LA HERMENÉUTICA “BERGOGLIANA” DE MONSEÑOR VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ
De
Interpretatione
El Arzobispo Monseñor Víctor Manuel
Fernández, “Tucho” como dice que prefiere lo llamen, rector de la Universidad
Católica Argentina (UCA), se ha referido recientemente a las interpretaciones
que de acciones, gestos y palabras se predican de y se atribuyen a su Santidad
el Papa Francisco.
La de “las
interpretaciones erróneas del mensaje
del Papa” es una nota que publicó Monseñor Fernández en La Nación y que AICA ha recogido el pasado lunes 15 de
enero y titula tal como está escrito.
El propósito del señor Arzobispo es el de
salir al encuentro de “afirmaciones
periodísticas sobre el Papa (…) plagadas de imaginación, al mismo tiempo que
(…) atribuirle a Francisco ciertas intenciones políticas (…) como si Francisco
estuviera permanentemente pensando en Macri”. Un poco
más adelante, señala que “si uno leyera
este hecho (los referidos al Papa Francisco) con la misma imaginación, podría deducir que hay un plan organizado de
desprestigio” (por parte del Santo Padre, cabe aclarar). He retocado por mi
cuenta el orden de los enunciados de Monseñor Fernández preservando su
literalidad.
Hasta aquí, que es el primer párrafo de la
nota, me animaría a suscribir las observaciones del Arzobispo en su arremetida
contra las versiones de los medios, que viven a expensas de interpretaciones
preñadas de ideología y de intereses comerciales. No seremos nosotros quienes
defendamos la “corporación mediática” como solía machacar el “relato K”. Estaríamos
de acuerdo, Monseñor, con su discreta diatriba si su intención fuese la de
poner de manifiesto la terrible sentencia de que “no hay hechos, sino interpretaciones”,
atribuida a Nietzsche pero que yo he leído en Gianni Vattimo.
La argumentación de Monseñor Fernández, no
obstante, comienza a asumir un perfil francamente perturbador a partir de los
parágrafos siguientes. A tal punto que me hizo recordar una frase, leída hace una
punta de años, a propósito de un filósofo crítico tenido por gran “desmitificador”.
No la retengo de memoria pero era más o menos así, “el gran desmitificador es
un gran mistificador también”. ¿Y cómo sería eso para el caso que nos ocupa?
Expresa el Rector de la UCA en su columna que
“muchas veces se supone que todos los
que tienen alguna tarea en instituciones católicas están ejecutando órdenes del
Papa cada vez que hablan. Sin embargo, esto ni siquiera ocurre con los
cardenales del Vaticano, ya que siguen pensando y hablando como quieren, como
si Francisco no fuera papa” Y se pregunta, a continuación, subiendo un
poquito más la apuesta, “¿acaso no nos
preguntamos muchas veces por qué no se sacaba de encima al cardenal Müller,
quien no ocultaba una línea de pensamiento muy diferente e incluso lo
criticaba? Y miremos al cardenal Sarah, que sigue proponiendo volver a celebrar
la misa de espaldas al pueblo”.
El Papa Bergoglio “se ha sacado de encima” al cardenal Gerhard Müller, ahora ex
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y ha mantenido un
entredicho con el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, cardenal Robert Sarah, desmintiéndolo, a
propósito de la traducción de los textos litúrgicos. Al parecer, Monseñor
Fernández, no es tanta la libertad que Usted predica en los palacios vaticanos pues
algunos cardenales no “siguen pensando y
hablando como quieren”, precisamente porque Monseñor Jorge Mario Bergoglio
es el Papa.
Por lo demás, Monseñor, y como al pasar lo
digo, ¿no le parece que la elección léxica “misa
de espaldas al pueblo”, además del carácter impropio de la designación que
Usted no debe ignorar, favorecería una interpretación derogatoria, por
“anti-popular”, del venerable Rito Romano en su forma extraordinaria, debidamente
autorizada por su Santidad el Papa Benedicto XVI? ¡Cuidado con este tipo de “afirmaciones” (…) “plagadas de
imaginación” que Usted bien califica y fustiga en las interpretaciones
periodísticas!
Un poco más adelante, sosteniendo su tesis
central y abundando en más ejemplos, escribe que “(…) por la misma razón, deberían respetar a Grabois, que es un laico
adulto e inteligente y puede tener pensamiento propio sobre temas políticos y
sociales, sin suponer que repite lo que le ordena el Papa (…) No es realista
decir que alguien, por ser asesor o consultor de una oficina vaticana, como es
Justicia y Paz, esté marcando o representando el pensamiento del Papa sobre
temas sociales”.
El abogado Juan Grabois, líder piquetero y “derecho-humanista”,
jefe del Movimiento de Trabajadores Excluidos, fue recibido por el Papa
Francisco al término de la Misa, “por el
progreso de los pueblos”, celebrada en Temuco el pasado miércoles 17 de
enero. Grabois mismo lo reconoció en una entrevista y expresó su satisfacción
por las palabras de apoyo que le brindó el Santo Padre. Aquel hombre ostenta
una suerte de militancia católica del tipo “progre populista” al uso eclesiástico
corriente y quizás por ello goce de las bendiciones pontificales
correspondientes.
