ASAMBLEAS
Uno de los rasgos típicos de la modernidad es la Asamblea de Representantes. Su antecedente más inmediato son los Capítulos de las Órdenes religiosas y luego los parlamentos, cortes, dietas, estados generales, dumas, etc. que proliferaron en Europa en la parte final de la Edad Media.
Pero la diferencia sustancial entre estas asambleas y las modernas, aparte del tipo de representación, era que las primeras tenían competencias muy acotadas, mientras que las segundas están pensadas a medida de la “clase discutidora” (Donoso Cortés) y su ansia de hablar de todo y sobre todo. Una Asamblea moderna es siempre esto: un grupo de personas que se sienten habilitadas para discutirlo todo y que se dedican a ese notable oficio con impar entusiasmo.
Es que la médula del sistema es esta sencilla (pero falsa) idea: debe debatirse todo con completa libertad pues de ese debate saldrá la luz y así la mayoría podrá optar por la idea mejor. La lástima es que los hechos distaron mucho de confirmar esta suposición. En el siglo XIX, cuando los mecanismos de selección de la clase dirigente no estaban todavía totalmente falsificados por el dinero y los medios de difusión, las Asambleas todavía reclutaban a algunos cerebros distinguidos y se producían —a veces— debates que podían hacer pensar que el sistema funcionaba.
No hay necesidad de ahondar mucho en la historia del siglo XX para saber que hoy el fracaso total de las Asambleas en el mundo entero es un dato de la realidad. Inundadas de espíritus mediocres (“la sub inteligencia de las ciudades”, diría Spengler) y distorsionadas por las “lealtades partidarias”, las Asambleas son hoy una reliquia del pasado que sobrevive a su utilidad.
Más claro todavía es lo sucedido con las Asambleas internacionales. Tras la primera guerra mundial los nuevos dueños del mundo creyeron que se iniciaba una época de apogeo del sistema (en realidad, comenzaba su crisis) y pretendieron trasladar el principio vital de las Asambleas al plano internacional. Así se fundó la Sociedad de las Naciones. La institución nacía viciada por un tosco olvido: se puede fingir, en el interior de un Estado, que todos los hombres son iguales. No se puede, en cambio, fundar una Asamblea de naciones sobre la ficción de que todas las naciones son iguales. No lo son, y este dato de la realidad es demasiado fuerte como para ignorarlo.
Esto hubo de reconocerse en el segundo intento, las Naciones Unidas, en las que claramente se discriminó a favor de las grandes potencias, a las que se otorgó un poder de veto que falseaba las bases teóricas del sistema.
Pues bien, el siglo XX otorgó la demostración palpable del doble fracaso de las Asambleas de naciones que ni evitaron las guerras ni fundaron un orden internacional viable. Y sin embargo, reuniones de este tipo siguen celebrándose año tras año, como una especie de ritual laico que, como todos los tales, no sirve para nada.
El último caso fue la Cumbre de Pueblos Iberoamericanos que se celebró en Santiago de Chile a principios de noviembre y que, como es preceptivo, no consiguió nada de mínima importancia. Pero inauguró una modalidad novedosa, que llevó a algunos a proponer que estas reuniones no se llamen Cumbres sino Encuentros y —aún mejor— Encontronazos. Porque un insólito Rey de España se dirigió a un sólito Presidente Chavez y lo intimó a callarse. El venezolano debió contestarle como Groucho Marx: “No me interrumpa cuando estoy interrumpiendo”, pues —en efecto— se hallaba gozando del envidiable placer de no dejar hablar a Rodríguez Zapatero. O sea, que quizás asistamos a una nueva versión de las Asambleas, que servirán ahora para que los representantes se tiren de las mechas y consigan por fin evitar las guerras, convirtiéndolas en batallas campales en el recinto. La idea —si funcionara— no es del todo mala. Pero dudo que personajes como Chavez o Evo se conformen con unos puñetes sueltos, vista la incomparable magnitud de sus sueños.
Aníbal D’Angelo Rodríguez
5 comentarios:
Estimado Don Anibal: no se cual será la temática de su nueva sección, pero si todavía se toma el trabajo de seguir leyendo toda la "prensa libre" de nuestro país, y tal vez no lo vió, tiene buen material en el último número del suplemento "cultural" del diario Perfil dominicial (27/01/08). Cito de memoria, y por ello sin precisión, pero Ud. lo encontrará facilmente. Hay un comentario a un libro "No matarás" donde un tal Del Barco, filósofo cordobés, hace un "mea culpa", y reproche tremendo a Juan Gelman, sobre los crímenes de los subersivos, reconociéndose el mismo como tal. Además se deja traslucir que la revista que publicó tal reproche (creo se llama Intemperie y es de Córdoba) súbitamente se quedó sin apoyo. La obra es una recopilación de cartas al lector de la revista donde se debaten los crimenes marxistas.
Con mi mayor estima,
El Descamisado
Estimado Aníbal: siguiendo con mi modesto aporte, Ud. podrá encontrar en Perfil del 30/12/07 la columna de Pepe Eliaschev titulada Mohamad Maradona, donde lo defenestra "al Diego" por su apoyo al presidente iraní, y rememora todos sus ataques (entre ellos a Su Santidad) y dice claramente que esta vez "superó un límite peligroso", digamos nosotros el único límite: negar el holocausto. ¿Que le parece Don Aníbal?
Con afecto,
El Descamisado (especialista en Fontevechia)
Estimado Aníbal: continuando con el aporte sobre el libro "No matar" (ese es el título correcto), le puedo decir que en La Intemperie también tiene formato digital y se la puede encontrar en internet. Ahí puede acceder a la carta de Del Barco, que es muy impactante.
Con afecto,
El Descamisado
Muy estimado amigo:
Le agradecemos mucho sus aportes y afectuosas palabras para con nuestro maestro querido.
En estos días, don Aníbal está pasando unas horas difíciles, y sus palabras seguramente lo animarán.
Un fuerte abrazo.
Al gran y querisimo maestro Don Anibal D`Angelo, no sabemos de que materia sean los momentos dificiles,pero queremos hacerle llegar nuestro afecto, admiración y agradecimiento y la seguridad de nuestras oraciones y votos para que su situación mejore,con la ayuda de Dios, Uno y Trino y la Santísima Virgen.Quiera El Señor en su infinita Sabiduría y Misericordia que sus estrecheces sean pasajeras y le brinde todo el apoyo y Bien que Usted merece. Dios lo guarde por mucho tiempo mas entre nosotros (soy egoista)y nos permita seguir aprendiendo y disfrutando de su valiente,lucidisima y tierna pluma.
Un admirador y amigo a la distancia.
Jorge Peña
P.D. Menos mal que abrieron el foro para poder dejar este mensaje, hace rato que quería dejar un mensaje para el maestro Don Anibal y no podía.Gracias
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