HERODES 3.0
La humanidad durante casi dos mil años pensó y entendió que
Herodes (el Grande) fue un rey despiadado, cruel y sin corazón, que ciego por
su ambición de gobernar no titubeó ni un segundo en pasar a degüello a todas
las criaturas de la ciudad de Belén y sus aledaños.
Hoy, muchos siglos después, asistimos horrorizados, como
aquellos padres de Belén, a la gestación de una nueva matanza indiscriminada de
inocentes, que las nuevas hordas herodianas actualizadas, modernas y democráticas preparan. Ya no se oye el rechinar de
las piedras que afilan espadas, sus nuevas armas son el derecho a elegir y la
libertad.
Cuando por fin se desate el desastre, cuando se levante el
impedimento, no se escucharán lamentos ni llantos pues las heridas que provocan
las nuevas armas son silenciosas. Pero el clamor de las criaturas masacradas,
como en Belén de Judá, resonará en el cielo. Su voz será oída en lo alto, en
Ramá.
Al igual que los inocentes muertos por causa del nacimiento de
Cristo, estos inocentes argentinos, “no tienen edad para creer en la pasión
de Cristo, pero tienen la carne para soportar por Cristo la pasión que él hubo
de padecer” (San Agustín, sermón de Epifanía).
Sí, así, ofrendando su vida para quien tuvo una noche
placentera, pueda seguir con su farra. Para que gente con derecho a
divertirse pueda continuar con su parranda a cualquier el precio. Para que
mujeres poseídas por el goce desordenado puedan tener el derecho a decidir
sobre su cuerpo. Para que la gente que sin medida alguna, cegados por un afán
irrefrenable de pensar únicamente en su bienestar, que prefiere la muerte inocente a que se
limiten de sus derechos y sus pasiones, puedan pasar por alto el orden de las
cosas y despreciar su vida inerme.
La otra cara de la moneda son los que mueren para que ellos sean
felices. El martirio. Santo Tomás explica que es el más perfecto de los actos
virtuosos, que “matryr” significa testigo y martirio es dar
testimonio de la fe. Los inocentes de Belén dieron testimonio de Cristo y nuestros
inocentes de hoy atestiguan la época impía en la que nos toca vivir.
¿Es la hora del martirio? Eso parecería, pero no del nuestro.
Nosotros parecería que por más que busquemos dar testimonio ya no sirve, que ya
estamos perdidos. Es el tiempo de
los inocentes, de quienes no tienen pecado: son ellos quienes dan la vida por
nosotros. No hay mayor amor (San Juan, 15-13). Es el acto de máxima
caridad.
Podrá objetarse que el martirio de los no nacidos, no es un
martirio a causa de la fe, y que sólo la fe es causa de martirio. Pero nos
explica el Aquinate, que las obras de todas las virtudes en cuanto
manifestaciones de fe, pueden ser causa del martirio y nos da el ejemplo de San
Juan, cuyo martirio se dio por denunciar un adulterio.
El martirio se da a causa de la persecución, que nace del poder
político, pues las ansias de poder y de gobernar ciegan y llenan de ambición.
Cuando las ansias de gobernar gobiernan a quienes gobiernan ya
no gobierna el gobernante sino su cólera inextinguible que a todo sospecha y
teme y arrasa con todo a su paso (ver C.A. Pseudo Crisóstomo, opus
imperfectum super mateum, hom. 2).
Ya no importan las consecuencias si sus cometidos se cumplen, el
famoso “daño colateral”. Si más votos significa homicidio indiscriminado de
personas por nacer, no importa, adelante. Con un protocolo de actuación me
agencio una buena parte de la Ciudad, la misma que ya gané cuando anoté sus
hijos comprados en el extranjero como propios, la misma que gané cuando permití
la unión proterva y aún más, ahora vamos por más, ahora incorporo a aquellos
que faltaban. ¿Quién se va a oponer a que una mujer violada aborte?
El efecto es perfecto, el sentimentalismo por delante. Una mujer
violada, ultrajada, insultada, ofendida,
mancillada, embarazada. ¿Quién se va a oponer? ¿El niño, el bebé, la persona
por nacer? Ese pobre mártir nada
puede hacer. Él solo espera que la única persona que conoce en el mundo, lo
ayude. Él no puede oponerse, no tiene voz, no tiene voto, no tiene oportunidad,
no tiene fuerza, no tiene escapatoria, no tiene opción, no tiene derecho a
elegir sobre su cuerpo; sólo tiene su carne para soportar el martirio, y al
igual que los inocentes de Belén darán testimonio de lo que Él tuvo que
padecer.
Lucas Trigo
7 comentarios:
Estimado, hay que pararlos a como de lugar,
saludos
Estimados, hay que pararlos a como de lugar
Sería lindo que agregaran a la opción de la página, la posiilidad de compartir por medio de facebook.
Artículos como este (y como muchos otros que Uds. publican), sería muy bueno poder comartirlos. Laura.
Excelente y conmovedor artículo.
Mario Caponnetto
Laura, Yo copio y pego los artículos del blog en mi Facebook. La mayoría se me canta de risa... pobres imbéciles. Yo igual sigo leyendo y copiando y pegando.
Con respecto al artículo y a los abortistas, hay que anotar los nombres de los que promulguen estas leyes para pasarlos por las armas. Es en este momento en el que se me va todo mi catolicismo al carajo y empiezo a usar la Colt .38 ... Luego Dios sabrá que hacer con mi alma.
Como dice la Carlotto: "con los Nietos no, con los nietos no se jode".
Bueno, yo digo lo mismo: con los Nasciturus no, con ellos no!!!!
Belisario Ortiz
Córdoba, Capital.
Belisario pasarlos por las armas no es anticatólico...Lee sobre la licitud de la pena de muerte...Estamos acostumbrados a que el católico es un alumno de algun faquir indú...a repudiar la violencia "venga de donde venga"...a veces la violencia no solo es necesaria sino que es santa y mas en estos casos.
Anónimo: leí un librito sobre la pena de muerte de Silvano Borruso, como así también mi viejo me ha adoctrinado bastante bien con el tema, remitiéndose a Santo Tomás y otros. Ya lo sé que no es de anticatólico el estar de acuerdo con la pena de muerte, el problema es que a mi me dan ganas de sacudirles un balazo en el medio del mate en plena pleatonal de Córdoba, sin mediar palabra y sin preguntarles si vienen de Misa o no (como hacían los del ERP). Uno ya no sabe en que pensar en estos días.... Por las dudas, como decía Sacheri, primero hay que estar dispuesto a dar la vida antes que de quitarla. (y eso significa que está permitido quitarla). Abrazo y Dios mediante, nos veremos...
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