HÉROES DEL FAMATINA
“De suerte que venimos a resolver nuestro imperio en un desierto”
(Albert Camus, “El Destierro de Helena”)
Decía José Ortega y Gasset en “Democracia Morbosa”, en 1917: “Vivir es esencialmente, y antes que toda otra cosa, estructura: una pésima estructura es mejor que ninguna”. Así, los países se dan leyes, las que se supone deben respetar una cierta jerarquía, y así, por Constitución Nacional debería interpretarse la Ley Suprema del Estado, por encima de las leyes del Congreso, las Constituciones Provinciales y los decretos del Poder Ejecutivo.
Bien es cierto que nuestra Constitución nació malparida, tanto ideológica como políticamente; fruto casi inmediato del pronunciamiento de Urquiza, y éste a su vez de los fondos aportados por Irineo Evangelista da Souza, barón de Mauá, Director del Banco de Mauá, representante de la banca Rothschild en Brasil para financiar el llamado Ejército Grande. Pero regular, mala o pésima, se supone que es la Constitución que tenemos, y que no debería ser violada tan reiteradamente.
La Constitución reformada en 1949, como se sabe, fue derogada por un decreto del 27 de abril de 1956. Vale la pena recordar su artículo ´40, que rezaba: “Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, carbón y gas y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de las vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación […] Los Servicios Públicos pertenecen originariamente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos para su explotación […] Toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin ostensible dominar los mercados nacionales eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios”.
Paradojas de la historia, la derogación aludida de 1956, supuestamente obra de no peronistas, permitió, en 1989, al peronista Menem, privatizar lo que debía ser estatal. Por medio de la Ley 23.696 de Reforma del Estado, con la excusa de saldar una deuda externa fraguada y fraudulenta,nos transformamos en “un país sin activos físicos, que ha entregado a los británicos y extranjeros a cambio de nada”, según dice Julio C. González, en “Los tratados de Paz por la Guerra de Malvinas”.
Interesante resulta recordar que antes del obsequio denunciado, “Fabricaciones Militares tenía a su cargo el resguardo, la planificación y el planeamiento de las actividades minera y de hidrocarburos de todo el territorio de la Nación. Este monopolio garantizaba a toda la actividad industrial privada el suministro de materia primas indispensables para su elaboración por la industria y tecnología argentinas. Con este sistema se aseguraba el arraigo de la industria, la reinversión y el pleno empleo en estas actividades”.
Pero las verdades de este cuño, lamentablemente, no las descubre el gran público leyéndolas en los libros patrióticos especializados o en las revistas nacionalistas; sólo trascienden y son escuchadas cuando se dicen desde algún medio masivo, a través de un periodista de moda. Sucedió entonces que el programa televisivo Periodismo Para Todos, del pasado 15 de julio, fue emitido desde Famatina, La Rioja. Durante el mismo, su conductor puso de manifiesto el coraje y la voluntad de resistencia del pueblo ante el embate de la megaminería. Manifestó que “Famatina se cansó de ser saqueada y hoy es el emblema de la resistencia contra la minería, y que lo que hoy se oye acá es «El Fama no se va» (refiriéndose, claro, a su cerro y su voladura), coreado por la gente […] Quiero que se vea en todo el país, que en una ciudad de cinco mil habitantes hay un montón de gente que se sobrepuso al miedo y que defiende sus derechos”. Y con éxito: en siete años logró que la Barrick Gold se fuera; ahora debe enfrentarse con la canadiense Osisko, la que “desembarcó con un grupo de tareas de inteligencia civil, que clasificó a los ambientalistas en sospechosos, peligrosos y cabecillas”. Enbuenahora los malos descubran las cosas buenas.
Agreguemos no obstante, lo que no se dice. El inicio de la megaminería se relaciona con Cecil Rohdes, fundador de Rodesia y su emporio aurífero y diamantero. Tuvo la iniciativa de incorporar la banca internacional al negocio minero, invirtiendo en maquinaria pesada, lo que resultó en el desplazamiento de los pequeños mineros del mercado africano y luego mundial, para lo que contó con el apoyo de los grupos Oppenheimer y Rothschild. El grupo Oppenheimer controla la diamantera De Beers, y la productora de oro más grande de África, la Anglo American, que también opera en Santa Cruz, en Cerro Vanguardia, y dentro de sus intereses se cuenta al Barclay’s Bank. No deja de ser interesante que éste, uno de los más importantes —digamos— “acreedores” de la deuda externa, otorgara poder a Guillermo Walter Klein, entonces Secretario de Estado de Coordinación y Planeamiento Económico, el 7 de abril de 1982, a cinco días de nuestro desembarco en Malvinas, en su estudio privado (cfr. “Todo lo que usted siempre quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron”, de Alejandro Olmos).
