domingo, 17 de febrero de 2013

Eclesiales


ANTE UNA RENUNCIA
QUE NOS DUELE
  
  
El riesgo de lo demasiado humano
  
Si en la historia de la Iglesia han existido casos de pontífices abdicantes -algunos de ellos, incluso, formalmente elevados a los altares, sin que la tal dimisión, al parecer, resultara obstáculo-; y si el mismo Derecho Canónico prevé la posibilidad de tan excepcional resolución, lo primero que con cierta simplicidad podría decirse es que la Iglesia seguirá su curso bajo un nuevo Papa, próximo a elegirse; y que nosotros, los fieles de a pie, continuaremos aportando lo nuestro hasta que Dios nos llame. No habría lugar para la aflicción o el enojo.
  
Pero no estamos seguros de que corresponda tanta simpleza de análisis. Por lo pronto, por el texto mismo en que Benedicto explica su actitud. Nos duele como propio el abatimiento que confiesa. Sangra nuestra misma herida al saberlo preso de la infirmitas. Desvélanos el mismo insomnio ante la encrucijada y la peripecia, y nos admira que aún así, ofrezca sus últimas fuerzas para servir a la Iglesia con la oración y la clausura. Pero todo esto es demasiado humano, y si se nos permite la franqueza, podría resultar más cálculo que pálpito, más desconfianza en la fragilidad de los años que abandono confiado a la Divina Providencia. Tal vez, incluso, podría resultar demasiado común y corriente para tratarse del Vicario de Cristo. O excesivamente ordinario para quien sabe que la silla petrina antes tiene la forma de una cruz testa al piso que la de una mecedora. Importa nada lo que piense el mundo, pero importa todo no pensar u obrar como el mundo.
   
Acaso por esta distinción que enunciamos se explique que dos voceros de la nadería progresista pudieron traducir a términos inequívocamente modernos y mundanos cuanto ocurre. Mejía, hablando de stress; y Bergoglio celebrando el “gesto revolucionario”, ante quienes, hasta ahora, lo acusaban de conservador a Benedicto XVI. Si el uno psicologiza y el otro ideologiza lo sucedido, no es únicamente por las sendas y burdas deformaciones doctrinales que padecen, sino por la naturaleza misma del hecho que, como decimos, trasunta una cierta perspectiva demasiado humana. Es un trono bendito el que se está abandonando. No puede ser considerado como una jubilación por invalidez. Tampoco como quien declara clausa una oficina el último día hábil de mes, en el horario de cierre, tras una despedida con aplausos y emociones a granel.
  
  
Extraños encomios a la debilidad
  
El segundo factor que conspira contra la llaneza del análisis es la larga serie de conjeturas que se han echado al ruedo, sin que puedan ser sofrenadas con alguna prueba contundente en sentido contrario.Diríase que a dos campos se acomodan las tales hipótesis.
  
En uno surge la inevitable posibilidad de una oscura maquinación palaciega que haya forzado la dimisión. Sobran las razones para pensarlo, pues en todos estos años los sectores progresistas no han hecho otra cosa más que pedirle al Papa la caducidad de su mandato. El tenebroso manifiesto de Hans Küng y los suyos, lanzado formalmente hacia el 2010, ha visto sus cláusulas cumplidas con esta penosa noticia anunciada en la festividad de la Virgen de Lourdes. ¿Era inevitable entregarles tamaño trofeo al coro enorme de tránsfugas que no cesan de festejar lo acontecido? ¿No había, no hay, entre la grey y los egregios, fuerzas suficientes para evitar el atropello? ¿No se supone, por sobre todo, que el heredero de Cefas, el fiel y rudo Pescador de Galilea, debe conducir la Barca tanto más cuanto las tempestades del mundo lo sacuden “por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe”, como reza el mismo y doliente texto del desistimiento?
  
¿Coopera a contrarrestar este “eclipse del sentido de lo sagrado”, y estas divisiones “que desfiguran el rostro de la Iglesia y ponen en peligro su unidad”, males ambos de los que habló el pasado Miércoles de Ceniza, el que se presente el mismo Santo Padre eclipsado o doblegado por los achaques de un tiempo convulso y de una ancianidad avanzada? ¿Guarda congruencia tamaño reconocimiento, con lo dicho dos años atrás a Peter Seewald, cuando desde las páginas de la obra Luz del mundo sostuvo que "no se puede escapar en el momento de peligro y decir: que se ocupe otro? ¿Hay acaso peligro mayor que constatar el eclipse del sentido de lo sagrado?
  
