ES UNA SOLUCIÓN?
Ante los males nacionales, todos las voces de los que no son gobierno nacional, piden “el diálogo”. ¿No sería mejor y más claro pedir justicia en vez de insistir con un diálogo que no se sabe para qué pueda ser usado, vistos los resultados de todos estos meses? ¿Puede el diálogo resolver los problemas?
El diálogo no es ni bueno ni malo, es un medio, que puede servir para esclarecer como para engañar. Nunca dio resultado con la soberbia de los doctores del Templo ni con los dignatarios de Israel, o los fariseos, etc. Sí fue luz para la humildad de la Samaritana junto al Pozo de Jacob. Yo me pregunto por qué no intentó el Señor practicar el diálogo con los verdugos que lo azotaban o lo crucificaban.
Hay diálogos que alcanzan el consenso: negociando y cediendo ambas partes en algo sus pretensiones. ¿Pero eso siempre es justo? Si encuentro al ladrón y me pongo a dialogar, partiendo la diferencia, yo podré recuperar la mitad de lo robado, y el ladrón se irá con la otra mitad.
La validez del diálogo como medio hacia la paz, depende de la voluntad de justicia de las partes. Si no hay voluntad de justicia, el diálogo es una telaraña del injusto para que la víctima pierda el tiempo y no pueda evitar la infamia, o para hacérsela aceptar, consintiendo en el delito que sufre. Pero el consentimiento forzado no borra el pecado del opresor injusto.
La justicia es parte integrante de la paz. Si no hay justicia, no hay paz, aunque exista su apariencia, como enseñó siempre la Iglesia: Opus justitiæ pax (Isaías, 32, 17), hace años con motivo de las Jornadas de la Paz: “Si quieres la paz, busca la justicia”… “La paz no es una insidia. La paz no es un engaño sistemático. Mucho menos es una tiranía totalitaria y despiadada, y de ninguna manera violencia; pero al menos la violencia no osa apropiarse el nombre augusto de Paz” (Paulo VI: Mensaje en la Jornada Mundial de la Paz de 1972).
Es bueno que, quien no tiene autoridad para hacer justicia, pida a los enfrentados que no se peleen y busquen una forma de arreglo pacífico. Pero no será pacífico si no es justo. La justicia es responsabilidad de quien tiene autoridad. Pero hay que cuidarse de confundir moralmente al público, como si fuera lo mismo lo justo que lo injusto. En materia moral, hay que llamar a los principios por su nombre: justicia a la justicia, engaño al engaño e injusticia a la injusticia. De lo contrario, la gente aprende que es lo mismo ser justo que injusto.
En algún momento Nuestro Señor, que dialogó con los doctores a los doce años, y con los fariseos, sacerdotes y doctores hasta la Pasión (diálogo que ya debió ser un anticipo de sufrimientos), optó por correr a latigazos a quienes “desacralizaban” el templo, ofensa al Padre que el Hijo no puede perdonar; porque es mejor el hacer uso de la fuerza que una injusticia; o, cuando pudo dialogar con el Gobierno, respondió: “¡Id y decid a esa zorra…” (San Lucas, 13, 32). Jesús dijo zorra o raposa, en referencia a Herodes, no se confundan). O bien, simplemente, ni siquiera respondió a todas las preguntas del depravado Herodes. No aceptó el diálogo con él.
Los interminables diálogos con los sacerdotes, los escribas, los fariseos, ineficaces desde el punto de vista de la conversión de los principales, no carecen de sentido: ahí, el diálogo tiene por objeto, llamar a la conversión o agravar la culpa del protervo pertinaz. Poner fuera de duda la responsabilidad de los canallas.
Ésa ha de ser la intención del llamado al diálogo que tantas voces autorizadas hacen hoy a los ruralistas y a los gobernantes. Los ruralistas aceptaron la propuesta y levantaron todas las medidas de defensa. Si los gobernantes no encuentran una solución justa, ellos serán los injustos agresores destructores de la paz social y los responsables de todas las consecuencias provocadas.
El diálogo no es ni bueno ni malo, es un medio, que puede servir para esclarecer como para engañar. Nunca dio resultado con la soberbia de los doctores del Templo ni con los dignatarios de Israel, o los fariseos, etc. Sí fue luz para la humildad de la Samaritana junto al Pozo de Jacob. Yo me pregunto por qué no intentó el Señor practicar el diálogo con los verdugos que lo azotaban o lo crucificaban.
