lunes, 24 de marzo de 2014

Guerras Justas


UNA GUERRA AÚN ABIERTA
 
 
El general Brinzoni incurre —cuando formula nuevamente su propuesta de pacificación— en un error grave o en varios. Piensa en solucionar el enfrentamiento pendiente entre la Subversión y la Represión pensando en el futuro pero olvidando el pasado, al que pone entre paréntesis, e ignorando el presente, un pretérito trágico y una actualidad clamorosa. Parte así de una confusión y de una omisión suicidas. Porque el Enemigo está ahí, vivo, irreductible, al acecho. Nada indica que haya cambiado ni que se haya arrepentido ni que pretenda enmendarse. No reconoce culpa ni responsabilidad y sólo quiere justicia; claro: “su” justicia, que rezuma odio y venganza, utiliza una memoria tramposamente selectiva y no tolera ningún reproche. No quiere rendir cuentas como las que exige a sus vencedores y quiere que el pasado —en el que el terror fue elemento central y determinante de la vida política argentina— quede clausurado para siempre y sólo abierto para castigar la violencia que le fuera aplicada, puesto que se trató de una guerra. Pero entonces todo quedaría igual, excepto las Fuerzas Armadas, que merecerían ser sancionadas no se sabe hasta dónde ni hasta cuándo, y no sólo con el siempre postergable “juicio de la historia” sino con el más inmediato y dúctil de los tribunales de hoy, a cargo de magistrados “comprensibles”, empapados de la cultura mediática que ya ha dispuesto el castigo y distribuido las culpas. Juicio histórico que, además, quedaría —como ocurre con el poder judicial contemporáneo— a cargo de la Izquierda, victimaria, testigo, fiscal y juez de todo lo acontecido.
 
¿No es todo demasiado burdo? Pero aquí hubo una guerra; alguien atacó y otro se defendió. El que tomó la iniciativa cometió una injusticia y una impiedad y debe someterse a las consecuencias; en cambio el que respondió fue llevado a librar una guerra que no buscó y en la que, como en toda guerra, hubo aciertos y errores. ¿Cómo ponerse de acuerdo sobre esto, cómo proponer y suponer que tanto dolor se olvide, que tanta sangre se enjugue por un acto de voluntad que tiene más de resignación que de generosidad, de cansancio que de inteligencia? ¿Cómo, con qué derecho se pretende que el simple paso del tiempo —muy poco, por lo demás— haga que tanto mal se diluya por los canales de la indiferencia, que una guerra justa no produzca justicia, que los responsables del mal continúen actuando, que se igualen las actuaciones de uno y otros sin importar la bondad de la causa que cada cual defendía. Esto colocaría al país en una situación —para decir lo menos— de banalización; no se trata, en estas circunstancias en que la guerra sigue abierta —con otro nombre, con otras excusas pero casi siempre con los mismos apellidos— de un gesto de perdón sino de entrega, no habría grandeza sino deserción ni magnanimidad sino claudicación. Falta de conciencia histórica y política de parte de quienes inspiran semejante acercamiento que, por otra parte, es rechazado por la izquierda desarmada pero que ciertamente no ha renunciado a las armas. Incomprensión del pasado, frivolidad ante el presente, desinterés por el futuro. Las cuentas no están saldadas, la victoria dista de haber sido completa y, muy por el contrario, la guerra —que sigue abierta— está pendiente de factores no ya militares sino extramilitares, tanto coyunturales como estructurales y políticos como culturales.
 
La cúpula castrense acepta de un modo más o menos explícito dejar fuera de cuestión la bondad de su causa y la perversidad de la del Enemigo, al que empezó a ver y a tratar como a un amigo, como a un adversario con el que se puede (y hasta se debe) coexistir; y lo propone como un actor aceptable para la construcción de una gran política nacional. ¿Es posible, es admisible, es racional, es digno incorporar al cruel enemigo irreconciliable de ayer (que se niega a cambiar) en el diseño de nuestro porvenir? La izquierda, bajo mil disfraces, mil rostros, mil discursos, no ceja en sus propósitos y objetivos básicos, desde el poder y los poderes en que se ha infiltrado los sigue persiguiendo con otros métodos y bajo otras apariencias, éstos con la influencia, aquéllos no admitiendo más que el discurso único y obligatorio; unos con la emoción, otros con las falsas vías judiciales con el acompañamiento de los malos jueces. Ninguno quiere ni está dispuesto a perdonar ni a retirarse aunque esté militando en la escuela económica que antes decía combatir con la brutalidad del secuestro y del homicidio. Consiguieron que sus actos de horror se convirtieran (¡oh Madres, oh Abuelas!) en actos de heroísmo, o, quizá, en simpáticas locuras juveniles.
 