Se equivocan quienes deifican al Papa -quienquiera sea- o quienes lo suponen nimbado de los atributos de los antiguos titanes. Se equivocan además quienes lo conciben al modo de un soberano hiératico, cuyo ánimo sería tan inconmovible y rígido como ciertos barrocos oropeles. Y rechazo grande sentimos por cuantos reclaman duro calvario al Pontífice desde el carnaval en que habitan. Los corajudos en pellejo ajeno nunca sirvieron de mucho. Pero vaya si yerran cuantos lo pretenden o justifican como al uomo qualunque, desvinculando su persona, necesariamente frágil, al igual que la de todos nosotros, de la misión que le cabe, necesariamente férrea y acerada, como la de ninguno de nosotros. Por algo decía el monje San Norberto de Magdeburgo, que “la silla de Pedro exige la conducta de Pedro”. El Papa no tiene dos naturalezas, como Aquél de quien es vicario. Pero tal vicaría, libremente aceptada, lo obliga al heroísmo. Al heroísmo cristiano, entiéndase; no al del Olimpo o el Walhalla. A un heroísmo que no busca el protagonismo o el resplandor personal, pero sí el de la Divina Persona, cuyos nudos le tocó atar y desatar en la tierra. No somos niños para ilusionarnos con  un pontífice repartiendo tiarazos al galope. Pero dado que no la calma sino la tempestad arrecia -intensa y dañina, como pocas veces- tampoco puede ser lo más aconsejable andar desmontando la cabalgadura.
  
Desconcierta un poco, en consecuencia, este elogio de la debilidad o de la rendición que algunos plantean. No nos resulta posible imaginar a un Cristo que se pone tres caídas como plazo máximo para subir al Gólgota. Y si amamos estremecidos aquellas desplomaduras gloriosas, es porque de todas ellas, el Caído, recuperó la vertical del cielo. Ha sido el Padre Diego de Jesús, en su notable libro Mito, plegaria y misterio, el que nos recordó un texto de Lewis, según el cual, “Dios es más que un dios; no menos”. Y comentándolo acota: “el majestuoso Logos eterno, al ingresar a nuestro opaco mundo fáctico, lo hace sin dejar colgada su divinidad en el perchero del zaguán trinitario”. Los intérpretes de esta renuncia petrina como el triunfo de la relativización del Pontificado, de la kénosis del vicario para que sólo quede la guía de Jesús, parecería que quieren dejar colgada la irrepetible y singularísima y exigente majestad de la vicaría en algún perchero sin brillo de los despachos vaticanos.
  
  
Lo estratégico por encima de lo sobrenatural
  
En el otro campo se mueven las conjeturas de quienes ven tras la renuncia una cuidada  estrategia  ajedrecística para asegurar la continuidad de “la misma línea”, pero en manos de un joven y vigoroso timonel. Estamos escuchando demasiado esta especie, con tanto desagrado como la de los apologistas de la responsabilidad petrina reducida no más que a la de ese hombre que cruza la calle, del que hablara Merleau Ponty.
  
Haría falta la capacidad y la ciencia de Malachi Martin para descifrar esta segunda clave de la renuncia pontificia. Y aunque las novelas del célebre irlandés poseen entramados auténticos y veraces, aquí la crasa realidad sobrepuja cualquier legítima figura literaria. A fe nuestra hemos de sostener que no vemos en la personalidad del Papa Benedicto XVI ningún rasgo dominante que lo acerque al perfil de un diestro maniobrador de poderes. Antes bien, sus fragilidades y defectos, con repercusiones incluso en el delicado terreno de la integridad doctrinal, más resultan ser la consecuencia de una inhabilidad para el gobierno, que de una destreza para hacerse continuar. Se lo ve tan honorablemente ajeno a la problemática del poder, diría Guardini, como puede estarlo un hombre de contemplación y de seriedad en el estudio.
  
Pero aún así, y si fuera cierta esta maniobra sucesoria tramada con un puñado de seguidores,el Santo Padre no puede ignorar que su retiro desata entonces algunos de los demonios de la democratización de la Iglesia, convirtiendo un sitial tradicionalmente monárquico en un puesto sujeto al voto arreglado. Una especie de fraude patriótico, reemplazando los atrios de Balvanera o Pompeya por los corrillos de Roma, de donde nunca se dijo que el humo de Satán se retirara. No queremos que suba Pío XIII por haber ganado las internas, tras estudiada táctica de Ratzinger. Queremos que el Espíritu Santo impere, sane, salve y vivifique.
  
