EN BÚSQUEDA DE LA DERECHA
Y LA
IZQUIERDA
La llegada a nuestra mesa
de trabajo de un libro titulado “En busca de la Derecha (perdida)” cuyo autor
es el brillante ensayista español José Javier Esparza nos ha movido a tratar el
tema de innegable actualidad en esta iberoamérica, donde yace en tierra el
nefasto “Foro de San Pablo con su titiritero, el corrupto Lula da Silva.
En tanto, se derrumba el
Partido Trabalhista con su jefa la ex terrorista Dilma Roussef. ¿Se abre a
partir del 1 de enero del 2019 una nueva etapa en la historia del Brasil con el
acceso a la Presidencia de Jair Bolsonaro? ¿Podrá el nuevo Jefe del Estado más
poderoso de América de Sur, cumplir con sus dichos rubricados con su propia
sangre en la campaña electoral. ¿Tiene el señor Bolsonaro conciencia exacta de
lo que significa, a esta altura del siglo XXI, ser de “Derechas”?
Sin embargo aquí cabe estampar
que existe entre ciertos sectores sedicentes derechistas una súbita fiebre por
el neoliberalismo. Éste nos lleva de la mano a los “Chicago Boys” junto a Von
Hayeck y Milton Fridman con el anarco capitalismo y la omnipotencia del
Mercado. Y no lo decimos nosotros sino que en esto acompañamos al Dr. Esparza,
quien escribe además refiriéndose a ese conglomerado “derechista” que “consiste
en convertir el libre mercado en horizonte, no ya último sino único de toda
vida humana en sociedad”. Pero el aserto herético de la “nueva derecha” nos
aleja de ser más profundos en la búsqueda de las raíces de la “Derecha
Auténtica”. Por eso en el camino de la ortodoxia debemos decir que ésta nace en
la oposición a las ideas de la subversión francesa del siglo XVIII. Es la
modernidad de la entonces llamada Ilustración, a la que nos referimos y ella se
caracteriza en sustancia histórica por un fuerte impulso nihilista destruyendo
los valores y el orden social.
A la reacción Derechista y
gracias a su empuje el mundo no cayó en la guillotina y el terror judeo
soviético, productor del esclavismo llamado comunismo en zonas enteras de
nuestro planeta. Todo el convertido en cien millones de asesinados. Si la
Derecha quiere seguir siendo el gran escudo, es preciso que continúe el camino
del tradicionalismo católico.
El ejemplo nos lo presenta
la historia de los últimos dos siglos. Cada empuje del modernismo, que ya
podemos nominar como izquierdista, significó ataques al Cristianismo y
asesinatos de decenas de miles de sacerdotes y monjas con millones de mártires.
Desde la “revolución” francesa a nuestros días solo la Derecha Tradicional,
fiel a su consigna de cuna, defendió el Altar, reaccionando mil y una vez
contra el Anticristo y su objetivo de sustituir lo SACRO por la consigna
masónica de construir un “orden” laico es decir, secularizado, con su
consecuencia la desacralización inmanentista.
Pero digamos algo de los
orígenes de la Derecha Auténtica para afirmar el conocimiento de su verdadero
sentido. Bien se ha señalado que, avanzando el nihilismo francés de 1789, se
produce, en la Sala de la Asamblea Nacional que se reunía (para fabricar una
Constitución extrayéndola de la nada, dejando de lado la milenaria Francia)
surge una división de tendencias. Una de ellas emana de la parte más sana de
los asambleístas conservadores tradicionales que se sientan a la derecha de
Presidente de la reunión. Tal hecho de debió a algo profundamente arraigado en
el inconsciente y en la tradición: la presencia de dos caminos existenciales,
el de camino de la Derecha y el de la Izquierda. Por el primero de iba hacia el
principio rector del Orden Natural. De esta manera se llamaba a la vía directa
sin desviaciones con lo vertical que conduce a planos superiores. El seguidor
de este rumbo, debía y debe ser, recto y diestro en sus principios, por eso
ello lo unía a la Mano Derecha, la más noble y hábil.
