jueves, 6 de noviembre de 2014

Aniversarios


GUERRERO, FILÓSOFO Y POETA

A veinte años de la muerte de León Degrelle
 
El 31 de marzo de 1994, en la ciudad de Málaga, partía de este mundo uno de los últimos guerreros de la Segunda Guerra Mundial. Un viejo sobreviviente de la rabia de Nüremberg. Líder político, militante, soldado, padre y poeta, León Degrelle, parece sintetizar en su figura la amalgama de los templados héroes del parnaso.
 
En el género autobiográfico, el mismo Degrelle se ha retratado en sus “Memorias”. Nos ha revelado cuánto debió luchar, en territorio belga, para consolidar la unidad política de su movimiento rexista, nacido en honor al único Rex: Cristo. En fin, en estas páginas, se puede leer un colorido testimonio de un guerrero incansable batallando por el triunfo de la verdad. Dice en uno de sus párrafos: “Así, pues, me alisté como soldado simple, pese a que era padre de cinco niños, para que el menos favorecido de nuestros camaradas me viese participar con él de sus penas y sus infortunios…”
   
Sin embargo, al conmemorar estos veinte años de su partida, hemos decido recordarlo, enfatizando su condición de poeta. Oportunamente, Santo Tomás recordaba que “el filósofo y el poeta tienen en común lo maravilloso”. Seguramente, las difíciles experiencias de la segunda guerra mundial habían regalado a Degrelle la posibilidad de poner en práctica un bagaje de conocimientos que pronto serían transformados en una ascesis poética.
 
Allí se producirá el encuentro con lo maravilloso. Las condecoraciones eran sólo un reflejo de una entrega absoluta; abandono propio del hombre filosófico que se da permanentemente a fin de encontrarse con la verdad. Idea y realidad, en Degrelle, se vuelven un todo indisoluble, prueba viva del apotegma “filosofar es estar presto a morir”. De un momento a otro, esa filosofía se iría modelando hasta producir el deslumbramiento de las formas. El libro “Almas ardiendo” es el fruto de un soldado que ha lidiado contra todas las inclemencias, materiales y espirituales. Como lo dice el mismísimo Gregorio Marañón, en el prólogo a dicha obra, son “páginas de insuperable hermosura”.
 
Será suficiente emprender la lectura de la “Agonía del Siglo” para encontrar párrafos de intensa profundidad: “¿Para qué guardar al fruto maduro que tendría que repartirse entre todos? El amor, el mismo amor, ya no se da a los demás; se huye con él entre los brazos, de prisa, de prisa. Sin embargo la única felicidad era aquello: el don, el dar, el darse, era la única felicidad consciente, completa, la única que embriagaba, como el perfume sazonado de las frutas, de las flores, del follaje otoñal”.
 
La aguda perspicacia que ha caracterizado a este “homo conditor”, puede colegirse de la primera parte de este maravilloso libro. Claramente, y como su título lo indica, “Corazones Vacíos” narra las consecuencias de la posguerra, no como un estólido y vacuo relato del “triunfo de la libertad”, sino más bien retomando una mirada analítica del hombre desacralizado. Entonces, el epílogo no se hace esperar: “Sin amor, sin fe, el mundo se está asesinando a sí mismo…”
 
Degrelle, como buen poeta, sabía elevar su mirada a Dios. Sabía adorar el esplendor de la Forma, pues su vida y su gloria militar no eran otra cosa que una consagración a la Voluntad Divina.
 
Así, este valiente y audaz luchador no nos dejará sucumbir en la pobreza de los tiempos. La “Vida Recta” es una lección para el combate diario. Es alimento para el hombre que reconoce en las armas un medio para alcanzar la gloria. “El gran ideal da siempre fuerza para domar el cuerpo, para soportar el cansancio, el hambre, el frío…” Nuevamente, aflora el coraje de nuestro luchador cuando en dicho capítulo leemos: “Una vez cumplidos nuestros deberes, ¿qué más da morir a los treinta años o a los cien años? ¡Lo que importa es sentir el corazón encendido, cuando la bestia humana grita extenuada!”
 
