DOLORES Y CONSUELO
AGUIAR DÍAZ MELLA
MÁRTIRES DE LA FE
EN LA ESPAÑA ROJA DE 1936
En 1917, luego que los liberales de
Kerenski sirvieran de ujieres introductores de la Revolución, se instauró, en
la otrora Santa Rusia, el demoníaco lenino-bolchevismo. Éste fue, lo que con
maravillosa premonición hizo conocer a los rusos y al mundo Fiodor Dostoievski
en la novela de tesis que tituló “Los Endemoniados”. Ella, escrita entre los
años 1871-73, es el relato de lo que hoy podríamos llamar, células comunistas
“nacionales”. Nada de atentados terroristas. Se trata de socavar la sociedad,
desmoralizándola.
La tesis de la obra que nos ocupa es
la siguiente: Dios vigila a Rusia porque la ama y quiere ahuyentar de ella a
los demonios. Por eso hace que entren en la lepra social del nihilismo, los
puercos y, como sucede en el Evangelio que atestigua San Lucas, se arrojen al
mar muriendo. El hundimiento de Rusia en el cataclismo comunista ‒dice el
creador de la novela psicológica‒ se producirá cuando el Imperio haya
apostatado haciéndose ateo y antirreligioso. Pero esto no sucederá nunca. ¿Por
qué? Se pregunta el genial Dostoievski, y a ello contesta: “porque Rusia no
renegará jamás de Cristo. Por ello vendrá el día, en el que Occidente,
abandonando sus pecados, y unido con el Oriente, estarán reconciliados en
Cristo que es el del sufrimiento y del perdón”.
Mucho de todo lo dicho en el introito
de esta nota se produjo en la España que fuera martillo de herejes y madre de
la Hispanidad Católica. Dios ama a España y la cuida. Por ello cuando la
cobardía del rey Alfonso XIII hizo que su reino cayera en la democracia y el
nihilismo proclamando indirectamente “la República de los trabajadores” (1931).
Dios actuará sobre las piaras de cerdos poseyéndolos de esos dos melomas a los
que Él destruirá con la sangre del Cordero a través del martirologio católico
en la Cruzada de 1936-1939. Los primeros cinco años de la República fueron un
“in crescendo” de atropellos con quema de conventos e iglesias con
levantamientos comunistas que asolaron regiones enteras. Asturias en el año
1934 es sólo un ejemplo. Para pacificar esas grandes zonas tuvieron que
intervenir las Fuerzas Armadas armadas para la guerra. Luego, el intento separatista
de Cataluña que se extendió en el tiempo durante años hasta el final de la
Cruzada.
La situación llegó a su punto de
erupción brutal en 1936 cuando el Frente Popular marxista y masónico triunfó en
la justa democrática de febrero del citado año. No podía ser de otro modo: ya
Marx lo había previsto en el “Manifiesto Comunista” de 1848 al escribir: “Para
llevar adelante el camino de la revolución hacia la sociedad comunista primero
tenemos que conquistar la democracia”. El mismo Federico Engels, poderosísimo
propietario de fábricas textiles y partidario acérrimo de Marx en la conspiración
comunista le decía a su tierno amigo (?) que, sin trabajar, era su escriba a
sueldo en el refrito antiguo como satán de la ideología social comunista.
Del mencionado “rico home” germano
leemos en su “Introducción a la lucha de clases”: “La ironía de la historia
universal lo pone todo patas arriba. Nosotros los revolucionarios, los
elementos subversivos prosperamos más con los medios legales, que con los medios
ilegales y la subversión. Los partidos del orden, como ellos se llaman, se van
a pique con la legalidad creada por ellos mismos. Exclaman desesperados «la
legalidad nos mata», mientras nosotros echamos, con esta legalidad, músculos
vigorosos y carrillos colorados y parece que nos ha alcanzado el soplo de la
eterna juventud. Y si no somos tan locos que nos dejamos arrastrar al combate callejero
para darles el gusto, a la postre, no tendrán más camino que romper ellos
mismos esta legalidad tan fatal para ellos”.
