jueves, 15 de febrero de 2018

Sombras de la China



MARCELO SÁNCHEZ SORONDO ENCONTRÓ UNA CHINA
 
De acuerdo a la información Sanchez Sorondo, filósofo poscristiano, mandadero todoterreno, lo que Fidel llamaría un completo lamebotas, el mismo que preside la Academia de Ciencia del Vaticano, es quien estaría entusiasmado –y el dato no es menor‒ el hombre encontró una China.
 
Pero hay algo más, de sus declaraciones surgiría que no solo encontró una China, sino que impresionado por la belleza del descubrimiento no dudó en calificarlo como extraordinario.
 
Es decir que el tipo encontró una china extraordinaria y, claro, está contento…
 
Y nosotros deberíamos creerle, porque el que habla es un dignísmo filósofo: “Se trata del lugar en el mundo donde más acabadamente se materializa la Doctrina social de la Iglesia”.
 
Bien hecho, bien pensado y bien dicho, Sorondo. Mire, para mí que el jefe lo asciende. Misión cumplida.
 
Claro que de lo que está hablando, es de algo que no tiene absolutamente nada que ver con lo magistralmente expuesto por León XIII y tantos otros Papas, es decir con las mejores enseñanzas y la más alta tradición que en doctrina social tiene la Iglesia.
 
No. Para nada, el tipo está hablando de una nueva doctrina social la denominada Doctrina Bergoglio-Grabois, también conocida como la doctrina del comunismo cristiano.
 
Es sabido que estos dos estudiosos del marxismo, elaboraron en colaboración con un selecto grupo de católicos y hombres de probada buena voluntad digamos: Fidel y Raúl Castro, Zaffaroni, Esteche, Tucho Fernández, Slokar, el caballo Suárez, Boff, Carlotto, D´Elia, Maduro, Evo, “los troscos de Dios”. y la participación especial de Cris, una Suma de marxipopulismo para católicos.
 
Este corpus de doctrina fue rápidamente tomado y puesto en práctica por los chinos con resultados que ‒según Sorondo‒ no podrían ser ni mejores, ni más alentadores, ni más acabadamente cristianos.
 
Algunos mal intencionados dirán que, en esa idílica China campea un ateísmo más bien bravío, pero la realidad es otra, según explica con lucidez Sorondo, eso estaría exagerado por la prensa y los medios yanquis y por grupos retrógrados de la Iglesia, y que –y aquí viene lo interesante‒ los chinos se mostraron dispuestos a negociar, co mo un gesto de amplitud intelectual, mano a mano el tema de Dios, a cambio de destrabar el comercio.
 
Se ve que monseñor ha sobrepasado ya la pendiente de la más ciega decadencia no solo moral sino intelectual.
 
Sabemos que el pobre hombre venía en una cuesta abajo que metía miedo. Fueron demasiadas horas dedicadas a reuniones con Rocio y Maradona, con masones, con abortistas y ateos y marxistas de todo calibre, en aras de la nada, como para salir ileso.
 
No es difícil sospechar que ésta, su sobreactuación del servilismo, haya hecho palidecer la estrella de lacayo insigne que lucía Cámpora y que, hasta la llegada de  Sorondo parecía imbatible.
 
Que haya cristianos en la china comunista y rabiosamente atea –esa que admira Sorondo‒ que deban pasar temporadas en campos de reeducación afin de “olvidar a Dios” en realidad no deja de ser un detalle, si se quiere pintoresco, pero como bien dice el tipo: “todos trabajan, trabajan, trabajan, sin villas” una apreciación que ni Stalin hubiese formulado mejor.
 
La otra posibilidad sería que el tipo ahora fuese un marxista convencido y no por encargo o mandato. Y que sus muchos años de Santo Tomás y Fabro y vaya uno a saber quiénes más, lo hayan iluminado y y le hayan permitido darse cuenta que, finalmente Foucault, Vattimo y Marcuse, tenían razón y que aquello del Aquinate no pasaba de un cuento chino, ‒perdón‒ de un cuento imperialista.
 
Como a propósito resuena la voz del jefe: “no hay que tenerle miedo al marxismo” que, todos lo sabemos, tantos y tan maravillosos resultados de progreso, bienestar y libertad, trajo para mas de cien millones de muertos, es decir para la humanidad.
 
Sorondo, como nos da algo de lástima y un poco más de asco, rezaremos por usted, o mejor no, porque desde hace unos días, cuenta con la fervorosa plegaria de Xi Jinping, Zanini, Conti y Bonafini y qué mejores intermediarios para un monseñor pro chino.
 
Miguel De Lorenzo

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