lunes, 31 de diciembre de 2018

Mirando pasar los hechos


LA JUSTICIA COMO ESPECTÁCULO

Pederastas y violadores se inscriben en una categoría tan especial que encarcelarlos por sus crímenes nos suena a demasiado poco, para nosotros otra sería la pena para estos individuos más aun conociendo que las estadísticas indican que volverán a hacerlo una y otra vez.

Dicho esto, hemos visto en los últimos días, por todos los medios, aparecer algo llamado “colectivo de actrices argentinas” denunciando diversas formas de acoso y violación.

Las actrices hicieron su trabajo actoral en un escenario cuidado, con una puesta bien estudiada, cámaras y el apoyo irrestricto de los medios de difusión masiva. Se trataba de una suerte de ejercicio escénico orientado hacia el dudoso arte de lapidar.

Insistimos en que ni conocemos al acusado y menos aún, mucho menos tratamos defenderlo, habida cuenta de lo que recién dijimos sobre los violadores.

Pero nos preguntamos ¿es a través de una representación como se determina si es culpable una persona? Y también ¿qué vínculo une a ese colectivo con la verdadera justicia? Y si es que hay alguno, ¿quién otorgó poder a ese grupo para actuar en su nombre?

Y de ahora en más ¿seremos juzgados en los estudios de televisión? ¿Grupos de comediantes serán los que nos acusarán de cualquier cosa, de lo que la ideología les indique, de lo que convenga a cierto poderoso de la tierra?

Con el agravante por si algo faltase a esta justicia popular colectiva y mediática, que aún sin pruebas y sin defensa la condena es inmediata e irrevocable.

El ensayo lejos de ser novedoso, conserva intacto y aún perfeccionado por la técnica, el rasgo menos digno que caracterizara aquella revolución que tiñó de sangre a Francia, o sea su cruel arbitrariedad.

Una parecida sustitución de la justicia, por tribunales populares, venimos observando en nuestro país en los llamados “juicios” a algunos militares de los setenta.

Otra vez los medios, pero esta vez con la participación de organismos de DDHH, fueron los que acusaron y condenaron. Después los tribunales, en parodias sin tiempo ni apuro, se limitan a “actuar” un nuevo juicio, sabiendo de antemano como fallarán.

Desde la muerte de Sócrates la instalación de esas asambleas populares no han servido más que para institucionalizar el arbitrio, o la venganza, o los oscuros designios del poder.

La revolución francesa llevó la iniquidad de los jurados populares al más alto grado del despotismo y las aberraciones alcanzaron lo inimaginable.

Los soviets apenas si fueron capaces de mejorar un sistema al que le faltaban muy pocos elementos para alcanzar la más demoledora crueldad.

En nuestro país hemos visto transformarse a través del tiempo aquello de libertad igualdad fraternidad, en memoria verdad y justicia. Es cierto, hay otros protagonistas en escena, otros son los gestos, otra su retórica, lo que permanece inalterable es el odio y la voluntad de exterminio del otro.

Algo parecido a lo que describe Kafka en El Proceso; a su protagonista Joseph K lo procesan, pero en realidad ni él, ni los jueces saben cuál es su culpa. Y el sinsentido es tan grande que los jueces no obtienen beneficio con esa condena.

El checo M. Kundera hace notar que la palabra culpabilizar fue empleada por primera vez en francés en 1966 de la mano del psicoanálisis.

Pero mucho antes, la ingeniosa novedad que desarrolla Kafka, radica en que, con la sola acusación, solo con eso, ya todos sus conocidos lo consideran culpable, y se apartan de él, pero avanzando un paso más, con la culpabilización es el propio acusado quien siente como real, el peso de una culpa inexistente.

Para no dejar dudas, vale la pena insistir en la condena que para nosotros merece un pederasta o un violador, debería ser la pena de muerte, pena que en cualquier caso no bastará nunca para mitigar el irreparable dolor ni el daño causado, pero que asegura a la víctima que ese individuo no la volverá a atacar.