Es decir que, según Engels (que
mucho sabía de estas cosas), se debía cultivar el sistema irracional demoliberal
donde las ideas mayoritarias a inocular a las grandes masas, es un problema a
resolver por la militancia y por la amplitud táctica con un sentido de
conquista de la multitudes en donde el voto vale en sentido siniestro. Y es
importante, tanto el del joven revolucionario, como el de la mujer que, sola,
está frente a su máquina de coser. La infiltración soviética había dado resultados
favorables en parte de Europa, no así donde la revoluciones fascista italiana
en 1922 y luego la tedesca a partir de 1923 al ‘33 habían blindado a las
sociedades del viejo continente. Tal lo acontecido en Polonia (Pilsudski) y
Hungría (Horthy), Portugal (Salazar), Finlandia (Manerheim), donde en líneas
generales, las revoluciones nacionales proyectadas en pueblos con firme base
religiosa se acercarán al fascismo aunque no lo sean. Porque, como decía muy
bien el argentino Raúl Jassen, “el fascismo es la natural salida para la propia
interpretación de la grandeza nacional y en la búsqueda de las comunidades de
su destino histórico. Y esto es así, desde el principio de la constitución de
las nacionalidades”.
España no iba, ni podía ser, la
excepción a las leyes de derecho natural que acabamos de plantear. El mismo
Alzamiento Cruzado nos confirma lo escrito anteriormente. El crecimiento de la
Falange, movimiento fascista desde su misma fundación el 29 de octubre de 1933
y la adopción de sus fines por parte de las FFAA, fueron un hecho
incontrovertible. El discurso fundacional del Inmortal nuevo Octavio Augusto,
José Antonio Primo de Rivera que hay que leer y releer, marca la impronta
española inmersa en lo universal del Fascismo surgido en Italia en 1919 teniendo
por centro la figura extraordinaria del César Benito Mussolini, el Rienzo
wagneriano asesinado impunemente en Abril de 1945. El mismo holocausto de José
Antonio asesinado sádicamente en la cárcel de Alicante, el 20 de noviembre de
1936.
En ambos movimientos se rechaza el
capitalismo salvaje suprema creación del liberalismo económico, que permite
succionar el esfuerzo de los pueblos y convertir en cuantiosas ganancias, para
una minoría, el sacrificio de millones de trabajadores manuales o agrarios a
los intereses de los eternamente existentes capitanes de galeotes. El
Alzamiento se produjo el 18 de julio de 1936 con una junta militar presidida
por el General Cabanellas, sustituido cuando se proclamó a Franco como Generalísimo
y Caudillo de la Cruzada, el día 1º de octubre de 1936 en el Monasterio de las
Huelgas. Los hechos heroicos se sucedieron. Resurgía de las entrañas de
Castilla la Iberia Heroica con sus Numancias por doquier. Ahí están para la
historia magna los acontecimientos homéricos del Alcázar, el del Santuario de
Santa María de la Cabeza o el del Crucero “Baleares”, la liberación de Badajoz
y fuerza del Coronel Pinilla que, frente al Cantábrico, ruega a la escuadra
nacionalista que tiren sobre su ubicación porque ya no puede resistir a las
milicias internacionales de Stalin y no quiere morir víctima de las ametralladoras
soviéticas teñidas de sangre inocente. El Héroe prefería el fuego amigo.
Conmueve su grandeza.
A las pocas semanas de iniciadas las
hostilidades los nacionalistas con el apoyo fraternal de Italia y Germania, que
apoyan con aviones y voluntarios Camisas Negras, sin reclamar ni una peseta,
una lira o un marco. Todos, con los cientos de miles Camisas Azules y Carlistas
boinas rojas avanzan. Había que salvar las espaldas de Europa, es decir, a la
España apuñalada por Stalin (el de las purgas y los gulags) camarada de los
financistas “made in USA” con la División Lincoln enviada por el demoniocrático
Franklin Del ano Roosevelt, domiciliado en Wall Street y alter ego de Stalin.
