HOMENAJE A MEMORIA 1
1.
Introducción
El 23 de marzo de
marzo de 1994, en el local de la Asociación Patriótica y Cultural Española, se
presentaba públicamente la revista Memoria.
La Argentina de los años noventa atravesaba uno de sus
momentos más graves. Se asistía a un profundo proceso de desvertebración misma
de la Nación: la pleitesía rendida al Nuevo Orden Mundial, la destrucción moral
y material de la FF.AA., la sujeción al capitalismo más cruel, la soberanía nacional
entregada a sabiendas, los negociados, las privatizaciones, los escándalos, los
hechos de corrupción y frivolidades de la clase dirigente. En pocas palabras,
el gobierno de Carlos Saúl Menem junto a la partidocracia en pleno llevaban al
país a convertirse en un sumiso satélite del Poder Mundial.
2. Objetivos de la Revista
Hacía ya dos años y medio que Cabildo, su antecesora, había dejado
de salir.2 La publicación surge a la
luz con un objetivo claro y preciso, cual es el de ejercitar la memoria. Porque
en la presentación de la misma, su director, haciendo un análisis de la
situación que se vivía en aquellos años, circunscribió a cinco los olvidos en
que se había caído: la legitimidad de poseer un gobierno propio, la ejemplaridad
de los gobernantes, la economía como ética y prudencia, subordinada a la
caridad y conducida por la política hacia el logro del Bien Común, la virtud
del arraigo y la Realeza Social de Jesucristo.3 Y frente a tal diagnóstico, señaló lo que se debía hacer:
“Ejercitar la memoria: Cultivar con paciencia el recuerdo del Bien, de la
Verdad y de la Belleza. Retener y guardar lo debido y lo justo, para
comunicarlo y difundirlo, hacerlo crecer y fructificar. Rememorar todo aquello
que no puede extraviarse y que urge revitalizar y reconstituir. Podemos y
debemos ser reminiscentes como un modo de volver a plantar las Semillas del
Verbo”.4
Memoria vino a recordar, entonces,
los principios del Nacionalismo Católico y la urgencia de una necesaria
reacción. Es por esto que se escogió
como lema para acompañar al nombre de la revista Recordar es un deber, olvidar es una culpa.5
¿Hacia quiénes estaba dirigida esta publicación? De cara a
la realidad del momento, llamada Modernidad o Posmodernidad, se dirigió a todos
aquellos que rehusaban entregarse o ser vencidos.
3. Equipo de Redacción y
colaboradores
Desde marzo de 1994 hasta agosto de 1998 se publicaron 27 números.
La publicación fue dirigida por el Prof. Antonio Caponnetto, siendo acompañado
por el Dr. Víctor Eduardo Ordóñez en la secretaría de redacción.
En el lustro que abarcó la existencia de la revista, hombres
de gran capacidad intelectual y probada militancia nacionalista colaboraron de manera
permanente u ocasional. Eduardo Rodolfo Amitrano, Roque Raúl Aragón, Ricardo
Bernotas, Francisco Miguel Bosch, Marcelo Breide Obeid, Rubén Calderón Bouchet,
Mario Caponnetto, Aníbal D’Ángelo Rodriguez, Raúl Devoto, Enrique Díaz Araujo, Federico
Ibarguren, Jorge Mastroianni, Bernardino Montejano, Juan Esteban Olmedo Alba
Posse, Ricardo Paz, Blas Piñar y Patricio Horacio Randle son algunos de los que
participaron en esta empresa periodística. También, debemos dejar asentado, que
varios jóvenes se sumaron motivados por
la convocatoria de Randle para lanzarse por los caminos de “pensar la
Patria”.
4. Puntos doctrinales
significativos
De una lectura global de sus páginas podemos deducir los
siguientes tópicos:
a) La Fe
Católica.
Esta impregna las páginas de la revista. Es una fe
militante y combativa; necesaria para abarcar los temas fundamentales y señalar
las causas profundas de los hechos. Sin una mirada sobrenatural, no pueden
entenderse las cuestiones temporales. Es lo que sostenía Juan Donoso Cortés, al
señalar que detrás de toda cuestión política, social o económica lo que subyace
es una cuestión religiosa. Pero esto no quiere decir que Memoria fuese un órgano de difusión oficial u oficialista de la
Iglesia; mucho menos clericalista. La mayoría de las veces tuvo que denunciar
las omisiones o defecciones de la jerarquía o de pastores que habían
traicionado el mandato de apacentar las ovejas. Tal los casos, por citar sólo
dos, del documento de la Conferencia Episcopal Argentina en relación a la
reforma constitucional de 1994;6
declaración que, según entiende el autor, rompe con las enseñanzas del Magisterio
de la Iglesia y confunde a la feligresía. El otro, es el referido a la Carta
Pastoral Caminando hacia el Tercer
Milenio.7 Leídos con objetividad
se verá que ambos han sido escritos con el dolor que lacera el alma del
bautizado fiel.
b) El
Nacionalismo.
