miércoles, 23 de julio de 2008

Voces de los de enfrente


DON TORCUATO

Don Torcuato di Tella ha descubierto algo que el nacionalismo viene diciendo desde 1927, aunque por lo visto no parece muy conforme con su hallazgo (tal vez porque su “religión progresista” se lo prohibe).

Dejando de lado la confusión entre verdaderos cuerpos intermedios (un gremio o un municipio) con grupos ideológicos que manipulan intereses colectivos (organizaciones populares de base, habitualmente socialistas o comunistas); diferenciando el corporativismo fascista del tradicional-católico; y aclarando que la representación corporativa es ante el poder y eventualmente en el poder, pero no por el poder (situación en la cual se daría una confusión entre bien común y bien particular, entre unidad y diversidad, entre gobierno y representación); aclaradas esas cosas, el diagnóstico de Di Tella que transcribimos a continuación, es un reconocimiento a lo que siempre sostuvo el pensamiento tradicional: la representación o es orgánica o no es verdadera representación. Y la democracia moderna es una mentira. O como “dicen que decía” el Padre Ezcurra, la democracia moderna es una “una señora gorda, mal vestida, y con acento extranjero”.

Dice Di Tella: “Para gobernar esta sociedad salvaje, mala, como todas las existentes, se necesita hacerlo con los grupos corporativos. A esta mala palabra hay que entenderla. Porque ¿qué son los grupos corporativos? Son los empresarios, grandes, medianos, rurales, industriales, nacionales o extranjeros, financistas o no; y también las organizaciones populares que son básicamente los sindicatos y otros organismos cercanos a los sindicatos, como pueden ser organizaciones de habitantes de localidades, más bien tipo villa miseria u otros grupos de tipo organización popular de base, que son también considerados grupos corporativos, o sea, que expresan intereses colectivos de gente que tiene una organización especial y una capacidad de financiarse. Éste es el revés de la trama de la democracia. La democracia no es lo que pretende ser. La democracia no es «un hombre o una mujer un voto». La democracia es más bien «una corporación un voto». El sistema democrático donde existe realmente, donde funciona mejor, en realidad es en un sistema corporativo. El sistema corporativo a los sectores de la burguesía que son una minoría, les da una equiparación de voto a los sectores populares. Esta es la teoría corporativa, que el fascismo en teoría habría aplicado, aunque de hecho era una dictadura simplemente. Según los teóricos corporativistas, en el sistema de los partidos políticos no hay una verdadera representación orgánica, la gente no conoce de qué está hablando, los partidos políticos son grupos competitivos demagógicos, mejor que eso es la organización por grupos de interés. En estos grupos de interés cada uno de ellos tiene una representación en un parlamento que representa esos intereses, proporcionalmente no al número de su miembros sino a su peso, representación cualitativa como se dice a veces. Teoría corporativa que no sólo fue expresada por el pensamiento fascista sino que viene de mucho antes, del pensamiento católico tradicional e incluso es una variante del pensamiento liberal y hasta progresista (…) Yo no estoy proponiendo eso, pero lo que estoy diciendo es que las democracias donde funcionan, funcionan porque de hecho son corporativas” (cfr. Di Tella, Torcuato: “Perspectivas futuras del sistema partidario argentino”, en el libro de varios autores: “La política en discusión”, Horacio Fazio, Coordinador, FLACSO - MANANTIAL, Buenos Aires, 2002, págs. 143- 144). ¡Hubiéramos empezado por aquí!

Fernando Romero Moreno

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