EL ORO Y EL PUÑAL DE SHYLOCK CONTRA PALESTINA
Los acontecimientos que llevaron a una minoría hebrea a levantar
la bandera con la estrella de David en el corazón del mundo musulmán tienen que
ser recordados. En general
nuestras gentes conocen muy poco
la cuestión. La razón ha sido que,
en este asunto, hubo mala fe en los escribas que complicaron lo que en
sustancia es sencillo.
Empecemos por señalar el enorme interés que los grandes
financistas tienen por el Estado de Israel. Para tomar la punta del hilo no tenemos que ir más allá que
al año 2008 y recordar la importancia que el accionar del Banco israelí Lehman
Brothers de Nueva York tuvo en el estallido de la crisis que hoy sigue
avanzando y hace peligrar las estructuras sociales. Retrocediendo a la segunda mitad de la XIXª centuria nos
encontramos a grandes financistas mezclados en el movimiento sionista. El Barón
Edmund Rotschild, que reposa al igual que su esposa en Eretz
Israel, fue quien proporcionó los capitales necesarios para la
instalación de las primeras colonias invasoras judías en Palestina. A renglón
seguido fue el Barón Hisrch quien, habiendo previsto la ubicación de grupos
hebreos en la Argentina, resolvió finalmente apoyar a los que sostenían
Palestina como centro de recepción a los judíos que dejaban Rusia y el este de
Europa. Para ello legó al sionismo doscientos cincuenta millones de francos oro
que fueron administrados por la Jewish Colonization
Association fundada en 1891. De todas maneras, la figura
fundamental del movimiento lo fue Teodoro Herzl, nacido en Hungría, personaje
éste que durante años actuó con voluntad inflexible en la organización de los
primeros Congresos Sionistas.
En el seno de estas reuniones, realizadas en Basilea,
convivieron varios sectores del judaísmo mundial, comenzando por la
organización masónica “B’nai B’rith” (Hijos
de la Alianza). Un segundo
grupo integrado por los amigos de
Herzl laicos de “principios” al que se oponían (es un decir) los Ortodoxos
(Mizrahi) adictos a la Torah y la tradición. El proletariado judío, lógicamente
marxista, con sus representantes
del “Po’ale Zion” estaban allí sentados. y hasta un
“sionismo moral” que rodeaban a Anscher Ginzberg. Todos éstos tenían el
objetivo de obtener, en primer lugar, un Hogar Nacional y más tarde el Estado (Eretz
Israel) el que, según el Antiguo Testamento, debía abarcar de Dan a
Beersheba.
Sugerimos a nuestro paciente lector observe en un mapa bíblico
la extraordinaria extensión del proyecto (que incluía Jordania actual) junto al
cual, Herzl barajó la posibilidad de conseguir que, Su Majestad Británica,
cediera la zona africana que hoy se conoce como Uganda.
“El profeta de los Bulevares”, como se lo llamaba en París al
dirigente que tratamos, publicó en 1895 un libro titulado “El
Estado Judío”.
Según los críticos, es un estudio en el que su autor demostraba
gran habilidad. En esas páginas escribió Herzl que, por su interés, “los
israelitas debían hacerse adjudicar una vasta región para contenerlos a todos”. El
problema grave para el sionismo lo constituía el antisemitismo, ya que trababa
el triunfo de los judíos. Su programa positivo era fundar una sociedad
encargada de negociar con las grandes potencias al estilo de las financieras.
Con un capital de cincuenta millones de libras esterlinas se podría asegurar el
éxito, reiteraba Herzl, antes de su muerte en 1904.
Cuando estalló la guerra de 1914 el Centro Sionista se instaló
en Nueva York con un Comité Provisorio integrado por Eugene Mayer, que años
después ocupó la presidencia del Comité de la Reserva Federal, el Juez del
Tribunal Supremo Louis Brandeis con Stephen Wise, Consejero del Presidente
Wilson, y Nathan Strauss con Félix Frankfurter, futuro miembro de la Suprema
Corte de Justicia de los Estados Unidos.