Hay diálogos que alcanzan el consenso: negociando y cediendo ambas partes en algo sus pretensiones. ¿Pero eso siempre es justo? Si encuentro al ladrón y me pongo a dialogar, partiendo la diferencia, yo podré recuperar la mitad de lo robado, y el ladrón se irá con la otra mitad.
La validez del diálogo como medio hacia la paz, depende de la voluntad de justicia de las partes. Si no hay voluntad de justicia, el diálogo es una telaraña del injusto para que la víctima pierda el tiempo y no pueda evitar la infamia, o para hacérsela aceptar, consintiendo en el delito que sufre. Pero el consentimiento forzado no borra el pecado del opresor injusto.
La justicia es parte integrante de la paz. Si no hay justicia, no hay paz, aunque exista su apariencia, como enseñó siempre la Iglesia: Opus justitiæ pax (Isaías, 32, 17), hace años con motivo de las Jornadas de la Paz: “Si quieres la paz, busca la justicia”… “La paz no es una insidia. La paz no es un engaño sistemático. Mucho menos es una tiranía totalitaria y despiadada, y de ninguna manera violencia; pero al menos la violencia no osa apropiarse el nombre augusto de Paz” (Paulo VI: Mensaje en la Jornada Mundial de la Paz de 1972).
Es bueno que, quien no tiene autoridad para hacer justicia, pida a los enfrentados que no se peleen y busquen una forma de arreglo pacífico. Pero no será pacífico si no es justo. La justicia es responsabilidad de quien tiene autoridad. Pero hay que cuidarse de confundir moralmente al público, como si fuera lo mismo lo justo que lo injusto. En materia moral, hay que llamar a los principios por su nombre: justicia a la justicia, engaño al engaño e injusticia a la injusticia. De lo contrario, la gente aprende que es lo mismo ser justo que injusto.
En algún momento Nuestro Señor, que dialogó con los doctores a los doce años, y con los fariseos, sacerdotes y doctores hasta la Pasión (diálogo que ya debió ser un anticipo de sufrimientos), optó por correr a latigazos a quienes “desacralizaban” el templo, ofensa al Padre que el Hijo no puede perdonar; porque es mejor el hacer uso de la fuerza que una injusticia; o, cuando pudo dialogar con el Gobierno, respondió: “¡Id y decid a esa zorra…” (San Lucas, 13, 32). Jesús dijo zorra o raposa, en referencia a Herodes, no se confundan). O bien, simplemente, ni siquiera respondió a todas las preguntas del depravado Herodes. No aceptó el diálogo con él.
Los interminables diálogos con los sacerdotes, los escribas, los fariseos, ineficaces desde el punto de vista de la conversión de los principales, no carecen de sentido: ahí, el diálogo tiene por objeto, llamar a la conversión o agravar la culpa del protervo pertinaz. Poner fuera de duda la responsabilidad de los canallas.
Ésa ha de ser la intención del llamado al diálogo que tantas voces autorizadas hacen hoy a los ruralistas y a los gobernantes. Los ruralistas aceptaron la propuesta y levantaron todas las medidas de defensa. Si los gobernantes no encuentran una solución justa, ellos serán los injustos agresores destructores de la paz social y los responsables de todas las consecuencias provocadas.
Marcial Castro Castillo
2 comentarios:
che podrian poner algo de neuquen no ?? del encuentro de mujres , el video de lo q pasa en la catedral esta en www.christus-vincit.blogspot.com , LADRAN SANCHO , SEÑAL DE DE Q CABALGAMOS
DOMINO CHRISTO VERO REGI MILITATURUS
¡¡VIVA CRISTO REY!!
El tema ha sido tratado en numerosos blogs de camaradas, y precisamente por eso no ponemos el mismo video que se ha visto ya por todos lados.
En general, tratamos de no repetir las mismas notas que los amigos ya han posteado. Por ese motivo es que ni siquiera reproducimos el último editorial de nuestra Revista, ya que advertimos, antes de subirlo, que algunos amigos ya lo habían transcripto en sus propias páginas.
De todas maneras mucho le agradecemos su recordatorio, y contestamos a su saludo con nuestro fervoroso:
¡¡VIVA!!
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