CRÍMENES Y PECADOS
“Su insensato corazón se entenebreció”
(San Pablo, Carta a los Romanos)
(San Pablo, Carta a los Romanos)
Habrá muy pocos que se atrevan a negarlo, los crímenes sexuales especialmente aquellos contra los menores, protagonizados por algunos curas, nos parecen repugnantes y los condenamos sin atenuantes.
Sin embargo hay que reconocer que esto ha dado lugar a una campaña contra la iglesia y contra el Papa de una furia anticatólica calculada de antemano, y ejecutada como si el Papa hubiese cometido personalmente estos crímenes, o los hubiera tolerado o alentado.
Por el contrario, sabemos bien que desde sus años de Prefecto investigó y condenó y denunció a los culpables, pero siempre antes separó preventivamente del ministerio y de la cercanía con las víctimas, a los investigados y a los responsables de esos hechos aberrantes. Tanta es la violencia desatada contra la Iglesia, que aunque el Papa pide perdón, una y otra vez —por lo que no hizo— el testimonio no solo no les basta, sino que redoblan el ataque.
Por otra parte son públicos los intereses económicos en juego, sobre todo de parte de los conocidos grupos de abogados de Estados Unidos que litigan contra la Iglesia, así como el acompañamiento de ciertos diarios y periodistas partícipes en la redacción de muchas falsedades que les permitirán luego formar parte del negocio de las demandas.
Aunque Insistimos en que un solo cura culpable de tal indignidad ya sería un exceso, no podemos dejar de señalar que, por ejemplo, los curas culpables de pedofilia en Estados Unidos son una minoría en comparación con el número total de casos de ese país, casos que aún siendo mucho más numerosos, no tienen ni por asomo, las embestidas de los medios, ni las demandas judiciales.
Como ejemplo de esta doble moral hace apenas un mes, la embajadora Rice de Estados Unidos atacó duramente a Egipto en la Organización de las Naciones Unidas porque se oponía a legitimar el “orgullo gay”.
Hecha esta salvedad, hay que decir que aún en su dramatismo, de esta inmundicia es posible pasar a otra no menor, la de los curas que como Judas, entregan nuevamente a Cristo.
En ese sentido, en los últimos tiempos nuestro país no ha sido la excepción, y especialmente en Córdoba brilla la apostasía casi, como un dato más, en el oscuro panorama de la diócesis, que se ha convertido en un raro territorio donde, curas renegados, lujuriosos, apóstatas no solo viven alegremente sus miserias, sin dar explicaciones a nadie, sino que además hacen pública manifestación de sus pecados y errores menos dignos.
Tal el caso de la Universidad cordobesa de los jesuitas, donde en una alucinante ceremonia confirieron la máxima distinción académica a una farsante, a una vulgar estafadora por lo demás, hinchada por el odio.
Claro que todo eso, con ser mucho, fue nada si tomamos en cuenta que el rector y el consejo directivo de Universidad Católica de Córdoba, en manos de los jesuitas, decidieron otorgarle el doctorado Honoris Causa a alguien manifiestamente anticatólico, una activa militante de la causa contra Cristo, y contra la Iglesia.
Que los jesuitas institucionalmente han perdido el rumbo es cosa antigua, y tampoco hay novedad en que en el afán de ser “novedosos”, en el afán de dar una vuelta de tuerca ¡al mensaje de Cristo!, en ese intento fatal, generaron la fea callosidad de la estupidez, que habitualmente los deja contra mano del Evangelio y los vuelve incomprensibles para la gente.
Porque hay en ellos, algo de lo que San Pablo describe en la Carta a los Romanos, hombres que: “jactándose de sabios se volvieron estúpidos”.
“Una responsabilidad particular tienen los obispos —señala la encíclica Veritatis Esplendor— en lo que se refiere a las instituciones católicas… sin embargo nunca están exonerados de sus propias obligaciones. Compete a ellos en comunión con la Santa Sede, la función de reconocer, o retirar en casos de grave incoherencia el apelativo de «católico» a escuelas o universidades relacionadas con la Iglesia”.
De esta incoherencia suprema, del escándalo originado en la agraviante contradicción, de los muy críticos señalamientos en ese sentido que hicieran muchos sectores adentro y afuera de la universidad, de todo eso, ni el rectorado, ni menos aún el obispado, demostraron haberse enterado y el aberrante diploma se entregó.
También escuchamos desde esos mismos pagos a un cura párroco contar a los cuatro vientos y sin sonrojarse, sus aventuras homo y heterosexuales. Lujuria tenebrosa a la que además reunió en un libro para gozosa recreación de sus feligreses y a fin de que a ninguno se le escape el detalle minucioso de tales orgías.
Asimismo nos han llegado comunicados de grupos de curas cordobeses pregonando su adhesión a ese engendro del diablo, llamado teología de la liberación. Ideología instrumentada para el terror, responsable de no poco dolor en la patria y en la iglesia. Todos sabemos de las infelices aventuras del tal Ñañez, que hace de Obispo de Córdoba, y que laboriosamente recrea las trampas y evasivas que hacen falta para encubrir a todos y cada uno de los curas apóstatas de su diócesis.
Desde Córdoba, ahora la televisión nos ha hecho dar un paseo por el espanto y la herejía, enancados en la parrafada que un tal cura Alessio, arrojó ante las cámaras. Fue la mayor apología del homomonio, y en contra de la ley de Dios, y de la enseñanza de la Iglesia que hayamos oído durante todo este debate alucinado contra el orden natural y se la debemos a un cura cordobés.
Entrevistado por un canal porteño dijo cosas de este tipo:
“He consultado a los más grandes biblistas de la Argentina como «el grupo de Quilmes» (sic) y ellos me han confirmado que no hay biblistas «serios» que hoy sostengan que en la Biblia se pueda encontrar alguna condena a la homosexualidad”.
“El sector más retrogrado de la iglesia es el que se opone al casamiento entre homosexuales. No veo ninguna objeción al matrimonio homosexual. Es un derecho evidente que no se les puede negar. Por supuesto que como cualquier matrimonio también tiene derecho a adoptar y criar a sus hijos”.
“Me parecen muy desafortunadas e inoportunas las declaraciones en contra del «matrimonio» homosexual de parte de Bergoglio. Van en la línea del pensamiento más oscurantista dentro de la Iglesia y le hacen mucho daño”.
Y otras más, de las que probablemente no queremos acordarnos.
Es que, como advirtió el Papa Benedicto XVI una vez más esta misma semana, las más graves dificultades, los mayores enemigos no hay que buscarlos afuera, sino dentro de la propia Iglesia.
Pero Escuchemos nuevamente a Juan Pablo II que, en la misma encíclica dice: “como Obispos tenemos la obligación grave de vigilar personalmente para que la «sana doctrina» de la fe y la moral sea enseñada en nuestras diócesis”.
No es que estos enunciados hayan sido escritos pensando en los Nañez, sin embargo su irresponsabilidad, o su desidia, o más seguramente su activa complicidad lo ha hecho —en palabras del Papa— faltar gravemente a su deber.
Es cierto que se trate de Ñañez o de Alessio, como de los demás curas cordobeses involucrados, incluidos los jesuitas, de cualquiera de ellos bien se puede señalar que, son curas de mala muerte, (y de mala vida) dicho esto en los varios y rigurosos sentidos de la palabra. Insignificantes, si ustedes quieren, desde el punto de vista de la existencia de la Iglesia, contra la que, sin duda, “no prevalecerán”.
Pero es igualmente cierto, que no es necesario ser alguien, o tener cierto mérito, para causar daño. Hasta seres despreciables como estos pueden provocarlo y muy grave, porque la apostasía y el escándalo y la traición de los curas suelen dejar dramáticas huellas, como de muerte, en los católicos y en la sociedad.
Miguel De Lorenzo
1 comentario:
Excelente nota que esclarece dolorosos hechos de apostasía e impunidad que cada día nos resultan mas penosos de soportar a los católicos.
Alguna vez la paciencia dirá basta y los sufridos fieles harán tronar el harto merecido escarmiento.
Alessio ademas, o quizás conjuntamente, de no ser realmente un sacerdote es un menesteroso intelectual. Si no fuera muy triste que existan especímenes de su laya, uno rompería en carcajadas cuando escucha sus torpes palabras. "Los mas grandes biblistas de la Argentina"... "el grupo de Quilmes" o sea el soviet guevarista de otro cura emputecedor, De la Serna, son los mas grandes marxistas de la Argentina infiltrados en el clero.
Para la calenturienta mente de Alessio los seguidores del profeta Marx y un homicida serial han sacado patente de "biblistas". Te has equivocado totalmente Alessio son "foquistas" y no "biblistas"
Y aquí este magnífico carenciado pone al descubierto la relación existente entre la difusión de la sodomía y cualquier otro vicio con el marxismo. Porque para imponer al "Hombre Nuevo" que preconizaba el primo del cura de la Serna, hay que destruir antes al Hombre Eterno. Estos curas materialistas y ateos, como todos los marxistas, por su afán destructor de la Tradición, juegan un rol sumamente importante en los designios del Nuevo Orden Mundial.
De allí el profundo odio y resentimiento que tienen estos presuntos sacerdotes contra la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Fernando José Ares
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