Los capítulos se suceden en este libro que parece no tener fin. Cada palabra, cada hoja descubre un sinnúmero de reflexiones y alternativas. En la “Renunciación” nos enseña el misterio de la felicidad. “La verdadera felicidad, la felicidad digna del hombre, la que nos eleva, es la felicidad asistida por el espíritu, la que nace de la renunciación del alma, de su abdicación, en la plena conciencia, de los placeres que la vida nos ofrece y nos regatea”.
 
Podríamos abundar en citas. Pero entendemos que siempre es mejor leer y releer el texto mismo. Allí, se encontrará un manual para el guerrero, una guía para el filósofo y una palabra para el poeta.
 
Octavio Guzzi
 

8 comentarios:

Anónimo dijo...

El Obersturmbannführer-SS Degrelle mantuvo su inquebrantable FIDELIDAD a Hitler hasta el día de su muerte en 1994.

Anónimo dijo...

Degrelle fue un grande, pero nunca pude admirarlo. La Patria es un sentimiento y ponerse un uniforme militar extranjero es terrible. Una de las peores cosas del marxismo o de Urquiza, por ejemplo, ee eso. No confío en la poesía ni en las palabras dulces y no me parece tampoco que el pueblo alemán (los que no conocen hablan de Hitler o de los nazis)sea un pueblo que necesite ayuda y menosmisericordia.Belgica si tuvo un gran rey, aquel que tuvo los cojones de no aceptar lo anticatólico y creo que se llamaba Balduino, si mal no recuerdo.Ese es un héroe y raro, pues como decía mi tata, "todos los héroes son anónimos".
PACO LALANDA
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Cristian Rodrigo Iturralde dijo...

Excelente nota, Octavio. Te felicito. Abrazo!!!

Anónimo dijo...

Sr. Lalanda:

¿"Degrelle fue un grande, pero nunca pude admirarlo"? (¿?)

No lo puede admirar porque no puede comprender que miles y miles de españoles, belgas, franceses, daneses, suecos, finlandeses, británicos (sí, británicos), rumanos, eslovacos, ucranianos, letones, lituanos, estonios, húngaros, rusos y hasta ÁRABES, se pusieron el uniforme de la Wehrmacht y de las Waffen SS para SALVAR a Europa y al Mundo de la BESTIA ROJA. ¿No se dio cuenta, Paco?

Ellos fueron visionarios, no traidores a su Patria. Al luchar TODOS contra el Marxismo ateo entronado en Moscú, estaban salvando a sus patrias de la PENETRACIÓN marxista. Y vaya que penetró luego de 1945, ya sea con la ocupación Comunista o con el veneno dosificado del Marxismo Cultural.

Sobre estos valientes de diferentes nacionalidades que hicieron CAUSA COMÚN, le recomiendo este esclarecedor trabajo:

"EUROFASCISMO - DE LOS INICIOS A LA DERROTA DE 1945" de Erik Norling.

¿Por quiénes empuñaron las armas Degrelle y Wojtyla durante la II Guerra Mundial?

El soldado Degrelle luchó junto a la DICTADURA LEGAL (avalada por la mayoría de los alemanes) que, tras su avance hacia los Urales, REABRÍO las iglesias ortodoxas (cismáticas) y permitío que la población eslava pudiese portar el crucifijo. En cambio, el partisano Wojtyla luchó junto a la TIRANÍA ATEA que destruía las iglesias y asesinaba a los curas. ¿Extraña paradoja, verdad?

PEDRO TELLO

Anónimo dijo...

Excelente nota. León Degrelle, uno de los arquetipos de la última Cruzada nació en Bouillon, como el duque de la Baja Lorena, Godofredo de Bouillon, líder de la Primera Cuzada, reconquistador de Tierra Santa para Dios.