Nuestro Lugones lo dice de este modo “todo le clama justicia / todo le pide venganza / aquella es deuda que exige / saldarse a punta de lanza”.

En una extraña similitud con la obra de Kafka, el público que asiste al juicio, forma parte del mismo tribunal, en nuestro caso el “público” lo forman madres abuelas e hijos es decir los culpabilizadores que son una y la misma cosa que los jueces.

Por eso hablamos de parodias en lugar de juicios, por eso y porque ningún “colectivo” tiene derecho alguno a juzgar ni a culpabilizar a nadie.

Sabemos que la justicia en el país tiene poco que ver con el derecho, pero de ahí a pretender reemplazarla por tribunales populares interpretados por actrices hay un trecho.

La sola palabra elegida “colectivo” habla de ideología. Un “colectivo” que saluda con el brazo en alto y el puño cerrado inspira inquietantes dudas sobre sus intenciones últimas, un “colectivo” que se fotografía con sus pañuelos verdes y sonriendo con una imagen sacrílega en las manos no se diferencia mucho de un violador.

Los tribunales populares representan en todo tiempo la absoluta negación del derecho y la justicia, son la avanzada del totalitarismo y la persecución de los “distintos”, son la puesta en escena de lo que antes hacía el sofista con el discurso.  En ambos casos la definitiva y única ausente fue y es la verdad.

Miguel De Lorenzo

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Desde el Real de la Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo

EN BÚSQUEDA DE LA DERECHA
Y LA IZQUIERDA

La llegada a nuestra mesa de trabajo de un libro titulado “En busca de la Derecha (perdida)” cuyo autor es el brillante ensayista español José Javier Esparza nos ha movido a tratar el tema de innegable actualidad en esta iberoamérica, donde yace en tierra el nefasto “Foro de San Pablo con su titiritero, el corrupto Lula da Silva.

En tanto, se derrumba el Partido Trabalhista con su jefa la ex terrorista Dilma Roussef. ¿Se abre a partir del 1 de enero del 2019 una nueva etapa en la historia del Brasil con el acceso a la Presidencia de Jair Bolsonaro? ¿Podrá el nuevo Jefe del Estado más poderoso de América de Sur, cumplir con sus dichos rubricados con su propia sangre en la campaña electoral. ¿Tiene el señor Bolsonaro conciencia exacta de lo que significa, a esta altura del siglo XXI, ser de “Derechas”?

Sin embargo aquí cabe estampar que existe entre ciertos sectores sedicentes derechistas una súbita fiebre por el neoliberalismo. Éste nos lleva de la mano a los “Chicago Boys” junto a Von Hayeck y Milton Fridman con el anarco capitalismo y la omnipotencia del Mercado. Y no lo decimos nosotros sino que en esto acompañamos al Dr. Esparza, quien escribe además refiriéndose a ese conglomerado “derechista” que “consiste en convertir el libre mercado en horizonte, no ya último sino único de toda vida humana en sociedad”. Pero el aserto herético de la “nueva derecha” nos aleja de ser más profundos en la búsqueda de las raíces de la “Derecha Auténtica”. Por eso en el camino de la ortodoxia debemos decir que ésta nace en la oposición a las ideas de la subversión francesa del siglo XVIII. Es la modernidad de la entonces llamada Ilustración, a la que nos referimos y ella se caracteriza en sustancia histórica por un fuerte impulso nihilista destruyendo los valores y el orden social.

A la reacción Derechista y gracias a su empuje el mundo no cayó en la guillotina y el terror judeo soviético, productor del esclavismo llamado comunismo en zonas enteras de nuestro planeta. Todo el convertido en cien millones de asesinados. Si la Derecha quiere seguir siendo el gran escudo, es preciso que continúe el camino del tradicionalismo católico.