El Nacionalismo de Memoria
se definió como católico. Ya desde el primer momento, queda señalado sin
ambages:
“Somos católicos y nacionalistas, y esto en el sentido más
tradicionalmente comprometido que el término pueda tener. Lo cual significa
–para decirlo en dos trazos– que
afirmamos la existencia de un Orden Natural, con la misma fuerza con que
negamos todas las alternativas del ideologismo deformante que atraviesa este
siglo en extinción, y que reclamamos para la Argentina: la Realeza entera e
intacta de Nuestro Señor Jesucristo, que le dio ser en el origen y grandeza en
la historia”.8
Nótese en este párrafo una clara influencia del
pensamiento de Genta. Fue el filósofo mártir quien supo enseñar que el Nacionalismo
que no se propusiese reconstruir la Patria en Cristo, no era conforme con la
realidad ni con la verdad del hombre; como tampoco con el origen, la raíz y la
esencia del ser argentino
Al Nacionalismo se le ha reprochado la incapacidad para
aportar soluciones prácticas y trazar caminos concretos de acción política.
Estas críticas, a veces, denotan una cierta falta de formación histórica y
doctrinal. Mario Caponnetto entiende que:
“la clave del problema, aunque parezca paradójico, puede formularse así:
el fracaso político del Nacionalismo (entendida siempre la palabra fracaso como
su incapacidad de acceder al control del Estado) se explica, precisamente, por
sus intentos reiterados de llegar al poder. A la luz de las nuevas realidades y
en la necesidad de imaginar nuevos caminos he caído en la cuenta que la reconstrucción
del Estado (sería mejor decir, en fidelidad a nuestra doctrina, la Sociedad
Política) no exige, necesariamente, apoderarse de él ni acceder al control de
sus mecanismos institucionales y que además –y esto es lo que importa– esa reconstrucción ha de ser lo último en el
orden de la ejecución si bien es lo primero en el orden de la perfección”.9
Una correcta síntesis de estos dos puntos doctrinales, fe
católica y nacionalismo, es un extracto de la presentación del libro El diario de la cárcel dictada por el P.
Alberto Ignacio Ezcurra en 1974:
“El nacionalista que ve sólo la realidad material de la Patria y que
olvida la realidad del espíritu tiene abierto el camino para cualquier
desviación, puede terminar su camino en el marxismo o en la delincuencia común
(…) No se puede encarar la lucha por la Patria, la lucha por la Nación,
olvidando la lucha por Dios, así como no se puede encarar la lucha por Dios
desencarnada, desarraigada, lejos de esta realidad terrenal humana que tenemos
que defender. Ese espiritualismo abstracto y desencarnado puede llevar por otros
caminos: se puede terminar «maritaniano» o demócrata-cristiano, que es más
lamentable aún”.10
c) La cuestión democrática.
Memoria sostuvo una posición de absoluto
rechazo y reprobación a la democracia liberal. Desde sus páginas señaló que no
pueden aceptarse, por constituir graves heterodoxias, la soberanía del pueblo,
el sufragio universal, el presunto mal menor, ni el criterio de
representatividad y participación partidocrática.
En consonancia con
los clásicos mantuvo la enseñanza que la degeneración de la República es la
democracia; sistema en que la ley es sustituida por el apetito desordenado de
los individuos y de los grupos, y el Bien Común reemplazado por el interés,
siempre en pugna, de los sectores sociales o los caprichos de las mayorías
accidentales. La democracia, de este modo, rompe la concordia política que es
el principio fundamental sobre el que reposa la convivencia social.
En un breve artículo, Patricio H. Randle, analizando la
democracia tal cual es, dice:
“Pero si en realidad no hubiera –en la práctica– nada mejor que la democracia, entonces
debería ser un imperativo moral el tratar de perfeccionarla constantemente y
sin fin, en lugar de quedarse resignado a tolerar sus vicios. Pero, por el
contrario, parecería que existe una suerte de resistencia visceral a reformarla
(…) lo peor de la democracia acaso sea su característica resistencia a
reformarse, a perfeccionarse, a admitir que no es palabra divina y que los
resultados de las elecciones pueden variar diametralmente según el sistema que
se adopte. Y que constituye una verdadera entelequia que la elección de dicho
sistema haya de hacerse por votación”.11
Memoria destacará también las
palabras de Juan Pablo II referida a una auténtica democracia, en la que el
Pontífice recuerda lo enseñado por su predecesor Pío XII:
“… supone un pueblo conciente de sus derechos y de sus deberes, capaz de
darse gobernantes a la altura de su cometido, o sea, dotados de una clara
comprensión de los fines que Dios asignó a toda sociedad humana y de un
sentimiento profundo de los deberes sublimes de la obra social”.12
d) Las
Fuerzas Armadas.
