¿POR QUÉ NO TE METÉS
CON UNO DE TU
TAMAÑO?
“Las espuelas que uso pa′ mi floreo,
pa′ mi floreo, sus rodajas ya no hincan, porque yo pienso, porque yo pienso,
que es cobarde quien hiere los indefensos”.
(“La Tropilla” –
Triunfo, de Santiago Rocca y Mario Dardo)
Opina
la Comisión Trilateral de Rockefeller que el verdadero peligro es la presión
demográfica, que no solo le quita recursos para el “Desarrollo Sustentable”,
sino que además incentiva las condiciones de injusticia y posibilidades de
regímenes nacionales y populares, en total coincidencia con las opiniones de
Dwight D. Eisenhower: “Si los habitantes
de la Tierra siguen multiplicándose al mismo ritmo se agudizaría el peligro de
revolución y además se produciría una degradación del nivel de vida de todos
los pueblos, el nuestro inclusive”; y de Lyndon B. Johnson: “Cinco dólares invertidos contra el
crecimiento de la población son más eficientes que cien invertidos en
desarrollo económico”.
Es
curioso ver como los tipos más poderosos del Mundo arremeten sin piedad,
atrincherados en sus despachos, tras sus parvas de dólares, contra los más
indefensos, para no perder aunque
sea una pizca de su poder terrenal, con desprecio absoluto, en su soberbia de
buenos Masones neopaganos, sin imaginar siquiera la existencia de una
Trascendencia ‒por estar mirando solo sus propios
ombligos, llegando a creer que están solos en el Universo‒ con la cual hay que
contar, y a la que hay que dar cuenta de nuestros actos y entonces sí, ahí te quiero
ver, supermacho, vos que querías matar tan alegremente. Y en cuanto a los
lacayos genuflexos locales, que siguen las órdenes con el mismo sueño de
impunidad, para conservar su miserable porcioncita de poder subsidiario, para
ellos valen los versos de don José Larralde: “No hay Cielo que dé perdón pa′l que oficia del gusano”.
Vicente Cadenas
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