viernes, 29 de noviembre de 2013

Nuevo Orden

PETRÓLEO Y SOBERANÍA
  
“El poder del capitalismo financero mundial tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de control financiero mundial en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía como un todo, e influír sobre los políticos colaboracionistas mediante recompensas posteriores en el mundo de los negocios”.
Carroll Quigley, “Tragedy and Hope”
 
Decía el Dr. Adolfo Silenzi de Stagni, quien fuera profesor de las Cátedras de Derecho Agrario y Minero de las Universidades de Buenos Aires y La Plata, en “Claves para una Política Petrolera Nacional.  El Vaciamiento de YPF” (1982), que “…la defensa de la explotación del petróleo por el Estado es un punto esencial de nuestra soberanía económica”. Comenta “tres intentos ocurridos en ese último año relacionados con la destrucción de esta empresa estatal”, dos de ellos proyectos de privatización propiciados por Juan Alemann, Ministro de Economía del Proceso. El tercero se relaciona con la renegociación de los contratos petroleros, confiada al Dr. Federico Amadeo, durante la gestión de Martínez de Hoz, éste encargado de fraguar, la Deuda Externa (DE), “piedra angular de la tragedia económica de todos los argentinos”, según Julio González.
Más adelante señala algunas características de la industria petrolera, en primer lugar su alta lucratividad: “No existe otra materia prima que ofrezca mayor margen de ganancia. La diferencia entre el costo promedio de producción y el precio de venta en el mercado internacional es enorme. Y es indiscutible que la indsutria del petróleo obliga a realizar inversiones muy superiores a las de cualquier otra actividad, pero el capital para estas inversiones se obtiene del mismo negocio altamente lucrativo”.
La cadena de destrucción de Y.P.F. y de la economía nacional no se cortó ahí.  Jorge Scalabrini Ortiz transcribe un artículo (“Clarín”, 24 de marzo de 1983) en el que sostiene que “Los contratos de explotación petrolífera otorgados a partir de 1977, que sólo representaron el 17% de la producción total, no han sido eficaces, no aportaron suficientes capitales genuinos, y se han financiado con el crédito de los Bancos de la Nación Argentina y Nacional de Desarrollo […] Entre esas medidas tendientes a debilitar a Y.P.F., también debe señalarse la adjudicación a partir de 1977, de contratos de explotación con empresas privadas —algunas de ellas carentes de toda experiencia— en áreas previamente exploradas por la empresa nacional y en muchos casos, ya desarrolladas y explotadas por ella […] Todos los actos vinculados con esos contratos, que tienden contra los intereses de Y.P.F., serán revisados por el futuro Congreso de la Nación”.
Continúa el mismo autor: “Sin embargo, dicho compromiso de la U.C.R. previo a las elecciones fue luego totalmente dejado de lado por el radicalismo, ya que no sólo no se enviaron los contratos al Congreso, sino que el gobierno avaló las renegociaciones efectuadas por el Proceso, al mejorar los precios y algunas condiciones económico-financieras (Dec. 3870/84 - 5/85 y 145/85)”. En cuanto a las tarifas aplicadas a Y.P.F., “el radicalismo que había cuestionado la política que había llegado al extremo de cobrar por litro de nafta el 68% de impuesto, no titubeó en aplicar el 73%, rigiendo en la actualidad una estructura de precios donde los impuestos a las naftas súper y común alcanzan el 67,2 y el 65,6 % respectivamente valores aún extremadamente altos, dejando a Y.P.F. un monto por valor tanque que representa menos del valor de la mitad de una gaseosa”.
En otra parte del mismo trabajo manifiesta que la “supuesta crisis argentina no tiene otro propósito que, además de una redistribución negativa del ingreso, posibilitar la venta de grandes empresas públicas que han sido baluartes de soberanía nacional y puntales del crecimiento del país”.
La cadena se continuó con el inefable Carlos Saúl, quien puso la frutilla —con la inestimable ayuda de Mr. K— con el obsequio de todo nuestro patrimonio por medio de la Ley 23.696, siguiendo las instrucciones del infaltable Sir Henry Kissinger, en el simposio sobre Deuda Externa de Berna, de 1985. “Yo prefiero que las naciones deudoras paguen sus obligaciones externas con activos reales a los bancos acreedores, con la entrega del patrimonio de las empresas públicas”.
El buen Carlos fue condenado por contrabando de armas, lo que equivale, por lo que vimos y veremos, a condenar a Jack el Destripador por escupir en la vereda. En efecto, el Artículo 29 de la Constitución Nacional reza: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional… facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarle sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna.  Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen a la responsabilidad y penas de los infames traidores a la Patria”. Y el Artículo 215 del Código Penal agrega: “será reprimido con reclusión o prisión perpetua el que cometiera el delito previsto por el artículo precedente, en los casos; 1) Si ejecutare un hecho dirigido a someter total o parcialmente la Nación al dominio extranjero o menoscabar su independencia o integridad”.
Párrafo aparte merecería el riesgo de vida para los argentinos, tras los acuerdos con Chevrón, y los daños ambientales que puede provocar la extracción de gas y petróleo de la roca madre con el procedimiento conocido como fracking, como el provocado en Ecuador.  Otros no se preocupan tanto: en la Cumbre de la tierra de 1992, ECO´92, de Río de Janeiro, convocada por las Naciones Unidas, Lawrence Summers, funcionario del Banco Mundial y posteriormente subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos con Bill Clinton, “propuso a la Cumbre, como económicamente lógico, que las industrias contaminantes emigren al Hemisferio Sur, porque, en primer lugar, allí pagarán menos impuestos por la contaminación que producen”. Y en segundo lugar (en serio, segundo) porque, en cuanto a las posibles víctimas de la polución ambiental, “los años de vida o la esperanza de vida de un inglés valen más que las de cientos de indios” (Padre Juan C. Sanahuja: “El Desarrollo Sustentable”).
A confesión de parte…
 
Luis Antonio Leyro
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo las peleas (escenas de pugilato incluídas)en los 60 con Frondizi, la anteriuor California del Pocho, etc.El negocio de hacer los documentos de Identidad es supeiior (en ganancias)al petróleo, y tantos otros lo son también, pero el petróleo es mas espectacular por el capital que mueve.Lo cierto es que YPF, tal como Entel, Gas del Estado, etc. no servía para nada, porque todo era incapacidad, corrupción, pesima administraciónm,sindicatos de ladrones, decidia, etc.etc.Se pedía a gritos que los gringos vinieran a esquilmarnos y uno dudaba de que era mejor, o que era peor.Seguimos igual y eso es por el capital humano que tenemos en forma mayoritaria. Tengo un viejo amigo que vive en la vieja mansion familiar de sus abuelos, de incalculable valor (hoy) pero el apenas si araña como para parar la olla. Tiene la soberanía de su casa, pero ¿ es soberano ? Se lo pregunto y dice : " No, pero esto es mio y cuando quiera lo vendo y vivo como un rey" Y yo le digo: "Apurate macho porque estas en tiempo de descuento" Creo que es la misma situación, cuando soberanamente tengamos el petroleo, los autos van a funcionar a sopa Knorr e YPF va a costar lo mismo que un supermercado.
PACO LALANDA

Anónimo dijo...

Resulta ridiculo decir que YPF es "argentina" cuando deja de ser de Repsol para ser de Chevron y de Azkenazi.

Pehuen Cura.