Algunos entendidos, que no es nuestro caso,han hecho notar que uno es el poder del orden y otro el poder de jurisdicción; y que si el ordinis potestas fuera indeleble, y por tanto inabdicable, como todo lo indica, tendríamos, tras el próximo cónclave, el caso potencialmente anómalo de un doble pontificado virtual. Si el sucesor de Benedicto lo hereda espiritualmente, será una cosa. Si lo contraría, la bicefalidad se hará notoria, siquiera por tácito contraste. Otra vez los interrogantes nos asaltan: ¿Era necesario, en medio de tamaña crisis eclesial, como pocas veces grave y confusa, someter a la Esposa y a sus hijos a tamaño estremecimiento? ¿O es que el verdadero nombre de la crisis -y ahora se nos revela- es el estremecimiento de la Esposa, que no puede evitar siquiera su Pastor Universal? ¿O es que el otro nombre de la crisis, no menos intranquilizante, es que, a fuer de habituamiento, los bautizados crean que ella no existe y que sólo es un exageración de algunos tradicionalistas?
  
  
No ha dicho aún las últimas palabras
  
Conocido y útil es el principio que nos dice: interius non iudicat Ecclesia. Nadie sino Dios puede saber y pesar con justicia lo que acontece en el alma atribulada del Cardenal Ratzinger. Que se bajó de la Cruz, no podría decirse sin liviandad manifiesta. Su cuerpo y su alma, hace largo tiempo, que semejan la convexidad y la concavidad del Leño. Pero que la llevó hasta el final, tampoco podríamos decirlo; entre otras cosas, porque aún no ha sucedido ese final.
  
En efecto, mientras trazamos estas líneas, el Papa sigue hablando como tal; y parece querer decirnos cosas que antes no había dicho. El 14 de febrero, en el Aula Paulo VI, improvisó una jugosísima charla ante el clero de Roma, cuyo núcleo central fue el Concilio Vaticano II. Daría la misma para un análisis aparte, si estuviéramos en condiciones de hacerlo. Porque, por un lado, describió y ratificó su entusiasmo puesto desde el principio en aquella discutida asamblea. Entusiasmo provocado por objetables razones, digamos de paso. Por otro, desenmascaró valientemente la  maniobra periodística iniciada conjuntamente con el Concilio para desnaturalizarlo y tergiversarlo, hasta el punto de que el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real”. Pero a modo de corolario, selló sus palabras diciendo: Me parece que después de cincuenta años, vemos cómo este Concilio virtual se rompe, se pierde y aparece el Concilio auténtico, con toda su fuerza espiritual”.
  
Es difícil ver los bienes que se han seguido de esta supuesta irrupción del Concilio auténtico, cuando es el mismo Papa el que se despide retratando con agobio que la la cizaña ocupa mayor lugar que el trigo dentro de la Iglesia. Y cuando con una lucidez llamativa reconoce ésto, que no debemos perder de vista como objeto de reflexión: “En retrospectiva, creo que fue muy bueno comenzar por la liturgia [en el Concilio]. Así se mostraba la primacía de Dios, la primacía de la adoración [...]. Luego estaban los principios: la inteligibilidad, para no estar encerrados en un idioma que no se conoce y no se habla; y la participación activa. Por desgracia, estos principios a veces se malinterpretaron. La inteligibilidad no quiere decir trivialidad, ya que los grandes textos de la liturgia -aún cuando estén, gracias a Dios, en la lengua materna- no son fácilmente inteligibles; necesitan una formación permanente del cristiano para que crezca y entre más profundamente en el misterio, y así pueda entender”.
  
Si el sucesor recoge este breve programa: no al falso participacionismo litúrgico y a la trivialización de la inteligibilidad mistérica, no será en balde su legado. Pero si esto se pensó desde siempre, ¿por qué no se fue más categórico para impedir el conjunto de “calamidades, problemas y miserias”, como llama el mismo Santo Padre en su coloquio, a los efectos de ese predominio del “Concilio virtual”? ¿Por qué no se tiene en cuenta la posibilidad de que tales males no hayan sido sólo ni principalmente causados por los medios distorsionadores, sino por algunos de los mismos padres conciliares y del apartamiento de la ortodoxia?
  