Para Memoria las
Fuerzas Armadas son indivisibles de la existencia misma de la Patria. Estas
deben custodiar su unidad e integridad de ser, su soberanía política y su
destino histórico. La profesión militar es política pues se refiere vitalmente
a la Soberanía del Estado, sea en tiempos de guerra como en la paz. Por eso
siempre reivindicó el papel de las FF.AA., y las guerras justas libradas contra
la subversión marxista y la del Atlántico Sur.
Pero tales reivindicaciones no deben entenderse como una
defensa del Proceso de Reorganización Nacional. Todo lo contrario. La
publicación mantuvo una posición crítica, considerándolo como una variante más
del Régimen; crítica hacia sus cúpulas por la ceguera, pusilanimidad y
cobardía; por no haber sido capacer de combatir las verdaderas causas del mal.
La reivindicación es para los soldados que pelearon, en la
ciudad y en el monte, bajo las formas corrientes de la guerra o de aquellas
atípicas impuestas por el partisanismo. Para aquellos que lucharon en las Islas
Malvinas, desafiando a los poderosos. Memoria
siempre tributó gratitud, recuerdo y reconocimiento a todos aquellos
combatientes.
e) El
Judaísmo.
Esta cuestión fue siempre tratada en su dimensión real.
Con el judaísmo existe una enemistad teológica; la cual cesará el día en que
arrepentidos del crimen del deicidio, se conviertan y vuelvan bajo la Cruz de
Cristo.
No se hallarán en esta publicación cuestiones raciales, de
antisemitismo u odios; sino el deber de precaverse y de defensa de las verdades
conculcadas. Las diferencias que se podrán encontrar, graves por cierto,
descienden desde el plano teológico al político, social, cultural, histórico y
económico. Desde sus páginas se señaló que Israel exigía monopolizar la
condición de víctima y que nadie se atrevió a sindicarla como victimaria;
siendo una constante su beligerancia homicida.13
La revista denunció también, el logro del amedrentamiento
a toda la sociedad, a través de la imposición de una férrea ley mordaza, junto
a un terrorismo psicológico. El mismo embajador judío, Itzhak Avirán fue el mentor
ideológico de la ley Nº 23.592, referida a actos discriminatorios. Memoria molestaba al Régimen. De allí
que en el marco de una política antinacional bien definida, a comienzos de 1996,
fuera secuestrada por orden expresa de Avirán; atropello que cumplió dócilmente
el gobierno de Menem, teniendo como brazo ejecutor al ministro de Interior
Carlos Corach y juez interviniente al Dr. Jorge Urzo. Junto a otras
publicaciones afines y libros de Gustavo A. Martínez Zuviría (Hugo Wast), se la
consideró violatoria del artículo 3° de la ley referida. Medida arbitraria,
ilegal, inconstitucional y contradictoria; pero ninguno de los defensores a
ultranza de la famosa libertad de expresión dijo palabra alguna. Esa norma
legal:
“… se ha convertido en el último instrumento apto para «perseguir», por un
lado, a todo aquel que no comulgue con el ideario del judaísmo, y por otro,
para «negarles sus derechos» a los escritores y pensadores católicos más
comprometidos”.14
f) Nuevo
Orden Mundial, política exterior y económica.
Estos son unos de los puntos más tratados y cuestionados
en la revista a causa del servilismo de nuestra conducción política al Nuevo
Orden Internacional; servilismo sumado a intereses mezquinos y personales: el
Nuevo Orden manda a una clase política absolutamente incapaz de la defensa de
la fe o de la custodia de la soberanía y dignidad nacionales.
