lunes, 6 de febrero de 2012

Testigo de cargo



OJOS

Largo tiempo después de su estreno, un oportuno DVD me permitió ver “El secreto de sus ojos”, la película de la que todos hablaron. No es mi intención comentarla aunque puedo decir —en términos muy generales— que me pareció bien actuada pero, en definitiva, una “película del montón” como se dijo en la revista “Noticias”. Ninguno de sus dos argumentos —la investigación de un crimen y el contenido romance entre Darín y Villanueva— tienen carnadura para ser algo más.
  
(Después de escrito lo anterior leí en el blog de Flavio Mateos —Videotecareduco— una excelente crónica a la que remito al lector).
  
Lo que quiero comentar es algo en lo que, curiosamente, ningún cronista de la prensa comercial reparó.  Como se recordará, el protagonista descubre, hacia el final del filme, que el marido de una víctima de violación y asesinato mantiene, desde hace veinticinco años, “preso” en su casa (en rigor, secuestrado) al autor del crimen, un militante de la Triple A.
  
Debe recordarse también que el protagonista, Darín, ha sido presentado como un justiciero que se saltó algunas reglas para lograr encontrar y castigar al culpable de los delitos indicados. Pero ¡oh sorpresa! al justiciero Darín ni se le pasa por la cabeza intervenir en el delito que tiene ante sus ojos —privación ilegítima de la libertad— y obtener, por lo menos, la liberación del preso en la cárcel privatizada.
  
Tampoco el público (ni los que comentaron la película) reacciona ante este delito. No es que el marido de la víctima ha “hecho justicia por mano propia”. Lo que ha hecho es injusticia, porque ningún condenado a perpetua cumple en la Argentina veinticinco años de cárcel ¡en reclusión solitaria!, pena que no existe en nuestro Código Penal.
  
Por este detalle, la película se vuelve una metáfora de lo que hoy se entiende en nuestro país por justicia, es decir una injusticia con que se  “corrige” otra injusticia. Y todavía habría que agradecer que se conserven algunos rasgos de la justicia común: un estrado y tres señores sentados tras unas mesas. No es mucho más lo que queda de Themis.
  
Dicho de otra manera, para los monstruos no hay justicia sino simple venganza. No hay juicio debido, ni normas procesales ni las garantías que tan numerosas fluyen en relación con los delincuentes comunes. Si un monstruo está preso, bien preso está, cualquiera sea el procedimiento para lograrlo o la cárcel que lo aloje. Para ellos sólo vale el  ojo por ojo, ¡y esto cuando los tribunales rebosan de discípulos de  Kelsen, para quien  la idea misma de una justicia abstracta era un mito y lo único que valía era el derecho positivo que no exigía más que reglas claras dictadas por autoridad competente!
  
Insisto: no es la acción que nos presenta la película —el “encarcelamiento” privado— lo que me llama la atención. Lo asombroso es la nula reacción de protagonista (que ni piensa en movilizarse para detener esa injusticia) y el silencio de las decenas de zurdos “justicieros” que vieron y comentaron la película. A ninguno, hasta donde yo sé, se le ocurrió cuestionar lo que hace el carcelero y lo que no hace Darín.
  
Pero me corrijo: no tiene nada de asombroso: es lo lógico en un país que ha perdido el rumbo hace muchos años, tras veintitantos de adoctrinamiento gramsciano.
  
Aníbal D’Ángelo Rodríguez
  

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo lo veo de otra forma: ante la catarata de basura en que se había convertido el cine argentino, dejé de verlo circa 1970. Luego un amigo me trajo un video pirata y me dijo "No parece argentina, mirala" La vi y me pareció mediocre, nada mas. El cine es algo primitivo (mis abuelos, todos, por ejemplo, lo consideraban un entretenimiento del calibre del circo)y busca en la masa los sentimientos de pura venganza y a nadie le importa un ardite las leyes. Al final, el héroe le corta el bocho al malo y todos contentos. Acá, termina con la bufonada increíble de un preso a perpetuidad, en suma, para tarados. Hay que reconocer que aunque Hollywood es la iddish force, fuera de ese lugar casi todo lo demás no sirve (Francia e Italia colapsaron y España solo dió Alatriste).
CD

Anónimo dijo...

El marido lo tiene encerrado porque la justicia lo deja libre para que "trabaje" para ellos en la dictadura militar. Entonces el lo encierra para que cumpla lo que la justicia habia determinado y darin no lo encierra ni lo juzga eso no lo vemos en la pelicula, porque se termina.
El cine como cualquier expresion de aerte no son ni lindas ni feas ya que estan sujetas a la mirada subjetiva de cada persona que la vea. A mi el secreto de sus ojos me parecio una pelicula mas argentina larga y sin argumento solidos que contar pero no por eso la tildo de fea o aberrante, es solo una pelicula mas....

Anónimo dijo...

Porque don anibal no tiene mas su columna Testigo de Cargo?

CabildoAbierto dijo...

Estimado amigo anónimo:
El querido Don Aníbal tiene unos cuantos achaques de salud, y esto le impide ejercitar su pluma con la asiduidad que a todos nos gustaría.