miércoles, 18 de abril de 2012

De pluma ajena

PALABRAS EN GUERRA


Por Juan Carlos Monedero (h)

1. Cómo hablamos y cómo discutimos
2. Cada palabra, una llama. Criminalización de los términos
3. La confusión instalada. Cuatro ejemplos
4. Cómo se nos confunde
5. Un momento: ¿no estamos exagerando?
6. Eliminar toda palabra que remita a un “en sí”
7. Conclusión

 “Mucho me temo que no conseguiremos librarnos de Dios
mientras sigamos creyendo en la gramática”.
Nietzsche, El ocaso de los ídolos

“Hay mentiras expresas que corren el mundo,
mentiras completas en cuanto a su fórmula;
pero hay también mentiras que forman parte de lo sobreentendido”.
Ernest Hello, El hombre

“Quien considere debidamente estas cuestiones,
encontrará que hay una cierta brujería o fascinación en las palabras,
que las hace actuar como una fuerza que va más allá de lo que podemos explicar”.
South[1]

–“Cuando yo uso una palabra”, dice Humpty Dumpty en tono de desprecio,
 “significa justamente que yo entiendo darle ese significado, ni más ni menos”.
–“La cuestión es saber”, contesta Alicia,
“si usted puede hacer escribir a las palabras tantos significados diversos”.
–“La cuestión es quién debe ser el amo. Eso es todo”.
Lewis Carroll, Alicia en el país de las Maravillas

     

[1] Citado en El significado del significado. Una investigación acerca de la influencia del lenguaje sobre el pensamiento y de la ciencia simbólica, Buenos Aires, Paidós, 1954, p. 49.

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