lunes, 6 de agosto de 2012

De pluma ajena

SAN MAXIMILIANO KOLBE
  
En un antiguo número de “Catapulta” —la briosa y siempre bien informada publicación digital que dirige el Dr. Augusto Padilla— se publicó una nota titulada “El libro de cabecera de San Maximiliano Kolbe”, tomada a su vez del nº 125 de la revista italiana “Chiesa Viva”.
Hemos creído oportuno ofrecer a nuestros lectores una traducción de dicha nota.  Porque el caso de San Maximiliano es una prueba de varias cosas que no deben dejar de ser dichas.  La primera, bien que triste, del poder de la judería, como diría Israel Shamir.  Ya que si hubo una canonización impulsada por Israel y por los partidarios de la herejía judeo-católica fue ésta.  Era el santo que necesitaban para terminar de demonizar el “holocausto” y anatematizar al Tercer Reich, no por lo que tuviera de reprobable, sino en la línea de la propaganda aliadófila.
Pero Dios no se deja burlar; y escribe derecho con renglones torcidos, según popular sentencia.  Y a poco de elevado a los altares —estudiando y revisando su vida y su obra— se supo que San Maximiliano había dedicado gran parte de su esfuerzo apostólico a combatir la conjura masónica y judaica que no deja de abatirse contra la Cristiandad.  Era, pues, un santo católico, y no la ficción hagiográfica que la propaganda modernista quería imponer.
Agradecemos al Cielo la existencia de este varón justo; al Papa Juan Pablo II su canonización, al Yuyo Padilla la noticia que transcribimos, y a Mario Caponnetto la traducción castellana de la misma.
  
En 1917, Maximiliano Kolbe funda la “Milicia de la Inmaculada”. Naturalmente, su lucha no fue la de abatir las almas del enemigo sino la de llamarlo y convertirlo en pro de su eterna salvación. Por eso, el Padre Kolbe se dirigía a sus enemigos.
  
En un artículo suyo titulado “¡Pobrecillos!”, escribía: “El hombre ha sido redimido. Cristo ha fundado su Iglesia sobre la roca. Una parte del pueblo hebreo reconoció en Él al Mesías; los otros, sobre todo los fariseos soberbios, no quisieron reconocerlo, persiguieron a sus seguidores y dieron curso a un gran número de leyes que obligaban a los hebreos a perseguir a los cristianos. Estas leyes, junto a narraciones y a apéndices, hacia el año 500, formaron un libro sagrado, el «Talmud». En este libro, los cristianos son llamados: idólatras, peores que los turcos, homicidas, libertinos impuros, estiércol, animales de forma humana, peores que los animales, hijos del diablo, etc. Los sacerdotes son llamados adivinos y cabezas peladas […] a la Iglesia se la llama casa de estulticia y suciedad. Las imágenes sagradas, las medallas, los rosarios, son llamados ídolos. En el «Talmud», los domingos y las fiestas son considerados días de perdición. En este libro se enseña, entre otras cosas, que a un hebreo le está permitido engañar y robar a un cristiano, pues todos los bienes de los cristianos —está escrito— «son como el desierto: el primero que los toma se hace dueño». Esta obra que recoge doce volúmenes y que respira odio contra Cristo y los cristianos, es considerada por estos fariseos un libro sagrado, más importante que la Sagrada Escritura”.
  
En ocasión del Congreso Internacional de los masones, celebrado en Bucarest en 1926, el Padre Kolbe, escribió en un artículo: “Estos señores (es decir, los masones) creen que son ellos quienes han de gobernar: escuchemos, entonces, lo que escriben los «Protocolos de los Sabios de Sión»”, documento que el Padre Kolbe llamaba: “el verdadero libro fundamental de la Masonería”.
  