La izquierda indicaba e
indica lo contrario. Con ella se valora lo que es variable y por allí se marcha
hacia el caos. En el origen del español hallamos la palabra “scaevus” que es,
sin dudar, la zurda, mano sin destreza vinculada al término “sinistrus” que es
lo mismo que siniestro, sórdido sinuoso y alejado de lo permanente”. En nuestra
Teología encontramos la referencia al tema que estamos tratando. Helo aquí:
Jesús Nuestro Señor, se nos dice en el Apocalipsis, tendrá a su Derecha el Día
del Juicio Final a los Elegidos, mientras que a su Izquierda estarán los
réprobos. Además en el Credo de Nicea, que rezamos durante la Santa Misa,
expresamos que “Jesús está sentado a la Derecha del Padre… y desde allí vendrá
a juzgar a los vivos y a los muertos”. En el saludo romano que caracterizó a
los Cruzados de la Edad Media y a los grandes Movimientos Nacionales del siglo
XX todos, en haz lictóreo, Caballeros Cruzados y Fascistas de Italia,
Falangistas de España, Rexistas belgas con la Guardia de Hierro rumana,
Ustachas croatas con los húngaros de las Cruces y Flechas, asumieron como
saludo característico, el de los Olímpicos de la antigua Grecia con la Imperial
Pontificia y Cesárea Ciudad de las Siete Colinas, vale decir, el Brazo en Alto
con la Diestra al Sol. Se expresaba de esta manera, el inmortal entroncamiento
de los siglos con nuestra Cultura milenaria: GRECO ROMANA Y CRISTIANA.
Pero no queremos cerrar
estas cuartillas sin dejar de transcribir, como colofón, algunos conceptos que
extraemos del trabajo del Dr. Esparza, el cual pese a algunas discrepancias con
las que tropezamos, no deja de tener para quien esto escribe el grado de
excelente. En el capítulo IV de “En busca de la Derecha (perdida)”, y bajo el
título “¿Y qué es ser de derechas?” copiamos para el lector:
“Ser de derechas es tener
una idea del orden, y estar convencido de que tal orden es requisito
imprescindible para que pueda existir no solo justicia, como en el aforismo de
Goethe, sino también cualquier forma de vida superior. Ser de derechas es creer
en la bondad histórica de la tradición, lo cual no quiere decir que todas las
tradiciones sean buenas pero sí que nada puede construirse si no es sabiendo de
donde viene uno y cuál es su identidad. Ser de derechas es tener el sentido
natural de la autoridad, de la sociedad estructurada de forma vertical”, (…) “y
que la vida social es inviable si no nos las arreglamos para que quienes manden
sean, en la medida de lo posible, los mejores. Ser de derechas es poseer el
sentido de la comunidad, de la vida en común estructurada y organizada donde
quepan todos y cada cual en su sitio. (…) “y civilmente superior tanto al egoísmo
liberal burgués como al igualitarismo del socialista, que es el egoísmo
rencoroso de quien se siente inferior. Ser de derechas es experimentar el
sentimiento de lo sagrado, de una potencia que encanta y que le da
sentido,” (…) “lo cual no tiene que desembocar en una forma de teocracia,
aunque es verdad que las grandes religiones han sido las que mejor han sabido
expresar lo sagrado como sentimiento colectivo y reflejarlo en el orden civil”.
A continuación, del capítulo VIII extraemos este aserto, que consideramos una
verdad indiscutible y que se refiere a las sociedades. Así dice: “Las formas
políticas pasan, pero las instituciones esenciales de la civilización, como la
familia, la comunidad organizada en torno a rasgos de identidad compartidos, la
propiedad y el sentimiento de lo sagrado, éstas permanecen”.
Como se ve, en el
relativismo del mundo actual, todavía existe esa bipolaridad clásica de
derechas e izquierdas que no es sólo
un par de etiquetas. Eso sí, para comprenderlas hay que tenerlas presentes con
las acepciones forjadas en el transcurso de los siglos y de las que nos da
noticias no solo la Teología sino la filología y la costumbre. Proseguiremos,
si Dios quiere, en cercana entrega porque falta algo por decir.
Luis
Alfredo Andregnette Capurro
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