  
Te acordarás del Viento ingobernable
  
Lo que juzgamos aquí, con amor filial y respeto de súbditos, son hechos; tomando la palabra juicio, principalmente en su acepción lógica. Y ese enjuiciamiento lógico de lo que sucede nos embarga de inquietud y de perplejidad.  Hubiéramos anhelado que ciertos y valiosos pasos que se dieron bajo el pontificado de Benedicto XVI para hacer respetar la Tradición, hubieran sido completados y conducidos a su plenitud. Hubiéramos deseado, simétricamente, que aquellos otros pasos vacilantes o erráticos o desencaminados, se revirtieran definitivamente. Sobre todo, porque no fueron leves esos pasos torcidos, y un fruto al menos de los mismos hoy se torna patente.  Pues es muy raro que la renuncia de un Papa sea más llorada en el Estado de Israel que entre el clero católico. Ahora sólo queda confiar en el Paráclito. Confiar y rezar intensamente; y pedir perdón por nuestros pecados, sin excluir el que podría constituir el no haber hecho lo suficiente para que las fuerzas del Pontífice no llegaran a esta extenuación.
  
A falta de mejores acentos, golpeados por la tristeza doblemente cuaresmal del momento, nos alimenta en algo la esperanza, el canto dedicado a Pedro del inolvidable fraile Antonio Vallejo:
  
 “No siempre navegaba
según su arbitrio: alguna vez, un viento
de incierto origen y de humor venático,
lo arrastró a imprevisible derrotero [...].

Siendo viejo,
a punto, ya, de coronar la suma
autoridad con el honor supremo,
se acordará del Viento ingobernable [...].

Lo sentirá cimbrar; y oirá un revuelo
de águilas y de togas; y la infame
algazara del circo. En el recuerdo
adorable, también oirá, concreta,
clara, la obscura frase del Maestro:

-En verdad, en verdad te digo,Cefas:
cuando más joven, eras tú muy dueño
de ceñirte y de andar por dondequiera;
extenderás, un día, siendo viejo,
tu diestra y tu siniestra;
y otro, no tú, te habrá ceñido y puesto
donde tú no quisieras.

Dios le dé a Benedicto, “siendo viejo”, y a su sucesor, siendo quien fuere, la gracia de no desertar del Viento, ni del Duc in altum, ni de la pesca milagrosa. La gracia de no ser dueño de “andar por donde quiera”, sino de preferir la diestra y la siniestra ceñidas al Madero, para salvar con sangre el honor de la Verdad.

Antonio Caponnetto

7 comentarios:

Flavio dijo...

Siempre esclarecedor. Nuestra penuria se ve en parte aliviada cuando, entre la avalancha de sandeces que suscita la renuncia del Papa, aparece un texto como este.

Copio, con todo, y para completar lo relativo a los frutos amargos del «Concilio virtual», que Benedicto presenta como contrapuesto al «real», las razones encontradas que expone un comentarista de un blog español (http://exorbe.blogspot.com.ar/2013/02/pentimenti-di-benedetto.html)

«Benedicto ha reconocido el mal creado por el Concilio. Achacarlo a los medios no es otra cosa que reconocer la hipótesis eclesiológica de Julio Meinvielle sobre la publicitación de la Iglesia.

"El misterio de iniquidad consiste precisamente en que el "Aparato publicitado de la Iglesia" que debía servir para llevar las almas a Jesucristo, sirva en cambio para perderlas y esclavizarlas al demonio. Aquí está el "misterio de perversidad": Que la sal se corrompa y deje de salar (Mt. 5, 13). Fíjese bien el lector que no decimos que la Iglesia deje de llevar las almas a Jesucristo. La Iglesia es indefectible y durará como tal hasta el fin. Pero la Iglesia de Jesucristo puede no identificarse con el ''Aparato publicitado de la Iglesia". La Iglesia de Jesucristo puede mantenerse en las almas fieles a la doctrina que se conservaría en algunos sacerdotes y obispos adheridos a la Cátedra del Pontífice de Roma, mientras que el Aparato mismo de lo que el mundo conoce como Iglesia puede seguir otra doctrina y otra pastoral elaborada por la soberbia de los grandes y publicitados teólogos de la nueva teología."

Olvida el Papa que el Concilio promovió activamente la intromisión de los medios en la misma aula conciliar. Se creó la oficina de información del Concilio y a pesar de las protestas de algunos padres, lo que se discutía por la mañana salía esa misma tarde o al día siguiente en los medios. Para colmo hay todo un documento conciliar dedicado a los medios donde se les reconoce esta letalidad pero se les trata con el mismo optimismo del que hace gala ahora el Papa.

