FUERZAS
ARMADAS:
EL SUELDO O LA GLORIA
“Las armas requieren espíritu, como las letras”
(Don Quijote)
El descubrimiento de las malandanzas del Gral. César Milani
—cualquiera sea el volumen de las mismas, y no parece ser de escasa monta— ha
sido objeto de encontradas interpretaciones, erradas todas a juicio nuestro.
Para el gobierno, y siguiendo una costumbre ya connatural a
su condición corrupta, todo kirchnerista es inocente e impune, aún y sobre todo
cuando se demuestra su culpabilidad. Las incongruencias reales o supuestas no
le hacen mella alguna, pues ha adquirido para soportarlas el cuero innoble de
esos animales rastreros que, a efectos de defenderse, despiden fétidos olores o
desgranan por doquier filosas púas.
La oposición, por su parte, sin saber que en esto coincide
con su presunto oponente, registra en el núcleo mismo de las acusaciones al
soldadote el hecho de haber participado en el Operativo Independencia; ignorando adrede sobre el mismo un dato
capital: que fue una guerra limpia, jalonada de hazañas y de miembros heroicos
de nuestras Fuerzas Armadas, gloriosamente heridos o muertos en combate. Fue,
en cifra, la expresión más legítima de una contienda justa librada contra la
Internacional Marxista.
Sin embargo, y con tal de capitalizar el caso contra el
oficialismo, lo que habitualmente se llama “derecha”, no trepida en cargar las
tintas sobre el tema. La misma oposición aludida —a diestra o a siniestra lo
mismo da— subraya como concausa de la culpabilidad del episodio, el hecho que
el Gobierno estaría preparando o ejecutando un Plan de Inteligencia para el
control o el sojuzgamiento de sus adversarios. Nada que no haya hecho ya, con
el soporte técnico que despliega a mansalva, sin necesidad estricta de que
intervengan en esto los burócratas castrenses.
Otra es la gravedad de fondo, y no quiere verse. Y es que
desde hace un mínimo de treinta años las Fuerzas Armadas han adoptado una
actitud suicida y homicida; respecto de sí misma lo primero, y de la sociedad
lo segundo. Esa doble actitud fue científicamente programada en los tiempos
avasallantes de la Unión Sovietica, y se extendió por otras naciones,
incluyendo o excluyendo ciertos matices, según conviniera.
La síntesis del plan podría enunciarse de este modo: las
Fuerzas Armadas traspasan democráticamente el poder a los ideólogos y artífices
de la subversión; el grueso de sus mandos acepta ser juzgado y encarcelado por
aquellos; aceptan asimismo ser desmovilizadas material y espiritualmente, hasta
vivir en permanente estado de acorralamiento y de ultraje.
Finalmente, y salvo solitarias y escasas excepciones,
terminan cooperando activamente con la revolución marxista. Se purgan a sí
mismas de los elementos “reaccionarios”, y acaban siendo el brazo armado del
“proyecto nacional y popular”. Para lo cual, previa y simultáneamente, han
tenido que admitir o propiciar el lavado de cerebro colectivo entre sus
miembros; no solamente en materia de contenidos intelectuales, sino del mismo ethos militar clásico. Por eso, no basta
con revisar los nuevos planes de estudio de los institutos militares par
constatar el oprobio, sino contemplar a los Granaderos tocando la guitarra con
Boudou o compartiendo los sones del himno con una murga raposa y prostibularia.
Así las cosas, Milani es apenas un nombre ocasional y suelto
en esta larga y gruesa cadena de felonías y de miserias morales. Seguirá o no
su curso, según lo decidan los komisarios
del terrorismo devenidos en funcionarios. Lo mismo da quien sea su hipotético
reemplazante. Los traidores a la patria pierden sus nombres para ser llamados
simplemente mercenarios.
El setentismo también seguirá su curso; sea en su versión
mitigadamente meaculpista (que no alcanza nunca para que sean encarcelados sus
responsables), o sea en su versión virulenta y salvaje, que es la que practica
el kirchnerismo. La pesadilla sólo
podría tener fin si las Fuerzas Armadas reaccionaran y actuaran en
consecuencia. ¿Y qué significa esto? Depende. Pero por lo pronto, conocer la
distinción que hacía Quevedo: “una cosa
es, en los soldados, obedecer órdenes, otra seguir el ejemplo. Los unos tienen
por paga el sueldo; los otros la gloria”.
Agosto trae dos fechas a medida para recordar ejemplos antes
que órdenes, y gloria antes que salarios. El Día de la Reconquista y el Día del
Aniversario del tránsito de San Martín. Los protagonistas centrales de estos
fastos no pasaron a la historia por ser partes de proyectos corruptos, sino por
encuadrarse fervorosos al servicio de Dios y de la Patria.
Antonio Caponnetto
3 comentarios:
Cuando comenzó lo de Milani, escuché a un imbécil que se considera "periodista" que decía que Milani vivía en una mansión en las Lomas de San Isidro y que tenía auto de "alta gama"-¿ Y que se creen que son la Lomas de San Isidro ? Por Dios ¡¡ Alta gama de Milani es un Alfa Romeo Mito, del tamaño de un Fiat 600. La casa es una cualunque, de barrio, nada mas. Si Milani es un ladrón, es un ladrón de gallinas.
Coincido con la editorial, pero yo vi esto cuando hice mi servicio militar : un nivel muy bajo en todo sentido, en todos los niveles y en todas partes. La disciplina me pareció para señoritas, los ejercicios físicos, para adolescentes y asi todo. No hablemos de las trapisondas y afanos que todos veíamos y nos dabamos cuenta (con cierto temor).Evidentemente hubo un puñado que nos salvó la vida entre el 76 y el 83, ¿ No queda nadie ?
PACO LALANDA
Antonio si entiendo bien podriamos decir que esta buena gente en un combate convencional montaria sus piezas de artilleria,morteros y obuses apuntando a la propia tropa en retaguardia verdad?Se me ocurre que si no fuera tan patetico no dejaria de ser bastante gracioso
Grande Anthony!!!!!!!!
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