Lo que Grabaois no ostenta es pensamiento
propio puesto que lo que piensa y hace no proviene sino de la “matriz
kirchnerista” que lo ha gestado, indigenista e izquierdista, a tenor de su
defensa de los mapuches en su reclamo por tierras y de la representación de
militantes sociales, como es el caso de Milagro Sala (Túpac Amaru), entre otros
activistas. Ergo, Monseñor Fernández, mala figura hace Usted defendiendo a “un laico inteligente (…) con “pensamiento propio sobre temas políticos y
sociales” como el mentado Grabois. Por lo demás, bien conocidas son las ´prácticas de recepción´ del Papa
Francisco de las que puede aseverarse aquello de “ningún enemigo a la izquierda”.
A propósito de consultores y de Justicia y
Paz, que no es esa despectiva “oficina
vaticana” que Usted predica sino un Pontificio Consejo, sostiene el
Arzobispo, rector de la UCA, una de esas afirmaciones que a uno lo hacen trepidar
y dudar verazmente sobre la sobrevivencia de la doctrina de la fe en el
Catolicismo contemporáneo. “Muchos
de esos consultores jamás son consultados y a otros se los consulta solo sobre
algún tema en particular: la trata de personas, el narcotráfico, etcétera. Es
más, algunos de ellos pueden estar a favor de la eutanasia o del aborto en
algunos casos, y esa no es la línea del Papa o del Vaticano. Entonces
permítanle a Grabois que tenga el respeto del Papa, pero libérenlo del peso de
estar representándolo”.
¡Vamos, Monseñor Fernández, qué arte retórica
sibilina en la elección de los términos!, ¡qué manera de susurrar una semántica
pluralista y librepensadora!´, ¡qué fragilidades lingüísticas amigables con el
homicidio! “La eutanasia o el aborto (…)
no es la línea del Papa o del Vaticano”. ¿Habrá que esclarecer a un
Arzobispo de la Iglesia Católica Romana que no se trata de posicionamientos o
de alineamientos personales o institucionales, como si otro Papa, u otra Curia,
pudiesen, acaso, tener otra línea cercana al aborto y a la eutanasia? Monseñor
Fernández, ¿cómo es que legitima Usted en el discurso, tácitamente a lo menos,
la posibilidad de que el aborto y la eutanasia sean tratadas como “líneas” de pensamiento y de práctica,
y, por lo tanto, convertirse en interlocutores válidos de la “línea del Papa o del Vaticano”, aunque
por ahora discrepen?
Veo yo aquí una atroz, aunque típica, enunciación
modernista cuyo fundamento es el socorrido “diálogo”
introducido como caballo de Troya en la Ciudad de Dios mediante el Concilio
Vaticano II, subrepticiamente, y con el post-concilio, abiertamente. La
anhelada demolición del edificio católico por parte de los enemigos de la
Iglesia tuvo dos brazos, a saber, el ecumenismo y el diálogo. El primero ha
sido útil para amortiguar el vigor del Catolicismo en el concierto de las
múltiples creencias y prácticas religiosas; el diálogo ha sido para los
progresistas la piedra de toque del espíritu nuevo, aquello que ha derribado las
estructuras de autoridad de la Iglesia y ha hecho posible la expresión de ideas
nuevas, so pretexto de diálogo, justamente. De consecuencia, la fe católica se
ha extenuado en la constante gimnasia de un frenético pluralismo.
Así las cosas, el diálogo ha venido a ser una
suerte de categoría dogmática, indisputable e insustituible, en lugar de una
hipotética y “descartable” estrategia de intercambio, pues de otro modo no se
entiende cómo sea posible que en una Academia Pontificia de la Iglesia Católica
puedan sentarse hombres o mujeres a favor de la eutanasia y del aborto como
interlocutores válidos.
¡Pero no solo sentarse a una “Mesa de Diálogo
Pontificio” sino a recibir condecoraciones y premios, están llamados abortistas
y partidarios de las políticas LGBT! ¿No lo creen? Vean si no el caso de la
holandesa Lilianne Ploumen, ex Ministro en el Gobierno de su país, activista
decidida a favor del aborto y de la causa LGBT, recibir la magnífica medalla que
la convierte en miembro de la Orden Pontificia de Caballería “San Gregorio
Magno”. La membresía se concede como un honor a los candidatos que han
demostrado prestar “servicios a la Iglesia Católica” (Cfr. Corrispondenza
Romana. Rodolfo de Mattei su Osservatorio Gender.it, 13/01/2018). ¡Me obstino
en recordarle, Monseñor Fernández, cuidado con este tipo de afirmaciones “plagadas de imaginación”!
Libertad
de expresión, intolerancia y censura
Vale la pena una palabra final a propósito de
uno de los postreros párrafos de la nota de Monseñor Fernández que parece
cerrar la argumentación en torno a la libertad con la que el Papa concede opinar
y hablar a sus hijos.
“Hoy, con
Francisco, exclama Monseñor Fernández, la Iglesia goza de una inédita libertad de
expresión y no es necesario estar pensando qué diría el Papa para poder opinar.
