martes, 24 de enero de 2012

Como decíamos ayer


LA MASACRE DE GAZA:
¿OTRA GUERRA PREVENTIVA?
(apuntes escritos en medio del conflicto)
  
  
En su nota “La victoria del terrorismo” (“La Nación”, 31.12.08), el filósofo Santiago Kovadloff realiza una sugestiva evaluación de los sucesos que ensangrientan a Gaza. Señala en conclusión, que Israel está cayendo en la trampa de la guerra tendida por el terrorismo de Hamas. Y advierte que al golpearlo “es imposible no golpear a quienes no coinciden con él, pero se ven forzados a convivir con él”. Lo cual equivale a prever matanzas indiscriminadas y masivas. Algo todavía peor, si cabe, que los “asesinatos selectivos” ya practicados abiertamente.
  
También cabe hacer una respetuosa precisión en cuanto al término “guerra” (sin aditamentos), utilizado generalmente para encuadrar este acontecimiento doloroso. Estrictamente considerada, la guerra es en la esfera mundial un enfrentamiento bélico entre naciones o pueblos hostiles… y hasta se podría agregar con alguna paridad fáctica de fuerzas y probabilidades. No es el caso de un aplastamiento colosal, como ya se conoció en Afganistán.
  
ESCLARECIMIENTO
 
Pero para corroborarlo categóricamente, bastan las recientes y exactas palabras del primer ministro israelí, Ehud Olmert. Al expresar que la invasión terrestre de la Franja de Gaza iba dirigida contra Hamás, porque “Israel no está en la lucha con los palestinos que viven en Gaza. Ellos no son nuestro enemigo”. Y aclaró  que la operación estaba “destinada a establecer nuestra aspiración de cambiar la realidad de la seguridad en el sur” (cfr. “Aurora. Todo sobre Israel y judaísmo en español”, 4.1.09). Por supuesto, no hace falta una configuración más exacta de la “guerra preventiva” aceptada de hecho por el concierto de las Naciones Unidas, sellando la agonía del derecho de gentes.
  
No se trata en esto de un preciosismo conceptual, sino de un problema de equidad. Porque en rigor no parece justo adjudicar —aún con las más elevadas intenciones— las mismas responsabilidades a las dos naciones; ni parecen apropiadas las amonestaciones por igual a deponer actitudes. Frente a semejante circunstancia surge oscuramente la gravísima responsabilidad de las Naciones Unidas y grandes potencias; tan celosas en otros casos y en el presente inoperantes hasta la sensación de indiferencia.
  
SOSPECHAS MORTALES
  
El terrorismo es tan abominable como cobarde y bien lo conoce la Argentina, con su inagotable padecimiento en grado extremo. De tal manera no merece justificaciones ni comprensión alguna. Pero tampoco la encuentran los abusos pretextando combatirlo. Tal el castigo por la simple sospecha. De suyo tanto o más criminal que el mismo crimen, en cuanto se hace a nombre de la civilización y del derecho de gentes. Para peor extendiendo terribles sanciones a familiares y vecinos del sospechado. Sin duda se ha olvidado, por ejemplo, una atrocidad difundida hace justamente 20 años en el mismo diario “La Nación”, del 14 de julio de 1988.  La noticia rezaba así: Jerusalén 13 (AP) “Soldados israelíes dinamitaron hoy las viviendas de dos palestinos sospechosos de lanzar bombas incendiarias contra patrullas militares en la margen occidental ocupada, y el sonido de las explosiones fue transmitido por radio Israel, del ejército. La acción dejó un saldo de cuatro palestinos muertos. Las demoliciones, efectuadas antes del amanecer en las aldeas de Ras Karkar y Janyeh, cerca de Ramallah, al norte de Jerusalén, fueron ordenadas por el general Dadi Ofir, el comandante israelí en la zona, como castigo contra sospechosos de atentados dinamiteros”. Huelgan los comentarios. También se han borrado otros sucesos por el estilo, como los campos minados y el fósforo blanco arrojado en El Líbano.
  
ÚNICO CAMINO
  
Estos recuerdos enfrentan cierta igualación quimérica de los ataques y contraataques, con descuido de la probada irritabilidad de los mandos israelíes, absolutamente ajena a los sentimientos humanitarios de la población judía. Sería fundamental animar a la mayoría israelí a contener los excesos de su propio Gobierno, al modo que lo hicieran no hace mucho dieciocho nobles aviadores que se negaron a ejecutar agresiones de lesa humanidad. O como lo hizo el valiente ciudadano Mordechai Vanunu, cuando denunció —a costa de larga prisión— la elaboración de material atómico en Israel. El ciudadano judío Mordechai Vanunu informó desde el diario Sunday Times sobre la existencia de una fábrica clandestina de armas nucleares en Israel, con el objeto de que se discutiera públicamente semejante actividad. De qué sirve la democracia, pensaba, si se puede esconder tanto peligro para la nación y el mundo. A raíz de su actitud, fue condenado a 18 años de prisión —doce en confinamiento aislado— en medio del gran silencio general. Fue secuestrado en Londres por el Mossad —la policía secreta israelí— y llevado a Israel pasando por Roma. Ninguno de los respectivos países protestaron por la violación de fronteras (cfr. “La Nación”, 14 de octubre de 2003).
  
Tiene razón el autor comentado al expresar que las declaraciones estentóreas hechas desde podios rutilantes de nada sirven a la causa de la paz. Bien señala que “se parecen demasiado a las manos que Pilatos se lavó”. Y siguiendo su propio razonamiento, cabe subrayar que urge recorrer el único camino hacia la concordia, sin odio ni  hipocresías, de regreso a la Verdad.
  