El ejemplo nos lo presenta la historia de los últimos dos siglos. Cada empuje del modernismo, que ya podemos nominar como izquierdista, significó ataques al Cristianismo y asesinatos de decenas de miles de sacerdotes y monjas con millones de mártires. Desde la “revolución” francesa a nuestros días solo la Derecha Tradicional, fiel a su consigna de cuna, defendió el Altar, reaccionando mil y una vez contra el Anticristo y su objetivo de sustituir lo SACRO por la consigna masónica de construir un “orden” laico es decir, secularizado, con su consecuencia la desacralización inmanentista.

Pero digamos algo de los orígenes de la Derecha Auténtica para afirmar el conocimiento de su verdadero sentido. Bien se ha señalado que, avanzando el nihilismo francés de 1789, se produce, en la Sala de la Asamblea Nacional que se reunía (para fabricar una Constitución extrayéndola de la nada, dejando de lado la milenaria Francia) surge una división de tendencias. Una de ellas emana de la parte más sana de los asambleístas conservadores tradicionales que se sientan a la derecha de Presidente de la reunión. Tal hecho de debió a algo profundamente arraigado en el inconsciente y en la tradición: la presencia de dos caminos existenciales, el de camino de la Derecha y el de la Izquierda. Por el primero de iba hacia el principio rector del Orden Natural. De esta manera se llamaba a la vía directa sin desviaciones con lo vertical que conduce a planos superiores. El seguidor de este rumbo, debía y debe ser, recto y diestro en sus principios, por eso ello lo unía a la Mano Derecha, la más noble y hábil.

La izquierda indicaba e indica lo contrario. Con ella se valora lo que es variable y por allí se marcha hacia el caos. En el origen del español hallamos la palabra “scaevus” que es, sin dudar, la zurda, mano sin destreza vinculada al término “sinistrus” que es lo mismo que siniestro, sórdido sinuoso y alejado de lo permanente”. En nuestra Teología encontramos la referencia al tema que estamos tratando. Helo aquí: Jesús Nuestro Señor, se nos dice en el Apocalipsis, tendrá a su Derecha el Día del Juicio Final a los Elegidos, mientras que a su Izquierda estarán los réprobos. Además en el Credo de Nicea, que rezamos durante la Santa Misa, expresamos que “Jesús está sentado a la Derecha del Padre… y desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”. En el saludo romano que caracterizó a los Cruzados de la Edad Media y a los grandes Movimientos Nacionales del siglo XX todos, en haz lictóreo, Caballeros Cruzados y Fascistas de Italia, Falangistas de España, Rexistas belgas con la Guardia de Hierro rumana, Ustachas croatas con los húngaros de las Cruces y Flechas, asumieron como saludo característico, el de los Olímpicos de la antigua Grecia con la Imperial Pontificia y Cesárea Ciudad de las Siete Colinas, vale decir, el Brazo en Alto con la Diestra al Sol. Se expresaba de esta manera, el inmortal entroncamiento de los siglos con nuestra Cultura milenaria: GRECO ROMANA Y CRISTIANA.

Pero no queremos cerrar estas cuartillas sin dejar de transcribir, como colofón, algunos conceptos que extraemos del trabajo del Dr. Esparza, el cual pese a algunas discrepancias con las que tropezamos, no deja de tener para quien esto escribe el grado de excelente. En el capítulo IV de “En busca de la Derecha (perdida)”, y bajo el título “¿Y qué es ser de derechas?” copiamos para el lector:

“Ser de derechas es tener una idea del orden, y estar convencido de que tal orden es requisito imprescindible para que pueda existir no solo justicia, como en el aforismo de Goethe, sino también cualquier forma de vida superior. Ser de derechas es creer en la bondad histórica de la tradición, lo cual no quiere decir que todas las tradiciones sean buenas pero sí que nada puede construirse si no es sabiendo de donde viene uno y cuál es su identidad. Ser de derechas es tener el sentido natural de la autoridad, de la sociedad estructurada de forma vertical”, (…) “y que la vida social es inviable si no nos las arreglamos para que quienes manden sean, en la medida de lo posible, los mejores. Ser de derechas es poseer el sentido de la comunidad, de la vida en común estructurada y organizada donde quepan todos y cada cual en su sitio. (…) “y civilmente superior tanto al egoísmo liberal burgués como al igualitarismo del socialista, que es el egoísmo rencoroso de quien se siente inferior. Ser de derechas es experimentar el sentimiento de lo sagrado, de una potencia que encanta y que le da sentido,” (…) “lo cual no tiene que desembocar en una forma de teocracia, aunque es verdad que las grandes religiones han sido las que mejor han sabido expresar lo sagrado como sentimiento colectivo y reflejarlo en el orden civil”. A continuación, del capítulo VIII extraemos este aserto, que consideramos una verdad indiscutible y que se refiere a las sociedades. Así dice: “Las formas políticas pasan, pero las instituciones esenciales de la civilización, como la familia, la comunidad organizada en torno a rasgos de identidad compartidos, la propiedad y el sentimiento de lo sagrado, éstas permanecen”.

Como se ve, en el relativismo del mundo actual, todavía existe esa bipolaridad clásica de derechas e izquierdas que no es sólo un par de etiquetas. Eso sí, para comprenderlas hay que tenerlas presentes con las acepciones forjadas en el transcurso de los siglos y de las que nos da noticias no solo la Teología sino la filología y la costumbre. Proseguiremos, si Dios quiere, en cercana entrega porque falta algo por decir.

Luis Alfredo Andregnette Capurro

martes, 25 de diciembre de 2018

Poesía que promete


EL EJÉRCITO DEL CIELO

“Anunciando el Nacimiento, un ángel del Señor se les apareció a los pastores, y la gloria del Señor los envolvió de luz […]. De repente vino a unirse al ángel una multitud del ejército del cielo que se puso a alabar a Dios”
(San Lucas, II, 9-13)

Semejaban la Orden de los Viejos Ostiarios,
llegaron avanzando en columnas marciales,
custodios de los hombres, de los pórticos sacros,
su emblema es la constancia: son ángeles boreales.

En hileras fluían, manteniendo los flancos,
flameaban la divisa de la perseverancia,
las patrias eran suyas, las ballestas sus armas,
arcángeles guardianes:noche, fuego y fragancia.

Ingresan en escuadras, las saetas dispuestas
al borde del carcaj enfilando al Maligno,
son Virtudes curtidas en exorcismos férreos,
un confalón de cruces es su honor y su signo.

Arriban las centurias y a la par monacillos
llevando vinajeras y luminosos cirios,
las Potestades nunca faltaron a la lucha
y esta Noche es el triunfo de la rosa y los lirios.

Al rítmico sonido de tambores batientes,
a grupas de alazanes, galope y diaconía,
ingresan Principados, un Cáliz para el Niño,
al Varón llevan panes, una estrella a María.

A intervalos que miden el filo de la espada
‒como una cinta de oro que enarbola el poniente‒
acampan señoriales Dominaciones regias
el Evangelio entonces se vuelve combatiente.

Escuadras con pendones o lábaros llameando,
igual que ondea el cóndor en los altos macizos
le rinden homenaje a la humildad divina,
son los Tronos que asientan renovados bautizos.

Rodelas y brazales bien ceñidos al puño
acantonan sus huestes los sabios Querubines,
van en tercios, desfilan admirando a los Magos,
suspenden, para verlos, los hombres sus trajines.

Al fin a la vanguardia, donde sólo los héroes
encabezan las gestas volviéndolas clamor,
llegan los Serafines del Ejército etéreo,
a su paso las sombras son incendios de amor.

Ahora ya todos juntos, acompañando al Angel,
quebrando soledades, destierros o espesuras,
concordes los latidos, en unánime coro,
entonaban el ¡Gloria!, a Dios en las Alturas.

Antonio Caponnetto