La sal está sosa, pero el optimismo dice que volverá a salar por sí sola, pero el Papa renuncia en un momento tan delicado...

No tiene ni pies ni cabeza. Y quizás el optimismo (esa virtud tan liberal) deba dejar paso a la genuina esperanza cristiana de que se cumplan las promesas de Cristo que ha de volver algún día y consumar el mundo ante el misterio de iniquidad.»


Los padres conciliares, y no los medios tergiversadores, son al fin de cuentas quienes incurrieron en dudosas afirmaciones acerca del ecumenismo y la libertad religiosa. La ambigüedad léxica adoptada en los documentos conciliares tampoco es atribuible a la mala fe de los medios, que no hacen otra cosa que recoger el hueso que se les ofrece.

Para colmo de nuestra perplejidad, y para no alentar muy mejores expectativas acerca de su magisterio remanente, ahora apareció el hermano del Papa diciendo que, oprimido por la edad y los achaques, "mi hermano quiere más tranquilidad a esta edad" (http://www.lanacion.com.ar/1555580-es-beneficioso-para-la-iglesia-dijo-el-hermano-del-papa-sobre-su-renuncia)

¡Dios proteja a su Iglesia!



Anónimo dijo...

S.S BENEDICTO XVI, UD. ES Y SERA EL MEJOR PAPA EL VERDADERO MAESTRO DE LA IGLESIA CATOLICA DE LOS ULTIMOS TIEMPOS. GRACIAS POR TENDERNOS UNA MANO A LOS TRADICIONALISTAS; ETERNAMENTE CON UD. DANIEL JORGE

Anónimo dijo...

Comparto las sensaciones y el desconcierto de ustedes. Hubiese querido todo lo que ustedes quieren...Ejemplo, sacrificio, Cruz, etc. Pero al mismo tiempo, me cuestiono si no estaremos pecando de soberbios!...No sera que S.S Benedicto XVI, que vive a diario alimentado del Espiritu Santo como motor de su existencia y su papado, el que hace lo que Dios le pide, y lo mejor para su Esposa amada? No sera SU CRUZ, el abdicar? No estaria mas comodo arriba, que al costado?...Los planes de Dios no los sabemos y en general, no los entendemos, pero si hay alguien cerca de Dios, es el Vicario de Cristo en la tierra, y seguramente, sabra mas que nosotros.

Federico Kunzendorf

Anónimo dijo...

"Por sus frutos, (es decir, por el resultado de sus obras), los conoceréis."

"Lo que nace de la carne, carne es."

"Los sacerdotes, Ministros de mi Hijo [...] por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, [...] se han convertido en cloacas de impureza. Muchos abandonarán la Fe y el número de sacerdotes y religiosos que se separarán de la verdadera religión será grande; entre estas personas se encontrarán incluso obispos. [...] sólo se verán homicidios, odio, envidia, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia. Los gobiernos civiles tendrán, todos, un mismo designio, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. [...] los lugares santos se hallan en la corrupción; muchos conventos no son más las casas de Dios sino el pasto de Asmodeo y los suyos. La Iglesia será eclipsada [...]. Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del Anticristo."


Como católico, nacionalista, rosista y federal, yo pertenezco a la Verdadera Iglesia de los 260 papas. En tal sentido, es IMPRESCINDIBLE leer la Bula Cum ex Apostolatus Officio del Súper Papa Pablo IV (Gian Pietro Carafa):

http://forocatolico.wordpress.com/pablo-iv-cu-ex-apostolatus-oficcio/

Y San Pío V, en su Encíclica Inter multiplices, nos confirma la Bula Cum ex Apostolatus Oficcio de Pablo IV:

http://forocatolico.wordpress.com/san-pio-v-inter-multiplices-confirmando-la-cum-ex-apostolatus/

La obediencia santifica, siempre y cuando vaya en orden al Bien supremo, como todas las virtudes. Si la obediencia se opone a la Fe, a la Verdad; esa "obediencia" es ilegítima, es servilismo y es pecado gravísimo.

Pero tan malo es desobedecer a un Papa, como obedecer a un antipapa, a sabiendas de que lo es. Y en las historia hubo y hay al menos 45 antiapapas, y algunos de ellos sentados en la mismísima silla de Pedro, como Pedro Pierleoni (Anacleto II) en 1131-1138. También están los del gran cisma de occidente -40 años-.

