jueves, 29 de enero de 2009

Poesía que promete


MADRES

Yo vi ayer la victoria que nos hará invencibles.
Yo vi en la sala blanca del más blanco hospital
una madre que estaba junto a dos hijos muertos.
Rezaba y no lloraba… ¡tenemos que triunfar!

Podrán ser trabajosas las horas de la lucha
y duras las jornadas e incierta la labor:
¡pero la mansedumbre de aquel dolor sereno
robaba la victoria de las manos de Dios!

Aquel rebuño tibio de ropas y de lutos,
aquel bullir de abejas de su mudo rezar…
¡qué cantidad inmensa de la mejor España
guardaba en su callada custodia de cristal!

¡Qué victoria de gritos y sollozos había
bajo aquel apretarse los labios de marfil!
Se comprenden los hijos que mueren de ese modo
cuando se ven las madres que los sienten así.

Orillas del Jarama: breñas de Somosierra,
la victoria es segura porque tenéis detrás
la reserva infinita de esas madres de España
que no saben llorar.

¿Qué sabemos nosotros dónde se está ganando
la guerra cada día, si esta guerra es de fe?
¿La ganará esa niña que va cogiendo flores
o ese fraile que reza junto al alto ciprés?

¿Qué sabemos nosotros cuál gana más batallas:
la madre que se queda o el hijo que se va?
¿Qué sabemos nosotros del peso de las cosas
que Dios mide en sus altas balanzas de cristal?

Pero sí conocemos que no hay peso más grave
que el de aquella mirada de madre que yo vi:
triste como la luna sobre el campo vacío,
serena como el agua de un arroyo de abril.

¡Si para redimirnos y lavar nuestras culpas
fue preciso que en prenda del más alto dolor,
se unieran y juntaran, cual milagros gemelos,
la pena de una Madre con la muerte de un Dios!

José María Pemán

No hay comentarios.: