martes, 20 de agosto de 2013

Editorial del Nº 104


FUERZAS ARMADAS:
EL SUELDO O LA GLORIA
  
“Las armas requieren espíritu, como las letras”
 (Don Quijote)
  
El descubrimiento de las malandanzas del Gral. César Milani —cualquiera sea el volumen de las mismas, y no parece ser de escasa monta— ha sido objeto de encontradas interpretaciones, erradas todas a juicio nuestro.
  
Para el gobierno, y siguiendo una costumbre ya connatural a su condición corrupta, todo kirchnerista es inocente e impune, aún y sobre todo cuando se demuestra su culpabilidad. Las incongruencias reales o supuestas no le hacen mella alguna, pues ha adquirido para soportarlas el cuero innoble de esos animales rastreros que, a efectos de defenderse, despiden fétidos olores o desgranan por doquier filosas púas.
  
La oposición, por su parte, sin saber que en esto coincide con su presunto oponente, registra en el núcleo mismo de las acusaciones al soldadote el hecho de haber participado en el Operativo Independencia; ignorando adrede sobre el mismo un dato capital: que fue una guerra limpia, jalonada de hazañas y de miembros heroicos de nuestras Fuerzas Armadas, gloriosamente heridos o muertos en combate. Fue, en cifra, la expresión más legítima de una contienda justa librada contra la Internacional Marxista.
  
Sin embargo, y con tal de capitalizar el caso contra el oficialismo, lo que habitualmente se llama “derecha”, no trepida en cargar las tintas sobre el tema. La misma oposición aludida —a diestra o a siniestra lo mismo da— subraya como concausa de la culpabilidad del episodio, el hecho que el Gobierno estaría preparando o ejecutando un Plan de Inteligencia para el control o el sojuzgamiento de sus adversarios. Nada que no haya hecho ya, con el soporte técnico que despliega a mansalva, sin necesidad estricta de que intervengan en esto los burócratas castrenses.
  
Otra es la gravedad de fondo, y no quiere verse. Y es que desde hace un mínimo de treinta años las Fuerzas Armadas han adoptado una actitud suicida y homicida; respecto de sí misma lo primero, y de la sociedad lo segundo. Esa doble actitud fue científicamente programada en los tiempos avasallantes de la Unión Sovietica, y se extendió por otras naciones, incluyendo o excluyendo ciertos matices, según conviniera.
La síntesis del plan podría enunciarse de este modo: las Fuerzas Armadas traspasan democráticamente el poder a los ideólogos y artífices de la subversión; el grueso de sus mandos acepta ser juzgado y encarcelado por aquellos; aceptan asimismo ser desmovilizadas material y espiritualmente, hasta vivir en permanente estado de acorralamiento y de ultraje.
  
Finalmente, y salvo solitarias y escasas excepciones, terminan cooperando activamente con la revolución marxista. Se purgan a sí mismas de los elementos “reaccionarios”, y acaban siendo el brazo armado del “proyecto nacional y popular”. Para lo cual, previa y simultáneamente, han tenido que admitir o propiciar el lavado de cerebro colectivo entre sus miembros; no solamente en materia de contenidos intelectuales, sino del mismo ethos militar clásico. Por eso, no basta con revisar los nuevos planes de estudio de los institutos militares par constatar el oprobio, sino contemplar a los Granaderos tocando la guitarra con Boudou o compartiendo los sones del himno con una murga raposa y prostibularia.
  
Así las cosas, Milani es apenas un nombre ocasional y suelto en esta larga y gruesa cadena de felonías y de miserias morales. Seguirá o no su curso, según lo decidan los komisarios del terrorismo devenidos en funcionarios. Lo mismo da quien sea su hipotético reemplazante. Los traidores a la patria pierden sus nombres para ser llamados simplemente mercenarios.
  
El setentismo también seguirá su curso; sea en su versión mitigadamente meaculpista (que no alcanza nunca para que sean encarcelados sus responsables), o sea en su versión virulenta y salvaje, que es la que practica el kirchnerismo.  La pesadilla sólo podría tener fin si las Fuerzas Armadas reaccionaran y actuaran en consecuencia. ¿Y qué significa esto? Depende. Pero por lo pronto, conocer la distinción que hacía Quevedo: “una cosa es, en los soldados, obedecer órdenes, otra seguir el ejemplo. Los unos tienen por paga el sueldo; los otros la gloria”.
  
Agosto trae dos fechas a medida para recordar ejemplos antes que órdenes, y gloria antes que salarios. El Día de la Reconquista y el Día del Aniversario del tránsito de San Martín. Los protagonistas centrales de estos fastos no pasaron a la historia por ser partes de proyectos corruptos, sino por encuadrarse fervorosos al servicio de Dios y de la Patria.
  
Antonio Caponnetto
  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando comenzó lo de Milani, escuché a un imbécil que se considera "periodista" que decía que Milani vivía en una mansión en las Lomas de San Isidro y que tenía auto de "alta gama"-¿ Y que se creen que son la Lomas de San Isidro ? Por Dios ¡¡ Alta gama de Milani es un Alfa Romeo Mito, del tamaño de un Fiat 600. La casa es una cualunque, de barrio, nada mas. Si Milani es un ladrón, es un ladrón de gallinas.
Coincido con la editorial, pero yo vi esto cuando hice mi servicio militar : un nivel muy bajo en todo sentido, en todos los niveles y en todas partes. La disciplina me pareció para señoritas, los ejercicios físicos, para adolescentes y asi todo. No hablemos de las trapisondas y afanos que todos veíamos y nos dabamos cuenta (con cierto temor).Evidentemente hubo un puñado que nos salvó la vida entre el 76 y el 83, ¿ No queda nadie ?
PACO LALANDA

Anónimo dijo...

Antonio si entiendo bien podriamos decir que esta buena gente en un combate convencional montaria sus piezas de artilleria,morteros y obuses apuntando a la propia tropa en retaguardia verdad?Se me ocurre que si no fuera tan patetico no dejaria de ser bastante gracioso

Anónimo dijo...

Grande Anthony!!!!!!!!