Eran los tiempos en que hacía su aparición Chaim Weizman, judío
nacido en Rusia (1874) de profesión químico, que desempeñó junto a los
Rotschild y miembros de la aristocracia británica un papel trascendental en el
cumplimiento del plan judío para dominar Palestina. La doctora MacMillan, en su estudio “París
1919” (pág. 516), lo describe en estos términos: “Alto,
calvo, con perilla, Weizman parecía una especie de Lenín bien alimentado e
incluso tenía un porte que reflejaba una gran seguridad en sí mismo. Discrepó
con Herzl respecto a Uganda. Para Weizman y, al final, para la inmensa mayoría
de los sionistas, la única
ubicación posible era Palestina […]. Cuando
en una ocasión le preguntaron
por qué los judíos tenían derecho
a Palestina, Weizman respondió sencillamente: «La memoria es derecho»”.
Cuando las noticias del frente bélico empezaron a mejorar para
los aliados, Lloyd George gustaba decir que en momentos en que ocupaba el
Ministerio de Municiones había contraído con los hebreos una gran deuda. Eran los días difíciles de Gran Bretaña
por la escasez de acetona para la fabricación de explosivos. En esos momentos Weizman tenía un
proyecto para fabricarla en gran escala.
En brillante maniobra lo puso a disposición de los ingleses a cambio de
apoyo para la causa sionista. Años
después, escribió George en sus “Memorias” (vol.
2, pág. 586): “ésta fue la fuente y el origen de la
declaración sobre el Hogar para
los Judíos en Palestina”. Sin embargo, expresa la doctora
MacMillan, “los franceses tenían otra teoría: que Lloyd
George tenía una querida casada con un prominente hombre de negocios judío” (Ministére
des Affaires Etrangéres, EU, 18-30). Todo este turbio e inmoral asunto fue conocido como la
Declaración Balfour. “A las 24 horas, prensa público,
y diplomáticos hablaron del «Estado Judío»” (Friedman: “La
Cuestión de Palestina”, págs. 311-324, Oxford).
Meses más tarde, la Legión Judía organizada como Fusileros
Reales, reclutados por Vladimir Jabotinski (un extremista y brusco sionista)
entraba en Jerusalem con las tropas inglesas comandadas por el Gral.
Allenby. Se hizo presente la
“Comisión Judía” encabezada por Weizman: “Aunque sus
instrucciones eran vagas, actuaba como si fuera un gobierno en gestación, lo
que motivaba quejas de los oficiales británicos” (MacMillan, ob.
cit., pág. 522).
Rápidamente se acentuó la oposición entre árabes y judíos. Los árabes se negaban a
reconocer la Declaración Balfour. La sangre corrió a torrentes. La Legión Judía
se empeñó en forma tan inhumana que Jabotinski fue encarcelado por los
británicos y condenado a quince años entre rejas. El Reino Unido habló de “instituciones
de autogobierno”.
La presión de la Alta Finanza representada por Lord Melchett,
del trust químico de Sir Philip Sasoon y
el conglomerado petrolero encabezado por Lord
Bearstd, hicieron “comprender” al gobierno británico que la Declaración Balfour
era un compromiso inamovible. Las cosas se “encauzaron”. El Reino Unido recibió
el mandato sobre Mesopotamia, los ricos territorios petroleros de Mosul pasaron
a ser regenteados por hombres de la City. En
tanto, Sir Hebert Samuel era designado Alto Comisionado en Palestina.
Hasta 1944 el sionismo jugó las barajas inglesas. Pero la
situación cambió con el asesinato de Lord Moyne
por parte de elementos hebreos que acusaron a Gran Bretaña de “potencia
ocupante”. Se inició entonces la guerra por el reconocimiento del “Estado
de Israel”. Pese a que continuaban
siendo minoría (550.000 israelitas frente a 1.700.000 palestinos), los
sionistas organizaron ejércitos clandestinos. El primero por su importancia fue el Haganah, con
más de setenta mil hombres armados y entrenados. Fueron el cimiento de las actuales fuerzas armadas
israelitas. Hubo otros dos grupos,
que fueron “iluminados” de la guerra terrorista como el Irgun y el más
activo, conocido como organización Stern.
