ley de Cristo y a su Iglesia estaría bueno que los eligiera de presidentes y asi si funcionaría la democracia.
Dr. Caponnetto, soy lector de Cabildo desde hace muchos años, y tengo bien clara su postura contra la democracia. No soy "hincha" de dicho sistema -que quede claro-, pero no tengo claro que sea en esencia corrupta y al servicio del mal. Entiendo aquello de que por los frutos se conocen los árboles, pero no termino de ver si nuestra pudredumbre tiene que ver con el sistema democrático en sí, o con nuestra naturaleza desviada del camino de Dios, y en consecuencia, este es nuestro inevitable destino, sin importar el sistema político que nos rija. Dicho esto, hoy, con dolor, no nos queda otra que aceptar que es el sistema que nos rige, al menos hasta que podamos cambiarlo. Y en dicho sistema, lo que vale es el voto de los legisladores. Es aberrante pensar que se pueda plesbiscitar la vida del inocente, lo sé. Pero hoy es el sistema que nos rige. Y creo que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que salga esta ley criminal. Y si esto implica jugar con sus reglas, aunque sea momentáneamente, creo que vale la pena hacerlo. Caso contrario, muchas vidas inocentes se perderán, en el mientras tanto, hasta que se reestablezca el reinado de Cristo. Lamentablemente estos demócratas solo entienden el idioma del temor a no ser votados, de la presión de los medios o de las organizaciones intermedias (abogados incluidos). No entienden otro idioma, pero hoy son los que decidirán la condena a muerte del inocente, y creo que vale la pena "bajar" a su nivel, y hablar su idioma, porque de otra forma no lo entienden. Estoy dispuesto a hacer ese sacrificio, si ello implica que podemos salvar las vidas en cuestión. Quisiera que todo fuera distinto, pero no lo es, y creo que tenemos que trabajar en el terreno de la realidad, y no de cómo las cosas deberían ser. Soy abogado, y firmé dicha solicitud (por cierto, es una crítica acertada desde el punto de vista jurídico de este mamarracho de propuesta de ley). Le mando un cordial saludo
Y vamos por más
https://www.youtube.com/watch?v=-z4fgdPv620
"Les diputades indecises": polémica por el uso de la "e" en el lenguaje inclusivo - Café de la Tarde
La Nación Más
Excelente Señor Caponetto su artículo,no hay nada que agregar, ya tendrán su castigo esta banda de traidores,blasfemos y vendepatrias,todo llega.
Excelente epístola, lamentablemente no será leída por nadie en ese hediondo recinto de fariseos diabólicos. Indigna ver que esta basura representa a la Argentina. Solo se puede confiar en Dios.
Excelente epístola, lamentablemente no será leída por nadie en ese hediondo recinto de fariseos diabólicos. Indigna ver que esta basura representa a la Argentina. Solo se puede confiar en Dios.
Concuerdo totalmente, señor! Un fuerte abrazo.
Un abrazo Antonio haber cuando nos visitas en Tucumán
https://www.youtube.com/watch?v=Mbr__6auE4o
J.S.Bach
Jesus, bleibet meine Freude
Jesus bleibet meine Freude,
Meines Herzens Trost und Saft,
Jesus wehret allem Leide,
Er ist meines Lebens Kraft,
Meiner Augen Lust und Sonne,
Meiner Seele Schatz und Wonne;
Darum laß ich Jesum nicht,
Aus dem Herzen und Gesicht.
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