SEÑORES
GENERALES,
LOS LIBROS NO
MUERDEN
“Sí, mis
queridos oficiales: caminar con los pies pegados a los atalajes, pero con la
mirada en las estrellas, el espíritu en la gloria y el corazón en la Patria” (General
Fasola Castaño)
El general don Francisco Fasola Castaño fue un distinguido militar
poseedor de grandes dotes profesionales. De amplia cultura, tuvo especial
preocupación sobre la formación intelectual de los oficiales; así recomendaba a
éstos “leer a Plutarco, a César, a Marco Aurelio, a Condé, a Turenne, a
Federico, a Napoleón, para siquiera tratar de descubrir, sea ello remotamente,
el secreto de su grandeza y poder seguirlos aunque sea a distancia…”, y
agregaba el por qué: “Sobre un
general de la República tarde o temprano ha de caer la responsabilidad
de su destino ¡Pobre de ella si descuida o equivoca el rumbo de su compleja
formación” (cfr. Prólogo del general Fasola Castaño a “Escipión el
africano” del capitán B. H. Lidell Hart, Editorial Rioplatense, Buenos
Aires, 1974).
Presidente del Círculo Militar en 1927, años más tarde fue
Presidente de su Comisión de Cultura, desarrollando una prolífica gestión,
editando multiplicidad de obras para la Biblioteca del Oficial. Una de ellas,
la que nos ocupa, se titula “El Espionaje y el Contraespionaje en la Guerra
Mundial, según los archivos militares del Reich”, pertenece a
autores varios y fue editada en 1935.
En su capítulo XII, “El asunto del coronel Redl”, a
cargo del teniente mariscal Augusto Urbanski von Ostrimiecz, Jefe del
Evidenzburö, nombre del Servicio de Inteligencia Militar del Imperio Austro-Húngaro,
se relata el inmenso peligro que significó para dicho Estado el hecho de tener
en sus filas a un promiscuo oficial homosexual, quien para satisfacer sus
nefandos vicios en amantes jóvenes, que le demandaban ingentes cantidades de
dinero, se convirtió en espía al servicio de potencias extranjeras y traidor a
su patria.
Se trató del coronel Alfred Redl, personaje extremadamente
peligroso por su falta total de escrúpulos, por haber sido uno de los jefes del
propio Evidenzburö y por ser, al momento de su detección, Jefe de Estado Mayor
del Cuerpo de Ejército con asiento en Praga.
Redl era, según el autor, “Un hombre presa de pasiones
vergonzosas y que traicionando buscaba la posibilidad de conseguir medios
pecuniarios para satisfacer su
vicio”. La vida degradada y promiscua le ocasionó una infección sifilítica
que aparejó el deterioro físico con su deterioro moral (“la segunda autopsia
reveló que bajo el aspecto de buena salud todos los órganos de este hombre
estaban enfermos”).
Al momento de ser detenido reconoció “soy víctima de una pasión
funesta”. Por orden del Jefe de Estado Mayor General, mariscal de campo
Conde Conrado von Hötzendorf, se le ofreció al sodomita una pistola y se lo dejó
solo. De esta forma, por su propia mano, acabó sus vergonzosos días un 25 de
julio de 1913.
Von Ostrimiecz inspecciónó luego su correspondencia sintiendo vergüenza
ajena al leer las obscenidades que contenía. En su parco y militar estilo nos
dice: “era una correspondencia repugnante”.
Cuesta creer que el Ejército Austro-húngaro no reparara en la vida
ostentosa que llevaba Redl, la multiplicidad de su amantes, alguno de ellos
militares como un joven alférez que corrompiera y el último de ellos, un capitán
a quien presentaba como sobrino para justificar su compañía. Recién después de
su detención al inspeccionar sus aposentos, el teniente mariscal von Ostrimiecz
vio que la decoración era propia de un gusto femenino. Lo que no advirtieron
los austríacos, lo vieron los rusos y ya en 1902 comenzaron a sobornar al
traidor Redl.
Los daños que produjo fueron gravísimos, redes enteras de espionaje
fueron delatadas y sus miembros ejecutados, planes de movilización que por su
complejidad demandaron años
rehacerlos, planes de marcha, etc., etc. Además, los enemigos del Reich
Austro-húngaro hicieron una campaña de acción psicológica y propagandística
sobre el caso. Al respecto von Ostrimiecz nos dice que el tema “fue explotado en todas las formas
posibles para disminuir el prestigio del Estado, del Ejército Austro-húngaro y
de nuestro Estado Mayor”.
Por distintas evidencias podemos determinar, sin ningún margen de
error, que en nuestro país los miembros del generalato no comparten en absoluto
las sabias premisas del general Fasola Castaño sobre la importancia de la
lectura en los oficiales para formar buenos generales. Es más, practican su
doctrina en su propia persona: no leen la Biblioteca del Oficial y menos que
menos este volumen. A lo sumo, lo único que llegaron a leer es algún manualcito de Derechos Humanos confeccionado
por el CELS o la Federación Argentina de Lesbianas, Gay, Travestis y Trans
(LGTT).
Son la antítesis del oficial que preconizara el general Fasola
Castaño en la cita del comienzo de esta breve nota. Estos generales, la mirada,
el espíritu y el corazón ¿dónde lo tienen?
“E la nave va”… derecho a las rocas. Pobre Patria.
Fernando José Ares
3 comentarios:
Si Redl viviera ahora en la Argentina, seria considerado un "militar democratica" con "sensibilidad por lo social" y demas monserga.
la nave va hacia las rocas???. ojala .va hacia el avismo. daniel jorge
Redl es considerado un modelo de "militar democratico", que si viviera ahora en la Argentina seria invitado a presidir el Cemida. Y seria objeto de elogios por parte de los inmarcesibles jueces Oyarbide y Zafaroni.
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