Fuera del objetivo fundamental mencionado más arriba, los
sionistas exigían que se aumentara el número de inmigrantes, concediendo la
visa a cien mil nuevos
colonizadores. Los
palestinos pedían se respetara el Libro Blanco de 1939, cesando la llegada de
hebreos y concediendo la independencia a la Palestina árabe. El fundamento de la posición árabe se
apoyaba en el Protocolo de Alejandría (de octubre de 1944), el cual señalaba: “Nada
resultaría más arbitrario que querer arreglar la cuestión de los judíos
europeos mediante otra injusticia cuyas víctimas serían los árabes de
Palestina”.
Harry Salomón Truman, el 4 de octubre de 1946 se declaró
partidario de la constitución de un Estado Judío. El problema fue entonces a la
ONU, donde el 28 de noviembre de 1947 con el esotérico número de treinta y tres
países (soviéticos y capitalistas) aprobaron dividir Palestina en tres partes:
un estado árabe, otro judío y un tercer sector de los Santos Lugares entre
cristianos, musulmanes y hebreos.
Los árabes rechazaron la partición, exigiendo un plebiscito de
acuerdo a las disposiciones de la Carta que había fundado las Naciones Unidas
en la ciudad de San Francisco (1945). Ni siquiera fue atendido el petitorio. A
medida que las fuerzas británicas abandonaban el territorio para cumplir con el
plazo que vencía el 15 de mayo de 1948, la Haganah
ocupaba territorios. La caída de Jaffa y Haifa dio lugar a cruentos combates.
Mientras tanto, la terrorista Irgún organizó un avance al estilo asirio,
incendiando y masacrando poblaciones.
En medio del baño de sangre y horror los civiles palestinos
abandonaron sus territorios y se refugiaron en las vecindades. El 14 de mayo de 1948, a horas del fin
del mandato británico, el “Consejo Nacional Judío” proclamó Israel
independiente. Con rapidez
fulminante el “Estado” sionista fue reconocido de facto por Truman y Stalin.
Solamente la parte antigua de Jerusalén fue mantenida por la
Legión Árabe de Transjordania. El Consejo de Seguridad nombró entonces, como
mediador, al Conde Folke Bernadotte, miembro de la Familia Real sueca y
Presidente de la Cruz Roja Internacional. El 16 de septiembre de 1948
Bernadotte declaró: “Ningún arreglo puede ser justo si
no se reconoce el derecho a los refugiados árabes a regresar a sus hogares, de
los que han sido expulsados”. Al día siguiente fue asesinado en su
automóvil junto al Oficial Ayudante, el coronel francés Maurice Serot. La banda
Stern, con el cobarde cinismo que le daba la
impunidad, se hizo responsable del brutal crimen. La Haganah, que
sin piedad continuaba sembrando el terror, se apoderaba del Neguev, Galilea y
Nazareth. Las mejores armas, suministradas por el régimen comunista de
Checoeslovaquia, habían cumplido su objetivo. Sión, contra el Derecho de Gentes, triunfaba en toda la
línea. Sin embargo, no hubo en Tierra Santa punto final. Las masacres y las torturas sádicas
continúan hasta nuestros días.
De más está decir, que con la anuencia de las Grandes Potencias
y de los Poderes Invisibles.
Luis Alfredo Andregnette
Capurro
8 comentarios:
ATENCIÓN: NO ES LO MISMO LA “ESTRELLA DE DAVID” QUE EL “HEXAGRAMA DE SALOMÓN”.
El hexagrama no es un una estrella, en realidad son dos triángulos contrapuestos. A diferencia de la estrella que está rellena en oro o en plata, los triángulos esotéricos están vacíos en el interior, significando profundidad.
