martes, 25 de diciembre de 2018

Poesía que promete


EL EJÉRCITO DEL CIELO

“Anunciando el Nacimiento, un ángel del Señor se les apareció a los pastores, y la gloria del Señor los envolvió de luz […]. De repente vino a unirse al ángel una multitud del ejército del cielo que se puso a alabar a Dios”
(San Lucas, II, 9-13)

Semejaban la Orden de los Viejos Ostiarios,
llegaron avanzando en columnas marciales,
custodios de los hombres, de los pórticos sacros,
su emblema es la constancia: son ángeles boreales.

En hileras fluían, manteniendo los flancos,
flameaban la divisa de la perseverancia,
las patrias eran suyas, las ballestas sus armas,
arcángeles guardianes:noche, fuego y fragancia.

Ingresan en escuadras, las saetas dispuestas
al borde del carcaj enfilando al Maligno,
son Virtudes curtidas en exorcismos férreos,
un confalón de cruces es su honor y su signo.

Arriban las centurias y a la par monacillos
llevando vinajeras y luminosos cirios,
las Potestades nunca faltaron a la lucha
y esta Noche es el triunfo de la rosa y los lirios.

Al rítmico sonido de tambores batientes,
a grupas de alazanes, galope y diaconía,
ingresan Principados, un Cáliz para el Niño,
al Varón llevan panes, una estrella a María.

A intervalos que miden el filo de la espada
‒como una cinta de oro que enarbola el poniente‒
acampan señoriales Dominaciones regias
el Evangelio entonces se vuelve combatiente.

Escuadras con pendones o lábaros llameando,
igual que ondea el cóndor en los altos macizos
le rinden homenaje a la humildad divina,
son los Tronos que asientan renovados bautizos.

Rodelas y brazales bien ceñidos al puño
acantonan sus huestes los sabios Querubines,
van en tercios, desfilan admirando a los Magos,
suspenden, para verlos, los hombres sus trajines.

Al fin a la vanguardia, donde sólo los héroes
encabezan las gestas volviéndolas clamor,
llegan los Serafines del Ejército etéreo,
a su paso las sombras son incendios de amor.

Ahora ya todos juntos, acompañando al Angel,
quebrando soledades, destierros o espesuras,
concordes los latidos, en unánime coro,
entonaban el ¡Gloria!, a Dios en las Alturas.

Antonio Caponnetto

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor.

Enrique dijo...

A los de buena voluntad...