¿Y en qué pueden aportar, en la concepción de Brinzoni, estos dementes que no abdicaron de sus causas y que apenas ocultan sus métodos a los que gustan denominar “errores”? ¿Se puede convivir con estos salvajes irredentos? ¿Qué país saldrá de allí, de esa reunión de vencedores arrepentidos y de derrotados ensoberbecidos sin que ninguno parezca poder ubicarse ni comprender la naturaleza de su causa? Éste es el punto que no puede ser dejado de lado por un golpe de buena voluntad; por lo pronto, se requiere concurrencia de ambas partes que deben empezar a reconocerse como lo que son: enemigos. Éste sería un primer gesto racional para instalarse en la realidad y entonces —sólo entonces— los enfrentados puedan comenzar un diálogo que llegue a ser un principio de reconciliación. Pero tal reconciliación no puede darse sino a partir de la sinceridad y de la inteligencia en la visualización correcta de los factores en conflicto. Así uno y otro —con un mínimo de sinceridad— sabrán a qué pueden renunciar y qué pueden perdonar. Seguir el camino contrario es absurdo y rematará en el fracaso y en la injusticia. Nada hay peor —para las actuales y venideras generaciones— que pactar con el enemigo sin saber que lo es y que lo sigue siendo.
 
Álvaro Riva
 
Nota: Este artículo apareció en “Cabildo”, tercera época, año II, nº 14, marzo de 2001.
 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegada una guerra subversiva hay dos cuestiones claras a) No hay sustituto de la victoria y 2) El otro bando debe desaparecer (ser aniquilado). Las componendas pueden ser inevitables en alguna situación de extremo peligro para nuestro bando, que no es el caso. Estos excrementos humanos que por dinero y sangre asolaron el pais deben ser exterminados y nada mas. O encarcelados, si no queda mas remedio.
PACO LALANDA

Luis Maria Cordoba dijo...

Aprovecho esta categoría “derrotados ensoberbecidos” como punto de partida para tratar de encontrar luz en una inquietud que me origino la lectura de un capitulo(las fuerzas guerrilleras) de “el ejercito soviético”,compilacion de Liddel HartEn la ultima parte un pasaje dice
“en los países asiáticos existen mayores oportunidades de emplear fuerzas guerrilleras porque los movimientos nacionalistas apoyados por los comunistas poseen considerable atractivo para la población,y esto da a las guerras que allí se libran el carácter de lucha nacional para la emancipación del gobierno de los explotadores imperialistas, siendo asi representadas en la propaganda comunista”
Consistio la inquietud en la desatención a las guerrillas llamadas latinoamericanas y pensé si acaso no serian estas mero apéndice y siendo asi,me pregunte que justificaría tanta soberbia

Anónimo dijo...

El "Teniente General" Ricardo Guillermo Brinzoni fue un personaje siniestro. A las pruebas me remito:

+ BRINZONI, Ricardo, Tte. Grl. (RE) , q.e.p.d., falleció el 25-10- 2005. - La Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones participa con profundo dolor el paso al Oriente Eterno del hermano Ricardo Brinzoni.

http://servicios.lanacion.com.ar/edicion-impresa/avisos-funebres/resultado/categorias=1041,1037,1036,1039,1035,1042,1040-fecha=20051027-pagina=2-palabra=

+ BRINZONI, Ricardo G., teniente general (RE) , q.e.p.d., falleció el 25-10-2005. - El Rotary Club de Buenos Aires participan con profundo pesar el fallecimiento de su digno socio y ruega una oración a su memoria.

http://servicios.lanacion.com.ar/edicion-impresa/avisos-funebres/resultado/categorias=1041,1037,1036,1039,1035,1042,1040-fecha=20051026-pagina=1-palabra=

+ BRINZONI, Ricardo, Tte. Gral. (R) . - ADARBA, Asociación Damas Rotary Club de Bs. As., participa con pesar el fallecimiento del esposo de Lidia, rogando una oración en su memoria.

http://servicios.lanacion.com.ar/edicion-impresa/avisos-funebres/resultado/categorias=1041,1037,1036,1039,1035,1042,1040-fecha=20051026-pagina=2-palabra=

Duilio Beltramini

Anónimo dijo...

Aun peor que Brinzoni fue Bendini cuya batalla mas heroica fue descolgar los cuadros de los directores del Colegio Militar subido a un banquito. Y aun peor todavia es Milani, delincuente, corrupto, ladron, que consiguio el puesto "moviendo los sentimientos de la Kretina".
El otrora buen Ejercito Argentino (la Argentina nunca fue un pais heroico como Alemania, España o Paraguay, seamos sinceros), ahora es una mafia de ladrones, coimeros y sinverguenzas.

Coronel Martinez.

Anónimo dijo...

Vendini

Anónimo dijo...

Coronel Martinez, no se olvida del gral. Balza? porque me parece que es otro pillo. Por otra parte, me comentaron que el único que no era masón fue Galtieri es cierto?
saludos
Atilio Dinuzzo

Anónimo dijo...

Con razón nos va tan mal, los masones metidos en todas partes.