Estamos otro año convocados aquí, bajo la sombra del Libertador, para honrar, recordar y reivindicar la heroica gesta de Malvinas. Heroica gesta en que la Argentina sorprendió al mundo con la recuperación del territorio usurpado durante ciento cincuenta años por una de las potencias mas poderosas de la tierra: Gran Bretaña.
Han transcurrido veintisiete años desde aquel día, un 2 de abril como hoy, y como hoy, previo al Domingo de Ramos, como hoy, lejano y silencioso.
Una vida que se inmola y una patria que se ensancha, que se pone de pie, que grita su Himno a los cuatro vientos, que se agranda con la euforia de un pueblo enardecido, que se cobija en su bandera y se une en una sola voz de libertad.
Pero han transcurrido veintisiete años y aquella fuerza, aquella unión, aquel orgullo, han pasado casi al olvido, empujados por políticas e ideologías que no sólo desfiguran los hechos, sino que los destruyen, buscando réditos que no consiguen y que nos ponen en el mas absoluto ridículo ante los poderosos.
Los gobiernos que se sucedieron a partir de 1982, cometieron una insensatez tras otra en la posguerra, para culminar hoy con la presencia de la presidenta de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, en las tierras que ultrajaron su propia tierra.
Bajo la apariencia de un foro internacional —que terminará con todos los males de este mundo, se nos dice, en unas sesiones costosas y aburridas, donde ya sabemos quién gana— la Argentina olvida la pureza de su causa con la presencia de quien debió estar aquí, al frente de las celebraciones nacionales. Y defendiendo esa causa a costa de su propia vida, si fuera necesario, como lo juraron y como lo hicieron aquellos que dejaron su juventud preciosa, su único equipaje, en la turba helada o en el fondo del mar o en el cielo brumoso.
El usurpador impuso condiciones a los funcionarios y a la presidenta que se hallaban de visita. Para no entorpecer el brillo del encuentro, se suprimen situaciones y palabras molestias, que ya ni se tratan ni se dicen. Por lo demás, hablar de Soberanía cuando no se la ejerce, ni se quiere, ni se puede ejercerla, es tiempo perdido.
Si las 350 millas marítimas que el país colonialista reclama, nos sobran, ¡que se las queden! Ese parece ser el pensamiento de nuestro Canciller a partir de su pasividad y del desconocimiento del atropello inglés que la ciudadanía, en su mayoría, ignora. Que las Islas sean “territorio de ultramar” para el Reino Unido y que sus habitantes tengan derecho a la autodeterminación, clama al cielo, pero no hace mella en los gobernantes y en los aspirantes a serlo, ocupadísimos como están en conseguir votos.
La Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas aceptó compartir “un plato de lentejas”, en lujosos salones reales, la noche del 1 de Abril, sin recordar que en una noche como ésa, hace 27 años, las tropas de las Armas que ella hoy comanda, esperaban en profunda vigilia de cuerpo y alma, resonando en sus músculos y en sus mentes las palabras de la arenga viril y honorable de su jefe, con el arma y el rosario aferrados en sus manos ansiosas, para cumplir con la misión más heroica y libertadora que se les había encomendado.
En una noche así, en que a través de todos estos años, miles de Veteranos de Guerra de Malvinas han velado sus armas en memoria de aquella otra inigualable, este gesto presidencial degrada y ofende la vocación auténtica de los genuinos soldados.
El repudio de los argentinos será poco comparado con el desprecio y la burla con que los países que saben de guerras, como el propio país anfitrión, mirarán esta presencia. En una fecha, seguramente no elegida al azar, en la que 27 años atrás un moribundo rendía a la Inglaterra poderosa, arrancaba la bandera intrusa y enarbolaba la suya,volando después al cielo, junto a su alma, de donde nunca podrá ser arriada.
Los traidores treinta dineros de Judas, después de llevar al sacrificio de la Pasión, trajeron la gloria de la Resurrección.
Ante tanta incoherencia, creo que ha llegado la hora de Malvinas.
A través de todos estos años hemos mantenido a la Guerra de Malvinas con gran humildad y respeto, alejada de la cosa política, preservando su honor en la santidad de los claustros interiores. ¿Qué hemos obtenido en cambio? Sólo ignorancia, ofensa y tristeza, venganza y pobreza, suicidios y enfermedades, limosnas y olvido. Digamos ya: ¡basta!
Pongamos a MALVINAS en su justo lugar.
Basta de mentiras y de calumnias; basta de menoscabo a las acciones heroicas; basta de ocultar a los Veteranos de Guerra, basta de ruegos, de lamentos, de humillaciones. Malvinas es el hecho político por excelencia. No de la política de los intereses y poderes. No de la política de la corrupción y del soborno. No de la política de la intolerancia y del apriete. Es el hecho político en la concepción aristotélica: el que solamente busca el bien comun de la polis, de su pueblo.
Malvinas es la Causa Nacional, la que nos debe enorgullecer, la que nos unió, la que enlutó a todos por igual, la que nunca pidió nada habiendo dado tanto. La que debe ser ejemplo para las nuevas generaciones. La que ocupe el lugar que le corresponde en la Historia. La que espere, arrogante, el reconocimiento de ése, su pueblo, por el cual vivió, vive y vivirá hasta la victoria final, bajo la promesa de paz y de justicia, que constituyen ese bien común tan ansiado.
Malvinas está en lo profundo del alma de los argentinos, marcada con sangre, envuelta en la nostalgia del recuerdo, arrullada por las olas del océano bravío. Sola, con un catre donde soñar por las noches interminables, una mesa donde comer su Pan del Cielo, una silla donde reposar su FAL, las estrellas por techo y la turba fría donde pisar la patria. Protegida por la Cruz de su tumba, esperando, contra toda esperanza, en la soledad sagrada de la gloria.
¡Malvinas, Volveremos!
Sra. María Delicia REARTE de GIACHINO,
Madre de nuestro primer caído en Malvinas
Madre de nuestro primer caído en Malvinas
(Palabras pronunciadas en la Plaza San Martín,
provincia de Mendoza, el 2 de abril de 2009)
provincia de Mendoza, el 2 de abril de 2009)
3 comentarios:
Mi total adhesión a las consideraciones de la Sra. Rearte de Giachino.
Sobre las dos bandas delictivas que asolan el país, los ingleses y los Kirchner, hago mía y extiendo a los piratas británicos, la justa intimación que, en su notable conferencia "Si Rosas viviera", el Dr. Antonio Caponnetto formulara a los Kirchner:
"¡Ladrones malparidos, devuelvan lo robado!"
Las Malvinas son Argentinas!
Saludos y solidaridad desde Irlanda.
Sobre que postura esta la autora?
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