A León Degrelle se le ofreció comenzar a combatir en la Cruzada como jefe, lo rechazó y lo hizo como simple soldado. Por méritos propios ascendió al generalato.

A Godofredo de Bouillon, reconquistada Jerusalen, sus camaradas lo quisieron designar Rey, el duque Godofredo les contestó que "no quisiera ceñir corona de oro aquí donde Cristo ciñó corona de espinas" renunciando al reinado y solo aceptando el título de "Protector de los Santos Lugares".

¡Bendito seas Buillon que pequeño has parido hombres de grandeza humilde!

Fernando José Ares

Anónimo dijo...

¿Los cruzados que sobre sus armaduras quitaban sus escudos heráldicos para colocarse una túnica blanca con una cruz roja, se ponían un uniforme extranjero?

La estupidez no tiene límites. Y si se cubre con el anónimo puede ser inconmensurable.

Fernando José Ares

Anónimo dijo...

No hablé e traición a la Patria, que en Degrelle sería como pensar en el círculo cuadrado. Repito, hombre admirable. Pero considero poeligrosísimas las alianzas con extranjeros, a ese punto (uniforme y todo)No dudo ni por un momento de la legitimidad de Hitler, absoluta, Justamente fue el pueblo alemán el actor de la guerra, no los nazis y Hitler. Los alemanes se haN lavado las manos con la propaganda judía : "nosotros no hiciemos nadda, fueron los nazis" Mentira, fue todo el pueblo. Y aun hoy se creen superiores, pero no lo son, no lo fueron ni lo serán. Trabajan duro, coimeAN en todo el planeta (me consta)Y VENDEN y como la vieja Ucha, viven amarrocando. Lejos muy lejos de las gl,orias de Espáña i de Roma, son plomeros que tienen la suerte de vivir en una civilización totalmente materialista, donde descuellan por saber ajustar tornillos. Pero de ahí no paan. Los alemanes perdieron la guerra porque no sabien quienes eran, el matón de barrio que porque amedentró una viejita se cree Terminator. Al final, su derrota total nos perjudicó a todos. Habría que cobrarales indemnización.
PACO LALANDA

Anónimo dijo...

Quisiera agregar que conocimiento es experiencia lo demás es información. Podría escribir, por razones personales mil folios respecto del ejército alemán, Pero me basta decir que es falso y peligroso suponer siquiera que Hitler es sinónimo de anticomunismo. No, Hitler es sinónimo de imperialismo alemán, nada mas que eso. Pocas poersonas en el mundo son o fueron mas antimarxistas que los polacos,SOBRE TODO EN ELE EJÉRCITO POLCADO, pais uno de loa mas católicos de Europa, sin duda. Hay que conocer antes de hablar. También es absolutamente cierto que no debe haber personas MAS antialemanas que esos mismos polacos, horrorizados con la barbarie y criminalidad sanguinaria de los soldados alemanes, una chusma inhumana y arrogante y por supuesto ninguna traza de catolicismo. Los aliados no ayudaron a Polonia ni tampoco Rusia, y cuando los rusos entraron, precedidos de una fama peor que los alemanes el pueblo polaco comprobó con enerme sorpresa y asombro que ese oso salvaje que venía de las estepas era por lo menos, humano. Terrible, pero uumano,El drama de ese pueblo tuvo entonces un pequeño respiro para luego caer en el sopor de la URSS. Pero por favor, alemanía es una de las verguenzas de la humanidad y no le debemos mas que mal, Hitler incluso ayudó a que los judíos sean intocables, cuando antes de el, simplemente se los expulsaba de los lugares donde abusaban con sus fechorías, Hitler fue un imbécil y un incompetente. A los que llevamos con honor y razón la bendita y gloriosamente católica sangre española, estos rubiecitos nos tienen que lustrar las botas.
PACO LALANDA