Éste era ayudado en esos días (dicho sea de paso) con la construcción de la más
grande represa construida en la U.R.S.S. Nos estamos refiriendo a la conocida
como del “Dniéper”. La zona española en manos marxistas y masones como Azaña,
Largo Caballero, Miaja, Negrín e Indalecio Prieto era lo más semejante al
infierno pintado por Dante Alighieri. Masacre de sacerdotes y monjas,
detenciones, saqueos y “paseos” sin cuento. Madrid sitiado por las tropas
cristianas durante 32 meses, no podía ser tomado merced al armamento (aviones
Potez de última generación, ametralladoras, cañones de gran alcance, etc.)
enviado por las democracias como la que encabezaba el Premier “francés” León
Fulkenstein (Blum) o Stalin “el generoso” con sus cazas “Rata” y armamento
abundante. Todo, amén de miles de voluntarios bolcheviques de las más diversas
nacionalidades y muy bien entrenados.
Luego del fracaso del Alzamiento en
Madrid encabezado por el General Joaquín Fanjul Goñi, quien fuera posteriormente asesinado junto
a sus oficiales, la gran capital española se había convertido en una zona
caótica. Pero veamos el interesante trabajo de Julián Zugazagoitía editado por
Tusquets de Barcelona en el año 2001 y que fue titulado “Guerra y vicisitudes
de los españoles”. Así escribe en la página 76: “El poder público pulverizado
estaba en la calle, y un fragmento del mismo en las manos y a la disposición de
cada ciudadano incorporado al antifascismo que usaba de él a la manera que
mejor cuadraba a su temperamento. Las arbitrariedades no tardaron en
presentarse, escoltadas de violencias fatales. El gobierno carecía de autoridad
para corregirlas. Sus vacilaciones anteriores habían ido contribuyendo en mucha
medida, a esta exaltación y disloque que al generalizarse y asumir formas
dramáticas iba a causarnos un daño moral considerable, ya que el cuerpo
diplomático registraba un particular encono a los actos, de aquellos grupos
delirantes, difíciles de clasificar con un nombre político sindical que
consideraban llegado el momento de una justicia (SIC) rápida que afectó a las
cosas y a las personas”.
En esta situación tan bien explicada
por Zugazagoitía tuvo lugar el 19 de setiembre de 1936 el bestial asesinato por
milicianos comunistas de dos ciudadanas orientales, fervorosas católicas,
llamadas DOLORES Y CONSUELO AGUIAR DÍAZ MELLA. Estas dos compatriotas, Hermanas
en Cristo de todos los uruguayos católicos, fueron elevadas en 1997 a la
categoría de Mártires de la Fe por S.S. Juan Pablo II. Esta decisión del
Vicario de Cristo es el paso previo a su presencia en los altares como SANTAS
de la Iglesia Católica Romana. Los restos de las santas mujeres fueron
trasladados en el mismo año 1997 a Montevideo por gestión del Arzobispo
Monseñor Cotuño y descansan en una urna de mármol blanco en un lugar especial
dentro de la Capilla del Santísimo en la Iglesia Catedral de Montevideo, donde
con letras de oro se leen sus nombres y el celestial título de “Mártires de la
Fe” también en letras del fino oro.
La primera noticia que tuvo el gobierno
Oriental entonces presidido por el ilustre Doctor Gabriel Terra llegó el 20 de
septiembre y fue enviada por el encargado de negocios Dr. Francisco Milans; decía
así: “Dolores y Consuelo Aguiar Díaz hermanas de nuestro Vicecónsul fueron
detenidas ayer por la mañana en la calle por elementos de la milicia comunista.
Inmediatamente avisé al Ministro de Estado. Después de buscarlas inútilmente
hoy fueron encontradas, Dolores y Consuelo, en el Depósito Judicial de
cadáveres en momentos en que se preparaba su entierro sin avisar a la familia.
Las compatriotas llevaban brazaletes con nuestros colores nacionales con los
sellos del Consulado, además de documentos de identidad. Inútil protesta. Pido
instrucciones”. En el diario propiedad del Presidente Terra (“El Pueblo”) se
hizo pública la horrenda noticia el 22 de septiembre.
