TIEMPO DE CUARESMA
Te he visto tantas veces, Padre mío,
que recordar no puedo las que fueron.
Mis ojos infantiles te siguieron
por las calles del viejo caserío.
Llegado el tiempo del furor impío,
también mis ojos tus pisadas vieron
por las desiertas calles que tuvieron
un temblor de silencios y de frío.
Y así, todos los días de mi vida
veo tu dulce imagen preferida
con emoción que mi fervor levanta,
sin que te ruegue nada ni te pida,
porque la voz, Señor, queda escondida,
con angustioso nudo, en mi garganta.
José de la Vega Gutiérrez
“Tiempo y Espíritu”, Jaén, 1948
“Tiempo y Espíritu”, Jaén, 1948
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