Ahora muchos católicos pueden tratar irresponsablemente a Francisco de hereje o
de cismático, sin que les llegue siquiera un pedido de aclaración desde el
Vaticano. Pocos años atrás recibíamos sanciones graves por mucho menos (…), añadiendo
poco más adelante que “es en la sociedad
civil donde han crecido la intolerancia y nuevos modos de censura (…)”.
¡Vigorosa profesión de fe democrática y
revolucionaria!, si se me permite el exabrupto tratándose de las convicciones y
del lenguaje de un Arzobispo.
Entonces, no todo tiempo pasado fue mejor y aún
hoy continúan crujiendo las devastadas mazmorras de la Santa Inquisición,
otrora sostenidas por los despiadados San Juan Pablo II y Benedicto XVI; sin
atreverme a pensar, siquiera, qué calificativo valdría para los Papas
pre-conciliares.
Por lo demás, si es verdad que “no es necesario estar pensando qué diría
el Papa para poder opinar”, estimo que una de las consecuencias más
mortíferas de esa ilustrada sentencia es que el caos y el desorden se han
instalado en la Iglesia y aquella preciosa unidad en la fe, en la doctrina, en
el culto y en la disciplina, puede retenerse solo como una antigualla del
pasado.
En rigor de verdad, hay que conceder la razón
a Monseñor Fernández pues crece la impresión de que a herejes y cismáticos
raramente “llegue siquiera un pedido de
aclaración desde el Vaticano”. ¡Además, Monseñor, no sea intolerante con aquellos “muchos católicos” que tratan “a Francisco de hereje o de cismático”! ¡No
los censure tratándolos de irresponsables! ¡Deje para la sociedad civil esas prácticas
abominables y, Usted, guárdelos bajo el manto sagrado de la libertad de expresión a cuya inédita emersión canta una oda tan sublime!
¡Perdone todo, Monseñor Fernández, todo!
No soy periodista, Monseñor, pero rematando
estas líneas me gustaría retornarle la moneda que Usted ha acuñado y con la que
quiere pagar al periodismo por sus malas interpretaciones. Advierto empero, con
temor y temblor, que la moneda en cuestión tiene la siguiente inscripción: “A quien tuvo formación superior se le debe
exigir que, cuando escriba algo que pueda afectar a otro, no se base en meras
suposiciones”.
Ernesto
Alonso
4 comentarios:
CARTA A LOS DIARIOS:
LA GRIETA EQUIVOCADA: Como buen jesuita, Bergoglio, no lo quiere decir y se equivoca. El sigilo y el maniobrar en las sombras no dan para más. Desde que el kirchnerismo generara la famosa grieta con su conducta inmoral y delictuosa, el Sumo Pontífice quedó con aquellos, del lado opuesto de la grieta al del argentino común, que trabaja, que paga los impuestos y se indigna ante la corrupción y la impunidad. De este lado de la grieta quedó el periodismo aparentemente independiente y una clase dirigente política y empresarial que “parece” trigo limpio (o sea no dada a robos groseros). Pero la grieta de Bergoglio no es la que todos vemos. La de él es la grieta histórica que enfrenta a la Masonería con la Compañía de Jesús, ahora al frente de la Iglesia. El Papa sabe que el enemigo histórico, poderoso, que viene controlando a la Argentina, se encuentra camuflado y agazapado del lado nuestro de la grieta. Él, erróneamente, buscando propia tropa, sigue aferrado a un peronismo que ya no existe. Hace décadas ya no es el de la educación religiosa del primer Perón, el de la Doctrina Social de la Iglesia (hasta que saltó la grieta y se dedicó a quemar iglesias). Hoy no tiene un solo líder potable. Tiene una dirigencia corrupta, del más variado pelaje, asociada al marxismo, que genera el rechazo de la porción sana de la población y que asocia a Bergoglio y a la Iglesia que dirige, con esos personajes nefastos. Creo que llegó la hora de poner las cartas sobre la mesa, de llamar al pan, pan y al vino, vino, desenmascarar a los masones donde estén para que se separe la paja del trigo y se vea la grieta tal cuál es. De ese modo podrá desembarazarse de delincuentes y exponer a los que se aprovechan de nuestras buenas intenciones para seguir en el poder. Toda la cúpula de la Iglesia debe salir a dar públicamente batalla. Atte. Hugo Tellechea
http://www.lanacion.com.ar/1856788-medallas-a-las-que-le-piden-porfis
APESTA
https://moimunanblog.files.wordpress.com/2018/02/el_verdadero_francisco2.jpg?w=603&h=519&zoom=2
https://moimunanblog.com/2018/02/04/omar-bello-bergoglio-juega-a-dos-bandas/
lO QUE TIENEN QUE HACER LOS CURAS hace ya un par de siglos es simplemente AGACHAR EL LOMO, Y LUEGO TRATAR DE TENER UN MINIMO DE COJONES, porque asi como van las cosas dan la impresión general de ser una banda de señoritas y unos charlatanes e inoperantes que están hundiendo a la Iglesia.
PACO LALANDA
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