lunes, 18 de enero de 2010

Llamado a la España eterna


¡DESPIERTA, ESPAÑA!

Mientras nuestra Patria subsiste adormecida y anestesiada, a los españoles parece importarles muy poco, permaneciendo en silencio, mudos sin pronunciar palabra, unos porque quizás no se han dado cuenta que España agoniza y otros por temor a despertarla. España se hunde y nadie dice nada. España se pierde en el tiempo y la gente calla.

España ha entrado en el quirófano del cambio para ser despedazada. Primeramente se la desposeyó de su Unidad Católica, precisamente por los que tenían el deber de defenderla y conservarla, y se la humilló abriendo las puertas al comunismo, después se la chuleó con una Constitución atea, que eliminó el Crucifijo de la Cortes al tiempo que se nos pronosticaba que a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió. Después se sacó del hogar a las esposas para que se “realizasen” y se defenestró la autoridad paterna hasta llegar al amancebamiento, adulterio y consecuentemente al divorcio, mientras se cambiaba la inocencia de la juventud por litronas, droga y sexo, hasta llegar al aborto, la guinda que parecía el último adorno de la tarta democrática, pero cá, aún faltaba el maridaje de los homosexuales y el colmo de la desvergüenza nacional: la supresión de crucifijos en los centros públicos, primer paso hacia la implantación de la nueva religión masónica.

Ha llegado el momento de gritar fuerte y claro: Despierta, Patria, y yérguete sobre tu bandera, sobre tu digna historia, sobre tus tradiciones nacionales, sobre tus valores eternos: Dios y lo de Dios. Despierta, España, y levántate sobre tus valores raciales: valor y sobriedad. Ellos son tu vida. Despierta, y en tu despertar, despierta lo hispano, lo nuestro, porque ellos somos nosotros, y nosotros ellos; y forma la gran Hispania, que se levante sin miedo, ría a la mañana, rinda al día con mesura y ponderación, cante a la noche y rece siempre, porque en su corazón no hay más verdad que Dios y justicia.

¡Despierta, despierta, Patria de mi alma! Y sal al paso de un marxismo esclavizante, bien sea el comunista monstruoso y asesino de libertad, bien sea el socialista manilargo y sin capacidad creadora del bien. Despierta, Patria, y frena al capitalismo extraño que asoma en el horizonte, que ya tocas, subyugante para despersonalizar al ser de lo sublime haciéndolo masa oprobiosa e indigna. ¡Despierta, España! Y con tu corazón, con tu nobleza, con Dios en tu ser, que ilumina tu alma, grita fuerte, muy fuerte: ¡Basta!

Sea tu grito fuerte y tan potente cual voz de justicia, que proclama que Dios es, que tú eres, que todos somos hermanos. Grita tan fuerte que las estrellas te oigan para que la luz del cielo venga en tu magna tarea a ayudarte. Grita con voz bronca y segura la mentira de los derechos humanos, que hablan de dignidad y bestializan al hombre, convirtiéndolo en masa amorfa sin dignidad, ni honor, ni vergüenza.

Despierta, Patria, y grita a los cuatro vientos la verdad de tu pretendido derrumbamiento, informa, para que el mundo sepa, que esa pretensión no es otra cosa que la consecuencia de la pérdida del alma patria en maniobras nacidas de intereses criminales de genocidas patrios secundados por canallas, miserables y repugnantes apátridas. Grita, para que tu voz quede escrita y no pueda cambiarse la historia. Que se sepa la verdad, que el mal hoy imperante en tu solar patrio, no es precisamente porque lo ganaran en lucha abierta, sino que unos perjuros y traidores canallas les abrieron las puertas ofreciéndoseles todos los canales de comunicación para que sus falsedades, sus engaños y sus mentiras confundieran al noble, bueno y sufrido pueblo español.

Despierta, Patria, y grita a esos imbéciles del universo oculto, que pretenden eclipsar a la luz del mundo. ¿Acaso creéis posible apagar el sol con vuestras miserables manos? ¿Acaso creéis posible que los españoles me dejarán de amar y dejarán de amar a lo suyo, a los suyos, al ayer por ellos mismos realizado, al mañana que ha de ser por su propia sangre vivido y al presente que es su responsabilidad? Estáis locos, ignorantes ciudadanos del mundo. Lo que es indivisible, el ser de la Patria, no puede romperse, y si está destrozado y herido de muerte, sabremos recuperarlo, no para recibir, sino para dar, para que sea dimensionado a sus fronteras obligadas de sangre, historia y alma.

¡Oh, Patria! Lo más grande después de Dios. ¿Qué respeto merecen quienes tratan de destruirla? Porque realmente hay que respetar al que sea respetable y hay que condenar al que es condenable, y no por venganza, sino por justicia de derecho obligado para defendernos del mal y del malvado, puesto que por Derecho Natural tenemos la obligación inexcusable de defender todo lo nuestro: los hijos, la mujer, la seguridad, el trabajo, la Patria, el pan, la justicia y a Dios.

Precisamente por todo ello, y porque estamos en el último peldaño de la escalera de bajada, movilicémonos y gritemos para despertar a España y para que no consienta que los apátridas o ciudadanos del mundo descuelguen de nuestras vidas el Crucifijo, símbolo de nuestro ser patrio y garantía de nuestra Civilización Cristiana.

José Luis Díez Jiménez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sr. Don Jose Luis. Ha llegado el momento de una nueva Cruzada como en el 36.

España Una, España Grande, España Libre.
¡Arriba España!