jueves, 10 de enero de 2008
Padres de mi Patria
Periodista: En la actualidad hay dos literatos nacidos físicamente en Argentina que gozan de elevado prestigio en ciertos círculos: Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato. ¿Qué nos podría decir de sus respectivas obras?
Padre Castellani: De Borges leí casi todo, porque me han prestado algunos de sus libros. Me parece un buen escritor, pero no un gran escritor como dicen ahora. Pero no se puede negar que escribe bien. Sabe mucha literatura y escribe muy fluidamente, con una cosa especial.
De Sábato leí El túnel, que es una novela antigua de él. Después, Sobre héroes y tumbas. Leí partes. Leí una parte donde me retrata a mí despectivamente, porque no he salido ni parecido. Algunas cosas las niego. No dice la verdad. Dice, por ejemplo, que soy sucio. Y eso es mentira.
Periodista: ¿Jorge Castellani, su sobrino, es quien le está reeditando en la actualidad todos sus libros?
Padre Castellani: Todos no. Él edita solamente los más vendibles. Ya me editó tres o cuatro libros. Y tiene algunos más para editar.
Periodista: En una nota escrita en Cabildo, allá por el año 1944, usted nos muestra un tajante juicio sobre los editores: “Como los guerreros Kanakas, los editores beben champaña en los cráneos de los autores”. Este juicio usted lo atribuía a un amigo suyo. ¿Cuál sería, en la actualidad su opinión sobre los mismos? ¿Cómo se ha llevado usted con sus editores?
Padre Castellani: Editores se puede decir que no tenido nunca, porque todos mis libros han salido… por casualidad, digamos. Ahora tengo a mi sobrino y a los muchachos esos de Patria Grande que se han puesto el nombre de Amigos del Padre Castellani. Pero no son propiamente editores, son casi aficionados. Después había un turquito que se llamaba Hakim que editó las “Camperas”. Pero se fundió. Hakim hizo creer que él se había suicidado. Incluso a su médico para, así, escapar de los acreedores. Y se escapó. Si no le quitaban todo lo que tenía. Hakim se hacía el muy cristiano, el muy devoto. Y ahora se cambió el nombre y, me dijeron, se hizo mahometano. La última edición de “Camperas” la hizo él. Y ahora me parece que están haciendo ediciones clandestinas, porque este libro se había agotado y ahora en las librerías hay muchísimos.
Periodista: ¿Usted también editó en Huemul?
Padre Castellani: Sí, me ha editado un librito mío, pequeño, que se llamó “Esencia del liberalismo” y mi sobrino lo ha reeditado. Además, una selección de las mejores poesías argentinas que hicimos con Fermín Chávez. Ya va por la tercera edición y Huemul, religiosamente, le manda el dinero y Fermín Chávez me da la parte que me corresponde. Yo, en realidad, hice muy poco: el mayor trabajo lo hizo Chávez.
Periodista: Las preguntas sobre uno de los temas que más apasiona al Padre Castellani, la literatura, habían finalizado. Entonces recordé un escrito suyo que data, y es importante recalcar la fecha, de 1939: “Y esta es otra de las aberraciones intelectuales… ¡El libro en poder del comerciante! Cuando resucite don Hipólito Yrigoyen, y funde la Corporación del Libro será otra cosa: el libro pertenecerá a la Corporación, en la cual el escritor tendrá un sitio, que no será el postrero. Pero entretanto, hay que anotar este otro fenómeno sociológico de la más alta importancia: hoy día el comerciante es el dueño del libro. Quien hace una cosa es suya. ¿Quién hace un libro? Primeramente el autor del libro, a veces con pedacitos sanguinolentos de su cerebro y fibrillas vivas de su corazón. Después del autor, el que hace un libro es el impresor, que le da cuerpo material. Terceramente hace el libro el editor, que, prestando su capital, hace posible a los otros dos obreros su obra, a veces trabajando él muy poco. Finalmente, entra el librero, el cual lo tiene depositado en su casa y lo va vendiendo. La justicia más obvia pediría, pues, que el producto pecuniario de esa producción cultural fuese de mayor a menor en este orden: el autor, impresor, al editor, al librero. ¿Qué pasa? Pasa todo al revés”.
Nota: Estos textos han sido tomado del libro “Conversaciones con el Padre Castellani”, de Pablo José Hernández, Colección Diálogos polémicos, ed. Hachette, año 1977.
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