SARCASMO
  
Resulta sorprendente que nadie o muy pocos pongan el acento sobre la acechanza que nos abruma. Tal vez como nunca, la Mentira se ha enseñoreado de la historia. Al viejo sonsonete de la brujería: “el bien es mal, el mal es bien”, se va estableciendo la sentencia del Gran Hermano, “la guerra es paz”. Por tal camino ocurren los “explicables” errores humanos a costa de inocentes víctimas y los asesinatos selectivos imprescindibles. Más las “técnicas agresivas de interrogatorio” y largos etcéteras. Mientras (por ejemplo) yacen hacinados sin juicio ni sentencias en Guantánamo y en nuestra propia tierra, los “sospechosos” por delitos de lesa humanidad. La Mentira campea triunfante entre el cinismo y la hipocresía, con todas las secuelas de maldades que van destruyendo la convivencia humana en “el nuevo orden mundial”.
  
DESPROPORCIÓN
  
Más allá de cualquier disquisición sobre sus verdaderos orígenes, en la tragedia de Gaza hay cosas indiscutibles, aunque sufran oscurecimientos intencionales. De un lado algunos muertos y heridos, casi todos soldados. Del otro, centenares de muertos y miles de heridos, casi todos pobladores civiles. Ancianos, mujeres y niños. En el primer sector el arrasamiento total, por anidar terroristas que viven agrediendo con pedradas o cohetes. Como demostrándolo, “La Nación” del 9 de enero muestra en la página 4 la estela de un cohete aparentemente lanzado desde una azotea de la ciudad de Gaza hacia el sur israelí. Al costado, otra foto con “la respuesta de Israel” (sic): las fulgurantes llamaradas de un incendio de vastas proporciones y una inmensa humareda negra desde un foco más atrás. En otro lugar se consigna que “una serie de cohetes lanzados desde el Líbano dejó dos heridos leves en el norte de Israel”.
  
FALACIAS
  
Es necesario subrayar lo principal.  Conforme lo señala una crónica desde Israel, la invasión de Gaza a sangre y fuego, en trece días “ha cobrado la vida de más de 770 personas dejando cerca de 3300 heridos”. En nota aparte, Bernard Henry-Levy —severo crítico de Hamas— reconoce que también se siente “perturbado por las imágenes de los niños palestinos muertos”. Y comenta que aunque el ataque de Hamas provocara “tan pocas bajas” (sic), ello no significa que sus misiles sean artesanales, inofensivos ni nada por el estilo…
  
Todas estas crónicas (hacia la historia-ficción) donde se mezclan acotaciones de intención evidente, con tétricos relatos de cadáveres hallados entre los escombros, van revelando cierto sedimento falaz. Por ejemplo —y sólo como un ejemplo elegido al azar— un gran título a toda página anuncia: “Gaza: no hay tregua y la ONU se retira”. Pero está precedido por la siguiente anotación: “Guerra en Medio Oriente - Hamas rechazó un alto al fuego”. No es precisa labor de mucha inteligencia, para advertir a quién se hace responsable. Obviamente al pueblo palestino, para peor identificado con Hamas.
  
Una grave incongruencia agudiza más el desánimo. En otra parte, el mismo periódico explica que la agencia de la ONU de Ayuda a los Refugiados, suspendió sus actividades “tras la muerte de uno de sus integrantes, que conducía un convoy alcanzado por fuego israelí”.
  
INERCIA
  
Cunden las noticias de horribles sucesos y los resortes internacionales siguen a la expectativa, lejos de reacciones otrora más briosas en distintas partes del Globo. Mientras “sotto voce”, se percibe en casi todo el mundo la perplejidad y el rechazo de tanta violencia indiscriminada con desproporción en grado extremo.
  
Llama la atención frente a esto, que el embajador israelí cuestionara en la AMIA “las calumnias (sic) que recibió su país a raíz del conflicto”; aunque más adelante “admitió que hubo errores en la ofensiva que causaron víctimas civiles palestinas”. Para añadir una revelación todavía más sensacional, sugiriendo graves interrogantes sobre el manejo de la ofensiva y supuestos “enfrentamientos”: “La mitad de los soldados nuestros que murieron en Gaza cayeron con fuego amigo”… (“La Nación”, 9 de enero de 2009, pág. 4).
  
Juan E. Olmedo

1 comentario:

Anónimo dijo...

La amistad de mi padre (antiperonista visceral)con el edecán de Perón me permitió conocer al detalle aquel reconocimiento del flamante estado de Israel, el cual se concretó con el envío de un amigo personal del Pocho, el Dr. Pablo Manguel,en calidad de Embajador Argentino.
Estando de paso hace mas de treinta años por aquellos pagos advertí (con desasosiego)que los judíos son violentos y salvajes, pero los palestinos son peores. Hay que vivirlo, palparlo. Uno entra en los lugares judíos y pese a todo, se siente "en casa". Con los árabes es otra cosa. Todos son amables, etc, judíos y +arabes, pero uno está tenso en todo lugar donde estan los árabes. En una carnicería, en el almacén, en una plaza.No se explicar porque, así como tampoco lo que uno siente caminando por los lugares que caminó el Hijo de Dios. Hay que vivirlo. Y todo lo demás es literatura.
Me da la impresión que Israel es un feo dique para un mar de mierda. Pero si cae ese dique, las heces caen sobre nosotros.
Son opciones de carajo : ¿ que es mejor, morir fusilado, ahorcado o en la silla eléctrica ?
En su momento leí Sholem Ash, Menehem Beguin pero no sirve, es pura propaganda. La idea de Teodoro Herlz o Hertz ya no me acuero, una imecilidad pro marxista, atea y anticristiana. No creo que haya otra solución que un bonito Apocalipsis con todos los chirimbolos.
CD

PS
El edecán del Pocho fue el factótum de la repatriación de los restos de Rosas, en su fase final.