El texto de la nota era firmada por
el corresponsal Luis Sciuto que así escribía bajo el acápite: “FUERON FUSILADAS
SEÑORITAS URUGUAYAS”: “En el día de hoy, y en mi presencia, el Cónsul uruguayo,
ha recibido comunicación telefónica anunciándole que en el día de ayer fueron
fusiladas las señoritas Dolores y Consuelo Aguiar Díaz, de nacionalidad
uruguaya hermanas del Vice–Cónsul en Madrid del Uruguay, Sr. Aguiar, las dos de
nacionalidad uruguaya. Contra esta decisión el Tribunal Rojo que decide los
fusilamientos, nada había podido hacer la gestión de los diplomáticos sudamericanos
que aún residen en Madrid. Las señoritas Aguiar que se encontraban en la
capital de España desde hace algún tiempo y vivían en compañía de su hermano
salieron la tarde del domingo pese a las advertencias que se les habrían
formulado, dadas la escasísimas garantías que se ofrecen a los moradores de
Madrid, en el sentido de que no dieran cumplimiento a la visita a la casa de
una familia amiga. Iban por una de las calles cercanas a la Puerta del Sol… cuando
fueron interceptadas por un grupo de milicianos comunistas armados de pistolas
y fusiles llevando pañuelo rojo al cuello cada uno de los integrantes de la
partida. El que parecía jefe de la de los forajidos le gritó a la señorita Consuelo:
«No se mueva» al ver que nuestra compatriota intentaba entrar en una casa con
zaguán. Acercóse entonces su hermana Dolores para inquirir sobre lo que
sucedía. Ésta también fue detenida con violencia llevadas hasta un automóvil
Buick doble faetón que ostentaba las insignias del comunismo internacional es
decir la Hoz y el martillo entrelazados. Se podían ver también consignas del
anarquismo estampadas en puertas y capot. Alguno civiles presentes en esa
cuadra intentaron prestar ayuda a la desdichadas uruguayas. Todo fue en vano,
nadie tuvo el coraje de subirse al coche por temor a los procedimientos sumarísimos
que emplean las hordas que controlan al Madrid cautivo…”
Lo demás lo puede imaginar nuestro
camarada lector. Torturas, gritos para que abjuraran de su fe Católica y su
negativa a entregar unas religiosas que vivían con ellas en la casa de hermano
Vice Cónsul. Luego… el paseo “chequista” hacia las afueras de la ciudad, donde
fueron ametralladas sin piedad.
Pero todo esto no fue lo único: tres
días antes, un local que lucía como parte de la embajada Oriental fue asaltado
por bolcheviques que rompieron el Cartel Oficial y quemaron la bandera oriental
que en el pequeño jardín flameaba. En ese sector amparado por el Embajador Dr.
Castellanos había una sociedad religiosa montevideana llamada San Pablo y que
había sido fundada por religiosas españolas aquí, en Montevideo, donde tramitó
la personería jurídica uruguaya.
Para cerrar por el momento esta
triste página de nuestras mártires no resistimos la tentación de traer a la
actualidad como la audición que la Falange tenía por la CX 34 Radio Artigas,
Montevideo se ocupó del tema. He aquí una parte de las palabras de su director
el Camarada Ángel Espinosa señalando al despreciable rojo Indalecio Prieto
llamándolo “Cadáver” por considerarle uno de los culpables del crimen de las Hermanas
Aguiar. Así decía el Camisa Azul Ángel Espinosa: “¿Y la respuesta que dio el
Cadáver respecto del asesinato siendo él Ministro de los cuatro elementos ‒aire,
tierra, mar y fuego– de dos dignísimas señoritas uruguayas en la retaguardia
gubernista? Contestó que, ese caso es un caso típico de todas las guerras. No,
señor Cadáver, ese es un acto típico pero no de la guerra, sino del
bandolerismo, de la barbarie, de la anarquía, de inhibición monstruosa de toda
autoridad. Es un caso típico de salvaje técnica comunista”. “Diez Charlas de
Habla Falange”, Montevideo 1939, página 75.
Por ello, el Presidente Terra siguió
el camino de la fumigación de escorpiones comenzado en el mes de octubre de
1935, cuando rompió relaciones con la U.R.S.S. En la oportunidad que nos ocupa,
y ante el terror marxista desatado e impune, suspendió las relaciones con el
estercolero masónico y bolchevique que lo era la Republica roja y poco después
reconoció “de iure” al gobierno de los Cruzados encabezado por el Caudillo de
España, Generalísimo Francisco Franco.
Luis Alfredo Andregnette Capurro
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