Escribe el Santo: “El protocolo número 11 afirma: «Crearemos y pondremos en vigencia las leyes y los gobiernos […] y, en el momento oportuno, […] bajo la forma de una revuelta nacional. […] Es necesario que las poblaciones, desconcertadas por la revuelta, puestas todavía bajo la influencia del terror y de la incertidumbre, comprendan que somos de tal modo fuertes, de tal modo intocables, de tal modo llenos de poder que en ningún caso tendremos en cuenta sus opiniones y sus deseos sino, antes bien, que estamos en grado de aplastar sus manifestaciones en cualquier momento y en cualquier lugar […] Entonces, por temor, cerrarán los ojos y permanecerán a la espera de las consecuencias […] ¿Con qué objeto hemos ideado e impuesto a los masones toda esta política, sin darles a ellos la posibilidad de examinar el contenido? Esto ha servido de fundamento para nuestra organización masónica secreta […] cuya existencia ni siquiera sospechan estas bestias engatusadas por nosotros en las logias masónicas»”.
  
En este punto, el Padre Kolbe se dirige a los masones diciendo: “¿Habéis oído, señores masones? Los que os han organizado y secretamente os dirigen, los hebreos, os consideran bestias, reclutadas en las logias masónicas para fines que vosotros ni siquiera sospecháis […] Pero ¿sabéis, señores masones, qué es lo que os espera el día en que os venga a la mente comenzar a pensar por vosotros solos?  He aquí, escuchad el mismo protocolo: «La muerte es la inevitable conclusión de toda vida […] Ajusticiaremos a los masones de tal manera que ninguno […] podrá sospechar, ni siquiera las mismas víctimas: morirán todos en el momento en que sea necesario, aparentemente a causa se enfermedades comunes […]»”.
  
Y continúa el Santo: “Señores masones, vosotros que, recientemente, durante el Congreso de Bucarest, os habéis alegrado del hecho de que la Masonería se está fortaleciendo por doquier, reflexionad y decid sinceramente: ¿no es mejor servir al creador en la paz interior […], antes que obedecer las órdenes de quien os odia?”
  
San Maximiliano se dirige, finalmente, a los Jefes Ocultos de la Masonería con estas palabras: “Y a vosotros, pequeño escuadrón de hebreos, «Sabios de Sión», que habéis provocado ya concientemente tantas desgracias y todavía seguís preparando otras, a vosotros me dirijo con la pregunta: ¿qué ventaja obtenéis? […] Gran cúmulo de oro, de placeres, de diversiones, de poder: nada de todo esto vuelve feliz al hombre. Y si aun esto diera la felicidad, ¿cuánto podría durar? Tal vez una decena de años, quizás veinte […] Y vosotros, jefes hebreos, que os habéis dejado seducir por Satanás, el enemigo de la humanidad, ¿no sería mejor si también vosotros os volviereis sinceramente a Dios?”
  
En otro artículo de 1926, el Padre Kolbe, citando siempre los “Protocolos de los Sabios de Sión”, escribía: “Ellos dicen de sí mismos: «¿Quién o qué cosa está en grado de asestar una fuerza invisible?  Nuestra fuerza es, precisamente, de esta clase. La Masonería externa sólo sirve para esconder sus objetivos, pero el plano de acción de esta fuerza será siempre desconocido para la gente»”.
  
Pero el Santo subraya con sutil ironía: “Nosotros somos un ejército, cuyo «Comandante» os conoce uno a uno, ha observado y observa cada una de vuestras acciones, escucha cada una de vuestras palabras, más aún… ni siquiera uno de vuestros pensamientos escapa a su atención.  Decid vosotros mismos: en tales condiciones, ¿se puede hablar de secreto en los planes, de clandestinidad y de invisibilidad?” Y aquí, el Padre Kolbe revela el nombre del “Comandante” de su ejército: “es la Inmaculada, el refugio de los pecadores, pero también la develadora de la serpiente infernal. ¡Ella aplastará su cabeza!”
  