Volviendo a Cecil Rohdes; éste legó en su testamento político (1877), su fortuna al Fondo Rohdes para “establecer un fondo de y para el establecimiento, fomento y desarrollo de una sociedad secreta, cuyo verdadero fin y objetivo será la extensión del poder británico sobre todo el mundo, el perfeccionamiento de un sistema de emigración del Reino Unido y la colonización por parte de súbditos británicos de todas aquellas islas donde puede obtenerse medios de sustento, y especialmente la ocupación por colonizadores británicos de todo el continente de África. Toda América del Sur, la recuperación final de los Estados Unidos como parte integral del Imperio Británico, etc.”. La sociedad secreta fue el Real Instituto de Asuntos Internacionales (30 de mayo de 1919).
Aunque ausentes todas estas consideraciones que apuntan a señalar la responsabilidad judeomasónica en nuestro sometimiento, en el programa televisivo mencionado se tocó el tema fundamental de la lucha de los lugareños: evitar que las compañías dejen simplemente cráteres al terminar el saqueo y la destrucción de los glaciares: “la gente pide no quedarse sin agua, que se inventaríen los glaciares”. Es que la superficie total de agua dulce equivale al 2,7% de la del mundo, y de éste el 70% la aportan los glaciares. Éstos, a su vez, están siendo atacados de varias formas. Por ejemplo, al ser cortadas sus bases para el paso de los camiones de las compañías, contaminados por el polvo y materiales levantados por su paso; además de la contaminación general provocada por el tratamiento con cianuro de las enormes cantidades de agua utilizadas para separar las partículas de mineral.
El tema se complica más aún en la áreas de Pascua-Lama y Veladero, donde el oro se encuentra debajo del hielo; para solucionarlo Barrick Gold propuso un “plan de manejo de glaciares”, encantador por su sencillez y el respeto por el cuidado de un ecosistema tan delicado: simplemente dinamitarlos y trasladar los bloques de hielo en camiones. Para comprender la magnitud del tema hay que tener en cuenta que la megaminería aumentó en un 3.311% en los últimos diez años. De paso, se calculan las reservas en 39.000 millones de dólares, que nos dejarían cn concepto de regalías un 3%, mientras que en otros países alcanzan entre el 14% y el 40%.
También se pudo ver en el mentado programa al Sr. Héctor Yanzón, Presidente del Centro de Productores de Calingasta, quien denuncia que la ley de explotación minera sin respeto al cuidado del medio ambiente, en particular el tema del agua, constituye una amenaza a la vida de las generaciones futuras, y una violación al artículo 21 de la Constitución Nacional: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes, sin comprometer las de las generaciones futuras. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer según lo establezca la ley (¿cómo recomponer lo irremplazable?). Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos, actual o potencialmente peligrosos”. El cianuro, claro, no es muy saludable.
En fin, los ambientalistas están sufriendo presiones, intimidación y amenazas por parte de otros habitantes de la zona, en parte por miedo o ignorancia. Más difícil resulta digerir hechos como la supresión de fondos por parte de la provincia al Intendente de Famatina, Sr. Ismael Borthagaray, o el veto impuesto a la Ley de Glaciares de Octubre del 2008, por Mrs. K, el 10 de noviembre de 2008. Hasta Bonasso se escandalizó frente a una fotografía de Peter Munk, principal autoridad (visible) de Barrick Gold y Mrs. K, diciendo que le resultan sospechoso y obscenos los encuentros entre ambos, entre otras cosas, y la de menor importancia por la promoción de campaña que recibe ésta cuando viaja y habla con personajes cercanos al Chase Manhattan de Rockefeller o cercanos a Cavallo y la deuda externa. Se acuerda tarde Bonasso de quejarse de quien fuera su patroncita y empleadora. Pero ya se sabe que más vale tarde que nunca.
Ya que mencionamos antes la Constitución Nacional, conviene no olvidar el artículo 29: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional… facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarle sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobierno o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable y sujetarán a los que los postulen, consientan o firmen a la responsabilidad y penas de los infames traidores a la Patria”.
Nuestro repudio a los traidores, y nuestro aplauso de pie al pueblo de Famatina.
Luis Antonio Leyro
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