“LA
NAZIÓN”
INSÓLITO
Algo inimaginable ha ocurrido
en estos días: una impresionante censura. La Presidenta y el Viceministro de
Economía han involucrado al diario “La Nación” en la
lobreguez del antisemitismo. Es de suponer su repercusión en los ámbitos más
conspicuos de la comunidad, excitado el ánimo con la alerta disparada desde el
más alto nivel del Estado. Todo con la constancia patente en las páginas del
influyente matutino, de la supuesta ascendencia rabínica del joven funcionario
provisto por La Cámpora; para colmo marxista.
MUY
NAZI
En mayor gravedad, el precoz
economista supo subrayar que los artículos periodísticos censurados por la
Presidenta “han logrado el efecto de que alguien piense que este gobierno
está lleno de judíos”… y tradujo la conjura con un ejemplo
imaginario: “¡Qué podemos decir de este pibe? Poné que es judío… Es muy nazi
el asunto”. Con ello “gracias al pibe”, en los medios
comunitarios pueden celebrar que se sale al paso de la discriminación racista,
ya operada contra esforzados elencos. Frente a la militancia de la Presidenta,
del Canciller, la Vicepresidenta del Senado, Gobernadores, legisladores y
tantas otras eméritas figuras del gobierno. Por otro lado se ratifican las
sospechas de fobia nativa; disimulada incluso en el matutino con fervorosas
demostraciones, ya sea difundiendo la peligrosidad de Irán o traduciendo su
espasmo antifascista en editoriales, lucubraciones o investigaciones. También
con selectas recensiones, como la apología abortista del célebre autor de “La
gesta del marrano”, en inmediato apoyo al fallo de la Corte Suprema del régimen.
EPÍTETOS
Lo cierto —pueden afirmar
los más sensibilizados— es que todo se suma a la corriente utilización
del adjetivo “paisano” y el atrevimiento de llamar “judíos”… nada
menos que a los judíos. Confirmando el contagio social ya patente en el célebre
peritaje antisemita, que calificó como implosión el siniestro de la Embajada. O
el insulto de aquel animador parlanchín, al pronunciar con acento característico
el apellido real de un importante comentarista de la comunidad, con seudónimo
inspirado en dos calles de Belgrano. O peor aún, el tropiezo hace diez años,
de aquel jefe militar que en una carta al entonces periodista y actual
canciller de la Argentina, mencionó a “El mercader de Venecia”. Famosa
obra de Shakespeare, calificada antisemita por la DAIA en su protesta por la
enormidad de citarla. Cabe recodar que “La Nación S.A” en su
conocida línea resaltó debidamente el episodio. Pero no es descartable aunque
sí explicable, que frente a lo ahora ocurrido algunos la sigan apodando “La
Nazión”…
AUDACIA
ABORTISTA
Con singular audacia, Marcos
Aguinis ha publicado en “La Nación” (del 20 de marzo) su apoyo
decidido al aborto, en consonancia con el reciente fallo de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. Lo hace aderezando recortes bíblicos y alegando una
desconcertante simpatía por la Iglesia Católica (sin abstenerse de barajar
figuras pontificias en el empeño). En verdad no vale la pena contestar una por
una las osadías y despropósitos del novelista. Bastaría reparar en su rechazo
de las “sangrientas cruzadas” (sic), frente a la obvia
aceptación de los abortos sangrientos. Ya se sabe que Aguinis es enemigo
declarado de Nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina eclesiástica; como lo
demostraran sus blasfemias públicas —también asentadas en el mismo
diario— al amparo de la impunidad de la moderna apostasía. En cambio
viene al caso una reflexión moral e histórica. Con reincidencia en sus
deslizamientos blasfemos, el publicista ha osado preguntar: “¿quién es el
asesino de los abortos espontáneos? ¿Dios? ¿Por qué esa ‘vida inocente´ en el
vientre materno no es protegida por el Señor Omnipotente?”…
Justificando así y resaltando del modo más rotundo la verdad sobre la
Inquisición “delirante”, como él califica al Santo Oficio. En cuya
antigua vigencia —incluso ateniéndonos a sus propios delirios de “La
gesta del marrano”— no se hubiera animado a proferir semejante
torpeza por estos pagos. Por ello de rebote, cabría ahora agradecerle en precio
de la Verdad, también histórica, refractada paradójicamente en su extravío
abortista.
Casimiro Conasco
Marzo de 2012
1 comentario:
Aguinis es solamente un pobre infeliz, bruto como una piedra, que merced a un pais tinellizado se mantiene cobrando salario de intelectual, cuando solamente es un judío del once que apenas se defiende con el idioma y 3 o 4 ideas de una simplicidad apabullante. Cobra dinero, pero esta perdido y no vale un salivazo.
CD
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