viernes, 4 de abril de 2008

Y el poema es su nombre


LOS EJERCICIOS

DE SAN IGNACIO


Ejercitó el difícil arte de pensar la Patria, quehacer que ésta le impone a sus mejores hijos para expurgarse de toda suerte de bastardos y mercenarios. Ejercitó la prosa y la poesía, con acierto singular y plurales adhesiones de quienes tuvieron la suerte —y la gracia— de acceder a su obra.

Ejercitó don Ignacio el romance y la jitanjáfora: pero también la galanura que exalta y la ironía que muerde sin hacerse notar. Ejercitó olas y alas para acercarse a las cumbres del pensamiento.

Ejercitó fallos en rima y aciertos en todos los renglones. Ejercitó la locución, hablándole a las juventudes de la Falange, y hoy nos sigue hablando en cada libro suyo que se abre para demostrar que hay hijos de la luz que superan en ingenio a los hijos de este mundo.

Ejercitó el retruécano como nunca lo llegó a hacer Góngora, y se declaró antisemito, en frase que le mereció —sin dudas— indulgencia plenaria reservada al ejercicio del humor sublime.

Ejercitó monólogos con Lady Grace, saltó de tumbo en tumba, pintó payasos ilustres —los cuales, renovados, siguen abrumándonos en cantidad y calidad de sus monigotadas—. Ejercitó la cátedra de la excelencia sin dejar de andar por entre rosas y rocíos.

Había nacido un 25 de julio para que un Apóstol lo cobijara, y se marchó un 2 de abril, prefigurando con cuatro años de anticipación un día de exaltación argentina. Hasta en el ejercicio del calendario se distinguió.*

Rafael Castela Santos, en su blog “A casa de Sarto”, le ofrendó hace unos años este título: Ignacio Anzoátegui, que estás en los cielos… Creemos firmemente en esta demostración de la Justicia Divina. Los ejercicios de San Ignacio le habrán merecido, con toda seguridad, el alojamiento en la sede del refrigerio, de la luz y de la paz.

Ad maiorem Dei gloriam, Maestro querido. Y muchas gracias.
Álvaro M. Varela

* Don Ignacio B. Anzoátegui fue llamado a Dios el 2 de abril de 1978.

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