viernes, 3 de abril de 2009

Madres de Héroes


UN NUEVO 2 DE ABRIL

A 26 años de aquel día inolvidable, el 2 de abril de 1982, en este 2 de abril del 2008, la tristeza, la desolación, la angustia, embargan dolorosamente el corazón de los argentinos.

En sus palabras del martes 25 de marzo, la Señora Presidenta hizo alusión a la reiterada proximidad de la Semana Santa con hechos que conmovieron y conmueven al país a través de los años. Posiblemente, no se refiriera a los mismos hechos que están en mi pensamiento, pero estuvo acertada en la observación.


El 2 de abril de 1982 era el último viernes de Cuaresma, el anterior al Domingo de Ramos. Ese viernes el pueblo argentino a lo largo y ancho de la patria vibraba de emoción, de orgullo, de alegría, de agradecimiento, por aquellos hombres que lo habían desatado del yugo inglés. Entonces, lucía radiante el celeste y blanco, galardonado con sangre argentina en cada uno y en todos los pechos, sin distinción de color de piel, ni de patrimonio, ni de intelectualidad, ni de ideología…


Ese Domingo de Ramos, a semejanza del de Pasión, las Malvinas entraban humildemente —sin más adornos que el sufrimiento compartido, que la misión cumplida, que el honor de los justos— al corazón de un pueblo que las ovacionaba, que creía sencillamente en la grandeza y en la fidelidad de sus hombres.


Pero así como Cristo —a pesar de esos momentos de euforia popular— lloró a la vista de Jerusalén, así las Malvinas lloraron a la vista de una patria que nunca las mereció. Y, como Cristo, las Malvinas arrastraron la cruz, una pesada cruz de incomprensión, de calumnias, de mentiras, hasta llegar al calvario donde serían crucificadas entre ladrones, por fariseos que hasta el día de hoy las negocian por los treinta dineros del poder.


Pero llegó la Pascua y Cristo resucitó para redimirnos. Así las Malvinas verán su día de gloria y redimirán a los argentinos del oprobio del enfrentamiento entre hermanos, porque para eso vieron la luz aquel 2 de abril de 1982.


Porque las Malvinas fueron el paradigma de la “guerra justa”. Ésa que hace sollozar a los “iluminados por el odio”, con una sensiblería barata, que oculta cobardía y envidia; esa que no pide nada porque todo lo dio, incluso el derecho soberano a un reconocimiento histórico que jamás debió mendigar por ser derecho propio; esa que en medio de los avatares de políticas erráticas, se mantiene firme en su puesto de honor sostenida por millones de argentinos que la guardan en sus corazones, en sus cuerpos, en sus almas, para que encuentre en ellos el refugio que le niegan.


Malvinas, aquella noche larga de la estepa donde todos teníamos el mismo color.


Malvinas, bellas cruces protegiendo el mar, tumba de nuestros hijos.


Malvinas, dulces cartas cálidas de amor junto al rosarito descolorido por las lágrimas y el rezo.


Malvinas, prenda de unión ofrecida con desinterés y despreciada por los mercaderes del oro y la codicia.


Malvinas, sumidas en la negrura de una sociedad que no sabe adónde va, en la promiscuidad de pensamientos, en la soledad de la victoria que sólo Dios conoce.


Las Malvinas, pasado, presente y futuro de una patria que nació para ser grande y que, como Cristo en aquella noche negra del dolor, sacudieron las entrañas de la tierra y con un grito soberano marcaron un destino que ningún poderoso podrá destruir…


Tuvo razón la Señora Presidenta: la Semana Santa marca grandes momentos de la vida nacional; tal vez discrepemos en cuáles.


La gloria de la Argentina comenzó el 2 de abril, en el siglo pasado, último viernes de Cuaresma, víspera del Domingo de Ramos. Por eso espera confiada su resurrección, sin pancartas ni estribillos, solamente buscando el bien común, que fuera el principio y fin de aquellos hombres que hicieron ofrenda para ello de la propia vida.


Honor y gloria a los héroes de Malvinas, a sus veteranos, a los que prefirieron el cielo, a los que lloramos, a los que amamos, a los que no olvidaremos jamás. ¡Malvinas volveremos!


María Delicia Rearte de Giachino

(Discurso pronunciado en Mendoza, el 2 de abril de 2008,
con motivo de la celebración
del XXVIº aniversario
de la recuperación de las Islas Malvinas)


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