UNA TARDE DE ABRIL
La glorieta de Colón, en pleno paseo de la Castellana, constituye hoy uno de los centros neurálgicos de la capital madrileña. La densidad del tránsito y la construcción, relativamente reciente, de modernos edificios bancarios y comerciales han forzado a una realización de importantes obras urbanísticas que han transformado la perspectiva aristocrática de aquella zona, a la que prestaban peculiar perfil la estatua del Descubridor de América, el viejo palacio de los Medinaceli —convertido en el Centro Colón, sede de los negocios financieros y empresariales confiscados por el Estado a José María Ruiz Mateos, como muestra de prepotencia socialista— y la antigua Casa de la Moneda, derribada para convertir su solar en inmenso parque público y Centro Cultural de la Villa, dedicado a ensalzar la historia común de los pueblos hispánicos.
En la vecindad de ese eje urbano, enriquecido por la neoclásica factura arquitectónica de la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico, nació al mundo, a las ocho menos cuarto de la tarde del día 24 de abril de 1903, José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, primogénito del entonces Teniente Coronel de Infantería don Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, y de doña Casilda Sáenz de Heredia y Suárez de Argudín.
Vivía el matrimonio en el piso bajo del número 22, hoy 24, de la calle de Génova, en un edificio sólido, cuyas ventanas se abren, en la fachada sur, a la silente quietud de los jardines de las Salesas Reales, convento transformado en sede de los Tribunales de Justicia, por cuyos pasillos pasearía años después su toga de abogado aquel niño que nacía. Un ángel tallado en piedra, de austera y estilizada traza, y una escueta inscripción en el chaflán que forma la casa entre las calles de Génova y García Gutiérrez, rememoran hoy la efeméride: “Aquí, en esta casa, nació José Antonio XXIV-IV-MXCIII”. Es autor del altorrelieve Fernando Chausa.
Felipe Ximénez de Sandoval, compañero de estudios de José Antonio y más tarde camarada en las tareas políticas, autor de la más apasionada biografía de José Antonio, describe con todo detalle su árbol genealógico, su estirpe militar y la nobleza de origen de las ramas paterna y materna, enraizadas ambas en tierras americanas, argentina la paterna y cubana la de la madre. Pero el trabajo de Ximénez de Sandoval queda corto si se compara con el realizado por el Instituto “Juan Manuel de Rosas”, de Investigaciones Históricas, radicado en Buenos Aires, en el que un equipo de investigadores, impulsados por el fervor hispánico de su Secretario General, Adolfo Muschietti Molina, han articulado los orígenes familiares de José Antonio, glosando su trabajo con aportaciones documentales valiosísimas y que, para curiosidad del lector, se incluyen íntegras en el apéndice final.
No es menester, sin embargo, poner énfasis particular en ello. Pero se reseña para que se puedan comprender mejor no sólo los ricos matices de la personalidad de José Antonio, sino también muchas de las circunstancias y tensiones políticas producidas en su entorne, tanto durante su vida como a su muerte, así como el atractivo que ejerce entre la juventud hispanoamericana el valor y la sinceridad de su decisión revolucionaria, tanto más auténtica e irreversible cuanto más penosa y sacrificada resultaba la carga par aun hombre de su extracción social aristocrática.
“En la personalidad de José Antonio había una suerte de disociación sumamente curiosa y que le daba precisamente su sello y su originalidad. Él, por nacimiento, por educación y por ambiente, era un aristócrata, y dentro de ello pertenecía a la casta —dicho sea sin ningún sentido peyorativo— militar. Pero, en cambio, por formación, por talante y por inclinación natural pertenecía más bien al mundo de los idealistas, de los reformadores y del pensamiento más que de la acción. En este último sentido los hombres de izquierdas tuvieron en él gran influencia: un Ortega y Gasset, un Sánchez Román, los hermanos Machado, el doctor Marañón, Valle-Inclán, etcétera, aunque contrapesados más débilmente por un Maeztu o un Eugenio D'Ors. No hay que olvidar que la Falange nace rodeada de intelectuales y de poetas como Sánchez Mazas, como Eugenio Montes, como Ridruejo, como José María Alfaro y otros que no me vienen a la memoria. Para él la poesía era un integrante esencial de la acción política”
(Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate: “Diálogos conmigo mismo”, páginas 40 y 41, Editorial Planeta, 1978).
Diecinueve días después, es decir, el 13 de mayo, José Antonio recibe las aguas bautismales en la barroca iglesia de Santa Bárbara, perteneciente al monasterio de las Salesas. Apadrinan al nuevo cristiano sus abuelos don Gregorio Sáenz de Heredia y doña Ángela Suárez de Argudín, ésta, en representación de doña Inés Orbaneja, la abuela paterna, ausente en Jerez, la tierra solar de la familia. Administra el sacramento bautismal el sacerdote don Vicente Casanova, quien impone al neófito los nombres de José, Antonio, María, Miguel y Gregorio, registrándose la partida bautismal en el Vicariato castrense, por ser el bautizado hijo de militar.
Antonio Gibello
(Tomado de su libro “José Antonio, ese desconocido”)
(Tomado de su libro “José Antonio, ese desconocido”)
Nota: El trabajo sobre la genealogía de José Antonio, obra de nuestro querido camarada Adolfo Muschietti Molina, se puede ver en el final del libro de Gibello, como el primero de sus numerosos apéndices.
1 comentario:
El Ausente,hombre universal, grande entre los grandes, ejemplo para siempre y en todas partes.
CD
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