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy oportuna y necesaria la aclaración respecto de este santo alemán-polaco, cuyo nombre adorna un reconocido colegio del barrio de Belgrano R en Buenos Aires. Es oportuno decir que muchos nacionalistas argentinos lo han tildado de santo pro judío, creo yo sobre todo, por el desprecio de Maximiliano al régimen nazi, como el que guardan todos los polacos que se precien de tales. Kolbe era anti nazi, no pro judío.Es imposible no guardar rencor o decidido odio al nazismo si se es polaco, toda vez se entienda el artero, criminal y ciertamente cobarde ataque alemán a Polonia en aquel trágico septiembre y el bombardeo de Varsovia.Que los aliados fueran otros criminales no quita el conreto hecho que Hitler, un retardado mental con suerte, cometiera un acto de invasión innecesario, grotesco y solamente movido por la tipica codicia alemana, vigente por siempre jamás.
Por los sesenta tuve el honor de alternar con un oficial del ejército polaco, tanquista, convertido en próspero empresario de nuestra Patria. Su rostro marcado y las medallas que con rubor casi infantil escondía en su casa dejaban ver su talla de guerroro y de cristiano. En noches largas de vodka y whisky nos maravilló a quienes tuvimos el honor de ser sus amigos con relatos escalofriantes del bombardeo de Varsovia, la ocupación alemana, etc.
CD

Memoria dijo...

CD: San Maximiliano no era antinazi, simplemente católico. El resto es fruto de la particular visión de la historia que usted propone, que por cierto deja mucho que desear. Le sugiero tratar de analizar las razones de Hitler para actuar como actuó, de los ingleses para hacerlo como lo hicieron, de los rusos y aún de los polacos. Su mirada es "pasional", no histórica, cargada de propaganda a la que evidentemente usted no pudo escapar.

Anónimo dijo...

Existen algunos textos difundidos de buena Fe, donde falsamente se atribuye a Kolbe el desenmascarar a los hebreos y a la masonería.

Si así fuera, ¿realmente los hebreos lo ensalzarían como un “justo entre las naciones” y un símbolo de la Shoá?

Anónimo dijo...

Don Memoria,no anda usted muy desencaminado con sus comentarios, debo reconocerlo. Pero Hitler se equivocó muy gravemente y no solamente murieron millones de personas por su afán expansionista, sino que también nos dejo de regalo a los judíos en la cima. Los aliados, por supuesto, no eran mejores, aclaro
Comparto con usted que mi visión deja mucho que desear. Lo se.y añado, que son escasísimos los hombres cuya visión no deja que desear (y no lo digo como excusa).
CD

Anónimo dijo...

Un católico no puede ser nazi. Una cosa es entender algunas razones circunstanciales que explican la actuación de Alemania repecto de Polonia y otra muy distinta avalar el avasallamiento de un pueblo católico por la barbarie pagana y, después, por la barbarie bolchevique. Ambas se dividieron Polonia como despues, los otros bárbaros triunfantes, los Aliados, se repartieron Europa.
Mario Caponnetto

Alan Argento dijo...

Es un tema complicado.Según mi humilde opinión Hitler era católico pero no lo suficiente para echar a Rosenberg de su Partido (paradojicamente este nombre no es muy cristiano que digamos).Hay que agregar también que Goebbels era católico y que el mentor ideológico del Führer también lo era.El mismo resentido de Himmler era católico.
Lo que me parece aberrante del nacionalsocialismo es ese paganismo idiota,demencial y exagerado.Los grandes combatientes contra el espiritu judaico fueron judíos conversos.Esto viene desde la Antigüedad pasando por la España medieval y llegando hasta nuestro días.No creo que los judíos sean una "raza" biológicamente hablando.Sí creo que se tienen que convertir y dejar de adorar el dinero.
En mi cosmovisión Hitler fue más grande que Franco ya que no se prestó al Atlantismo ni al Opus Judei.Fue un hombre muy inteligente y capaz.Creo que el mito de la raza y toda esa gilada fue promocionada para movilizar a las secularizadas masas de Alemania.Ya sabemos el daño que causó Lutero.No se podía apelar a la cristiandad.
Lo que lamento mucho es que en USA y en Europa hayan tantos anticatólicos que piensan que nosotros somos como los de siempre.Deberían haber leido a Maurras.Me parece que el Tradicionalismo es la clave para comprender la historia.A la luz de Charles Maurras uno se da cuenta de que el nacionalsocialismo se inscribe dentro de la decadencia iniciada por Luterito,seguida por la Revolución Francesa y concluida en la Revolución Bolchevique.El mal llamado nazismo fue un movimiento de masas secularizadas.Dios habrá castigado a Hitler por no defender la fe de sus padres.Se equivocó el austriaco al decir que un lider político no debe meterse en problemas religiosos...