Realmente sería un pecado gravísimo obedecer a un antipapa, a sabiendas de que es un usurpador. Por eso, obedientes de los 260 papas de toda la historia quienes nos legaron juntos, a través de 20 siglos, el depósito sagrado de su Magisterio, desobedecemos gustosos al impostor, al prevaricador y rechazamos de mil amores sus doctrinas protestantes y su contemporización con los enemigos de Cristo.

El Papado excomulgó a Lutero, pero también a todos sus sucesores, a los enemigos de la Iglesia que ahora pastan al lado de Ratzinger, totalmente unidos en doctrina, en fe y en proyectos futuros. ¿O no es cierto que los reciben en sus templos, sus sinagogas, sus mezquitas y hasta en sus cuevas satánicas para orar juntos por la misma deidad satánica?

Nuestro deber es remitirnos a las Sagradas Escrituras, a la mejor voz que puede respondernos con una pequeña frase, Nuestro Señor Jesucristo:

"Yo soy la Verdad..."

LA SALETTE

Anónimo dijo...

ATENCIÓN:

La doctrina de la Iglesia acerca de los herejes que pretenden ser electos papas está claramente definida en la Bula Cum ex Apostolatus Officio, sentenciada por el visionario papa Pablo IV y confirmada a parpetuidad, por el gran San Pío V en su motu proprio Inter Multiplices.

LA SALETTE

Anónimo dijo...

El demonio no nos pide dejar de rezar el Rosario, sino un nuevo "rosario". De lo contrario no lo obedeceríamos.

Igualmente no nos pide dejar de ir a Misa, sino sustituirla por una "misa moderna".

Lucifer no nos pide dejar de creer en los milagros, todo lo contrario, él busca que creamos que cualquier truco es un milagro.

Por ello, la propia Iglesia y hasta sus propios obispos han rechazado las apariciones y milagrerías como las de Garabandal y Medjugorje.

Y pensemos que el papel de Medjugorje fue desviar el verdadero mensaje de Fátima y La Salette.

¿De qué autoridad gozaban San Bernardo de Claraval y Santa Catalina de Siena para deponer por sus propias fuerzas a los antipapas usurpadores?

DE NINGUNA.


Sin embargo los enfrentaron y lograron su dimisión al demostrar que A SÍ MISMOS SE HABÍAN DEPUESTO (IPSO FACTO) al incurrir en los crímenes de herejía previamente a la elección pontificia, según lo estableció la Iglesia a través del milenario Magisterio Infalible.

El Papa León XIII previó en su visión lo que hoy sucede y lo plasmó en su Motu Proprio del 25 de septiembre de 1888, cuando escribió en su invocación a San Miguel:

"Estos enemigos tan mañosos han llenado y embriagado con hiel y amargura a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y han colocado manos impías en sus posesiones más sagradas. EN EL MISMO LUGAR SANTO, DONDE SE ALZA LA SEDE DEL MÁS SANTO PEDRO Y LA SILLA DE LA VERDAD PARA LUZ DEL MUNDO, HAN LEVANTADO EL TRONO DE SU MÁS ABOMINABLE IMPIEDAD CON EL INICUO CONCEPTO DE QUE CUANDO AL PASTOR SE LE DERRIBE, LAS OVEJAS PODRÁN DISPERSARSE."

Sin el Papado, no sin los antipapas, no se puede ser católico.

LA SALETTE

Anónimo dijo...

La Infalibilidad Pontificia en Ratzinger Tauber NUNCA EXISTIÓ como lo demuestran sus continuas herejías, falsas canonizaciones de herejes y su famoso dogma de la Shoá.

Es falso también de que Ratzinger "se hechó encima a todo el hebraísmo masónico que domina el Vaticano", toda vez que él mismo es hebreo, descendiente de la rama hebrea más luciferina, la del Maharal, encargada de "controlar las religiones", como está plenamente acreditado por su larga línea genealógica, pletórica de rabinos, hechiceros, exilarcas y príncipes hebreos de la rama babilónica.

¿LAS PRUEBAS?

Ver su genealogía hasta el Maharal:

http://destination-yisrael.biblesearchers.com/destination-yisrael/2012/02/the-family-of-cardinal-joseph-ratzinger-the-young-joseph-ratzinger-sitting-on-the-left-if-one-comes-to-the-conclusion.html

¡ABRAMOS BIEN LOS OJOS, AHORA TAMBIÉN TENEMOS A JUDAS BERGOGLIO!

"ROMA PERDERÁ LA FE Y SERÁ LA SEDE DEL ANTICRISTO."

LA SALETTE