lunes, 3 de diciembre de 2007

De economía hablemos


¿DE QUÉ DEUDA ME ESTÁS HABLANDO?


Algunos patriotas y amigos se preguntan con insistencia —y con toda razón y licitud, en forma privada o pública— cuánto se pagó de la deuda externa, y cuál es la extraña razón por la que entre 1976-2000 se habrían pagado de la misma 212.280 millones de dólares, siendo la deuda externa total 169.066 millones a fin de 1999, según las fuentes del Banco Mundial y del Banco Central de la República Argentina.

Apoyan la legitimidad de la solicitud la larga serie de pruebas que se presentan en la causa penal iniciada en 1982 por el Sr. Alejandro Olmos, el Expediente N° 14.467, “Olmos, Alejandro, s/ Denuncia”, oculto pudorosamente en el Congreso, donde fuera elevado en el 2000 por el Dr. Ballestero. En su libro “Todo lo que Ud. quiso saber sobre la Deuda Externa y siempre se lo ocultaron”, dice Olmos, con respecto al monto de la supuesta deuda, “que no puede sorprender que el pueblo ignore aspectos fundamentales de la Deuda Externa respecto al endeudamiento argentino”, si en “distintos documentos dirigidos al magistrado que interviene en el juicio, el propio Banco Central de la República Argentina manifestaba carecer de información exacta de la deuda, como así también en comunicados y notas al Cuerpo de Peritos Oficiales de la Justicia Nacional, el Banco Central informaba que «los estados de la Deuda Externa total surgen de informaciones provistas por los deudores con finalidad estrictamente estadística, por lo que no constituyen registros de carácter contable». Es decir, que el Banco Central no tenía contabilizada la Deuda Externa de la República Argentina”.

Más adelante, Olmos agrega que en nota oficial su Presidente, ante el requerimiento judicial respecto de los avales del Estado en distintas operaciones de la Deuda Externa, expresaba: “Le hago saber que la Institución a mi cargo no cuenta con estudios ni elementos que permitan componer un registro completo de avales otorgados por el Sector Público, como asimismo informar sobre la responsabilidad patrimonial asumida por el Estado durante los años 1973/83 ante el eventual incumplimiento de las obligaciones principales”. Ello pese a declarar Guillermo Walter Klein (Secretario de Estado de Coordinación y Programación Económica, a la vez que apoderado de 21 bancos acreedores extranjeros a través de su Estudio Klein y Mairal), en el juicio de la deuda, el 9 de agosto de l990, “que el control de la Deuda Externa lo llevaba el Banco Central según una información estadística muy cuidadosa”.

En otra parte agrega además Olmos, que en la pericia judicial efectuada por los Doctores Valle y Trocca se llegó a conclusiones graves, por ejemplo, que “la información que surge de los balances de pago elaborados por el Banco Central muestra diferencias de magnitud con el relevamiento estadístico de la Deuda Externa. La incompatibilidad no sólo se detecta entre los resultados del balance de pagos y el registro de la deuda, sino también entre esta última y los informes elevados por las empresas públicas”.

Entonces, las discrepancias entre ambas cuantificaciones son indicativas de que se desconoce el monto real de la Deuda Externa, y además que “se estimuló la salida de dólares en concepto de atesoramiento externo o gasto turístico, la proliferación de autopréstamos y la liquidación de deudas, manteniendo, sin embargo, su registro”.

Aclaremos que la proliferación de autopréstamos significa la multiplicación de préstamos inexistentes. Al respecto es interesante señalar que, entre muchos otros, al 31 de octubre de 1983, el Citibank figuraba en la lista de deudores con el exterior —sobre el sector privado— con 168.952.546 dólares, y con 804.201.352 en la de acreedores externos; el entonces First National Bank of Boston en la primera con 97.356.956 dólares y en la segunda con 226.886.320, y el Chase Manhattan Bank con 58.367.502 y 381.151.558, respectivamente (el apoderado del primero era Klein, y el del último, Martínez del Hoz).

Al respecto, la declaración de Martínez de Hoz destacaba que “en el curso de 1981 se inició una política, que continuó luego, de otorgar seguros de cambio o pases financieros al sector privado, que concluyó en definitiva con la total estatización de la deuda privada externa”, y que “al hacerse cargo el Estado de la deuda externa privada duplicó el monto de la Deuda Externa, por la cual era responsable el Estado Argentino”.

Y todo esto, sin mencionar el tema de los títulos mellizos de la deuda, que modifican el monto ya fraudulento, cuya existencia no fue negada por Daniel Marx, hombre del equipo de Cavallo, uno de los tres negociadores del Plan Brady, quien declaró a la prensa que era como si dos personas quisieran cobrar el mismo cheque.

No está de más aclarar que Marx, luego de firmado el plan por el gobierno argentino (1992), abandonó el país para incorporarse al estudio profesional de Brady en Estados Unidos. En Los tratados de paz por la guerra de Malvinas, el Dr. Julio C. González manifiesta que cuando asumió Carlos Menem, el 8 de julio de 1989, los títulos de la Deuda Externa, que totalizaba 62.000 millones de dólares (supuestamente), se cotizaban en el mercado interbancario al 14% de su valor nominal, y que, por lo tanto, con 8.680 millones de dólares se hubiera repatriado o recomparado el total de la Deuda Externa.

Destaca el autor que los títulos de la Deuda Externa se cotizaban a ese valor tan bajo por dos razones jurídicas fundamentales:
1°) El total de la Deuda Externa argentina era litigiosa, debido al fraude que constituía su causa fuente, y
2°) Los títulos que instrumentaban la pretendida deuda físicamente no existían, siendo sólo anotaciones contables de bancos presuntamente acreedores, muchos de los cuales habían desaparecido o se habían liquidado. En síntesis, dice Olmos: “No somos los argentinos los que debemos rendir cuentas ante nuestros acreedores. Son ellos (esos mismos acreedores) quienes deben rendir cuentas ante nosotros por el negocio financiero montado con la complicidad solidaria de los traficantes del dinero y de los amanuenses corruptos trepados a las funciones del Estado (…) Desde el gobierno del Proceso, pasando por las cómplices debilidades de Alfonsín, el gobierno menemista culmina en la ejecutoria antinacional de Cavallo, la obra que la historia reserva a los que eligieron las monedas de Judas”.
Luis Antonio Leyro

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