En el esoterismo cabalista el uso de los triángulos se refiere a espíritus, y ni siquiera hay auténticos registros que confirmen su uso por el Santo Rey David ni por su hijo, el Rey Salomón.
El símbolo que tradicionalmente usaron los judíos era la Menorah.
No fue sino hasta la edad media, cientos de años más tarde, cuando apareció el uso de la estrella bitriangular en las comunidades de falsos judíos, o hebreos cabalistas. Su verdadero origen fue de los paganos sumerios y fue transmitido a los iniciados cabalistas en secreto durante su cautiverio en Egipto, así como la adoración de Moloch, Set, Anubis y otros demonios.
El significado es de tres niveles, el primero como “estrella de sabiduría”, el segundo, como dualidad sexual; y el tercero, como rostro demoníaco.
LA SALETTE
Exelente articulo Cda. Luis muestra a las claras que es el imperio "suave" de Israel, EEUU, UK, y toda la runfla de hebreos que lo manejan directa o indirectamente.
Muy interesante el artículo y oportuna la aclaración del lector que destaca que la estrella de David es un nuevo invento. Porque muchas de las cuestiones judías son inventos nuevos y se quieren hacer pasar por viejos, inclusive en lo religioso. Creo que hay que destacar estoL 1) Los judíos comparten derechos con los palestinos de vivir en aquellas tierras, hectárea mas, hectárea menos, pero lo cierto es que ninguno de los dos grupos humanos han podido vivir sin matarse lo que habla mal de las dos partes, y por supuesto y suerte ajenos, totalmente ajenos ambos a nuestri mundo cristiano. 2) Los judíos se unieron y metieron mucho empeño y dinero en la cuestión, revelando un merito, que aunque con fines dudosos y hasta criminales no deja de ser una lección para los otros.3) El mundo arabe que supuestamente debería apoyar a los palestinos, los manda al muere y los mantiene con limosnas y a duras penas, lo cual habla de que en ese sentido son peores que los judíos, que al menos se apoyan. 4)Respecto de las especulaciones bancarias y los prestamos son temas en los cuales el 99% de la gente no sabe nada y es algo en extremo complejo.Los judíos tienen una tsradición muy asentada de canallas estafadores yusureros, y por supuesto se la merecen, pero los banqueros católicos o musulmanes son exactamente lo mismo.y por otro lado, aunque el mundo capitalista clama al cielo por mas justicia, hasta ahora se reveló como el único sistema medianamente capaz de producir riqueza, que aunque mal repartida al menos es algo.Lo que tiene que decir la Iglesia con su Doctrina Social, no da la talla para rebatir una verdad de a puño (Franklin dixit): LO UNICO QUE HACE AGACHAR EL LOMO AL HOMBRE ES LA CODICIA.Si alguien cree en otra cosa tiene - si sus padres todavía viven - que pedir a sus progenitores que se sinceren con el tema de los Reyes Magos.
CD
http://web7.taringa.net/posts/info/2567524/Iglesias-y-antenas-de-telefonia-movil.html
PROFANACION DE LUGARES DE CULTO CON
ANTENAS DE TELEFONIA CELULAR
Realmente, no desmerezcan a Cabildo con notas como esta. Palestina y Jerusalem,son la heredad eterna de Israel.
CD no para de alabar al capitalismo. Dejó comentarios en un montón de artículos de este sitio, pero por lo visto no ha entendido absolutamente nada.
http://www.argenpress.info/2012/08/argentina-alperovich-anuncia-la-llegada.html
Preguntas al sr. CD: ¿qué opina de la escuela austríaca de economía, de Von Mises y Hayek? ¿leyó "Por qué es Estado sí es el problema", de Thomas Woods? ¿qué opina de sus críticas al distributismo de Chesterton / Beloc? ¿cree que esas ideas prácticamente "anarcocapitalistas" son compatibles con la doctrina social de la Iglesia?.
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