¿Qué representaba ese Nuevo Orden denunciado de manera
permanente? La inserción en ese “mundo mundialista” que busca la
descristianización y la desacralización. Un sistema que busca arrasar tanto con
el Orden natural como Sobrenatural; la animalización del hombre, haciéndole
perder su dimensión espiritual; el debilitamiento de la noción de Estado para
avanzar con la destrucción de las ideas de Patria y Nación. Al respecto dice el
secretario de redacción: “A nosotros, los hispanoparlantes, se nos pide (¿o se
nos impone?) dejar de ser lo que debemos para convertirnos a una nueva y
herética forma de ser”.15
En materia de diplomacia pueden consignarse las siguientes
cuestiones que fueron abordadas por la revista: las pretensiones chilenas
respecto al Lago del Desierto y los Hielos Continentales, la injerencia
norteamericana en torno a la ley de patentes medicinales, la feroz campaña de
desmalvinización y la obsecuencia con Inglaterra, las consecuencias de la
llamada “cultura de la muerte”, etc.
Pero tal vez el hecho donde se mostró con mayor notoriedad
el desprecio por la soberanía nacional, por parte del poder político en pleno,
fue en julio de 1994, tras la voladura del edificio de la AMIA-DAIA. Dice al respecto el editorial:
“Desde sus generales hasta rabinos, desde los servicios de inteligencia
hasta los grandes plutócratas, desde los supuestos socorristas hasta los perros
de rescate, y desde los periodistas hasta las organizaciones sionistas
desembozadas (…) La imagen del soldado israelí enarbolando su bandera sobre las
ruinas, en nuestro suelo, puede tomarse como símbolo o como profecía”.16
Respecto a la política económica implementada en este
tiempo, Memoria señaló que el plan
económico fue impuesto por los acreedores y aceptado mansamente, tanto por el
gobierno como por la oposición. Las consecuencias del “Modelo” fueron, entre
otras, la paralización irresponsable del aparato productivo, el salvaje ajuste
diseñado y dirigido al pago de la deuda externa, la destrucción de la mano de
obra local, la sustracción de los bienes más valiosos del país con
enajenaciones y privatizaciones, el aumento de la desocupación y la pobreza.
Una absoluta y total dependencia al FMI y al Banco Mundial. En un certero
análisis, promediando el año 1997, leemos:
“… Argentina no estaba en aptitud, por una multitud de circunstancias y
razones de todo tipo, de incorporarse sin más
sin reaseguros a un mercado globalizado que cada vez lo es más y que ya
abarca a todas las actividades humanas, desde las financieras hasta las
culturales… Si el Estado deserta y previamente se aniquila, si la sociedad se
atomiza bajo el pluralismo cultural y relativista posmoderno, si sus segmentos
más poderosos se dispersan en las ansiosas fauces del globalismo, si los
empresarios se dejan sumergir en el hipercapitalismo supranacional ¿qué queda
de la Nación, en qué ha devenido? ¿en una abstracción, una añoranza, un
anacronismo, una frustración que no duele ahora y que sólo conmoverá cuando
esté consumada, como en la España del 98? ¿Estamos muriendo sin darnos cuenta?
Preguntas atroces y apocalípticas pero no exageradas, que las planteamos con la
desesperación del que predica en el desierto…” 17
g)
Educación
La preocupación por la cuestión educativa no fue ajena a
la revista. La Ley Federal de Educación, la Escuela Nueva, los Contenidos
Básicos Comunes, el problema universitario, fueron algunos de los temas abordados
y analizados. Se propusieron los remedios necesarios y concretos, pero estos no
fueron atendidos.
Una mención
aparte merecen las secciones “Memoria de los maestros” y “Prontuario (Apuntes
breves)”. La primera abarcó la totalidad de los números aparecidos. Se trataba
de rescatar y destacar no solo la profundidad sino también la vigencia del
pensamiento de aquellos maestros en alguno de sus escritos. Así, desfilaron por
esta sección, Ignacio Braulio Anzoátegui, Juan Alfonso Carrizo, Tomás Darío
Casares, Leonardo Castellani, Gilbert K. Chesterton, Cornelio Codreanu, Alberto
Ignacio Ezcurra, Alberto Ezcurra Medrano, Alberto Falcionelli, Alberto García
Vieyra, Jordán Bruno Genta, Anacleto González Flores, Juan Carlos Goyeneche,
Carlos Ibarguren (h), Julio Irazusta, León XIII, Leopoldo Lugones, Julio
Meinvielle, Antonio de Oliveira Salazar, José Ignacio Olmedo, Josef Pieper, José
Antonio Primo de Rivera, Juan Manuel de Rosas, Carlos Alberto Sacheri, Francisco
Javier Vocos y Hugo Wast.
“Prontuario
(apuntes breves)” fue escrita íntegramente por el Dr. Juan Esteban Olmedo,
apareciendo desde el n. 2 (mayo de 1994) hasta el n. 20 (abril-mayo de 1997). Se
trataba de una especie de “crónica nacional”. En la presentación de la sección
leemos:
“A modo de advertencia. Esta
columna nada tiene que ver con antecedentes policiales, ni quiere ser, por
supuesto, una premonición; más bien resuelve el problema de la escasez de papel
y la falta de tiempo. Ello no estorba
-al revés ayuda- a la aventura de
cazar algunas verdades exóticas de los diarios y efluentes similares; como un
safari”.18
Pasaron ya 25 años
desde su aparición. Algunos de esos jóvenes de aquel entonces nos sumamos a la
generosa convocatoria hecha por Patricio Randle. Memoria fue para nosotros no solo un llamado para “pensar la
patria”, sino que significó también un lugar de encuentro para vivir la
esperanza y la lucha por los más altos ideales.
Hoy ya peinamos
canas y la contemplamos con nostalgia; pero no esa amarga que inunda de
tristeza el alma; sino con aquella otra, la ennoblecedora, esa que nos hace evocar
los versos de Gutiérrez Nájera:
(…)
“En esta vida el único
consuelo
es acordarse de las horas
bellas
y alzar los ojos para ver el
Cielo…”.
Lic. Daniel O. González Céspedes
(Instituto
Bibliográfico Antonio Zinny)
1. El presente
trabajo forma parte de una edición ampliada de un Estudio e índice de la revista
Memoria.
2. La segunda
época de Cabildo se inició en agosto de 1976 y
concluyó en septiembre de 1991, contabilizando 136 números.
3. Cfr. La presentación de nuestra revista. En Memoria, a. I, nº 1, abril de 1994, pp.
4-5.
4. Idem anterior.
5. El Profesor Jordán
Bruno Genta solía enseñarles a sus discípulos, siguiendo a Platón, que recordar
es un deber y, en ocasiones, el olvido es una culpa.
6. Ordóñez, Víctor
Eduardo, ¿Ante una Iglesia deísta? En
Memoria, a I, nº 1, abril de 1994, p.
7.
7. Caponnetto,
Antonio, El pedido de perdón de los
Obispos y la comunión en la mano. En Memoria, a III, nº 16, junio-julio de 1996,
p. 8, 9-10.
8. Riva, Álvaro
[pseudónimo de Ordóñez, Víctor Eduardo], En
Vigilia. En Memoria, a. I, n. 0, marzo de 1994, p. 14.
9. Caponnetto,
Mario, Nueva realidad, nuevos caminos.
En Memoria, a. II, nº 10, marzo de 1995, p. 7.
10. Ascesis del buen combate. En Memoria, a. II, nº 11, Abril de 1995, p.
[16].
11. Randle,
Patricio H., La Democracia como Praxis.
En Memoria, a. I, nº 4, julio de 1994,
p. 6.
12. Quijano, Alonso
[pseudónimo de Caponnetto, Antonio], Misceláneas.
En Memoria, a. II, nº 10, marzo de
1995, p. 8.
13. Al respecto
pueden leerse los artículos de Juan
Esteban Silva Goyeneche “Estado de Israel, Estado del terror” (nº 14, p. 7) y
“Quienes se sirven de la espada, a espada morirán (S. Mateo 25, 51)” (nº 10,
pp. 10-11), Mark Weber, “Nómina de atentados judíos contra la libertad de
pensamiento” (nº 15, pp. 7, 8, 9-10), Alonso Quijano [Antonio Caponnetto],
“Torturas autorizadas” (nº 9, p. 11), “Una dolorosa respuesta…” (nº 6, p. 5),
“Insólito editorial de Woody Allen” (nº 14, p. 8) y Raúl Albornoz, “Atentado a
la AMIA: ¿un ajuste de cuentas entre judíos?” (nº 6, pp. 4-5), entre otros.
14. La
peligrosa persecución de los anti discriminadores. En Memoria, a. III, nº 15, mayo de 1996, p.
6.
15. Ordóñez, Víctor
Eduardo, ¿Estamos ingresando en la
Modernidad? En Memoria, a. I, nº 2, mayo de 1994, p. 7.
16. Caponnetto,
Antonio, Sobre las ruinas. En Memoria, a. I, nº 5, agosto de 1994, p. 3.
17. Riva, Álvaro
[pseudónimo de Ordóñez, Víctor Eduardo], Antecedentes
y consecuentes del Sistema. En Memoria,
a. IV, nº 21, Junio-Julio de 1997, pp.
7-8.
18. Olmedo, Juan
E., Prontuario (Apuntes breves). En Memoria, a. I, nº 2, mayo de 1994, p. 5.
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